16 | Parque acuático.
Capítulo 16 : “Parque acuático.”
Naima Stone.
Tras tardar lo menos posible en prepararme una mochila con muda para el parque acuático, bajé a la planta baja donde me encontré a Nacor mirando fijamente la pared blanca de mi salón. Fruncí el ceño, más no dije nada porque supuse que ya estaba aburrido de haberme esperado tanto tiempo. Me maldije internamente por no ser más rápida, pero en mi defensa diré, que intenté ser más veloz que el niño rubio de la película, Los Increíbles.
—Ya estoy lista —avisé.
La mirada de Nacor se dirigió hacía mí, sin embargo me di cuenta de que su mirada no fue la misma de siempre, sino que ésta era como más curiosa, como si quisiera saber algo de mí. Parecía que me observaba por primera vez.
—¿Ocurre algo? —me quise asegurar.
—Si ya has acabado, vámonos —dijo simplemente.
Sus pies caminaron deprisa hasta la puerta principal y después, de camino hasta su coche. Me quedé parada en el salón de mi casa sin entender nada. Puede que hiciera poco tiempo que conocía al chico de ojos azules, pero sentía que algo iba mal. En aquél momento no le había preguntado nada sobre su vida privada para que me evadiera de esa forma, pero él lo había hecho.
Y no lo entendía.
Mi cuerpo se subió en silencio al asiento co-piloto del todo terreno y me quedé así. Sabía que con Nacor no valían las insistencias, él no iba a hablar y yo tampoco iba a presionarlo a contarme algo que desconocía. Mi móvil de repente me sonó entre las manos y lo desbloqueé para saber de quien se trataba.
“¿Recuerdas que te conté que conocí a una borracha en la fiesta de tu amigo?”
Era mi hermano William, hundí las cejas mientras le respondía.
“Sí, y le diste tu número de teléfono porque quería un amigo gay.”
Puede que en el cumpleaños de Nacor estuviera triste porque él me consideraba sólo una amistad, pero recordaba absolutamente toda la conversación que había mantenido con mi hermano.
Pues ha sido el mayor error de mi vida, ahora tengo que fingir ser novio de una de sus amigas. Quieren darle celos a un chico. ¡Me están utilizando!
Sin poder evitarlo, una risa escandalosa trepó por mi garganta al terminar de leer el mensaje. Sentí como la mirada de Nacor se desviaba un segundo de la carretera para observarme, pero al visualizarme con mi móvil, siguió a lo suyo sin hacer una sola pregunta.
“Ni que fueras a ir a la cárcel. Sólo es fingir, no será para tanto.”
William me respondió al segundo.
“¿Que no será para tanto? ¿Y si el chico me golpea en la cara porque verdaderamente se pone celoso? Por favor, soy un modelo.”
Negué con la cabeza, mi hermano no tenía remedio.
“Tienes el ego por el cielo, sólo hazle el favor a la chica y después desaparece. Diviértete.”
Bloqueé el móvil de nuevo y lo guardé en uno de mis bolsillos justo cundo Nacor aparcaba el coche frente a un cartel enorme que decía claramente “geyser falls”. Sonreí de oreja a oreja, siempre quise visitar este parque acuático, sin embargo creía que sólo era para niños y nunca me animé a visitarlo. Además de que leí una noticia en Internet de que tuvieron que cerrar por quiebra, pero al parecer fue un rumor falso y me alegré por ello.
Me bajé del coche mientras me colgaba mi mochila a la espalda. El sol me pegó de pleno en los ojos y aproveché para ponerme unas gafas de sol. El cristal era oscuro, por lo que podía observar a Nacor a través de ellas sin que él se diera cuenta. Su cara era más seria de lo normal y parecía estar en las nubes, quise preguntarle de nuevo qué es lo que ocurría, pero sabía que el no me iba a responder.
