Capitulo 33
Salgo de la habitación cautivada por la estúpida escena que acaba de pasar, es como si el príncipe azul del cuento de hadas del que siempre me hablaron, me hubiese escogido a mí. Me siento afortunada, tanto que no aparto la mano de mi mejilla para tratar de conservar el calor del beso que justo me acaba de dar.
—¡Oye tú! —alguien me grita sacándome de mi fantasía. —¿Qué estás haciendo? ¿Por qué sales de esa habitación?
—No tengo porque responderte eso —le digo a Isabel, abriendo camino.
—Sabes que está prohibido deambular por las habitaciones, esto lo tendrá que saber Magda, ¡Vamos! -me dice jalándome del brazo hacia ella.
—¿¡Oye, pero qué demonios te pasa!? ¿Estás loca? Suéltame.
—Me molesta que tengas demasiada confianza en una casa que no es tuya.
—¡Ay cuanto lo siento! —añado con mi voz "triste". —¡Ja! Pero tampoco es tu casa, púdrete quieres.
—Ni a estas alturas dejas de ser arrogante, te sientes muy protegida por Arleth, no será por mucho —opina con su modo irritante, como siempre.
—Exacto solo por ella —agrego con ironía. Si supieras...
Me alejo y camino con algo de rapidez, no quiero seguir hablando con ella, espero que no piense que estoy tratando de "huir". Como si yo realmente le tuviera miedo.
Abrah Marcerano / Casa de Varenna 4to Piso
Todo el trabajo que hicimos en París ha cobrado frutos, jamás pensé que aquel negocio en el invertí hace años fuera tan productivo. Poco a poco esto va mejorando, mi propio dinero se está limpiando, no tendré problemas con ninguno de mis negocios o asociaciones, mi familia estará mejor, esto va a mejorar, así lo quiero por el bien de ellos.
Es tan deplorable pensar que solo soy útil para manejar esto, no quiero sentirme poco agradecido al pensar que no tengo la atención de mi familia, pero estoy seguro que nadie de este lugar sabe por lo que estoy pasando, no he vuelto a dormir bien desde hace... años, ni siquiera puedo pensar en la fecha ya que ha pasado tanto tiempo, incluso ya me siento viejo, mi única distracción es Agustín si este imbécil no estuviera trabajando conmigo estoy seguro que a estas alturas ya estaría más que loco como mi abuelo decía, "Esto no es para cualquiera" todo el tiempo lo repetía y lo repetía, de niño no lo entendía y si, lo juzgaba de loco, pero ahora todo aquello que dijo es tan cierto, esto no es para cualquiera.
Ya pasan de las 11 de la noche, aun no le he entregado a Mia todo lo que le traje de París, sé que se pondrá muy feliz, sin duda el vestido que le compre para el evento lo lucirá increíble, menos mal que acepto mi propuesta, no podría pedírselo a alguien más, no hay nadie en esta casa que no me atraiga sexualmente, los besos no serían divertidos. Si ella no aceptaba, no sería nadie.
—¡Agustín! —grito esperando que responda para saber en qué parte de mi piso se encuentra.
—¿Qué mierda te pasa? Estoy a tu lado —responde quitándose la cobija del rostro.
—Quiero que le lleves a Mia sus cosas.
—¿Qué cosas? ¿Esas "cosas"? —menciona como retrasado.
—¿Quieres que te golpee estúpido?
Él solo se ríe.
—¿Dónde están? Se va a morir cuando vea todo lo que escogiste.
—Lo que le compré solamente, yo no le escogí nada.
—Si, como digas. Oye, pero ¿qué no quedaste con ella para verse?
—Estoy ocupado, llévalo tu.
—Ella se va a desilusionar, o ¿quién sabe? Soy muy hermoso.
—Jódete y lleva eso —respondo aventándole un cojín a la cabeza.
—Deja le hablo por el radio, tal vez ya se encuentra dormida —Agustín marca su número, le manda un pitido, pero este no es devuelto. —¿Ya se habrá dormido? Ella siempre está en el jardín con Julio a esta hora, siempre escucho sus voces desde mi habitación.
—¡¿Qué mierda dijiste?! —grito.
—Nada.
—¿Julio y Mia? ¿En mi mesa del jardín? —dejo escapar un bufido.
—Prácticamente todo es tuyo en esta casa, pero no lo digas así.
—¡¡Vuelve a insistir en el maldito radio!! —este suena, suena y no hay respuesta. Mierda ¡¿Qué fue lo que le dije hoy en la tarde?! ¿Acaso no me escuchó?
—Trae las cosas, yo se las llevaré.
—No te preocupes, dijiste que estabas ocupado yo las llevo.
—¡¡Que yo las llevo!!
En cuanto Agustín trae las cosas, subo de inmediato al ascensor y bajo al primer piso. Espero que no esté con él, específicamente le dije hoy que se mantuviera alejada de él, pero es una terca. En cuanto se abre el ascensor salgo corriendo por el pasillo, choco con Marcello sin darme cuenta y salgo por la puerta principal. No recordaba que traía las bolsas, las dejare aquí en los escalones, tal vez necesite mis brazos desocupados. Camino sin detenerme hasta aquella mesa pequeña del costado de la casa, puedo escucharla, es su voz.
—¿Qué estás haciendo? —llego diciendo.
—¡Hola! —responde alegre. —¿Qué haces aquí? Yo te hacia dormido.
No puedo evitar mirar a todas partes, no hay nadie.
—¿Estás sola?
—Si ¿te pasa algo? ¿te sientes mal?
—Escuche tu voz desde lejos, ¿no estabas hablando con alguien? —pregunto.
—No, estoy aquí sola. Tengo la costumbre de acordarme de algo gracioso y hablarlo en voz alta. —responde sonriente. Saber esto me tranquiliza, ya puedo respirar.
—De acuerdo. Espérame aquí, iré por unas cosas. —Ella solo asiente.
Me siento tan relajado al saber esto, no quiero actuar como lunático, pero no quiero que le pase algo malo.
Mia Santiago/ Mesa del jardín, Casa de Varenna
¿Por qué llego así de la nada? ¿Habrá tenido alguna pesadilla y por eso esta tan acelerado? No esperaba que llegara aquí a estas horas. Pero me alegro, ya me había puesto impaciente por verlo.
—¡Hey Mia! ¿Qué cuentas? —exclama Julio que va llegando desde la puerta de la planta baja.
—¡Hola Julio! Buenas noches ¿Ya cenaste?
—Si, vengo de allá. ¿Y tú?
—Aun no, la verdad es que no tengo mucha hambre —respondo sonriendo.
—¿No te aburres de este lugar?
—No, realmente me gusta mucho.
De repente siento un jalón sobre la silla en la que estoy sentada y puedo ver a Abrah parado justo detrás de mí. ¿Está enojado?
—¿Qué mierda haces aquí Julio? —le pregunta.
—Es el jardín ¿qué puedo hacer? Tomar aire fresco.
Ellos mantienen la mirada, como si se estuvieran desafiando quien es más "hombre".
—Necesito que te vayas, aléjate —responde Abrah arrogante.
—No voy a irme, no pienso dejar a Mia contigo y menos con ese carácter, no tengo idea que es lo que te paso el día de hoy pero no debes sacar tu furia con nosotros.
—No te preocupes Julio, yo me encargo. Entra a la casa —le digo.
Abrah se queda callado mirando sus zapatos con las manos dentro de los bolsillos, me he dado cuenta de que es su extraña "forma" de tranquilizarse, analizar para después hablar. Aunque no le funciona muy seguido, ya que es muy impulsivo.
—No pienso dejarte con él. Mia ¿Qué no ves cómo está? ¡Incluso tiene golpes en la cara! ¿Crees que se los hizo sin querer? Seguramente se metió en un lío y le dieron una paliza.
¡Se me habían olvidado los golpes! Definitivamente no dejó que Agustín lo maquillará después de todo lo que le dije.
—Eso no te incumbe Julio, no seas irrespetuoso, recuerda que somos empleados no tenemos que hablar sobre la vida privada de nuestros patrones.
—¿Lo estás defendiendo? —me grita.
¿Acaso me está reclamando? Él es quien está de boca floja, debería callarse.
—Es suficiente, ya escuché bastante —habla Abrah con un tono algo... raro. —Pídele disculpas.
—¿Qué dices?
—Ya escuchaste pedazo de imbécil, no tienes permitido gritarle de esa manera, discúlpate.
—Ella es mi amiga.
—Y solo porque crees que es tu amiga, ¿tienes el derecho de gritarle? Lo dijiste, hoy no tuve un buen día, así que estoy de pésimo humor, haz lo que te digo.
—No —le responde desafiante y se da la vuelta para entrar a la casa.
Sin verlo venir Abrah lo toma del brazo y lo jala hacia él, posteriormente libera un golpe justo en la cara de Julio que cae al suelo bruscamente. Julio se mira muy molesto, sé que esto no va a parar si no hago algo, pero en cuanto Julio va directo a tirarle un golpe a Abrah, llegan los de seguridad y se llevan a Julio del lugar, que va gritando y forcejeando.
¡No puedo creer lo que acabo de ver! Ha pasado tan rápido.
—¿Qué fue eso?
—Te dije que te mantuvieras alejada de él y no le hiciste caso.
—Estaba sola, tú me viste antes. Él llegó solo a saludar y a preguntar si ya había cenado, eso fue todo.
—Si me hubieras hecho caso esto no hubiera pasado.
—¿Pasado? ¿Acaso estás loco? Tu fuiste el que hizo este alboroto de la nada, me parece muy exagerado.
—¡¿Exagerado?! Solo te defendí, ese idiota se cree con derechos, me molesta.
—Te recuerdo que tú tampoco tienes derechos sobre mí.
—Toma—me entrega unas bolsas de compras y una enorme caja que levanta del suelo. —Solo venía a entregarte esto, es para el sábado. Buenas noches.
Comienza a caminar hacia el frente de la casa, me siento mal, ¿será que él tiene razón? Quisiera detenerlo y pedirle perdón. Este tema de Julio me pone muy tensa.
Por la mañana al despertar creí que sería lo más normal del mundo, la rutina de siempre, pero resulta que Julio abrió su gran bocota y les dijo a todos que Abrah lo golpeó por mí culpa y desde que subí a desayunar no dejan de molestarme. Si esto fue el primer día por así decirlo, que será después.
—¡Mia, por favor cuéntanos que pasó! —me dice Dinora, frente a las otras chicas.
—Nada, olvídalo —respondo, mientras no dejo de mezclar todo el desayuno que está sobre mi plato.
—Mia nadie puede olvidarlo, toda la casa está hablando sobre eso, ¿que nos estas ocultando? —pregunta Laura.
—¿Qué pasó con mi hermano? —añade Julia angustiada.
Ahora que mierda les digo... Abrah tiene la culpa en meterme en estos líos. Debería inventarles algo, pero qué, si Julio ya dijo la verdad y después no concuerden las cosas. ¡Ay que hago!
Comienza mi risa nerviosa.
—No pasó nada amigas, se los juro. Todo está muy bien —justo en este momento, pasa Julio a nuestro lado con un enorme moretón entre la nariz y el ojo. Así que es lógico que no creen lo que acabo de decir.
—¿Por qué no nos dices la verdad? —vuelve a preguntar Laura.
—Si cuéntanos Mía —sin duda Dinora no es nada discreta como su hermana.
¡¡Necesito a Nora aquí!!
—Lo siento, pero no puedo decirles —respondo levantándome del comedor y escapando del lugar. En cuanto voy a subir las escaleras veo a Abrah bajando, ¿qué diablos hace él aquí? Que yo sepa jamás había bajado, nadie baja al área de empleados.
—¡¿Qué haces aquí?! —exclamo asombrada.
—No tengo porque responder eso, es mi casa.
