Capítulo 14 Parte 3
-Veo que comenzaste sin mi pequeña-, dije cuando me acerqué, comenzando a quitar mi camisa al lado de la cama.
-Tardabas-, dijo ella con la respiración entrecortada, siguiendo mi recorrido con su mirada.
-Umm, mala mía, pero no te cohibas, quiero ver como te tocas-, dije tirando al suelo mi camisa para luego comenzar a quitar mi pantalón, deslizándolo por mi cuerpo para luego tirarlo por algún lado de la habitación.
Sus dedos se deslizaban por sus pliegues húmedos con su mano derecha, para su izquierda tomar su pecho y amasarlo, su boca se encontraba entreabierta buscando así respirar con normalidad, para luego morder sus labios cuando introdujo un dedo en sus interior, seguido de otro y un gemido ser emitido por sus rojizos labios.
Mi entrepierna se encontraba dura desde que pise la casa y ver esta escena donde se tocaba y miraba mis ojos me excitaba aún más.
Su mirada no abandonaba la mía, era como una provocación para tocarla yo, y así lo hice, me coloqué de rodillas sobre la cama y deslicé mis dedos por su cuerpo con lentitud, para luego sustituir sus manos por las mías y darle el placer que tanto desea.
El médico me había dicho que al dejar sus medicamentos su apetito sexual sería mayor, algo verdaderamente maravilloso.
Los gemidos que emitía eran acallados por mis besos, sus manos traviesas me despojaron de la única prenda que me acompañaba y comenzó a tocarme, provocándome satisfacción por la atención brindada.
Deslice mi cuerpo y comencé a besar su intimidad húmeda y deseosa, coloqué mis manos en sus muslos evitando que se mueva de la posición en la que se encontraba, verdaderamente deliciosa.
Besaba y mordía ligeramente su intimidad, con uno de mis dedos tocando delicadamente su clitoris, los gemidos no se hicieron esperar, haciéndome saber lo mucho que le gustaba lo que le hacía.
-Te quiero a ti-, dijo entre jadeos con mis cabellos empuñando en sus manos.
-¿Que tanto?, ¿Tanto para dejarme todo el control?
-Si-, dijo y asintió repetidas veces, entonces me coloqué a su altura nuevamente y me deslicé en su interior con lentitud.
Los besos eran cada vez más necesitados, sus labios aprisionaban los míos, para luego ser sustituidos por sus dientes, mordía y deslizaba su lengua por la parte afectaba para luego volver a repetir, y no lo negaré, me encantaba.
Sus ojos cambiaban a platiados en algunas ocaciones, pero eran cerrados por ella para luego volver a su color original.
Sus manos se aferraban a mi espalda y me sostenían con fuerza, la cama golpeaba con fuerza la pared, así que nos levante de ella y seguí penetrandola hasta sostenerla entre mi cuerpo y la pared, nos moví dejándola caer sentada sobre la mesa que se encontraba a un lado, para luego continuar con mis penetraciones.
Su cuerpo temblaba bajo el mío y cuando pase mi lengua por su marca logramos alcanzar el tan preciado clímax, formándose así el primer nudo de la noche.
...
Su olor inundaba la habitación, su sudor demostraba lo bien que lo pasaba y sus gemidos impedían que me detuviera.
Era la tercera vez que la anudaba en la noche y no quería detenerme, no quería dejar de escuchar lo maravilloso que se sentía.
Cada vez que intentaba ponerme de pie o insinuar el bajar a cenar, porque en efecto, moría de hambre, me lo impedía.
¿Donde está la Raya que duerme luego del orgasmo?, porque esta solo muestra más excitación, y no era que me quejara, al contrario, estaba maravillado, pero un respiro me vendría bastante bien.
-Pequeña continuaremos luego, debemos comer-, dije safándome de sus besos, no entiendo de dónde viene su fascinación por dominarme en el sexo, fueron incontables las veces que nos di vuelta porque ella desea estar arriba.
Pero lo peor es que a pesar de que mi mente dice que tanto ejercicio sin mucho en el estómago es malo, mi cuerpo responde inmediatamente a ella, me declaro adicto a sus besos.
-Una vez más y bajamos-, dijo y volvió a colocarse sobre mi, demandando así mi entera atención.
-Bien, pero estaré arriba todo el tiempo, y si nos das vuelta, se acabó-, sentencié y la vi virar los ojos
A pesar de que disfrutaba bastante cuando era ella que llevaba el ritmo, no estaba en mi naturaleza ceder, pero al parecer tampoco estaba en la de ella.
Nos di vuelta y besé su cuello, deslizando mis manos por su maravilloso cuerpo, su cuerpo tenía algunos músculos pero no la hacían menos femenina, al contrarío, sus tonificados muslos además de su duro trasero eran todo una maravilla para apreciar.
Sus manos se sostuvieron de mis hombros cuando entre en ella de una estocada, dejando salir varios gemidos cuando continué con movimientos bruscos, luego estas pasaron a sostenerse del respaldo cuando mis movimientos fueron constantes.
-Vamos amor, sabes que lo disfrutas más si estoy arriba, ¿Porque te empeñas en desobedecer?-, dije cuando trató de cambiar de posición
-Más fuerte-, gritaba y se sostenía de mí
-¿Más?, ¿no es suficiente para ti?-, dije sobre sus labios -¿Así?-, dije dando una brusca estocada, esta asintió - Responde-, dije y mi voz salió rasposa por el esfuerzo físico que realizaba.
-Si, así-, respondió, su cuerpo se mecía con fuerza debajo del mío por la rudeza que me pedía, sus senos desnudos pegados a mi torso estaban más que endurecidos y su centro me aprisionaba indicándome lo cerca que se encontraba de su liberación.
Sus ojos cambiaron totalmente a los de su loba y un gemido nos acompañó a ambos cuando llegamos a la cúspide de nuestro placer, dejándome algo ido por la intensidad con la que me había golpeado el orgasmo.
Cuando recupere la razón noté el ardor de mi cuello, algo que no había sentido antes pues claramente solo los omegas son mordidos por sus parejas en el acto sexual y ella lo había hecho y más que una mordida, por la profundidad que sentía el ardor, creo que me había marcado.
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