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Capítulo 11

Y así fue, como nos volvimos confidentes e inseparables cada día. La señorita me hablaba por el radio para que subiera a su habitación, por supuesto, siempre con su consentimiento. Como si realmente fuera su mejor amiga, me pedía consejo para todo. Había ocasiones en las que comía con ella en el comedor, nos tomábamos fotos a diario con vestuarios diferentes, algunos un poco exagerados, pero siempre hermosos, fotos que, por supuesto, le compartía a su hermano mayor.

Ella es muy inteligente, amable y alegre. Fue como si lo hubiera visto en mi interior, pues la tristeza era menos cada vez que pasaban los días. La señora Anelle siempre accedía a todo lo que ella le pedía respecto a mis límites como empleada, pues parecía más una hermana que parte del servicio. Arek siempre se comporta muy amable conmigo, hablamos cuando tenemos tiempo y siempre aprovecha la oportunidad para hacerme reír.

Cuando llegó el momento de conocer al señor Aroham, que por cierto estaba muy nerviosa, ese sentimiento desapareció casi de inmediato, tal como los demás integrantes de su familia, él se portó super amable y caballeroso, todo un señor. Nunca hace ningún mal comentario y eso que me la paso de arriba para abajo por toda su casa, es como si esta familia me hubiese adoptado.

Nora y yo, nos volvimos muy cercanas, casi todas las noches cenamos en nuestra habitación, vemos alguna película, para después hablar unas cuantas horas hasta quedarnos dormidas. Aunque habla un poco ruda, en realidad no lo es, pues en cada oportunidad me abraza y me dice lo feliz que está de tenerme como su compañera. Con los demás empleados es lo mismo. Siempre están al pendiente de cualquier cosa que necesite. Me ayudan hacer mejor en mi trabajo. En el comedor no paro de hablar, pues ahora que me siento en confianza. Soy yo misma todo el tiempo, es como si estuviera en mi mejor época, pues todo me pone feliz, me río muchísimo con todos mis nuevos hermanos, así es como ahora los llamo. Somos prácticamente una familia, bueno, ellos ya lo eran, pero cuando llegué no dudaron en hacerme parte de ellos y eso significa todo.

Magda se convirtió como en una segunda madre para mí. Siempre que nota que me pongo triste, llega para consolarme y acompañarme hasta que me sienta mejor. Nunca me ha llamado la atención, creo que eso es bueno, ya que hago todos los días hago mi mayor esfuerzo para que todo salga excelente. Hoy por hoy puedo decir que conozco la casa de cara a rabo, como decimos en México, con excepción del cuarto piso, puesto que está bloqueado. Es el que le pertenece al joven Abrah. Él sigue hablando con sus padres, pero con promesas que no se cumplen, pues han pasado varios meses desde que llegué y él ni sus luces. La señora Anelle siempre se pone triste al ver los portarretratos de él, ya que están por toda la casa, aunque no he visto una foto de él adulto.

-Mia, ¿qué serie vas a poner? -me pregunta Taddeo.

-Ya te dije, estoy viendo Diario de Vampiros.

-¡Qué! No, yo no quiero ver eso. Siempre vemos tus cochinadas, me toca elegir a mí.

-¡Claro que no! Tú ya elegiste el otro día, aparte, yo llegué primero y ya voy a terminar esta temporada.

-¿Ya la pusiste? -pregunta Dinora.

-Sí, siéntate, amiga -le respondo mientras golpeó con palmaditas el sillón que está a mi lado.

-¡No! Dinora, ¿tú también vez esa porquería?

-¡Claro! Amo a Stefan.

-¡Qué horror! Mil veces Damon -dice Julia que llega a sentarse con nosotras.

-¡Lo sé! Es tan sexi -exclamo.

-Yo mejor me largo -dice Taddeo, que se va renegando y haciendo movimientos con sus manos.

Nos reímos y nos enfocamos en la televisión, ya que a esta hora yo ya terminé con mis tareas. Dinora tiene tiempo libre, pues Arleth está en la escuela. Y por lo que veo, Julia se está tomando un descanso.

-Mia, siento interrumpir, pero ya me voy a la ciudad. ¿Quieres que lleve el pago de este mes? -me pregunta Julio.

-¡Sí, sería genial! Espera un poco Julio, deja voy por el dinero -le respondo, poniéndole pausa a la televisión.

-¡Ay, Mia! ¿Por qué le pausas? -reniega Dinora.

-No exageres, ya vuelvo.