—¡Mi pareja favorita! —gritó Kaden cuando nos vió —. Me siento el creador de vuestro amor, yo os he juntado.
—Déjate de idioteces, imbécil —le ladró Nacor.
Kaden abrió los ojos de inmediato,—Alguien tiene un mal día.
Sin poder evitarlo, sonreí. De todos los amigos de Nacor, el moreno de ojos grises era el que mejor me caía, sin embargo algunas veces le había divisado con la mirada pérdida y sabía que tenía una angustia interior que no le dejaba ser tal y como es verdaderamente. Me pregunté cuáles eran sus debates mentales para que estuviera de ese modo, pero al ver como observaba a la rubia recién llegada de Canadá, me hizo saber que estaba enamorado de ella.
Entonces, ¿qué pintaba Michell en todo esto?
Que yo supiera, ella era la novia de él y no porque nadie me lo hubiera dicho, sino porque ésta no dejaba de besarlo y estar encima de su cuerpo todo el rato. Quien no quisiera verlo, era porque era ciego claramente.
—Naima, ¿es la primera vez que vienes, verdad? —me preguntó John.
Asentí sonriendo y éste volvió a hablar.
—Espero que Nacor te haga un tour por todas las atracciones —miró a su amigo dándole un codazo.
Mi cara seguramente era un tómate.
Observé a mi acompañante, pero éste estaba literalmente en otro planeta. Empecé a pensar que Nacor no quería estar allí conmigo y que era una carga para él. Un sentimiento de estorbo me invadió en el cuerpo y quise apartarme de su lado, pero me mantuve ahí. Miré a mi alrededor completamente incómoda y cambié mi peso de una pierna a otra para intentar de alguna manera que pasara el tiempo. Estábamos parados en medio del parque porque faltaban personas por llegar, pero cuando ya me estaba empezando a cansar por esperarlos, aparecieron.
—¡Hola chicos! —exclamó Sheila llegando junto a Nora.
Pero no estaban solas.
Abrí los ojos como platos al encontrar a mi hermano William rodeando con su brazo a la rubia. Me contuve lo más que pude para no llevarme la mano a la boca por la sorpresa, sin embargo, una sonrisa de par en par estaba en mi boca, era inevitable no reírse ante tal situación. Al parecer, la borracha que conoció la otra noche era Sheila, la amiga que necesitaba un novio fingido era Nora y al chico que tenían que dar celos era Kaden.
Toda una novela.
—¿Quién es este? —preguntó el moreno de ojos grises, inmediatamente.
Noté como Nacor se agachaba hasta mi oído y me susurraba.
—¿Qué hace tu hermano aquí?
Lo miré, nuestras caras a escasos centímetros, su mandíbula estaba apretada y fruncí el ceño.
—¿Qué te pasa? —quise saber.
—Contéstame —obligó.
—Sheila lo llamó —respondí.
—No me lo creo, ¿quiénes sois? —me miró fijamente.
No entendí su enfado.
—¿Qué es lo que te pasa? —volví a repetir.
—No me pasa nada, quiero saber por qué no os separáis de mi entorno. ¿Qué es lo que queréis?
—No queremos nada, ¿qué mierda íbamos a querer? —cuestioné sin entender ni media su arrebato.
Nacor al ver mi sinceridad en la mirada, se alejó de mi cara y después se largó irritado de allí. Miré su espalda mientras se iba a un lugar que desconocía dejándonos plantados a sus amigos y a mí. Me paré a pensar, más bien a reflexionar sobre lo que había dicho y no entendí para nada su comportamiento por más que intentara comprenderlo.
—Oh, es un viejo amigo —escuché como Sheila le respondía a Kaden.
—Soy William, ¿y tú eres? —habló mi hermano presentándose con una sonrisa.
—Kaden Price Coleman —respondió éste orgulloso.
La chica de californianas azules habló aburrida,—¿Ya estamos todos?
—Estamos todos —afirmó John.
Miré a mi alrededor, no estábamos todos pero no dije nada.
—¡Pues vamos a por otro sábado increíble! —exclamó Sheila dando una palmada.
Todos empezaron a caminar hasta una piscina enorme, listos para empezar su gran día de parque acuático. Sin embargo yo no me moví hasta que sentí como la mano de mi hermano me empujó por la espalda para empezar a caminar. Mis ojos se quedaron con Kaden y Nora, los cuáles estaban terriblemente cerca el uno del otro hablando seriamente. Me pregunté si el moreno de verdad se había puesto celoso, pero a juzgar por cómo miraba a la rubia, deduje que sí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —me preguntó William.
—No, la pregunta es, ¿qué haces tú aquí? —lo miré.
—Ya te lo he dicho —suspiró—, la borracha me obligó a venir.
—¡Haberte negado! —le exclamé en un susurro.
—¿Por qué susurras? Esas dos saben que eres mi hermana —me informó.
—Y Nacor también —murmuré pero él me escuchó.
—Hablando de él, ¿dónde está? —miró a mi alrededor.
—Se ha largado —me encogí de hombros.
—¿Por qué? —quiso saber.
—No lo sé —mentí.
No iba a decirle que se había ido enfadado porque le había visto llegar, pues enloquecería. Sabía que Nacor no tenía nada en contra de mi hermano, de hecho, fue él quien lo invitó a su cumpleaños como si fuera un amigo de toda la vida. Así que no entendía porque ahora de repente parecía estar en contra de nosotros, porque su pregunta de hace escasos minutos, no sólo se refería a mi hermano, sino también a mí.
¿Qué es lo que queréis?
Ni siquiera yo sabía lo que quería.
Una voz me sacó de trance.
—¡Nacor! —exclamó John—. ¿Por qué no nos has esperado?
Desvié la mirada de mi hermano para posarla en el rubio, el cuál estaba metido de pleno en la piscina con unas gafas de sol casi idénticas a las mías. Su pecho estaba al descubierto, igual que anoche cuando lo vi accidentalmente y también esta mañana. Lo de verle sin camiseta ya se estaba haciendo costumbre y lo cierto es que no me importaba en absoluto. Pero en ese momento, disfrutar de las vistas era lo que menos hacía.
Aún pensaba en la razón del por qué se comportaba así.
—Necesitaba algo de espacio —dijo simplemente.
Aunque los cristales de sus gafas fueran igual de oscuras que las mías, supe que en ese instante su mirada me estaba observando y que lo que acababa de decir, era una clara indirecta hacía mi persona.
Mi corazón se estrujó.
—William, quiero irme —le dije casi de inmediato.
Mi hermano me miró,—¿Qué?
—Vámonos —dije dándome la vuelta.
Su mano me agarró la muñeca.
—Naima, no he venido en mi coche, las chicas me han traído.
—Yo tampoco he traído a mi estrellita —dije lamentándolo.
—Entonces no podemos irnos.
Pensé, buscando en los rincones de mi cabeza para dar con alguna solución que me evitara estar allí.
—¿Y si llamo a un taxi? —solté.
—¿Estás loca? Te cobrará mucho dinero, este parque está muy lejos de casa.
Intenté volver a dar con otra solución, pero entonces Nora llegó llevándose de la mano a mi hermano y pidiéndome disculpas en un susurro por arrebatármelo. Visualicé como literalmente obligaba a William a que le pasara el brazo por los hombros y no pude evitar reírme, lo de los celos iba en serio. Miré a mis espaldas, Kaden venía hecho una fiera hacía la piscina donde estábamos todos, al parecer estaba muy enfadado.
—¡Venga Naima! —gritó Sheila desde la piscina—. ¿A qué esperas para meterte?
Pon una excusa, me gritó mi conciencia.
—Prefiero dar un paseo para ver el parque, he visto por Internet que hay una atracción que da ataques cardíacos y quiero probarla.
