
07 | Discoteca [1/2]
Capítulo 7 : “Discoteca.” [1/2]
Naima Stone.
Salir sola de fiesta sin Jane aún se sentía muy extraño, aunque ya hubiera pasado más de una semana desde la última vez que lo hice. Y ahí estaba, enfrente de esa discoteca de lujo a la que vine hace más de siete días, donde me emborraché tantísimo que ni siquiera me acordé de mi propio nombre.
Pero hoy, venía dispuesta a repetirlo.
El verano ya había empezado y no había hecho nada más que quedarme sola en casa viendo maratón de películas, así que eso iba a cambiar.
Antes de entrar en la discoteca, giré mi cabeza hacía el camino donde me llevaría al local, a ese local donde me caí por las escaleras, donde tuve que limpiar un estropicio y donde casi me violan. Sucesos muy dramáticos pero inmediatamente unos ojos azules me nublaron la mente. Hacía justo seis días que había visto a Nacor por última vez, justo seis días en el que me envió sus últimos mensajes.
Eres preciosa.
Hasta siempre, Naima.
Ni en esta vida ni en la próxima me hubiera esperado que una persona como Nacor me hubiera dicho tal cosa, menos el, que parecía sacado de una mafia rusa.
Yo le parecía preciosa.
Sacudí mi cabeza al instante, necesitaba olvidarme de el. Como bien había dicho, era un desconocido, no nos conocíamos de nada. Sólo me ayudó en varias ocasiones y fin de la historia, no tendría oportunidad de volver a cruzarme más con el, con el único chico guapo que me había hablado en toda mi vida. Sólo sería una de las tristes anécdotas de Naima, anécdotas que le contaría a mis nietas, por supuesto.
Pero ellas no me creerían.
—Identificación.—habló uno de los guardias de la entrada.
Bufé, claro que era mayor de edad.
Le enseñé mi carnet de identidad con una sonrisa más que falsa en la boca, lo único que quería era entrar cuanto antes y conseguir un buen pedal. Cuanto más tiempo perdía, menos copas estaba ingiriendo en mi cuerpo.
El señor de dos metros de altura vestido de negro y gafas de sol, me hizo un gesto de cabeza, dándome permiso para entrar a la vez que me devolvía el carnet. Di un paso dentro y las luces de colores me dieron la bienvenida. Sonreí inmediatamente, ahora sí que podía apreciar con verdadero detalle como era el lugar. Estaba segura de que esa discoteca entraba en los récord guinness por ser la discoteca más lujosa del mundo a la vez que enorme. Una barra de más de diez metros se hacía paso por todo el lugar, camareros servían copas en cada esquina, había una pista de baile donde podría entrar hasta una jirafa y por último, había sala VIP y habitaciones privadas.
—Estupendo.—dije para mí misma.
La música house resonaba en el lugar a todo volumen, mirando mis pies para ver donde pisaba y así no tropezar, me encontré con que el suelo tenía diamantes y luces iluminándolos.
—Las copas me van a costar un ojo de la cara.—me susurre.
Pero que más me daba, tenía una tarjeta de crédito y muchas ganas de perder el conocimiento. Me acerqué con paso firme a la barra y me hice hueco entre una rubia y un chico moreno. El lugar estaba abarrotado de personas y por un momento, me olvide de mi mayor miedo a las multitudes y aglomeraciones de personas.
—Un Whisky cargado, por favor.—hablé al barman cuando fijó su mirada en mi.
Su ceño se frunció ligeramente, inseguro.
—¿Naima?
Esta vez, fui mi turno de imitarle,—¿De qué me conoces?
Llevaba una camisa blanca y una pajarita negra decorando su cuello, lo cierto es que la vestimenta de los camareros era de lo más sexy y simple a la vez.
—Nunca he preparado tantas copas para una chica.—dijo sonriendo y yo seguí esperando más respuesta.—Hace una semana viniste y fui tu camarero. Te preparé como diecisiete bebidas, no sabía ni como te mantenías en pie.
Me reí, realmente me reí. Ese era el tipo de chica que yo no era antes de mi ruptura con Alex, una chica divertida, la cuál podía beberse hasta diecisiete copas diferentes sin inmutarse y que iba diciéndole su nombre a todo el mundo. No me quedó de otra que creer al chico, además su cara podía recordarla a trozos, fue un camarero muy pesado, pero también muy guapo.
—Pues hoy vengo a repetirlo, así que prepárate.—le dije.
—Marchando un Whisky.—avisó yéndose a hacerlo.
Tras aproximadamente cuatro copas después y seis chupitos, conseguí saber que el barman se llamaba Elliot, que trabajaba en esa discoteca desde que la inauguraron y que tenía veintiún años. Había vivido toda su vida en Los Ángeles, pero se mudó a Mississippi para trabajar. Le gustaba la comedia, pero le horrorizaba el humor negro. Entre que iba y venía a preparar cócteles y copas a las demás chicas, yo seguí preguntándole cosas como si estuviera en un interrogatorio, pero a el no parecía importarle.
Cuando iba a hacerle mi doceava pregunta, alguien tropezó conmigo y escuché una voz muy conocida.
—Lo siento.—se disculpó.
Elevé la mirada hasta la persona que tenía enfrente y sino fuera porque en ese momento las luces de la discoteca eran claras, no la hubiera reconocido. Con un vestido rojo hasta las rodillas, el pelo suelto y un maquillaje que podría satisfacer a un payaso, Jane, estaba justo en mi campo de visión. Inmediatamente no pude evitar hacer una mueca de desagrado, tenía tanta rabia hacía ella, tanto rencor, que no me pude callar.
—¿Te disculpas por tropezarte o por abrirte de piernas a mi ex novio?
La mirada de Jane se elevó hasta que se conectó con la mía. Sorpresa impactando en su rostro al segundo, pero rápidamente se transformó en una alegría falsa, como si de verdad le alegraba volver a verme después de tantos días.
—Naimi.—dijo con ese tono dulce que solía usar.
—No me vuelvas a llamar así.—casi le escupí.
Jane se llevó una mano al pecho,—¿Por qué te comportas así? Te hice un favor.
—Te acostaste con mi novio a mis espaldas, eres repugnante.—le dije bien en el oído para que escuchara a través de la música.
—Alex siempre me prefirió a mi, no debió de ser sorpresa para ti.—dijo.
—No pienso discutir esto aquí.—le avisé haciéndome paso entre las personas.
Saldríamos fuera.
Agradecía en sobremanera que tuviera demasiado alcohol en mi sistema, sino no podría encararme a ella como iba a hacerlo. Siempre estaba a su sombra y a todo lo que ella me decía. Me maldije internamente por no haberme dado cuenta del ser despreciable que era a tiempo, había tirado a la basura más de cinco años de amistad.
Y mucho tiempo perdido.
Salí por fin a la salida y cuando volví a respirar, me giré hacia la puerta de la discoteca, esperando verla salir. Efectivamente, su cuerpo salió a la luz segundos después y con las farolas alumbrando la calle, pude apreciarla todavía más. No solía juzgar a las personas antes de conocerlas, pero con Jane no era así, la conocía desde hace tanto tiempo que sabia perfectamente sus planes malignos, sus listas de chicos y su facilidad para acostarse con quien quisiera. El vestido rojo que llevaba tenía un escote muy pronunciado y una elegancia de otro nivel.
—Acabemos con esto, quiero seguir divirtiéndome.—me dijo mirándose las uñas.
—Nunca te creí tan perra,—me atreví a decirle.—ni siquiera te importó mis sentimientos.
—Alex necesitaba más pasión en su relación.—me miró.—Por eso siempre me prefirió a mi.
—Que lástima que sólo te quiera por sexo.—hice una mueca fingida.
Jane sonrió,—Justo por lo que te quería a ti.
Mi valentía de responder, flaqueó un poco.
—No te haces idea de lo mucho que nos reímos cuando me cuenta como sonreías atontada ante sus palabras de amor.
—Seguramente las que usa también contigo.—intenté defenderme.
—Por supuesto, esas que me dice cuando estamos en su cama.—pareció pensar un momento.—En esa cama en donde te prometió que jamás te dejaría.
Y entonces sin poder evitarlo más, quizás por el impulso, por el alcohol que había en mi cuerpo o por la rabia que me cegó por completo, mi cuerpo se abalanzó al de ella y empezamos a zarandearnos, golpearnos, arañarnos y empujarnos. Mis dedos se enredaron en su pelo y tiré de el haciendo que alguna extensión se cayera por ahí. Di patadas, puñetazos en su estómago, bofetadas en sus mejillas y todo lo que estaba en mi mano.
Todo lo que podía llegar a hacer.
Dado que sólo estábamos nosotras en la calle, junto a los dos guardias de seguridad de la discoteca, escuché a través de mis golpes como uno de ellos habló.
—Señor, hay dos chicas formando escándalo aquí fuera.
Supe entonces que si no parábamos ahora, nos meteríamos en un buen lío, pero seguía tan cegada por la ira, que hice oídos sordos a esa advertencia y seguí con mi trabajo de desfigurar la cara de Jane a golpes. Sus manos no se quedaron atrás, sentí sangre en mi labio y también un ardiente escozor en mi mejilla derecha, supe entonces que me había arañado ahí.
—¡Eres repugnante!—le grité.—¡Dijiste que ningún chico rompería nuestra amistad!
Escuché como la puerta de la discoteca se abría y salía alguien de ella, lo supe porque la música se hizo más sonora en la calle. Después, unos brazos enormes me elevaron hacía arriba, dejándome alejada completamente del suelo. El cuerpo de Jane fue agarrado por otra persona, cuando lo vi, supe que era uno de los guardaespaldas. Así que supuse que el que me agarraba a mi, era el otro que faltaba.
—¡Nunca fuiste mi amiga!—me gritó de vuelta.—¡Sabias que Alex estaba enamorado de mi y nunca me lo dijiste!
—¡Jamás me dijo algo así!—dije sincera.
—¡Claro que sí, nunca quisiste que fuera feliz!—se intentó soltar.—¡Me arruinaste la vida!
—¡Tú y Alex habéis arruinado la mía!
Quise zafarme del guardaespaldas que me sujetaba, pero fue inútil.
—¡Ahora somos felices sin ti!—afirmó.
—¡Entonces pudriros en las alcantarillas juntos!—le deseé.
—¿Naima?—escuche.
Y entonces paré en seco. Dejé de zarandearme, de intentar soltarme, de gritar e incluso de pensar, dejé de hacer todo lo que estaba haciendo. Inmediatamente mi cabeza se giró y observé como Nacor estaba a sólo un metro de mí. Llevaba una camisa de vestir blanca, con las mangas remangadas hasta los codos, un pantalón negro y el pelo peinado cuidadosamente hacía un lado, menos un mechón, que le caía por la frente.
Estaba guapísimo.
Me quedé embobada observándolo, pensando qué podría decir. Pero antes de que pudiera apenas pronunciar algo, el guardaespaldas que me sujetaba, habló.
—¿La conoce, señor?
¿Señor? ¿Cómo que señor?
Nacor me siguió observando, luego alternó la vista entre Jane y yo.
—Sí,—hizo una pausa.—puede soltarla.
Mis pies tocaron de nuevo el suelo y me sentí un poco mareada al no tener de quien agarrarme. A Jane no la soltó el otro guardia, más que nada porque Nacor sólo había ordenado que me soltarán a mi, había sido algo singular, no plural. Y al ver que yo había tocado el suelo y ella no, pareció ofenderle más de lo que esperaba.
—¡Suéltame, hijo de...—se zarandeó con fuerza.
—¡Jane!—exclamaron unas voces a unísono, interrumpiéndola.
De repente, fui consciente de que tres chicas estaban corriendo en dirección a mi ex mejor amiga, preocupadas por ella. No las había visto en mi vida, pero Jane no era como yo, ella hacía amigos rápidamente, era popular, simpática y divertida a simple vista. No me sorprendió en absoluto.
—Por favor, suéltenla.—dijo una de ellas.
—Nos iremos inmediatamente.—dijo otra mientras paraba a un taxi que circulaba por allí.
El guardaespaldas miró a Nacor, éste le debió de dar su aprobación, porque inmediatamente la soltó en el suelo. Mi mirada no se alejó ni un segundo de la de Jane, jamás pensé que llegaríamos hasta ese punto, hasta el punto de pegarnos entre nosotras, de pelearnos por un chico. Habíamos vivido tantos momentos juntas, que me sorprendía que acabáramos de esas formas.
—Llamaremos a la policía.—avisó uno de los gorilas.
—No hace falta.—Nacor habló de inmediato, acercándose a mi.—Naima vendrá conmigo y esta chica se va ahora en ese taxi.
Jane miró al rubio de ojos azules, no fue descarada en el momento de echarle un vistazo de arriba a abajo. Después, observó la distancia que a ambos nos separaba, era mínima. Me preguntaba que es lo que estaría pasando por su cabeza, pero no era difícil de adivinar, pensaría que el era demasiado guapo para mí. Para mi propio bien o quizás para molestarla, me acerqué más a Nacor hasta que nuestros brazos se pegaron, al rubio no pareció importarle.
De hecho, noté como su brazo rodeaba mi cintura.
No supe porque había hecho eso, hasta que noté como mis piernas temblaban y el sólo me ayudó a sostenerme. Aunque aquél acto, sin el saberlo, había sido un beneficio para mi y para joderle la noche por completo a Jane.
Le daría luego las gracias.
—Exacto, ya nos vamos.—respondió una de las desconocidas.—Venga, Jane.
La persona que me engañó con mi novio, se subió al taxi no sin antes dirigirme una mirada mortal, de esas que si mataran, ya estaría más que muerta. Le sonreí falsamente mientras el brazo de Nacor seguía aún sujetándome, con eso yo ya estaba más que satisfecha. El taxi desapareció de la calle de la discoteca y fue entonces cuando solté un suspiro, estaba exhausta.
—Pueden volver al trabajo.—escuche como Nacor ordenó y los guardaespaldas se largaron.
El brazo del rubio se esfumó de mi cintura cuando se presentó delante de mí, el mareo volvió a mi cuerpo mientras lo observaba. En sus ojos había un destello de algo que no supe apreciar, estaba tan pedo, que ni siquiera supe en donde estaba, ni que era lo que tenía que hacer. Nacor me hizo un gesto con la mano como para que explicara lo sucedido, pero entonces mi mirada se desvió justo a su lado.
Sonreí.
—No me dijiste que tenías un gemelo.
Un Nacor exactamente idéntico descansaba a su lado, tenía el ceño ligeramente fruncido, pero no le arrebataba ni una pizca de la belleza que poseía.
—Yo no tengo ningún gemelo.—afirmó una voz, no sé en que parte.
—Oh mierda,—solté una risa.—me estoy mareando mucho.
—Vámonos.—dijo con un tono serio, autoritario.
—Espera, pero no me vas a presentar a...—señalé donde antes estaba el gemelo de Nacor, pero es que ahora había trillizos.—Genial, estoy en el cielo.
Escuché como chasqueó la lengua,—Maldita sea.
—Nacor.—lo llamé.
—¿Qué?—ladró enfadado.
Solté otra risa, esta más escandalosa.
—¿Por qué estoy empezando a ver negro?
Y antes de que el rubio de ojos azules contestara, yo supe que me había desmayado al segundo siguiente. No supe exactamente si la noche había salido como yo lo había planeado, pero lo que sí sabía, es que Nacor me había vuelto a salvar la vida.
-----
Capítulo 7.
¡Primer capítulo de 2019!
¿Qué os ha parecido? Naima la está liando de nuevo.
Espero que os esté gustando mucho esta historia, si es así no olvideis votarme y comentarme mucho.
OS QUIERO.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro