Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 53

—Oye, mi amor... —imito la voz de hace unas horas.

—¿Qué ocurre? —me responde mientras se enfoca en la pantalla de su laptop.

—Es cierto que... ¿Arek comenzará a trabajar contigo?

—¿Quién te dijo eso?

—Lo escuché por ahí —respondo con ingenuidad.

—No por completo, me ayudará en lo administrativo.

—Te puedo preguntar... ¿Qué es exactamente lo que haces? —comienzo acercarme a su escritorio.

—No, no puedes.

—¡¿Por qué no?! —levanto la voz.

—Porque no, Mia —continúa trabajando.

—¡Tampoco soy tonta! Sé que no es lo más legal del mundo.

Él voltea a verme de inmediato.

—La conversación terminó.

—¡No, no! Cual "terminó" —exclamo. —Siempre haces lo mismo, evades el tema. Creo que tengo suficientes razones para merecer la verdad.

—Tal vez, pero no tengo porque contarte nada de mi trabajo.

—¡¿Por qué?!

—¡Porque no! —grita. —Es por tu bien.

—¿Por mi bien? ¡¿Qué demonios es lo que haces?!

—Ya basta Mia, fue suficiente.

—Entiende que no pregunto por morbosidad. Soy tu amiga, tu novia, ¡tu futura esposa! Me importas.

—Eso ya lo sé, pero nuestra relación no va a evolucionar si sabes esta parte de mi vida.

—Quiero conocerte por completo, ¿acaso no lo entiendes?

—¡Esa parte no! —su voz se vuelve ruda y fría.

—¡¡Yo quiero saber!!

—Nunca te lo diré.

—No descarto la idea de lo que se pueda tratar, he visto, he escuchado cosas —lo tomo de la mano. —Puedo amar cada parte de ti.

—¿Acaso no lo entiendes Mia? Esto no es cualquier cosa, mi trabajo es algo privado —se zafa de mi agarre.

—Abrah... quiero entenderte, poder ayudarte.

—En esto no, entiéndelo —se da la vuelta y camina hacia el sofá.

—¿Por qué me haces aun lado? Me siento estúpida, inútil e inservible, siempre estas estresado y quiero ayudarte, pero no sé cómo hacerlo porque no conozco nada del tema. Quiero ser buena esposa.

—No necesitas involucrarte en esto para serlo —continúa rígido.

—No debe ser tan grave, eres una buena persona.

—Puedo ser todo, menos eso —me mira fijamente. —Intento todos los días ser buen hijo, buen hermano, buen novio. En esta casa, con mi familia, con mis empleados puedo dar la mejor versión de mí. Pero allá afuera es distinto, sentado en esa silla, es distinto. Todo lo que yo hago no es agradable, no es bueno que alguien tan dulce y llena de bondad como tú escuche esas perversidades.

—Por favor... —le suplico sentándome junto a él. —Todo lo que siento por ti no cambiará por nada del mundo. Hagas lo que hagas allá afuera no me importa, te amo tal cual eres.

—No justifiques mis errores con tu amor, no quiero que normalices mi vida, ¡no soy buena persona! ¡Hago muchas estupideces todos los días! Lo que hago no es bueno, no es legal, no es ético, y no es correcto ni lo será.

—Puedo amar esa parte de ti. Sé que te debes sacrificar por nosotros, no mereces pasar algo así tu solo.

—Mi insomnio es bien merecido, los pecados que he cometido son imperdonables. Así que jamás, jamás la conocerás, y te prohíbo pensar tonterías.

—¡Porque eres tan terco! —reniego.

—Porque no debes saberlo, punto.

—Yo te amo —tomo su rostro con mis manos. —Entiéndelo...

—Lo siento Mia, cuantas veces tengo que repetírtelo.

—Tu madre lo sabe.

—Mi padre cometió el error en permitirlo. Por tu seguridad y la de todos es mejor permanecer en la ignorancia —sale de inmediato del despacho.

Maldita sea, porque le cuesta tanto trabajo sincerarse, sé que le ayudaría mucho hablar con alguien de lo que vive allá afuera. Él me ayudó a mí, se lo debo. Se me estruje el corazón cada que pienso en todas las "medicinas" que consume para tener tranquilidad.

—¡Abrah! —comienzo a gritarle, pero él continúa su camino lejos de mí. —Detente.

—Ya te divertiste mucho.

—¡No te das cuenta! Es inevitable todo lo que haces para que no me involucre.

—Me esforzaré hasta donde pueda.

—¿Estas enterado que recibí una mano amputada cuando te encontrabas en Bérgamo? —apresuro el paso para poder alcanzarlo.

Se detiene de golpe, y me voltea a ver sorprendido.

—¿Qué fue lo que dijiste?

—Ya escuchaste, llegó un paquete con la mano de "Monstruito", por un momento pensé que se trataba de ti, llegó a mi nombre, ambos de hecho, supongo que su objetivo era que llegara a mí.

—¡¿Por qué no estaba enterado?!

—No lo sé.

—¿Qué nombre venía? —pregunta sobresaltado.

—Mia Santiago - Anya Marcerano.

Me abraza de repente.

—Te pido disculpas por eso, no creí que te involucrarían —su respiración esta acelerada.

—¿Acaso no lo ves? Es inevitable, ya formo parte de tu vida, ¡cualquier persona que te conozca sabe de mi existencia!

—¡¡Crees que no lo sé!! —grita. —Me muero de miedo y de rabia en pensar que te ocurra algo malo por mi culpa, ya ocurrió, ¿por qué no podría volver a pasar?

—Pero, aunque así fuera, no sería tu culpa —intento tranquilizarlo.

—No hay mejor culpable que yo, ¡ya deja de romantizarlo! Ya basta de soportarlo, sé que me culpas por lo que te pasó, y sé que la vida que llevas es una maldita agonía.

—¡Claro que no! Jamás lo haría.

—¡Lo dijiste! —dice con ligera molestia, puedo escuchar cómo se quiebra su voz.

—Tal vez lo pude decir en el momento, pero fue por la emoción, estaba molesta y dolida. Quería desquitarme con alguien, mi error fue hacerlo contigo. Te pido disculpas por ello.

—No necesitas disculparte —toma mi rostro con sus manos. —Yo te debo una vida, una nueva.

—No la necesito, estoy bien. Tú eres la razón por la que he salido adelante, tu amor, tu compañía lo ha sido todo para mí, agradezco infinitamente todo lo que has hecho.

—Nunca será suficiente.

—¿Y crees que eso me importa? Él único que me importa eres tú —lo abrazo. —No me gusta verte así, no me gusta la vida que llevas, y no me gusta que tengas que consumir fármacos para controlarte.

Por fin saqué la bomba.

—¿Qué fue lo que dijiste? —pregunta alterado, separándose de mí. —¿Quién te inventó algo como eso?

—Nadie lo inventó, yo lo descubrí el día que llegaste de Bérgamo, en el momento que estabas inconsciente limpiaba tu habitación y los hallé debajo de tu cama.

Su cara muestra claramente sorpresa, no se esperaba que yo le dijera algo como esto, supongo que ni yo misma, ya me había guardado el secreto mucho tiempo.

—No debes preocuparte por eso, no es lo que parece.

—Por supuesto que me preocupo, esta demás el porqué lo haces. Quiero entenderte y como voy a hacerlo si no me cuentas nada.

—¡Por un demonio! Como es que quieres saber esto, está más claro que el agua, ¡la vida que llevo me ha traído a esto! Tengo que estar ausente de cierta forma para poder soportarlo —se ahoga en un grito.

—Abrah...

—Odio admitirlo, pero no necesito dejarlo, dependo por completo de ello.

—¿Estas bromeando? ¿Tratas de decirme que estas bien gracias a las drogas?

—Tal vez —responde orgulloso. —No puedo cambiar de vida, creo que al fin te has decepcionado de lo que soy. Lo lamento, pero hay cosas que no puedo cambiar.

—Dejemos esta vida, ¡huyamos juntos!

Niega con la cabeza.

—No puedo hacerlo.

—¿Por qué no? Te mereces algo mejor.

—Lo siento Mia, no puedo.

—Huyamos, lejos de todo esto —señalo mi alrededor. —Sé que podrás tener paz.

—No es tan sencillo, no puedo abandonar a mi familia.

—¿Quién dijo algo sobre dejarlos? Que vayan con nosotros, busquemos un lugar donde no te conozcan, un nuevo nombre y apellido, una nueva profesión, una nueva vida.

—Lo he intentado, esa idea me ha pasado por la cabeza, pero —se detiene.

—¡Que! ¡¡qué!! —estallo.

—¡Mi familia se rehúsa a cambiar de vida! —grita. —Han construido todo esto, y han llevado este ritmo mucho tiempo, no quieren otra vida.

—¿Y por ellos tienes que vivir así? —intento acercarme a él. —¿Tienes que vivir en la oscuridad por ellos? ¿Tienes que sacrificarte por unas cuantas monedas? —lo miro directamente a los ojos, él se muestra sensible, sus ojos están empapados. —Abrah... decídete, mereces tranquilidad, libertad.

Veo como las lágrimas brotan de sus ojos, veo todo el dolor, todo el peso que lleva, y no puedo soportarlo. Mis ojos también comienzan a desahogarse.

—No puedo —continúa negando con la cabeza. Hasta parece que tiene un tic. —No me lo puedo permitir.

—Mi amor... por favor —tomo su mano. —Tú, yo y nuestro bebé lejos de esto. Vámonos de aquí, podemos vivir en México, allá estarás seguro. Te lo imploro.

—Lo siento tanto, siento no poder darte la vida que mereces.

—Solo vámonos.

—No puedo —responde y sale corriendo de la casa.

—¡Abrah! —le grito, pero él ya va por el jardín.

No puedo obligarlo a cambiar de vida, pero si de una nueva rutina. Haré todo lo posible para que él se sienta mejor. Jamás lo había visto así, tan frágil. Mi corazón se hizo añicos, se ha estrujado de verlo de esta manera. No puedo evitar odiar esta casa, ya no me gustan "Los Marcerano", lástima que seré uno de ellos.

Todo el día he estado sola, decidí subir al cuarto piso y salir al balcón a tomar un poco de aire, pero siempre con la privacidad necesaria, allá en mi mesa del jardín siempre llega alguien a molestar en esta clase de momentos, toda la casa sabe dónde encontrarme, ya ha dejado de ser uno de mis lugares favoritos.

Me quedo admirando las estrellas de esta noche tan bella, el lago resplandece y el aire huele terroso, supongo que no tarda en llover. De repente comienzo a escuchar voces a lo lejos. Camino por parte de la sotea buscando el lugar de donde proviene la voz. Los veo, un grupo de guardias cerca de la entrada oeste. Aquel portón se abre y entran alrededor de 8 -10 personas, todos con armas y chalecos blindados. ¿Quiénes son? Trato de enfocar mejor mi vista.

Alcanzo a escuchar la voz de Agustín, y al fin puedo verlo, hay un hombre con cinta en la boca. ¿Qué le están haciendo? No solo es ese hombre, hay más a su alrededor.

—Ya saben que hacer —dice Agustín, y los guardias comienzan a llevarse a los demás más allá del jardín de la casa. Avanzan muy rápido ya no puedo verlos. Al lugar llegan más hombres, uno de ellos es ¡Abrah!

—¿Dónde están? —pregunta molesto.

—Los llevaron al cuarto negro.

—Encárgate de lo demás —le dice a Agustín, y se va en dirección a donde se fueron todos los demás.

Creo que tengo que ir averiguar...

Voy directo al ascensor, y antes de salir tomo a Giuseppe en mis brazos. Presiono el botón de PB, en cuanto abren las puertas me asomo lentamente, no hay nadie. Camino de prisa a la puerta del jardín y me escabullo entre los árboles, probablemente un guardia me vea, pero podré poner de pretexto a Giuseppe.

Camino hacia la entrada oeste y paso justo por debajo de donde hace un momento estaba observando, aumento la velocidad de mis pies y comienzo a caminar entre los árboles, también hace más frio entre más me adentro al pequeño bosque, esta casa no deja de sorprenderme ¡es enorme! Sin previo aviso, sale un guardia corriendo de aquella dirección, de inmediato me tumbo al suelo y me escondo en un arbusto repleto de flores.

—Miau —dice Giuseppe.

—Lo sé, por poco me ve —le respondo.

Camino de rodillas los próximos metros, cuando comienzan a dolerme por tantas piedritas y Giuseppe comienza a renegar del cansancio, me levanto del suelo. Lo único que puedo ver es oscuridad y más oscuridad, creo que será mejor devolverme. Segundos después se oye un fuerte disparo, fue muy cerca, incluso pude ver la luz. A lo lejos, tal vez a unos 10 metros se encuentra una pequeña cabañita, todos los hombres que miré incluyendo a Abrah se encuentran allí dentro, estoy segura. Me acerco un poco a aquel lugar, no hay ventanas, no hay como observar dentro.

¡Alguien viene! Me vuelvo a tumbar al suelo y veo salir a la mayoría.

—¡Se los dije! —reniega Abrah.

—Discúlpenos jefe, no teníamos idea —dice uno de los guardias.

—¡Era más que obvio! Estoy harto de tener que hacer las cosas por ustedes. No quiero más errores.

—No los habrá —dice Agustín. —Confía en mí, yo me encargaré.

—Eso espero —dice Abrah, que sale furioso del lugar.

—¡Bien caballeros! Limpien todo esto —añade Agustín acompañado de un aplauso.

—Vámonos Giuseppe —le susurro a mi gatito. En cuanto se vuelve a cerrar la puerta de la cabañita salgo corriendo al otro lado de la casa. Cerca de aquí no hay luz, y sin duda tendré que pasar por la parte trasera de la casa, que por cierto no he visitado desde el incidente.

—Tú y yo Giuseppe, no me abandones —me tapó los ojos con mi pañuelo y en cuanto me acerco al lugar corro a ciegas, tanteo los metros avanzados, espero acercarme a la puerta lo más posible. Cuando creo que voy a llegar, tropiezo con una piedra y caigo como costal de papas. —¡¡Mierda!! —grito.

—¡Mia! —escucho a lo lejos.

—¡Auch! —me quejo quitándome el pañuelo. Ligeras lagrimas salen de mis ojos, el golpe si estuvo bueno.

—¿Qué estabas haciendo? —me pregunta Magda preocupada. —¿Te encuentras bien? ¿Y ese gato? —me ayuda a levantarme.

—¡Hola Magda! Estoy bien —le sonrío. —Ah, y el gato es un regalo. Se llama Giuseppe.

—Pues tú y Giuseppe deberían darse un baño, están llenos de lodo.

—Creo que es buena idea —respondo sonriendo.

—¿De verdad te encuentras bien? ¿Qué me dices del bebé? El golpe fue muy fuerte.

—Estoy bien, Giuseppe me protegió.

—¡Uff, claro! Giuseppe lo hizo —añade con ironía. —Entra, te acompañaré arriba.

—Gracias —le digo dándole un abrazo.

Nos acercamos al ascensor y presiona el botón por mí.

—Descansa, más tarde mandaré a Nora con tu cena.

—Pero... —me interrumpe.

—Tienes que descansar, buenas noches, señorita —me dice lanzando un beso al aire, y se cierran las puertas.

Espero adentro del ascensor hasta que me den paso, se me ha olvidado mi llave.

—¡Señora! —se sorprende Héctor al verme. —No sabía que era usted.

—No se preocupe.

—El señor la estaba buscando.

—¿Dónde está?

—En su habitación —responde volviendo a su posición.

—Gracias Héctor.

Camino hacia la habitación, y puedo notar que en el pasillo hay rastros de tierra y lo que parece ser... sangre.

—¿Abrah? —abro despacio la puerta.

No hay nadie, seguramente está en el baño. Suelto a Giuseppe y este me mira perplejo, me provoca una leve sonrisa ambos estamos realmente sucios.

—Qué hermoso eres —le digo, y el gatito maúlla. —Vamos, hay que ir a bañarnos.

Tomo mi bata y voy directo al baño, abro la puerta y veo a Abrah semi desnudo. Se está quitando la ropa sucia, que por cierto esta manchada de sangre.

—¿Qué pasó? —pregunto asustada. ¡Claro! Como si no tuviera una idea de lo que realmente pasó.

—Nada, no te preocupes. ¿Por qué estás llena de tierra?

—Giuseppe y yo jugamos en el jardín —respondo entre risas.

—¡Giuseppe! —trata de arremedarme con voz de niña.

—Ya vas a empezar.

Continúa desvistiéndose y quedando únicamente en ropa interior.

Por mi parte, bajo a Giuseppe al suelo, me acerco lentamente hacia él y lo abrazo por la espalda, huele a hierro.

—¿Qué pasó? —vuelvo a preguntar.

—Nada que debas saber.

—¿Y la sangre?

—Solo diré que no fue de un inocente.

Le doy un beso a su espalda.

—No me gusta.

—Perdón, no volveré a entrar así al cuarto.

—Sabes a lo que me refiero.

—No quiero hablar más del tema.

—Está bien, yo tampoco quiero discutir.

Giuseppe se sube a mi pie.

—¡Hey! ¡Shu! ¡Fuera! —le dice Abrah al gato. —Déjala tranquila por un momento.

—Celoso —digo entre risas, mientras lo abrazo más fuerte.

—¿Ya estuvo jugando contigo no? Ahora me toca a mi —dice girando y poniéndose frente a frente. —¿Quieres...? —se ríe.

Inevitable no contagiarme.

—¿Quiero que?

—¿Bañarte conmigo? —se sonroja. —Hace mucho... que no estamos ya sabes...

—¿Juntos? —pregunto seductora.

Vuelve a reír de una manera muy simpática.

—Ven aquí —me jala hacia él y me da un tierno beso. —Sabes a tierra —dice entre risas.

—¡Ya basta! —continúo riendo. —Tu hueles horrible.

Nos volvemos a besar, pero en esta ocasión no hay nada de ternura, la necesidad sale a flote, nuestra energía se torna violenta, como si un tornado surgiera en la habitación de baño. Me sube al tocador y me besa con más efusividad, me quita la blusa de un tirón y después los zapatos, mis manos buscan tocar cada parte de su piel. ¡Oh dios! Cuanto extrañaba esto. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro