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Capitolo undici

Narra Juvia

Llevo aquí ya dos días, pensé que sería muy aburrido, pero el guardia que está a cargo de vigilarme, me plática sobre las personas que han pasado por este edificio, desde prisioneros hasta los diferentes consejeros que han habido.

—Yo no creo que seas culpable Ju-chan— me dijo el guardia que traía mi comida.

—Juvia es inocente, pero solo queda esperar a que sea demostrado— respondí mientras le daba un mordisco a un bolillo.

—Oye hay algo que me he estado preguntando desde que llegaste— comentó.

—¿Qué cosa Zedrick?— le pregunté curiosa a Zedrick, sí se llama Zedrick, nombre un tanto extraño.

—¿Qué es lo que llevabas en tu puño cuando llegaste?— preguntó con un semblante serio y tranquilo a su vez.

—¡Oh Juvia ya sabe a que se refiere!— dije con una sonrisa —Es un regalo que le dieron a Juvia— respondí nuevamente con una sonrisa.

—¿Quién te lo dió? Seguramente fue tu novio— me dijo con una sonrisa haciendo que me sonrojara un poco —¿Y qué es ese regalo?— volvió a preguntar.

Rápidamente me levanté y fui a donde estaba mi cama y debajo de una almohada saqué unos pequeños objetos de un color rojizo tan intenso como el fuego.

—Mire, este es lo que Juvia recibió antes de venir acá— dije mientras en mis manos cargaba aquellos pequeños objetos.

—Son hermosos, quien te los haya dado te debe de querer demasiado— me dijo mientras observaba los pequeños objetos.

Y como negar le el hecho de que eran simplemente hermosos, con ese brillo que desprenden, solo con verlos te das cuenta de la pureza que habita en ellos.

«No es la forma en que quería dartelos...

Te harán compañía en mi lugar...»

Sus palabras me dan fuerza para soportar estar aquí, puede que solo hayan pasado dos días, pero se han sentido como años, pero este bello regalo y la compañía de Zedrick me ayudan a soportarlo.

Mientras tanto en Magnolia.

En la bella ciudad de Magnolia, en el gremio más desastroso del continente todos seguían con su rutina del día a día, excepto un pelirosa que solo observaba la pequeña joya que yacía en sus manos.

Salamander...—  le llamó el DS de hierro —Sé que te duele que se hayan llevado a Juvia pero... debemos ser fuertes por ella— dijo tratando de darle ánimos a su amigo.

—Lo sé, pero no puedo evitar pensar en ella...— respondió cabizbajo mientras seguía mirando la pequeña joya.

—Yo tampoco, tú sabes que esa mujer de la lluvia es como mi hermana...— dijo observando la joya que sostenía el pelirosa —Y me duele el no haber hecho nada por ayudarla— terminó de decir mientras cerraba su puño y golpeaba ligeramente la mesa.

—¿Sabes? Le dí eso que te había mencionado...— comentó mientras le daba la pequeña joya al pelinegro.

—¿Cuándo?— preguntó mientras observaba la joya ahora en su mano.

—Justo cuando vinieron por ella— dijo con media sonrisa dibujada en su rostro —No era la forma ni el momento en que quería dárselos pero creo que así no se sentirá muy sola—

—Ya veo...— contestó devolviendo le la joya al pelirosa.

Mientras ambos DS seguían hablando un trío de albinos llegaban de una de sus misiones que habían hecho como equipo, y la menor de todos ellos rápidamente logró ver al pelirosa hablando con el pelinegro.

—¡Natsu!— lo llamó la joven albina.

—Oh, Lissana, veo que ya volvieron— le respondió el pelirosa mientras tomaba de su jugo.

—¡Sí! Nos fue súper bien— comentó con una sonrisa la albina, de pronto logra ver la joya en la mano de pelirosa.

Sin que el pelirosa se diera cuenta la albina le quita la joya, lo cual sorprendió a ambos DS.

—Que bonita ¿Para quién es?— preguntó la joven.

—Es mía Lissanacontestó de inmediato el pelinegro.

—Oh ya veo... Bueno debo irme— le dió la joya al pelinegro y se despidió de ambos magos, pero al pelirosa le dió un beso en la mejilla.

—Gracias Gajeel— dijo el pelirosa.

—De nada, yo que tú no sacaría el zafiro aquí en el gremio— le sugirió el DS de hierro.

—Tienes razón, no quiero que nada malo le pase, después de todo es un regalo de Juvia...— dijo mirando nuevamente la joya.

Volviendo con Juvia

Después de que Juvia le enseñará el regalo que Natsu le dió, esta guardo ambos objetos debajo de su almohada.

—¿Tú sabes el significado de ese objeto?— le preguntó Zedrick a la joven peliazul.

—No, Juvia no sabe— dijo negando con su cabeza —¿Qué significado tiene el regalo de Juvia?— preguntó curiosa.

—Representa el amor, fortalece al corazón, da deseos de vivir y fortalece tu autoestima— le respondió con una agradable sonrisa —Quien te los haya dado debe amarte demasiado—

La joven lo miraba asombrada mientras un ligero rubor adornada sus blancas mejillas, haciendo que por inercia volteara hacia donde se encontraba aquel regalo.

«¿Natsu-san ama a Juvia?»

Era el único pensamiento de la peliazul; la noche finalmente cayó, y una joven de cabellos azules miraba a la pequeña ventana que mostraba en el exterior una luna llena brillando con alegría.

La joven se dejó caer en su cama y debajo de su almohada sacó aquel bello regalo que le había dado el pelirosa.

«Juvia ama a Natsu-san»

Y con ese único pensamiento cayó en los brazos de Morfeo, sujetando en sus delicadas manos aquellas bellas joyas de un bello color rojizo.

Pues éstas eran nada más y nada menos que dos rubíes en forma de corazón.































Capítulo once publicado :3

Espero que les guste, a mi en particular me gustaron el zafiro y los rubíes.

¿Cómo y cuándo Juvia le dió el zafiro a Natsu? Lo sabrán en el especial que les prometí ^^

Ayer actualice tarde T-T y ya no fue doble capítulo, la verdad estaba escribiendo esté capítulo pero no me gusto y lo reescribí de nuevo.

Bueno sin más espero que les guste y que lo disfruten :3

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