Morirme en ese momento no sonaba tan mal.
—Nacor, ¿por qué no la acompañas? —sugirió Nora.
—Creo que se las puede arreglar sola —contestó éste sin mirarme.
Evitando el bajón que me dio al estómago, di media vuelta y empecé a caminar lejos de allí. No quería escuchar más, no quería sentirme más estorbo de lo que ya me sentía. Mis pasos eran decididos pero sin rumbo fijo, fui de aquí para allá por lo que se sintieron años, aunque estaba segura de que en realidad fueron escasos minutos. Es lo que tiene estar sola y sin hacer prácticamente nada, que el tiempo pasa más lento.
—Uno de fresa, por favor —dije a una chica para que me diera un granizado.
Dentro del parque acuático había pequeños puestos de comida y bebidas refrescantes, lo que en verdad agradecía porque me estaba muriendo de calor.
—Aquí lo tienes —habló la vendedora dándome mi vaso y cuando fui a pagar, alguien se adelantó.
Su brazo tatuado lo hubiera reconocido a mil kilómetros de distancia.
—No tenías que hacer eso —le dije observándole.
—Sólo di gracias —dijo secamente.
No dije nada.
Con el vaso en mano, caminé lejos de él pero curiosamente, escuché sus pasos detrás de mí lo cuál se había convertido en algo extraño, ya que siempre era yo la que lo seguía a el. Intentando no ponerme nerviosa al sentir su mirada en mi nuca, me escabullí de aquí para allá, fingiendo que observaba el parque aunque en realidad no fuera así. Inevitablemente, en un momento rápido eché una mirada hacía atrás y observé al rubio hablando con un conocido. Aprovechando esa distracción, me largué de su vista escondiéndome detrás de una atracción.
—No le entiendo —me susurré a mí misma.
Apoyándome en una pared, me terminé de beber mi granizado de fresa y cuando deduje que Nacor ya se había cansado de buscarme y había vuelto a la piscina junto a los demás, salí de mi escondite. Lo cuál fue un grandísimo error, ya que de repente me encontré con su espalda tatuada a escasos dos metros. Su cabeza giraba de izquierda a derecha, buscándome, pero no me fijé en eso.
Sino en dicha espalda.
Por una parte me sentí sorprendida, no sólo porque no había visto la espalda de Nacor hasta ahora, sino porque creí ver muchos más tatuajes allí que en su abdomen. La otra parte, era que una curiosidad me invadió cuando visualicé que en el centro de su espalda no había absolutamente nada.
Como un espacio en blanco sin tatuar.
Sus hombros, costados y parte baja de su espalda estaban completamente tapados por tinta. Sin embargo, todos esos tatuajes hacían como un círculo alrededor de algo que estaba en blanco. Me preguntaba porque no se había tatuado esa parte, cuál era la razón para que dejara un espacio allí.
Me resultaba raro.
—Que te escondas de mí, no va a funcionar a que no te encuentre —escuché su voz.
Fui consciente de que se había dado la vuelta y de que me estaba observando.
—No me he escondido, además, ¿no necesitabas espacio? ¿qué haces siguiéndome? —cuestioné.
—Tenía que hablar contigo —explicó.
—¿Y bien? —quise saber.
—Será mejor que nos alejemos el uno del otro.
Si antes se me había estrujado el corazón, ahora ya ni siquiera podía respirar.
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Capítulo 16.
Siento haber tardado tanto en publicar, pero he estaba ocupada toda esta semana. Entre terminar el final de un libro, ver en persona a un famoso, celebrar el cumpleaños de mi primo y ver como un millón de veces el tráiler de After, no he tenido tiempo de escribir.
(Todo esto lo saben las lectoras que me siguen en mi Instagram / nazarethleon)
¿Qué os ha parecido el capítulo? Se vienen cosas grandes amores.
¡Votar mucho!
Os quiero.
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