Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 10

Por primera vez subo al primer piso, toda la escalera está muy iluminada como en la planta baja, me imagino que estará igual toda la casa. Conforme nos acercamos al primer piso, la casa comienza a cambiar, de un estilo moderno minimalista a un estilo más elegante, gótico y renacentista, digno de un palacio. Terminando de subir la escalera se encuentran dos enormes puertas de cristal, que dividen el pasillo con el camino al área de empleados. En cuanto cruzo esas puertas, es como si cruzara la frontera, me llega un olor riquísimo, de una casa sin duda limpia y costosa, no sé cómo explicarlo, pero esta casa huele como cuando adquieres un producto nuevo, mucho antes de que se familiarice con el olor personal. Esta es la sensación que me brindó en el primer instante que pisé el pasillo principal. Está lleno de grandes candelabros, espejos por doquier, cuadros de todos los tamaños con grandes pinturas, hay pequeños muebles con muchas fotografías y el piso que parece de mármol reluce de brillo. Todo está muy limpio, tal como cuando la miré por fuera, es por dentro, hay demasiadas ventanas que provocan que, entre demasiada luz, estoy enamorada de este lugar.

—Por aquí, señorita —me dice un hombre calvito con cara de enojón.

—Apresura el paso, Mia —comenta Magda.

—Voy detrás de usted —respondo. —Lo que pasa es que es muy rápida.

Yo sabía que la casa era grande, pero el lugar donde se encuentra la señora se encuentra a kilómetros de distancia. Aunque lo que digo no es literario, solo es una simple expresión, no puedo dejar de pensar: "¿cómo será posible que una casa mida tanto?". Incluso al paso que vamos no he podido memorizar el camino y, sin duda alguna, me perdería en el regreso.

—¿Lista? Está aquí dentro —me dice Magda, mientras toca la puerta.

—Adelante —se oye la voz de una mujer.

—Con permiso, señora. Le he traído a Mia, la nueva integrante del servicio —le comenta Magda.

—Excelente —responde mientras se pone de pie. Puedo observarla desde la puerta de lo que creo que es la biblioteca. Es una señora joven de unos 45 años, cabello claro, delgada, piel suave como porcelana, gran sonrisa y sobre todo muy, muy bonita.

—Hola, señora, mucho gusto me llamo Mia. Mia Santiago.

—¡Hola Mia! Encantada de conocerte, me llamo Anelle —me dice mientras me ofrece su mano.

La tomo gustosa y me da un fuerte apretón.

—Tomen asiento —nos dice a Magda y a mí, señalando uno de los sillones de la habitación. — Marcello que nos sirvan el té —le dice al Calvito.

—Por supuesto —responde el hombre y se retira.

—Eres una mujer muy hermosa, me sorprende tener una compañera, así como tú —continúa sonriente.

—¡Gracias, señora! Viniendo de usted sin duda es un gran alago.

—¿¡Señora!? ¡No, por favor! Dime Anelle —ríe.

Volteo a mirar a Magda y ella me asiente, supongo significa que está bien.

—Como usted prefiera, Anelle.

—Eso me agrada. Primeramente, quiero decirte que eres bienvenida a esta, que ahora es tu casa. Si tienes dudas, inquietudes y disgustos, no dudes en decirme. Lo más importante para mí es que se sientan bien en su nuevo hogar y su nueva familia, para que tengas una gran estancia porque será prolongada. Lo que quiero decir es que mires al futuro y encuentres tu lugar. Así que nunca te quedes callada, todo se puede solucionar.

¿Por qué mencionó la palabra «prolongada» y «futuro»? —pienso.

—¿Ya le asignaste habitación? —le pregunta a Magda.

—Sí, está en la habitación de Nora.

—¡Uff, Nora! Sin duda una gran anfitriona, sabrá guiarte como nadie.

—Espero que sí —le respondo tímida.

—¿Tienes familia en Milán? —me pregunta.

—No, solamente tengo una amiga.

—¿Y dónde está tu familia?

—Fallecieron.

—Cuánto lo siento, espero no haber sido indiscreta.

—No se preocupe.

—¿Ella sabe que entraste a trabajar aquí?

