Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 66

Al terminar la fiesta de celebración, todos los invitados dejaron sus obsequios, sus buenos deseos y su vomito por todo nuestro jardín. Pasamos a retirarnos a nuestra habitación, ya habíamos esperado por ello toda la noche y lo único que conseguimos fue cambiarnos de inmediato y arrojarnos a la cama a dormir, estábamos acabados.

Nuestras maletas ya estaban listas para partir a la mañana siguiente, nuestra luna de miel ha sido planeada cuidadosamente. Un recorrido por todo Europa, para después viajar más al oriente, Rusia, junto con la India, China, Corea y Japón. Jamás me hubiese imaginado viajar a esta clase de lugares, pero ha sido increíble, he probado cientos y miles de platillos, gracias a la comida mexicana he resistido más que Abrah, que cada rato va al baño.

En este pequeño viaje nos acompañó toda su guardia personal, y aunque no charlo con ellos, su compañía resulta amena. Stella y Carlos también vinieron con nosotros, aunque no se si les agrade mucho estar en la habitación de al lado.

—¡Señora, buenos días! —exclama Stella en cuanto me ve salir de mi habitación.

—Hola, Stella ¿qué tal tu mañana?

—Ha estado bien, ¿y el señor?

—Sigue durmiendo —me siento en el comedor. Al parecer ya han traído el desayuno.

—¿Le sirvo?

—No, no se preocupe. Stella usted vino solamente como apoyo, no significa que nos va a servir todo el tiempo. ¿Por qué no sale?

—¡Como puede decir eso señora!

—Hablo enserio, Abrah no sé a qué hora vaya a despertar, y los demás guardias están en las mismas, ayer sí que se excedieron de tragos, ¿cree que tendrán humor para salir? Lo dudo. Y yo no me siento muy bien que digamos, así que hoy toca estar en la suite.

—¡Ay, señora!

—¡Ay, Stella! —la arremedo. —Haga lo que le digo, desayune y vaya a conocer por allí.

—De acuerdo —responde alegre. —Gracias señora.

—No es nada —le giño el ojo.

El día de hoy nos encontramos en Tailandia, llevamos cerca de un mes de luna de miel, Agustín está en contacto con Abrah al menos una vez al día, aunque Abrah le dio luz verde para todo, él no se siente aun confiado en tomar decisiones. Lo más curioso de todo es que nadie, ninguna persona que nos acompaña en este viaje ha estado de mal humor, aunque bueno, no es como si pudiesen comportarse así. Todos sonríen, todos son cooperativos y hasta chistes lazan de vez en cuando.

Una virtud que sin duda tiene mi esposo es que es muy generoso y respetuoso con su gente, así que ellos trabajan con mucho gusto. Hemos tenido que huir de uno que otro lugar donde Abrah se termina encontrando personas que no le agradan o donde Abrah no les agrada. Lo cual ha resultado algo tenso, pero, al fin y al cabo, la rutina de Abrah se está volviendo la mía. Trato de acostúmbrame más a ello, su vida es algo rara, pero sé que puedo manejarlo.

—¿Le sirvo más tallarines? ¿pure? —me pregunta Stella y yo niego con la cabeza cubriéndome la boca. —¿Le ocurre algo señora?

Me paso de inmediato el bocado que tengo y con una enorme necesidad de vaciar el contenido de mi estómago, tomo un poco de agua.

—Lo mejor será que me dé un baño.

—La veo algo pálida señora.

—Estoy bien... ¿sabe dónde se encuentra Carlos? 

—Hoy le toco cuidar la puerta.

—Ya veo... iré con él.

—¿Necesita algo? Yo puedo pedírselo.

—No se preocupe Stella, usted desayune tranquila, yo iré.

Camino en dirección hacia la puerta, lo veo ir y venir de aquel pequeño espacio de la entrada de nuestra habitación.

—¡Hola Carlos!

—¿Necesita algo señora?

—Si... la verdad es que necesito un favor.

—Dígame.

—Necesito ir a un lugar, ¿me puede acompañar?

—¿Y el señor?

—Él esta dormido, no tardaremos.

—Está bien señora, le diré a alguien más que cuide mi área.

—Gracias, iré por mi bolso.

Al regresar, Carlos ya está en posición, usando un chaleco antibalas y todo un motín que no había usado antes.

—¿Por qué traes todo eso?

—Aquí en Tailandia no tenemos problemas, y dentro del hotel mucho menos, pero ahora iremos a la calle, usted necesita protección.

—No exageres.

—Dígame, ¿qué es lo que necesita?

—Tengo ligeras sospechas de algo, pero necesito estar segura, así que necesito, umm... ya sabes, artículos de farmacia.

—¿De qué se trata?

—Veras... en la ocasión pasada me metí en serios problemas por contarle por primera vez a alguien más en vez de mi esposo, así que no quiero cometer el mismo error.

—Entiendo... ¿Y cómo pretende que la ayude?

—¡No lo sé! —exclamo frustrada.

—Tal vez pueda ayudarla con esto.

—¡Haber, dime! —insisto.

—Al ser parte de su seguridad, me convierte en su personal, ¿cierto?

—Cierto.

—Escucho sus conversaciones todo el tiempo, podrían asesinarme por la información que poseo, pero eso es parte de mi trabajo.

—¿Entonces...?

—Trato de decirle que, si a me cuenta algo directamente o no lo hace, soy como una clase de robot, uno que no retiene información.

—Esto está de locos —comienzo a reírme.

—Lo que sea que necesite solo queda entre usted y yo, después esa información no existirá para mí, es como si no le hubiese contado a nadie, ¿entiende?

—De acuerdo...

Él me mira esperando, su rostro es gracioso, y más con todas esas cosas sobre él.

—Necesito que me compres.... —le susurro en el oído.

—Cosa sencilla, espere aquí.

—¿No prefieres que te acompañé?

—Sera mejor que se quede aquí, suba a la habitación —responde saliendo del lobby del hotel.

—Okay... —respondo para mí.

Camino lo más lento posible, la verdad no quiero llegar a la habitación, la situación no me deja tranquila, lo único que me interesa es que Carlos regrese de inmediato. Al abrir la puerta veo a Abrah sentado en el comedor.

—¿Dónde estabas? —pregunta con un bocado en la boca.

—Solo salí a caminar al pasillo.

—¡¿Enserio?! Que hay de agradable estar allí.

—Nada, solo espacio para caminar —respondo tumbándome al sofá. 

—¿Quieres salir?

—¡No! —exclamo. —Quiero quedarme recostada todo el día.

—Me alegra oír eso —comienza a reírse. —Yo me siento de la misma manera, vomité al despertar.

—¿Vomitaste?

—Raro, ¿verdad?

—Si...

—¡Señora! Ya volví —exclama Carlos a todo volumen. —Aquí tiene lo que me pidió.... —se calla al ver a Abrah junto a mí.

—¿Qué fue lo que le pediste?

—Nada —mi risa nerviosa me delata.

—¿Segura?

—Si, no preguntes —lo corto, y salgo corriendo arrebatándole la bolsa a Carlos.

Me escondo en el baño y cierro la puerta con seguro.

¡Diosito, soy yo de nuevo, sé que tú y yo solo charlamos cuando te necesito, pero créeme que siempre estás en mi mente! En este mismo instante, requiero de tu asistencia, solo tú estás al tanto de los obstáculos que he atravesado hasta el presente día. Sé que mis suposiciones son certeras, tengo bases sólidas, y dentro de esta diminuta caja se halla la respuesta. Te ruego que me auxilies.

—¿Señora...? —es Carlos quien entró a la habitación.

Salgo de inmediato del baño.

—¡Oye, oye! Ayúdame, necesito que mires por mí.

—¡¿Qué dice?!

—Si, ya lo sabes, ¿puedes ver el resultado?

—Pero, señora...

—Tu dijiste que la información no la retienes, solo necesito que me ayudes con eso, no he podio mirarla, llevo más de media hora allí encerrada.

—¿Está segura?

—¡Si, por favor!

—De acuerdo —le entrego la caja y un guante de látex. —Por si acaso.  

Él comienza a reírse y mira aquella pieza de plástico.

—¿Y bien? ¿Cuál fue el resultado?

Se queda callado solo observándome.

—¡Carlos por dios! ¡¡Dime!!

—¿Por qué no lo mira? Sé que el resultado le encantará.

—¿Que dices? —mi corazón late demasiado rápido.

—Mire —la coloca en mis manos.

La observo lentamente... POSITIVO.

Estoy embarazada, ¡estoy embarazada!

Grito con toda mi energía, brinco por cada rincón del cuarto y me arrojo a los brazos de mi guardaespaldas, quien se suma a mi danza de desenfreno. Mi alegría es tan inmensa que lágrimas brotan incesantemente de mis ojos, riendo llena de nervios y felicidad. Llevo en mi vientre una vida, esperando la llegada de un bebé, fruto de nuestro amor, ¡un bebe de Abrah!

—¡¿Que ocurre aquí?!

—Me retiro señora —responde Carlos y sale de la habitación.

—Siéntate —le digo a Abrah apuntando la cama.

—¿Estas bien? Estás toda roja.

—Si, estoy de maravilla —no puedo dejar de sonreír.

—Bien, cuéntame.

—Te amo —suelto acompañado de una risa, que por cierto resulta contageadora.

—Yo también te amo —me acaricia la mejilla.

—Me acabo de enterar de algo.

—¿Te lo contó Carlos?

—No, no, no, yo lo averigüé, yo lo vi.

—¿De qué se trata?

Vuelvo a reír.

—Mia, ¿qué te ocurre?

—Estoy... —mi sonrisa es más grande que esta habitación. —Embarazada, ¡estoy embarazada! —grito con un salto.

—¡Que! —se ha quedado en shock.

—Oíste bien, seremos papás, estoy esperando un bebe tuyo.

Sé que su corazón ha dejado de latir, ya que lo mismo ha ocurrido con el mío.

—¡¿Estás hablando enserio?!

—¿Porque mentiría? Velo por ti mismo —le entrego la prueba en sus manos.

Él me la arrebata, al observar el resultado vuelve su mirada hacia mí y deja escapar una sonrisa.

—Estas embarazada...

—¡Si! —grito.

Corre hacia mí y me abraza con tanta intensidad que mi corazón se ensancha aún más. Es la mejor noticia que he recibido en mucho tiempo.

—Te amo —me da un beso. —Te amo, te amo.

—Yo también —las lágrimas vuelven a brotar.

—¡¿Cuándo lo supiste?!

—Hace un momento, mandé a Carlos por la prueba.

—¡Gracias, Mia!

—Que locura, no tienes que agradecer.

—Me convertiré en padre gracias a ti, por supuesto que debo agradecer.

Lo abrazo tan fuerte que invoco unos pequeños besos y unas cuantas caricias.

—No tienes idea de lo mucho que te amo —me dice al oído.

—Si lo sé, porque yo me siento de la misma manera contigo. Seremos más felices de lo que ya somos.

Todo lo que resta del día nos la pasamos recostados en la cama pensando en mil cosas, por ejemplo... ¿Cuándo fue que él bebe fue procreado? ¿Cuánto tiempo tendré de embarazo? ¿Será niño o niña? ¿Se parecerá a Abrah o a mí? ¿Cómo tomarán la noticia sus padres? etc. 

Stella lloró de la emoción, pues ella ha cuidado de Abrah desde que era un chiquillo, así que es obvio que lo quiera como su hijo. Carlos fingió no saberlo, y los demás guardias no se sorprendieron mucho ya que estos días no la he pasado muy bien, siempre notaban mis mareos y pequeños vómitos.

Creemos que ya es momento de volver a casa, estamos tan emocionados con esta nueva etapa que morimos por contarles a los demás.

—¿Si fuese niña como te gustaría que se llamará? —pregunta Abrah, mientras nos dirigimos a nuestra casa de Varenna.

—No lo sé, ¿tendría que llevar la "A"?

—Es correcto, por nacimiento.

—Bueno... me gusta Allison.

—¿Allison?

—Si, ¿a ti no?

—Pues no es lo que tenía en mente.

—¿Qué hay de ti?

—Anna.

—Es lindo.

—¿Y de niño?

—¡Es muy fácil! Abraham.

—¿Abraham?

—Si, es un derivado del tuyo y me gusta la "m" del final. Es mi inicial, no solo llevará la de tu familia.

Él comienza a carcajearse y me da un pequeño beso en la frente.

—¡Decidido! —exclama.

—Genial —le respondo con un pequeño beso en los labios.

—¡Hemos llegado señor! —anuncia Héctor, el guardia medieval.

—Excelente —levanto la voz. —Muero por darme un baño y dormir.

Tan pronto como la camioneta se estaciona frente a la puerta, Abrah toma mi mano y me ayuda a bajar cargándome en sus brazos. 

—¡Mia! —exclama Taddeo. —¡Abrah! ¿Qué tal? ¿Cómo les fue?

—¡Hola Taddeo! —respondo con el mismo entusiasmo. —Excelente, ¿y a ti?

—No ha estado mal, para que me quejo —sonríe.

—¿Todo ha estado bien? —le pregunta Abrah.

—Lo mejor será que mi hermano te ponga al tanto.

—Un gusto verte —le dice tocando levemente su hombro.

—Nos vemos después —le digo a Taddeo y al resto de los guardias.

—Igualmente preciosa.

Abrah me espera junto a las escaleras, toma mi mano y subimos hacia la puerta. ¿Cómo estará todo por aquí? ¿Cambiaron las cosas desde que me casé?

Buongiorno! —exclama Abrah alegremente.

—Hola, familia ya regresamos.

—¡Por dios! —grita Magda al vernos. —Es un gusto verlos, ¿Cómo estuvo su luna de miel?

—La hemos pasado bien —responde Abrah.

—Me alegra escuchar eso, serviré la comida. ¿Gustan pasar al comedor?

—¿Tú que dices? —me pregunta Abrah.

—Me parece bien.

—De acuerdo. Magda, haznos el favor de colocar nuestros lugares.

—¡Por supuesto querido! Nos vemos en un momento —y se pasa a retirar.

—¿Has notado algo?

—¿A qué te refieres?

—Si... no sé porque, pero luces mucho más hermosa de lo normal —me sujeta de la cintura.

—¡Ya basta! —comienzo a reírme.

—Si... —me acaricia el rostro. —Eso de estar embarazada te sienta.

—¿Tú crees? —coqueteo. —Tu eres el culpable.

—¡¿Yo lo soy?!

—Si... —coloco mis brazos sobre su cuello.

—Bueno... creo que merezco el crédito.

—¿Por qué no me ayudas a recordar? —lo beso con efusividad.

—Tranquila —me susurra. —Si comienzas algo... después no podre parar.

—No quiero que lo hagas —lo beso nuevamente sin dejarlo ni un momento, caminamos entre besos hasta el sillón de la sala, con cierta brusquedad me empuja hacia él y comenzamos con un agasajo digno de unos recién casados.

—Me encantas —suelto.

—¡Qué horror! ¿Acaso no tuvieron suficiente en su luna de miel? —exclama Arleth.

Nos separamos y comienzo a reírme, su expresión es adorable.

—¡Cállate! ¿Dónde están mis padres? —le pregunta Abrah.

—Ahora vienen, vamos a comer.

—Eso ya lo sé, estamos esperando a que sirvan —responde Abrah a la defensiva.

—¡Uff! Claro eso estaban haciendo, ¿cómo estuvo su viaje?

—Estuvo bien Arleth, gracias por preguntar —le respondo a mi cuñada.

—¿Ya te quieres divorciar? Solo dime y yo con gusto te ayudo.

—No —sonrío. —Estoy bien, mejor que nunca.

—Ven aquí —me dice Abrah dándome un beso.

—¡Ya paren!

—¡Hijo! —exclama mi suegra. —¿Por qué no nos avisaron que ya habían llegado?

—No exageres madre, acabamos de llegar.

—Mia, luces adorable.

—Gracias.

—¿Dónde está mi padre? ¿y Arek?

—Salieron por la mañana. 

—¿A dónde?

—Al parecer tu padre está ayudando a Agustín con unos asuntos y...

—¡¿Ayudando?! ¿En qué estaría ayudando a Agustín?

—No lo sé, solo sé eso, pregúntales tu.

—Eso haré —dice saliendo de la habitación.

Ni siquiera ha pasado tanto tiempo, pero esperar Abrah aquí ha sido eterno, disfruto plenamente de la compañía de mi suegra y de mi cuñada, pero verlo salir así de la habitación me dejo inquieta. Arek se ha involucrado demasiado en el negocio familiar, y eso no le gusta para nada a Abrah, incluso llegamos a conversarlo en nuestro viaje de luna de miel, en definitiva, su hermano no quiere esa vida para él.

—¡Por dios! Al fin vuelves, ¿todo está bien?

—Si —responde desanimado. —¿Ya comiste?

—No, quise esperarte, vamos siéntate —señalo una de las sillas.

—¿Todo está bien, hijo?

—No te preocupes, todo sigue igual como lo dejé.

La verdad es que no charlamos como de costumbre, la mesa se mantuvo algo seria. Aunque intenté contar historias sobre nuestro viaje para aligerar un poco el ambiente, no funcionó en absoluto. Abrah está molesto, algo sucede y lo ignoro por completo, al igual que su madre y su hermana.

—¿Alguna nueva noticia? —pregunta mi suegra.

Yo miro de inmediato a Abrah, como si de alguna manera con la mirada le preguntara si era el momento, pero por supuesto que no es el momento.

—La comida estuvo deliciosa, nos tenemos que retirar, venimos algo cansados.

—Por supuesto, los entiendo hijo, no se preocupen.

—Con permiso —anuncio a la mesa y tranquilamente salimos del lugar.

—¿Seguro que todo está bien? Tu cara te delató.

—No te preocupes mi amor —besa mi mejilla. —No te preocupes.

Al llegar a nuestro piso me deshago de mis botas y de mi vestido. A esto le llamo ¡libertad!

—¿Qué haces? —pregunta sonriendo.

—Nada, solo me voy a desnudar.

—¡¿Por qué?!

—Porque haces preguntas tan tontas.

—En eso tienes razón.

—¿Me acompañas a la ducha?

—Sera un placer, madame.

—¿Ahora hablas francés?

—Puedo hablarte en más de diez idiomas...

—¿Estas tratando de seducirme?

Bien sûr (Por supuesto).

No quiero alardear, pero Abrah y yo juntos somos dinamita, amo cada aspecto de nuestra relación, nuestra historia y nuestro futuro. No puedo imaginarme en ningún otro lugar que no sea aquí, nací para estar con él. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro