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Koga estacionó el auto en medio de la calle, no le importó los gritos de los vecinos, simplemente se bajó y corrió dentro de la casa, encontrando a Sesshomaru sentado en el piso fumando.
–¡Que mierda pasó!– gritó enojado– ¿y Kagome? ¡no siento su aroma!
–No lo se–gruñó Sesshomaru alzando la mirada, que se alternaba en dorado y rojo– si sintiera su aroma, la estaría buscando.
Koga buscó en cada habitación, incluso afuera y su desesperación creció al ver que realmente no estaba allí.
Se levantaron ambos, irían a casa de Naomi, debía haber salido ella sola, sino, ¿quién más podría haberla llevado? Nadie sabía que estaba allí, Bankotsu jamás le diría a nadie que fuera por ella, conocían de antemano lo posesivo que podía llegar a ser el mercenario.
Llegaron rápidamente a casa de la madre de Kagome, ella estaba en la sala junto a Kikyo, pero no había rastro alguno de la azabache, Sesshomaru salió en dirección a casa de Naraku, ese desgraciado debía saber algo, seguro y los había estado siguiendo y así habría encontrado a Kagome.
Tocó el timbre casi media hora, cuando se aburrió buscó otra manera de entrar y la encontró, una ventana del segundo piso estaba abierta, sin problema saltó y entró en la casa, el aroma de Kagome era muy vago, hoy al menos no había estado allí, aun así siguió buscándola, necesitaba al menos un indicio del donde estaba.
Revolvió la casa de arriba a abajo, pero no encontró nada, solo malditas fotografías de ellos dos sonriendo o besándose, ¿desde cuando ese desgraciado era tan romántico? Prefirió salir de ese lugar o terminaría incendiando el maldito lugar.
Koga por su parte había recurrido a Sango, pero debió pensarlo mejor, ahora tenía a la castaña gritándole y golpeándolo.
–¡Sango, cállate ya!– gritó tomándola de los hombros–¿crees que estoy mejor que tu? ¡es de Kagome de quien hablamos! Debíamos cuidarla.
–¡Y no lo hicieron!– Sango limpio las lágrimas que caían por sus mejillas– se las confíe, a dos youkai y un mercenario, ¿quienes mejor para protegerla? Y ahora ella....
No terminó la frase, no deseaba hacerlo, su amiga estaba bien, debía ser así o terminaría loca, culpandose por no haberse quedado junto a ella cuidándola.
•••
Habían pasado dos días, Sesshomaru permanecía en su oficina, rompiendo todo lo que aún quedaba intacto, Jaken no había logrado que su jefe saliera siquiera a comer, solo bebía licor y fumaba, aun siendo youkai eso no era bueno.
–Entonces...has decidido llamarme a mi– habló Kagura alzando una ceja y viendo al pequeño demonio de bajo nivel– ¿por qué?
–Si entro yo, corro peligro de ser decapitado– informó sintiendo miedo ante la sola mención– en cambio tu, tienes un don para hacer que te escuche.
–Nuestra historia no es un don– respondió acomodando la bolsa con ropa y comida que llevaba– pequeño renacuajo, solo quieres ver si me asesina ahora, ¿verdad?
–Tu lo has dicho, su historia no lo permite tocarte– se burló– pero claro que sería gratificante ver como ahora si acaba contigo.
Kagura lo pateó haciendo que cayera de trasero al piso, soltó una risa antes de dirigirse a la oficina de Sesshomaru e ingresar, encontrando todo un desastre, lo único que permanecía intacto era el ventanal que daba la vista de la ciudad y un sillón.
–¿Quiere el gran Sesshomaru dejar de portarse como un niño?– habló cerrando tras de sí y pateando algunos vidrios para avanzar– necesito al youkai decidido y de mente fría.
–No está, lárgate– respondió sin mirarla– llévate esa asquerosa comida humana.
–No me iré, necesitas ayuda para encontrar a Kagome ¿no?– Sesshomaru quitó la mano que cubría su rostro y se quedó observando como se acomodaba en el sillón– has leído el informe, ¿quieres ya pensar con la cabeza y no con la polla?
Estiró la bolsa, el peliplata se acercó para tomarla, abrió y comenzó a sacar la ropa para cambiarse, no se molestó en ir al baño, simplemente se cambio frente a Kagura, quien miraba su celular y al sentir los rayos de sol contra su rostro alzó la mirada viendo a Sesshomaru ya en mejor estado, o algo parecido.
–Debes darte un baño– recriminó levantándose y avanzando hasta el ojidorado– ahora, se ese Sesshomaru que piensa todo fríamente sin mezclar sentimientos– sacó la comida, que si bien olía a comida humana, era especial para youkai– dime que encontraste en los archivos.
–Naraku tiene aliados– sacó un trozo de carne en el punto exacto que le gustaba, a medio terminar– planeaba desposar a Kagome solamente por el dinero que su difunto padre le dejó.
–¿Dinero? No no, querrás decir el templo Higurashi– corrigió Kagura tomando la antigua botella que él bebía y dio un sorbo– ese lugar tiene excelente energía espiritual, podría tener nuevamente la perla.
–¿Décadas y sigue con eso?– cuestiono rodando los ojos– que infantil.
–Tu has esperado los mismos años por tenerla– recordó dando otro sorbo– dime ahora, ¿quién podría ayudar a Naraku a obtener la perla?
–Kikyo.
–Aparte de la antigua sacerdotisa– acaricio el puente de su nariz– debe ser alguien en quien hayas confiado para decirle donde estaba ella.
Inuyasha
Pensó inmediatamente Sesshomaru, quien dejó caer la comida y salio de la oficina sin decir nada más, Kagura sonrió de lado antes de beber el contenido de la botella de golpe y pedir la ayuda de Jaken para limpiar la oficina de Sesshomaru.
La mujer levantaba las botellas que permanecían aún intactas, metiendolas en una bolsa, Jaken levantaba las carpetas importantes y después envío al servicio de limpieza mientras la pelinegra permanecía aún allí.
Kagura encontró una fotografía de Kagome, aquella sacerdotisa que en el Sengoku enamoró al youkai y venció a Naraku y en esta vida, sus poderes fueron sellados, pero aún permanecía la esencia de la perla en ella.
–Es tan predecible cuando se trata de ti– habla sonriente, sus ojos rojos brillan al mirar el cielo desde donde se encuentra– eso siempre me sirve.
Sale de la oficina cuidando no caer, se despide de Jaken y sale del edificio con un solo objetivo en mente, ejecutar ahora mismo su plan o terminaría perdiendo la oportunidad, igual que en el Sengoku.
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