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⭐ Capítulo 3 ⭐

Emily

Cuando el cocinero despertó, lo hizo de un tirón, quedando sentado en el pasto. Su cara era de asombro, al igual que la mía pues estaba sorprendida de lo que había hecho.

Tres estudiantes llegaron junto a dos guardias quienes sostuvieron al cocinero para incorporarlo.

-Esa chica... -dijo a duras penas el cocinero con un notorio acento italiano mientras me señalaba -¡Me salvó la vida y salvó al colegio!

Todos se quedaron sorprendidos. Los tres chicos se esfumaron para correr la voz de lo que acababan de presenciar.

-Venga con nosotros señorita -ordeno uno de los guardias.

-Esperen, yo no hice nada malo.

Recordé todas las películas en las que dos hombres encerraban a chicas como yo por hacer buenas acciones y me dio miedo.

-No me atraparan con vida -salí corriendo dejando caer mi bicicleta en ese lugar.

-¡Oye!, ¡espera! -me ordenaron los dos, dejando que el cocinero se diera de trasero contra el piso para perseguirme. Decidí ignorar sus ordenes.

Llegué a la puerta principal pero estaba cerrada. Los guardias estaban pisándome los talones cuando de pronto vi un árbol tan alto como los muros que rodeaban al colegio.

Corrí rápido hacia este y lo trepé para saltar. Caí de bruces contra el suelo y luego me paré a duras penas con un dolor muy fuerte en las piernas -que daño... -pensé y continué corriendo como pude. Estando ya muy lejos de su alcance, no pude oír con claridad las palabras que uno de los guardias vociferó.

Llegué caminando hasta la panadería. No llevaba nada de dinero conmigo en ese momento. Estaba muy preocupada, no había logrado vender nada puesto que dejé tirada la bicicleta junto con los panes -hoy es mi fin. -me dije a mi misma.

Hale la puerta para entrar. Una vez dentro vi a mi madre sosteniendo una bandeja llena de sus pequeños pasteles de chocolate mientras hablaba con un cliente. Pero terminaron de hablar tan pronto, que no me dio tiempo de escabullirme en la cocina y evitar ser interrogada.

Es una panadería pequeña pero bastante linda. Yo misma la decore hace siete años, cuando tenia diez. Desde entonces la he ido retocando en la medida posible.

Estuve a un paso de entrar a la cocina cuando escuché la puerta principal cerrarse, dándome a entender que el cliente se había ido. De pronto sentí como me jalaban de la ropa y me sacaban hacia el mostrador.

-¿Cómo te fue? -quiso saber mi madre, quien aún estaba sosteniéndome del cuello de mi uniforme.

-Eh... -miré a todos lados nerviosa. Estaba buscando una excusa pero no soy buena mintiendo y mas aún cuando ella me observaba con esos ojos bien abiertos.

-¿Dónde está la bicicleta? -preguntó soltándome del cuello, ya estaba perdida en ese momento, no podía encontrar excusas para eso y más si no traía ni un peso encima de las doce docenas que tenia que entregar en Whisphor.

-¿Te dieron el dinero de las doce docenas? -hizo otra pregunta.

-Antes prométeme que no te enojaras -le dije mientras me alejaba un poco de ella.

-¡Emily Steel!, ¡dime lo que pasó de una vez! -exclamó enojada.

-Olvidé la bicicleta en Whisphor junto con las doce docenas, pero eso tiene una explicación -hablé tan rápido que mis palabras eran inentendibles.

La cara de mamá se puso muy roja, su piel blanca hacia que se viera como un volcán a punto de erupcionar sobre un pueblo; en este caso la lava serían sus reclamos y, el pueblo sería yo.

-¿Y ahora como entregaremos los servicios a domicilio?, eso es lo que produce más ganancias en este negocio Emily.

Se veía muy enojada. Se debió de haber dado cuenta pues se sentó en uno de las sillas para los clientes.

-Te prometo que traeré la bicicleta mamá -le prometí mientras me sentaba a su lado.

-Eso espero Emily, de verdad la necesitamos -sus ojos se notaban llorosos.

Narradora

Emily se sentía culpable por hacer llorar a su madre, la abrazó y le dijo que todo estaría bien. Le dijo que se fuera a casa para que descansara, que estaría bien ella sola atendiendo la panadería y luego en la noche iría hasta el parque.

Atendía a los clientes con toda la amabilidad que una chica de su edad podía mostrar. Hacía sus tareas mientras no había ningun cliente. Ordenaba y dejaba todo limpio para cuando llegara la hora de cerrar. Así eran las tardes de Emily: trabajar y estudiar para ayudar a su familia y, ser alguien en un futuro.

Ya había llegado la hora de irse al parque donde trabajaba como dibujante por las noches para ganar algo de dinero extra y comprar ella misma sus materiales, aliviando a sus padres la preocupación económica. Eso fue algo que decidió a los quince años, hoy en día tiene diecisiete, y sigue haciéndolo con gusto.

Siempre que caminaba hasta el parque se detenía en un puesto de salchichas para comer algo antes de comenzar su trabajo.

Ya en el parque, tomó asiento y espero a que las personas llegaran hasta su puesto. Los atraía con dibujos que ella colocaba en la banca como una prueba de su talento.

Emily

Esperaba con ansias mis primeros clientes. Me acomode en el espaldar de la banca cruzando las piernas mientras me fijaba en un punto perdido del cielo estrellado.

-Mira mami, una dibujante -escuché la voz de una niña, yo le calculaba unos siete años.

-¿En qué te puedo ayudar pequeña? -pregunté con una sonrisa, estaba contenta de tener un cliente.

-Vaya, tu trabajo es muy bueno -me halagó la madre.

-¡Muchas gracias!, ¿cuál desea la niña? -pregunté observando a la pequeña observando mis dibujos.

-Quiero que me dibujes con un vestido de princesa -exclamó la niña emocionada.

-¿No crees que es mucho cariño? -le preguntó la madre a la niña.

-Con lo que he visto se que será fácil para ella -la niña me miró con sus ojos grandes como suplicando.

-Esta bien, yo puedo hacerlo -tomé la carpeta de mis dibujos que se encontraba en la banca.

-Bueno cariño, me sentaré aquí al lado para esperarte y revisar mis cuentas. -la mujer se sentó al lado de nosotros y sacó su celular inteligente.

-Me describes el vestido? -pregunté a la niña.

-El vestido es rosa con escote de sirena, muchos brillos y pliegues -dijo la niña.

-Ok, ¿posas para mí? -le revolví el cabello con muchas ganas.

-Claro -en su rostro floreció una dulce sonrisa.

-Párate como quieres que salga el dibujo -le indiqué.

Obedeció y comencé a dibujar con mucha paciencia el lindo rostro de la niña, su cabello negro y por último el vestido. Fue lo que más tiempo me tomó puesto que tarde alrededor de diez minutos en terminarlo. La niña se veía ansiosa por ver su dibujo.

-Bien, ya esta listo -dejé los lápices de colores en mi bolso y la niña vino corriendo.

-¡Déjame verlo! -exclamó emocionada.

-Espera... -sonreí- No seas tan desesperada.

Le entregué la carpeta para que ella misma lo viera. Sus ojos brillaron con intensidad cuando al verlo. Fue corriendo donde su mamá para mostrárselo mientras ésta aun tecleaba su celular.

-¡Mami mira! -le mostró el dibujo a su madre.

-Vaya, no tengo palabras para describir lo espléndido que está -dijo la madre.

-Que bueno que les guste a las dos -dije satisfecha de mi trabajo.

-¿Cuánto te debo? -preguntó la mujer.

-Son sólo 20 dólares -Sonreí mientras ella puso cara de sorpresa.

-¿Por qué cobras 20 dólares por esta obra de arte?, toma 50 -dijo estendiéndome un billete de cincuenta dólares.

-No es necesario -dije sin tomar el dinero y despegué el dibujo para dárselo a la niña.

-Tómalo, tu trabajo es muy bueno -Tomó mi mano, puso el dinero y cerró mi puño.

-Gracias por tu trabajo -dijo ella y tomó a la niña de la mano.

-Gracias, ¿cómo te llamas? -me preguntó la niña antes de irse.

-¡Emily! -exclamé para ella. -¿Y tú? -pregunté.

-¡Nathalia! -gritó la niña antes de terminar de alejarse.

Me sentí feliz porque tuve mi primer cliente de la noche. Casi todos eran niños y parejas los que siempre acudían a mi para dibujar lo que ellos quisieran.

Se hacía tarde y una que otra pareja llegaba para que les hiciera un retrato. Luego de terminar la última del dia, decidí irme temprano a casa para no llegar después de la doce.

En el metro. Cuando el tren llegaba a mi estación le di una ojeada a mi reloj, eran las 11:40pm. Me sorprendí mucho al ver la hora. El metro se paró varios minutos en cada estación y cuando al fin salí del tren caminé rápido hasta mi hogar. Es raro que en un día tan pesado como hoy tenga tantas ganas de llegar temprano a casa, si, que raro. A los únicos que me daba muchas ganas de ver era a mamá y a papá, ya que a Alex lo veía todos los días. Pero seguro que para cuando do llegue ellos ya deben estar durmiendo. Subí las escaleras hasta el apartamento y entré.

-Alex, llegué a casa... -paré en seco cuando ví a mi padre llorar entre los brazos de mi madre mientras mi hermano acariciaba su espalda.

-¿Qué pasó, por qué llora papá? -pregunté preocupada.

-Ah tu padre lo despidieron de su trabajo -la voz de mi madre se quebró cuando habló.

Sentí como si un camión de carga me hubiese pasado por encima, ver a mi padre llorar así me rompió el alma en mil pedazos, no sabia que hacer, por un momento me faltó el aire y tuve que salir a recuperarlo.

Aún podía escuchar los sollozos de mi padre desde afuera. Tuve que irme porque me ponía peor escucharlo así, soy muy sensible y más si se trata de él.

Decidí ir al parque a las afueras de la comunidad. Había muchas personas aún por los alrededores y me sentía algo segura por eso.

Cuando llegué tomé asiento en una de las bancas. No estaban tan bien cuidadas como las de los parques de la ciudad, y el parque no era tan lindo pero se sentía paz en él. Cerré los ojos tratando de retener las lágrimas que se me habían acumulado, fue en vano, lloré; sentí que algo pequeño se posó en mi nariz.

Era una pequeña luciérnaga que se alejó cuando abrí los ojos, sentí curiosidad por saber donde iba, la seguí por algunos minutos pero de un momento a otro no la vi más.

Pero luego, a lo lejos vi algo extraño en una banca, parecía ser alguien dormido. Me acerqué poco a poco y pude visualizar que era un chico con un gran abrigo para el frío.

Estaba sorprendida de encontrar a alguien con tal vestimenta por aquí, ¿Qué hacía aquí?

Narradora

En una oficina de una enorme mansión, muy lejos de donde se encontraba Emily, una mujer que ya había conocido se encontraba revisando papeles y esperando a su hombre de confianza para que le informara de lo que ocurría en todos sus negocios.

Ese hombre y tocó la puerta como todos los dias para informarle a su jefa todo lo que había acontecido en el transcurso del día.

-Buenas noches presidenta -dijo el hombre al estar frente del escritorio.

-¿Qué pasó hoy en las empresas y en el colegio? -preguntó ella sin verlo.

-Hoy en las empresas todo ha estado normal, pero en el colegio ocurrió algo... inesperado -respondió haciendo que la mujer posara su mirada en él.

-¿Qué paso? -preguntó ella.

-Hubo un pequeño incendio en la cocina, pero fue controlado por una chica desconocida, solo pude conseguir esta foto que uno de los alumnos del club de noticias tomó -deslizó la foto por el resplandeciente escritorio.

La mujer vio la foto donde había una chica a punto de escalar un árbol dejando ver un poco de su cara.

-Esa es solo una copia, mañana todas las noticias estarán hablando de eso -dijo el hombre.

-Lo sé, averigua quien es y traémela aquí mañana mismo -ordenó la mujer arrojando la foto hasta el inicio del escritorio.

-Haré todo lo que este en mis manos presidenta -tomó la foto y se marchó de la oficina.

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Espero no vean el Cap muy corto.. nun me esforzare para el otro sea mas largo y les guste mas. Espero dejen su opinión en los comentarios n.n y su estrellita.

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