Bajo de inmediato a mi habitación por el dinero de la renta, pues Julio me hace el favor cada mes de llevárselo a la casera que nos alquila el departamento, a Gaby y a mí. Con el sueldo que gano no es ningún problema tener listo el dinero, aparte de que todo este tiempo he ahorrado mucho. Prácticamente, no gasto en lo absoluto.

Subo de inmediato, no vaya a hacer que alguien esté esperando a Julio.

-Aquí tienes Julio. ¡Muchas gracias!

-No hay problema, sabes que lo hago con mucho gusto -me dice sonriendo, como siempre. - ¡Hasta luego chicas! -les dice mientras se retira.

-Mia, sabes que le gustas a mi hermano, ¿cierto? -me dice Julia.

-¿¡Qué!? No, claro que no. Él y yo solo somos amigos -le respondo.

-Ahora que lo mencionas Julia, yo también lo había notado -añade Dinora.

-¿Tú qué? Tú no habías notado nada. ¡No seas mentirosa Dinora! -exclamo.

Dinora se ríe.

-¡Estoy hablando en serio! Yo creo que todos lo han notado. ¡Ey, Isabel! ¿Verdad que Julio está enamorado de Mia? -le pregunta a Isabel que va subiendo las escaleras del sótano.

-No me interesa -nos ignora y se sale de la casa.

-Ella nomás no te acepta, ¿eh? -dice Julia.

-No tengo idea de porqué. Que yo sepa, no le he hecho nada malo, ni cuando llegué, ni ahora. Les juro que he tratado de llevarme bien con ella, pero al parecer a ella no le interesa -les cuento a ambas.

-Ella siempre ha sido así, no te preocupes -dice Julia.

-Era más simpática cuando Abrah estaba aquí -comenta Dinora.

-Sí, pero eso fue hace que... ¿7 años? En ese entonces ella era más joven e ingenua, al igual que Abrah. Aunque ella estaba a su servicio, él jamás le pedía demasiadas cosas, su trabajo era muy sencillo, pero desde que él se fue todo se modificó, hace más trabajo que antes. Supongo que eso la hizo molestarse aún más.

-¡Hola, chicas! -llega Nora. -Arleth ya llegó de la escuela, me pidió que subieras a su habitación.

-Voy enseguida -dice Dinora.

-A ti no hermana, me pidió que le dijera a Mia.

-¿A mí? ¿Qué necesitará? -digo extrañada.

-No tengo idea -me dice. -¡Me muero de hambre! -grita Nora a todo pulmón.

-Ya casi está la comida -grita Francisca desde la cocina.

Todas nos reímos.

-Pueden seguir viendo la serie, voy a subir -les digo a las chicas.

Creo pensar que necesitará una nueva fotografía, desde que le guarde el secreto, nadie tiene idea de que es lo que hago con Arleth y porque me habla tanto. Aunque no les parece extraño ya que saben perfectamente que los señores son muy amables. Su habitación se encuentra en el segundo piso. Hay dos formas de subir, ya sea por las escaleras o por el ascensor, pero como soy una persona muy floja siempre me decido por la segunda opción.

Toco la puerta.

-Arleth soy yo, Mia -le digo acercándome a la abertura de la puerta.

-Pasa -me grita desde adentro.

-¿Que sucede? -puedo escuchar que está llorando.

-¡Ay, Mia! Me siento súper mal -se estira para darme un abrazo.

-¿Qué pasó? ¿Alguien te hizo algo? -le preguntó acariciando su largo cabello rubio.

-¡Lo mismo de siempre! Hoy entró un chico nuevo al colegio, fue súper amable conmigo, estuvo gran parte del descanso junto a mí, hablamos de mil cosas. Después entramos a clases, y en el próximo descanso fui a buscarlo, pero él comenzó a ignorarme. Se enteró de mi apellido, así que fingió demencia y ya no se acercó en ningún momento -me dice sollozando.

-Cuánto lo siento Arleth, no te pongas así.

-¡Es que no lo entiendes, Mia!

-Claro que te entiendo.

-Tu familia era así, ¿cómo la mía? Lo dudo mucho -me dice aun llorando.

Cada que habla de este tema, no la entiendo por completo, ya que hay muchos secretos que aún no conozco. Poco a poco me he enterado de algunas cosas, pero no del todo. No puedo darle el avión cada que se abre conmigo.

-Arleth, yo sé que debe ser difícil, pero tú quieres esto, asistir a la escuela, tener una vida la más normal posible, trata de entablar una conversación con una persona, solo enfócate en una persona, y así te llegue a conocer como realmente eres para que se vuelva tu amiga y te quiera tanto como yo a ti.

-Si supieras... Me molesta tanto que mi hermano siempre tenga la razón, él sabía que pasaría esto, me lo advirtió muchas veces, por eso se negaba a dejarme ir a la escuela, y yo de bruta que lo desobedecí.

-Yo no creo eso, pienso que tu debes tener lo que desees sin importar qué, tal vez tu hermano lo hace por cuidarte, pero no ve que te haría más mal quedarte en casa.

-¿Crees que sería peor tomar las clases aquí?

-¡Por supuesto! Mira, todos los días sales de casa, te arreglas bellísima para lucir esa linda ropa que tienes, saludas a las personas, aunque ellos no te respondan, aprendes algo nuevo y te distraes. En ocasiones aprovechas la oportunidad para comprarte algo de ropa o algún perfume. Salir es libertad.

-¿Tú te sientes encerrada aquí?

-No, tengo muchas cosas que hacer, siempre estoy ocupada y tu jardín es enorme así que no, no me siento así.

Por supuesto que me siento así, pero no puedo decírselo, desde que pisé esta casa el primer día, no he salido para nada y no es que no quiera, no me lo permiten. Sé que suena extraño, pero hace unas semanas me enteré de algo mucho peor.

Como ya sabíamos, todos los empleados de esta casa son los mismos desde hace generaciones, yo pensé que esto sucedía porque eran conformistas o porque le tenían un gran cariño a la familia, pero no es así. Persona que entra a trabajar para los Marcerano, persona que no vuelve a trabajar en otro lugar. Es como si compraran tus servicios de toda tu vida, pues es considerado traición renunciar e irte de la casa. No hay ninguna forma de salir de aquí, bueno si la hay. Muerto.

Todos viven aquí hasta que mueren, ya sea por alguna enfermedad o por causas naturales. Todos son hijos de algún empleado anterior o que se encuentra en otra vivienda, es el caso de la mamá de Isabel, ella está en la casa de Nápoles, al igual que la mamá de Julio y Julia. El papá de Adrián está en Palermo, y el hermano de Taddeo es nada más y nada menos que Agustín. ¿Recuerdan que había mencionado que tenían algo curiosamente parecido? Ahora entiendo el porqué. Él está con Abrah allá en Alemania, como su mano derecha. Está situación es de terror, cuando me terminé enterando de que mi contrato sería para toda la vida, lloré semanas, por supuesto a escondidas de los demás, ya que para ellos no es ningún sacrificio, ni mucho menos un delito, pues ellos crecieron aquí, es lo más normal.

Por fin entendí tantas cosas que al principio no, como cuando hablé por primera vez con la señora Anelle, o en la ocasión cuando Arleth dijo que en su escuela le tenían miedo y por supuesto sin ignorar toda la seguridad que rodea la casa.

Todos los días alguien añadía más detalles sobre esta familia. Sin duda no son unos simples empresarios italianos, sabrá Dios que tipo de mercancía promueven y negocios ilícitos tengan. Trato de no indagar mucho ya que no sé hasta qué punto saben los demás empleados. Ahora entiendo porque no quieren personal de servicio indagando por la casa.

-Tengo que esforzarme en conocer a alguien, no puedo seguir más tiempo así -me dice Arleth.

-Sé que encontrarás a alguien que te amará tal cuál eres -le digo dándole un beso en la frente.

Me sonríe dulcemente.

-Mira lo que te traje -me dice Arleth entregándome una bolsa de papel.

-Ay Arleth, ya te dije que no debes molestarte.

-No es nada, solo ábrelo.

Cuando meto mis manos a la bolsa siento una tela súper suave.

-¿Qué es esto? -lo termino de sacar de la bolsa.

-¿Te gusta? -me pregunta Arleth emocionada.

-¡Es precioso! -respondo.

Es un vestido largo de satín en color blanco, con unos ligeros tirantes, se mira costoso.

-¡Muchas gracias, Arleth! No puedo creerlo esta hermoso.

-Sabía que te gustaría, por tu figura delgada pensé que se te miraría súper bonito. En cuanto lo vi, supe que era para ti. Espero que pronto podamos salir juntas algún evento y lo puedas lucir.

-Yo también espero que sea muy pronto -le doy un gran abrazo.

Abrah Marcerano / Alemania

-¡Mi hermano es un maldito suertudo! -exclama Agustín.

-Cállate, no me dejas trabajar -respondo.

-Oye, ¿qué le vas a regalar a mi hermano? -me pregunta, fastidiando como siempre.

-¿De qué demonios me estás hablando? -respondo, mientras reviso en mi escritorio todas las cuentas pendientes por liquidar.

-Hace una semana fue su cumpleaños.

Lo ignoro.