—No, no espera, espera —lo detengo con la mano. —Ve y sube quieres, aquí hay un tremendo alboroto por tu culpa ¡Súbete!
—Pues creo que llegué en el mejor momento, déjame arreglar esto —me hace a un lado.
—¡Espera...! —lo detengo ahogando un grito.
En cuanto todos los miran se quedan realmente sorprendidos, ¿cómo explicar esto?
—¿Qué estás haciendo aquí Abrah? —le pregunta Magda en cuanto se acerca al área del comedor.
—Tengo un anuncio que hacer y necesito que estén todos o al menos la mayoría, sé que sería imposible reunir a todo el personal, así que espero que corran la voz, así como lo hacen con todo lo que me pasa.
—¿Qué ocurre? —le pregunta Isabel, ¡Si, de seguro está muy preocupada!
—Yo no tengo porque darles explicaciones de lo que haga o dejé de hacer, pero de algún modo involucré a otra persona y le cause preocupaciones —De inmediato todos me miran. —Mia tiene un contrato externo conmigo, le asigné un nuevo trabajo. Sus actividades no tienen por qué conocerlas ni tampoco cuestionarlas, les recuerdo que yo mando aquí y decido que puesto tienen o merecen.
—De acuerdo —responde Magda mientras me observa muy detenidamente, estoy segura de que me está juzgando de todo, menos lo que realmente es.
—¡No quiero rumores ni datos falsos! O como le llaman coloquialmente "chismes". Cumplan con su trabajo y no se involucren en mis asuntos, tengo suficiente para lidiar todos los días, para que ahora tenga que bajar aquí y arreglar esto, porque es más fácil juzgar a una compañera que tenerle confianza —les lanza su dura y prominente mirada. — ¡Pobre de aquel que la moleste o le haga preguntas! —añade al final y se devuelve a las escaleras mientras el sonido de sus pisadas se pierde a la distancia.
Todos tiene miedo, lo veo en sus ojos.
Esto definitivamente me ayudará y mucho ¡Gracias Abrah! Pienso para mí, aunque espero poder decírselo muy pronto. Yo entiendo a los demás, pero ellos no me entienden a mí, esto me agobia, me cansa y me siento juzgada sin siquiera darme la oportunidad de hablar, ellos solo preguntan por morbo, no por real angustia o preocupación, realmente me pone triste.
Al día siguiente eran pocos quienes me dirigían la palabra, creo que será lo mejor. Así podré enfocarme en mi otro trabajo y no lidiar con problemas pasionales o como sea que se le llame a esto.
Ya he mirado las cosas que me compró Abrah, si me pidieran una palabra para poder describirlo sería... Soberbia. Una cualidad que sin duda él tiene. Todo lo que me compró es espectacularmente hermoso, tengo varios pares de zapatillas y sandalias de tacón, también algunos conjuntos elegantes algo formales, pero al mismo tiempo muy sensuales. Y el vestido que usaré hoy... ¡Es precioso!
Nunca había mirado uno así, mucho menos tenerlo, es como si fuera un vestido de princesa, hasta parece que de nuevo cumplo quince años. Es grande con volumen y brilloso, con un sutil escote y lleno de brillos con pequeñas hojas del mismo tono del vestido que se pierden entre sí.
Hace unas horas, Abrah les comentó a su familia en el comedor sobre nuestra "relación" no creo que sea lo mejor que sepan la verdad, pero tampoco mentirles. Él solamente les dijo que yo me había convertido en una gran amiga y como él necesita de una acompañante femenina en muchos eventos y ya está harto de tener siempre al lado a Agustín me dio ese puesto a mí. Sorprendentemente ellos no se molestaron ni un poco, bueno sé que les agrado, pero jamás pensé que también les agradaría para compañía de su hijo, o algo así.
No puedo evitar reírme de todo esto en lo que vivo pensando, en fin, en cuanto el desayuno terminó, Arleth me llamó por el radio para saber más detalles y al terminar de contarle, ella se ofreció a maquillarme de nuevo lo cual es estupendo. Ya solo queda esperar la noche.
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