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16- El día cero

        Los calendarios de todo el planeta marcaron la fecha tan esperada: el primer día del solsticio de invierno norte del nuevo añopoliano.

   Muchas eran las expectativas, muchas también las dudas pero una sola la certeza: un nuevo mundo se empezaba a gestar ese día. El vientre materno estaba preparado. Años de lucha, sacrificios, reclamos, alegrías y tristezas, errores y aciertos habían preparado el alumbramiento. 

   La ansiedad, por lo que iba a pasar, se vivía en todos lados. Todo el planeta, tanto en Mercadópolis como en el Continente, vivían ese día como un día de fiesta, de júbilo.

   Gulf permaneció atento toda la mañana a las noticias que se transmitían en vivo, desde la isla y para todo el mundo. 

   Eran diversas y muy diferentes entre sí. Los medios independientes presentaban el día como un hito en la historia, llegando a proponer esa fecha como el inicio de un nuevo calendario.

   Los medios de Dar El-Beida intentaban presentar el juicio como minúsculo en importancia, una anécdota que según aseguraban tenía fecha de caducidad cercana.

   Sin embargo, cuando los satélites-cámaras se apagaban , desaparecían las sonrisas y la confianza. 

   El señor Orroz, que con los años se había convertido en vicepresidente de la compañía se encontraba desde temprano en su oficina, en el ala norte del Castillo de los Reyes. Varios secretarios, sub-secretarios, el propio presidente, quien pese a su apariencia de extranjero y su dudosa  práctica religiosa seguía sustentando el poder y su junta de ministros , todos ellos banqueros de profesión, estaban también allí. 

   Con tanta gente, la sala era un caos. De un lado se veía a los sub-secretarios quemando discos-lásers en un hogar de Sag´. Por otro, Orroz y el presidente, luego de hacer desaparecer cuadros virtuales que colgaban de la pared, vaciaron cajas fuertes empotradas en las paredes, sumando más de un centenar.

   Bolsas enteras, repletas de papel moneda mercadopoliano, barras de metal precioso y escrituras de miles de propiedades privadas, extensos terrenos que iban de paralelo a paralelo del Continente, con lagos, bosques, selvas, playas, cuevas de Sag´, etc., yacían ya preparadas sobre los sillones de la sala.

   El ambiente estaba tenso, sólo se oían susurros de vez en cuando. Orroz miró su reloj. Sólo tenía tiempo para llenar un par de bolsas más. Sabía que no podía llevarse todo lo que habría querido.

   Cuando el reparto comenzó, los ánimos se caldearon aún más.

   Los secretarios presentaron sus disgustos, cuando vieron el contenido de los sobres que les fue entregado a cada uno.

   — Esto no es lo pactado.

   — Es lo que hay…— dijo lacónico Orroz.

   —Pero no es equitativo. ¡Hay una mala distribución!

   —¡Bienvenidos al mundo real, caballeros!

   Cuando el calor de la discusión pareció aumentar, el sonido de un intercomunicador impuso silencio. Orroz atendió con un comando de voz. Las noticias no eran buenas. Los representantes SOIDNI´S habían llegado a la ciudad vecina para presentarse al juicio.

   —Llegó la hora.— dijo uno de los ministros.

   —Pero el Heli-volante no llegará hasta dentro de…

   —Es demasiado tiempo…—repuso otro mirando su reloj de oro.

   —Será mejor irnos ahora.

   — ¡Ya es tarde!— susurró Orroz, mirando por uno de los ventanales. 

   Los jardines virtuales de Dar El-Beida estaban literalmente desapareciendo. Una a una las flores se esfumaban, al igual que el césped, los árboles y las aves. Todo desaparecía, ante la vista atónita de los que estaban dentro y fuera del Castillo. 

   Un grupo de manifestantes se había comenzado a congregar allí. Eran literalmente miles de ellos: hombres, mujeres y niños, continentales, isleños, todos unidos bajo pancartas y carteles que se alzaban al grito de

    “¡¡¡PAZ,
JUSTICIA
DIGNIDAD!!!”. 

Avanzaban a paso firme. Llegaron hasta la entrada misma y como recibiendo una orden silenciosa callaron al unísono. 

   Orroz y quienes estaban con él, se acercaron a los barandales del balcón. La multitud los miró, y al segundo, las protestas coparon nuevamente el lugar: 

     “¡¡¡PAZ,
JUSTICIA,
DIGNIDAD!!!” 

   Creyendo que aún tenían una posibilidad de escape, tomaron sus bolsas y comenzaron a descender las escaleras hasta llegar a una entrada lateral. Pero la muchedumbre, como intuyendo la acción, se dividió en dos grupos. Uno bloqueó las puertas principales y el otro, rodeó la entrada norte. 

   Una línea de soldados, que hasta ese momento, había permanecido impávida se vio forzada a retroceder. Quedaron presionados entre la multitud por delante y las paredes del Castillo por detrás. Estaban armados y seguramente hubiesen podido reprimir a las almas que arremetían feroces contra ellos, buscando entrar al edificio. Pero no fue así. Nadie supo quien dio la orden, o si hubo orden alguna… Sólo un par de miradas entre ellos bastaron para pasar de ser uniformados a manifestantes. 

   Prepararon sus armas y entraron al Castillo de los Reyes, seguidos por la multitud que festejaba con gritos la actitud. Avanzaron por los pasillos hasta que se toparon con Orroz, el Presidente y su séquito en un entre-piso. Los apuntaron a la cabeza con sus lásers y la masa prorrumpió en insultos cuando soltaron las bolsas de repente, desparramándose por los suelos plásticos el dinero y los metales preciosos.

Gulf vio, en vivo, cada detalle. No sabía si llorar o reír. La emoción le invadió el pecho y por unos minutos sintió que se le dificultaba respirar. A su lado, su madre se secaba las lágrimas con un pañuelo de seda.

   De repente la transmisión cambió. Y se vio el despliegue de una gran pantalla virtual en donde antes verdeaba el jardín artificial del Castillo. Al verse la primera imagen, los aplausos de la multitud resonaron en todo el lugar.

   En una imagen perfectamente nítida se veía la fachada del edificio donde funcionaba el Comité de Justicia Mundial.

   — Nos han confirmado la toma pacífica de Dar- El-Beida.— dijo una periodista de baja estatura y piel aceitunada, tratando de escabullirse sin mucho éxito entre la turba que también se agolpaba allí.- Aquí se ha visto todo, en vivo y en directo. La gente está enardecida, en permanente exaltación, haciendo eco de lo que acontece en Dirdam. Éste es sin dudas, el día más significativo de la historia de este planeta, en por lo menos los últimos quinientos años, y confirmando el mundo nuevo profetizado por diversas culturas…

   En otro canal, se mostraba la llegada a la isla de un grupo de personas, en su mayoría SOIDNI´S , que salían del Heli-puerto de Dreslon. Con carteles y al grito unísono de “¡¡¡PAZ, JUSTICIA Y DIGNIDAD!!!”  tomaron las calles de aquella ciudad, convirtiéndola en un colorido espacio, donde el suelo virtual había desaparecido y donde centenares de ojos mercadopolianos miraban sorprendidos un cielo diferente al que habían estado acostumbrados. 

   La felicidad que podía  verse en los rostros de todos, isleños y continentales, se repetía durante cuadras y cuadras enteras.

   Los negocios cerraban sus puertas  a medida que la multitud avanzaba. Los comerciantes se sumaban a la marcha. Todos avanzaban, a la par, mezclados: SOIDNI´S, ladinos, mercadopolianos. Todos del brazo, como un solo cuerpo vivo y conciente. Todos sonriendo. La tierra estaba cubierta de colores. Y se sentían sus latidos…

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