-Yo me autorregalé algo genial el día de mi cumpleaños, claro, con tu dinero. Si mi hermano se entera, sin duda se molestará.

-Para qué me lo dices, no me importa.

-Bueno, yo solo digo -me dice mientras se sienta en una de las sillas que están frente a mi escritorio.

-Bueno, cómprale algo, pero que no pase de 4 cifras.

-Qué tacaño eres, ya ni las chicas que trabajan en tu casa. Mira, se tomó una foto con su pastel, ¡Qué imbécil! -me muestra su celular.

-Que tiene de malo que se tome fotos con su pastel -me rio de su estúpido comentario.

-No es que tenga algo de malo, está con mi chica, mira qué hermosa está Mia.

-No estaba enterado que tenía novia.

-Su novia ¡Ja! Ya quisiera. Es tan linda que parece modelo, yo no entiendo... si vivía en Milán pudo haber aprovechado y entrar a una agencia o algo así, estaba en el corazón de la moda, pero se le ocurre entrar a trabajar a tu casa.

-¿¡Qué!? -respondo sorprendido. -¿Qué fue lo que dijiste idiota?

-Que está trabajando en tu casa.

-¿Quién? -le grito levantándome de mi silla.

-Mia, la chica linda que te estoy diciendo -me responde gritando.

-Pero ¿por qué? A mí nadie me ha dicho nada.

¿Por qué mi familia me oculto algo tan importante? -pienso.

-Pues supongo que se les pasó. Ahora me doy cuenta de lo poco me pones atención. Yo te platiqué hace meses, el día que le llevé los papeles a tu papá. Me pediste que me encontrara con Magda afuera del hotel, allá en Milán. Ella estaba allí. ¿No lo recuerdas? Te dije que Magda estaba en la camioneta con una chica muy linda. Tengo entendido que ese fue su primer día, iban camino a tu casa.

-¿Dijiste que se llamaba, Mia?

-Sí, es esta chica, mira -me enseña su celular, apuntando con su dedo la foto de perfil que tiene Taddeo. Observando bien la foto, la chica, su cara me parece conocida. ¿Dónde la he visto?

-Coglione! -le digo, mientras comienzo a buscar mi celular en mi escritorio.

-¿Qué pasa?

-¿Dónde está mi celular? ¡Búscalo! -le grito.

-Aquí está, aquí está, no te enojes. ¿Qué es lo que pasa?

-Mi hermana me quiso ver la cara de idiota.

Me siento muy molesto, cómo es que algo tan importante lo dejan pasar, así como así. Tengo que marcarle a mi madre. Buscó de inmediato el número ya registrado y espero que conteste.

-¡Hola, hijo! ¿Cómo estás? Me da mucho gusto que marcarás -responde alegre.

-Hola mamá, ¿Qué tal? ¿Cómo estás? Es bueno oír tu voz.

-Bien, mi amor. Igualmente, feliz de poder escucharte.

-Quiero preguntarte algo, ¿por qué no me dijiste que contrataron una nueva empleada?

-¿Nueva empleada? ¿Te refieres a Mia?

-Así es, porque no estaba enterado.

-¡Ay, mi amor! Te lo iba a comentar, pero ¿no sé qué pasó? Cuando hablamos se me olvidó y así fueron pasando los días. Si tú no te enteras, estoy segura de que hasta el día de hoy no lo sabrías porque tu madre es una olvidadiza.

-Entiendo, no te preocupes. Pero ¿y los demás? Mi papá no me dijo nada, Arek tampoco y mucho menos Arleth.

-Estoy segura de que se les pasó como a mí, no te lo tomes a mal, ya pasó.

-¡Ya pasó! ¿Acaso la investigaste? ¿Recuerdas todo el procedimiento que se hace para recibir a un nuevo empleado? Ni siquiera sabes si es de confiar.

-¡Ay, hijo! No es para tanto, lleva cerca de 1 año con nosotros, la conocemos perfectamente, es una chica súper agradable, dulce, tierna y alegre. Arleth siempre está con ella y le ha hecho mucho bien, le da muchos consejos de chicas. Tu hermano y tu papá la adoran, al igual que todos los empleados, ya es una más de la familia.

No sé por qué me molesta aún más saber eso.

-No estoy seguro... ¿Esta Arleth contigo?

-Tú, tranquilo, confía en nosotros. No, hijo, está en su habitación.

Ya pasó una vez, se confiaron demasiado y terminamos pagando las consecuencias. No puedo quedarme así, sin hacer nada, sin pensarlo; mis labios terminan hablando por mí.

-Mañana a primera hora saldré para Italia.

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