17- El juicio
Gulf había terminado de prepararse, se había delineado los ojos osadamente, le había puesto algo de brillo a sus uñas y lucía sonriente unas argollas en sus orejas naturales que tenían la forma de dos corazones entrelazados y esperaba a su madre quien media horapoliana antes se había encerrado en el cuarto de limpieza.
—¡Apúrate, mamá!
—Sí, ya casi estoy…
Gulf caminaba impaciente de un lado al otro del pasillo.
—Debe estar poniéndose su nuevo ombligo…—pensó sarcástico.
Unos minutospolianos después, una mujer nerviosa, apurada, salía de la habitación. Pasó rauda cerca de Gulf. Y cuando hizo desaparecer la puerta virtual de entrada con un comando, notó que su hijo la miraba extrañado.
— ¿Qué? ¿Qué sucede? ¿Mi peinado está mal?
— Si mal no recuerdo y si la moda no ha cambiado…hoy no es el día apropiado para ese peinado…
—¡Pero a mí me gusta!— sonrió la mujer.
Media horapoliana después, descendían del Heli-puerto, a una cuadra de distancia del edificio del Comité.
Vieron que era imposible acercarse hasta la entrada. Por lo que optaron por quedarse en un barandal que se extendía a varios cientos de metros, varias cuadras a la redonda.
Gulf levantó su vista. Contempló el edificio, bajo pero imponente. Una pequeña cúpula enarbolaba una bandera blanca. Miró más arriba y vio el cielo. Por un instante, se olvidó de todo. Aquellas nubes rosáceas y doradas con un fondo celeste lo hicieron vibrar. Había llovido, poco pero suficiente para mojar suavemente las calles. Parecía que el Sol quería iluminar aunque todavía no lo había logrado. Las nubes se movían lentamente al compás de una brisa vivificante.
Cuando quiso comentar con su madre lo que veía no la encontró a su lado. Pero pudo verla a unos metros de ella hablando con unas personas. Miró la pantalla, expectante. El juicio estaba por dar comienzo. Todo lo que transcurriera allí adentro, esa pantalla lo mostraría. Las Cámaras ya estaban encendidas.
Uno a uno se veía el rostro de los ochenta y un representantes de todas las comunidades afectadas. La fiscalía, compuesta por cinco abogados, tres
SOIDNI´S, un ladino y un mercadopoliano- estaba lista y a la espera.
Gulf esperaba encontrar a Mew en alguno de aquellos rostros. Pero la cámara los enfocaba uno a uno y Gulf suspiraba decepcionado. No era ninguno de ellos. Él no estaba allí…
Cuando la Corte, compuesta por nueve miembros, entró a la sala, el silencio paralizó todo, dentro y fuera del recinto. Sólo podía oírse alguna que otra respiración agitada. La cámara enfocó cada rostro de cada juez por breves segundos. Los primeros siete eran los representantes de cada ciudad mercadopoliana, los dos restantes eran SOIDNI´S . Luego se mostró a los acusados. Cuando la mega-pantalla mostró el rostro del representante de Dirdam, un abucheo generalizado invadió el recinto y encontró eco en las calles. Sucedió lo mismo cuando apareció en la televisión la cara del representante de la unidad religiosa de O”nacitav. Tanto este último como el de Dirdam eran los más comprometidos con las acusaciones.
Minutospolianos después, el descontento de la gente se fue apagando. El Presidente de la Corte, ataviado con una túnica de colores, con cabellos oscuros y largos, se puso de pie y tomó la palabra:
—¡Hermanos y hermanas!— pronunció primero en SOIDNI y luego en castilla.
La gente rompió en aplausos y gritos de júbilo. Sólo largos minutos después el silencio volvió. Y en dialecto isleño, el juez volvió a hablar:
— Hoy, el primer día del solsticio norte de invierno de un nuevo calendario, tenemos el grato honor de abrir oficialmente el juicio oral y público que las comunidades continentales le inician al grupo de ocho ciudades mercadopolianas. En la defensa, los abogados isleños de Dar El-Beida. En la fiscalía, los letrados aquí presentes, harán las acusaciones.
“ En este primer día, se presentarán los alegatos introductorios.
Luego tomó un caracol gigante, lo hizo sonar, soplando por un orificio y dijo:
—Se abre la sesión. La Fiscalía tiene la palabra.
Pero la Fiscalía no pudo comenzar a hablar sino varios minutos después, pues los cánticos de protesta y júbilo no cesaban.
A estas alturas, Gulf se sentía íntimamente decepcionado. No entendía porqué la mayoría del tribunal estaba compuesta por mercadopolianos. Pero cuando vio con cuidado a los cinco isleños sintió por fin que el cambio era inevitable. Los cinco estaban calzados.
Los jueces pusieron orden. La gente se calmó cuando uno de los fiscales se puso de pie. La Cámara le hizo un plano de los pies a la cabeza.
Era una mujer SOIDNI, de mediana edad, de piel oscura. Llevaba una pollera larga hasta la rodilla de vivos colores, una blusa pintada a mano y el cabello suelto, y renegrido. Sus manos delataban añospolianos de trabajo duro. Su mirada era fuerte y penetrante.
