¿De qué estamos conformadas las personas? Dicen que somos polvos de estrellas, que todo lo que alguna vez pobló o llegará a poblar la Tierra, están hechos de estrellas antiguas que murieron hace miles de años.

Entonces, ¿Por qué ella sentía que no podría aguantar la caída? Cuando miraba a la magnificencia del cielo estrellado, cuando sus lágrimas cantaban a la Luna, ¿Por qué se sentía vacía? Esperó a que la Luna, se apiadara de la insignificancia de la que creía que estaba hecha.

Le permitió al viento que le rozara cada tramo de su piel, sus lágrimas silenciosas, entristecían a las paredes de las sombras, de cada sueño que se rompe y espera ser reparada. ¿Qué es ser amado? Porque la tierra estaba enamorada de sus pies descalzos, la brisa se deleitaba con el movimiento de su vestido blanco y el mar intentaba preservar sus ojos.

Las personas a veces vivimos en un pesar tan doloroso, que hasta los sueños no son capaces de acaparar toda nuestra atención. Se preguntaba, si sería capaz de lograr que su dolor se detuviera.

Sus rodillas colisionaron contra la arena, sus brazos lograron deparar con lentitud en su rizado cabello, todo su cuerpo temblaba, sus balbuceos eran tan desgarradores, que el agua necesitaba tocarla para saber si podría apaciguar a un corazón que latía desbocado.

Escuchaba como los tambores de la incertidumbre la golpeaban con destreza, las notas de la canción descendían sin remedio. Echaba de menos, la idea de que esa persona que tanto amaba fuera lo que ella esperaba. Sus piernas se fueron acercando al mar, este la llamaba con un creciente deseo. La mitad de su vestido se sumergió en su abrazo helado.

―Hay momentos, en los que desearía que mi cuerpo danzara al ritmo de las olas, que mis ojos pudieran ver más allá del dolor, que los gritos que quiero expulsar, los pudiera abrazar el viento con delicadeza. Y que las lágrimas infinitas que derramo, pudieran convertirse en un abrazo para quien lo necesite―repitió las mismas palabras que ella le dijo una vez.

Salió del agua, y se abrazó, mientras sus dedos de los pies jugaban con la arena.

― ¿Sabes que es sentirte desplazada? Porque a veces me siento así gracias a mis padres. Es como que estás viviendo con extraños, dicen que te conocen, pero solo conocen la versión que tuviste que crear para que sus palabras no se incrustaran en tu corazón sin compasión. No me quieren y lo peor es que yo los voy a querer pase lo que pase.

― Yo sí te quiero. Siempre estaré a tu lado. —la sonrisa que le proporcionó la morena, nunca podría olvidarla.

—Lo sé. Yo también estaré a tu lado. Pero hay momentos, en los que desearía que mi cuerpo danzara al ritmo de las olas, que mis ojos pudieran ver más allá del dolor, que los gritos que quiero expulsar, los pudiera abrazar el viento con delicadeza. Y que las lágrimas infinitas que derramo, pudieran convertirse en un abrazo para quién lo necesite.

Recordó que la conversación se tornó silenciosa. Pero no en esos silencios incómodos, sino en esos silencios en los que no hay necesidad de decir nada, solo disfrutar de la compañía de la otra persona.

― ¿Por qué prometiste algo que nunca cumplirías? ¿Por qué me dejaste hecha añicos? ―se levantó furiosa― ¡¿Por qué me enamore de ti?!