Nuestro escenario es la ciudad de Nueva York. 1985, cuando una chica llamada Kathy que planeaba estudiar psicología tuvo un accidente; su auto patinó sobre el hielo y se estrelló con un árbol, quedando así en coma por varios años.

Todo transcurría a la espera de ver qué sucedería con ella, triste monotonía. Hasta que un día los médicos notaron que su barriga crecía anormalmente. En ese entonces Kathy ya llevaba 10 años en coma. Así pues, los médicos examinaron todo, incluyendo la posibilidad de un bloqueo gástrico. Más tarde se les ocurrió determinar si por casualidad se trataba de un embarazo.

¿Y adivinen qué ¡Lo estaba! Con cuatro meses y medio.

Algunos compañeros recordaron que un enfermero llamado John Horace, de 51 años, se comportaba de manera sospechosa en la habitación de Kathy. Se le pidió una muestra de saliva, la cual dio como posibilidad de 99,55% que él fuera el padre.

La corte ordenó en seguida una prueba de sangre, de manera que así se terminó de confirmar el hecho. John recibió una condena de 25 años. Su excusa es que había leído un libro médico donde decían que la cura para una mujer en coma era el embarazo. Aseguró que así recobraría la conciencia. Anteriormente, este hombre había sido conflictivo en empleos anteriores, e incluso había actuado como "terapista sexual".

Volviendo al embarazo. Los médicos prestaron toda la atención posible, aunque más con profesionalismo que con esperanza, ya que no se esperaba que el niño viviera. De todas maneras, todo podía ser posible, pues se pensaba que una mujer en coma no podía quedar embarazada, ¡y había sucedido!

El niño nació prematuro el 18 de marzo de 1996, con menos de un kilo y medio de peso. Aun así, los médicos anunciaron que su aspecto era normal y que tenía posibilidades de vivir.

Desafortunadamente, Kathy falleció un año después por motivos ajenos al embarazo, sin haber despertado nunca del coma. No conoció a su hijo.