Tomó una hoja de papel reciclado de pálido color y con voz clara y enérgica leyó en lengua SOIDNI ( en la pantalla aparecieron subtítulos en castilla):
-“ Aquí estamos…hemos llegado…!!!
La gente volvió a estallar en aplausos y gritos. Era un sentimiento que estallaba después de siglos de represión.
Ver allí, frente al Poder dominante, a una SOIDNI de piel oscura, parada frente a ellos con dignidad, ataviada en ropa de su cultura, sin sentirse avergonzada, era un hito en la historia. Todos los que estaban allí lo sabían.
El juez pidió silencio y la mujer prosiguió:
-” Hoy, nos presentamos, venimos desde muy lejos para hacer nuestro reclamo y presentar nuestra palabra. Venimos de esas tierras que albergan descendientes SOIDNI´S de sus primeros pobladores hace más de veinte mil años y que ustedes conocen hace sólo quinientos. Nos fueron descubriendo y nosotros a ustedes. Y así como reclaman visa para que estemos aquí y reclaman pagos por deudas que nos impusieron, así nosotros también reclamamos.
“ Así como nos explicaron cuando nos echaron de nuestras tierras que las deudas se pagan con intereses, así reclamamos nosotros las mismas reglas para esas ocho ciudades que llegaron hace quinientos años a las costas continentales. Porque consideramos que esos ciento ochenta y cinco mil kilos de oro y dieciséis millones de kilos de plata que salieron en los primeros cincuenta años de Conquista de nuestras tierras, no fueron robados, sino prestados, es que ahora reclamos del pago de ese capital
venimos a hacer; por supuesto, siendo fieles a sus propias reglas de mercado aplicamos intereses.
“ Pero aclaramos que no buscamos dejar sin nada a nuestros hermanos mercadopolianos por lo que renunciamos a exigirles el treinta por ciento como taza de interés, la misma que desde hace quinientos años nos obligan a pagar. Nos conformamos con la devolución de los materiales preciosos “prestados” más un pequeño interés del diez por ciento, y por si esto fuera poco, sólo afectado a los últimos doscientos cincuenta años.
“Claro que al sacar cuentas, las sumas resultantes no podrían ser cubiertas ni con la producción mundial de millones de años. Millones de toneladas de materiales preciosos que no pagaría- si pudieran reunir- la pérdida de millones de almas que sufrimos desde el primer día de conquista.
“ Por eso, por lo imposible de esta empresa, la fiscalía hace el reclamo frente a este tribunal del pago de la deuda, mediante un documento que obligue a las ocho ciudades mercadopolianas, al pago – en las cuotas necesarias- para devolver lo que tomaron prestado más una carta de disculpa…
“ Pero como no nos conformamos con la devolución económica, exigimos también la prisión de por vida de los actuales jefes de los ocho gobiernos, de los comandantes militares que tienen a su cargo las bases del Continente y las cabezas sacerdotales de la fundación religiosa que invadió al Continente, por ser los responsables directos del genocidio de más de cincuenta millones de SOIDNI´S , el robo sistemático de recursos primarios y de tierras, así como también la matanza indiscriminada de bebés, en las ultimas tres generaciones para robarles las pupilas y transplantarlas a los niños isleños enfermos.
“Todo está documentado y aquí lo probaremos…”*2
*2 nota del aitor: (Pág. 119) (La verdadera deuda externa” (exposición del Cacique Cuatémoc ante la reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea)
La multitud que estaba en la sala quedó paralizada por las palabras de la mujer SOIDNI. Sólo pareció reaccionar cuando los gritos de los miles que seguían el juicio desde afuera se hicieron cada vez más fuerte:
“¡¡¡PAZ,
JUSTICIA,
DIGNIDAD!!!”
¡¡¡PAZ,
JUSTICIA, DIGNIDAD”
Todos comenzaron a unir sus voces a esas palabras. Se cantó en todos los dialectos, y con todas las voces, sin distinción.
Gulf no podía contener las lágrimas. Lo que había oído lo conmovió. Todos a su alrededor tenían los ojos llorosos, los corazones alborotados y grandes sonrisa en sus rostros. Todos se abrazaban unos a otros, sin conocerse, como hermanados, una gran familia que acababa de reencontrarse.
Gulf buscó a su madre con la mirada. Esta vez la vio hablando con un hombre. Se acercó a ellos, mientras se secaba el rostro.
—Gulf…ven, —lo apuró la mujer— quiero que conozcas a Rafael, el voluntario que te cuidó tanto tiempo en el hospital.
Cuando lo vio, sintió que el pecho se le cerraba y no pudo contener las lágrimas.
A pesar de su rostro afeitado, su cabello largo y sus ojos camuflados con iris oscuros, lo reconoció.
Mew le sonrió y al ver que Gulf había quedado paralizado, fue hasta él, lo tomó en sus brazos y lo elevó por el aire. Gulf por fin reaccionó y lo abrazó intensamente.
— ¿Por qué te afeitaste? — fue lo único que su emoción le permitió decir.
—Para despistar al enemigo…— sonrió él. Y lo besó en los labios, con intensidad, con desesperación— Te dije que te encontraría. Yo siempre cumplo mis promesas.
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