—Algo así, le comenté que había encontrado un buen trabajo fuera de la ciudad, pero no le di muchos detalles.

—Entiendo. Hiciste bien.

De pronto entra una llamada al celular de la señora.

—Permítanme —nos dice. —Pronto! —ella comienza a hablar con la persona, parece ser importante, habla demasiado rápido que no logro entender nada de lo que dice. Pone la mano en el teléfono para tapar el micrófono.

—Les parece si continuamos nuestra charla para después, ¿te parece Mia?

—Por supuesto, no tengo ningún problema.

—¡Excelente! Bienvenida a tu nuevo hogar —lo dice muy sonriente, para después darme un abrazo que me desconcierta.

En eso Marcello viene hacia nosotros con el té.

—¿Qué? ¿Ya terminaron? —nos pregunta.

—Le entró una llamada y tuvo que atender, si gustas llévale el té a ella, nosotras lo tomaremos abajo —le dice Magda.

—Bien —el calvito me sonríe y se va.

Pienso que no estuvo nada mal nuestro primer encuentro, creo que es una linda persona, se mira muy amable y cordial, dudo mucho que sea una mala patrona como la doña Carmina. Magda me cuenta un poco sobre ella y su familia. Como mencioné, Anelle es una gran persona, quiere mucho a su familia y siempre está en contacto con sus empleados. Siempre está preocupada por su hijo Abrah, pero él casi nunca responde sus llamadas. Resulta que lo que dicen los demás es verdad, hubo un problema y por ese motivo él se fue de la casa. Tienen 6 años que no lo miran, todos los asuntos los atiende desde Alemania. El señor Aroham ya se jubiló y no quiere atender ningún problema relacionado con los negocios de la familia, de hecho, ni siquiera está en la casa, pues se encuentra hospedado en la casa de Nápoles. Llevan un lindo matrimonio y siempre están juntos, pero como Abrah no ha regresado, su papá tiene que ir de vez en cuando a revisar las otras propiedades de Italia, y eso le molesta, pues cree que ya no es parte de su trabajo.

Como tenía que ser, me terminan de presentar a todas las personas del servicio de la casa, en total somos más de 50 personas, me parece una exageración y una enorme dificultad aprenderme todos los nombres.

Marcello es el mayordomo, es la única persona que tiene autorizado estar en el primer piso, incluso puede caminar por parte de la casa. Su puesto en sí es la entrada principal, pero sin problema puede estar en la misma habitación que cualquiera de los señores. Laura, la chica que almorzó con nosotros en el comedor, es auxiliar de limpieza como yo. Carlota, una señora chaparrita y de ojos grandes, se encarga del área de lavado junto con Mona, una chica que entró hace unos 3 años. Luz se encarga del área de planchado junto con su hija Marisol. Gael es su hijo también. Y así como ellos, terminó conociendo a todos los demás, teniendo una agradable conversación, sinceramente todos son muy amables.

Cuando se hace de noche y Nora ha terminado sus labores, vamos a la cocina a cenar. Aunque realmente no tengo mucha hambre, acompaño a mi nueva amiga. Su italiano es muy curioso, suena como si estuviera enojada todo el tiempo. Mientras ella conversa conmigo, no puedo evitar pensar en Gaby, ¿qué estará haciendo? ¿Para este momento ya habrá leído la carta? ¿Estará preocupada por mí? Lo más seguro es que sí, tal vez fue al café con Martina a preguntar por mi paradero. Sé que la forma en la que me fui no fue la adecuada, pero ¿qué más podría hacer? No puedo evitar sentirme triste, actúe mal con mi amiga. De pronto me llega la melancolía y me retiro al patio trasero para poder estar sola. De esta manera, podré evitar que me vean llorar. Al fin y al cabo, en este lugar me fue excelente el día de hoy, fui muy bien recibida.

Camino por todo el jardín trasero, la luna ilumina mi camino mientras el viento sopla. A unos metros se encuentra una pequeña mesa de jardín con sillas a su alrededor. Me siento y contemplo los majestuosos árboles que recaen sobre mí. El cielo oscuro se encuentra repleto de estrellas y las rosas del jardín añaden un ligero olor. Es encantador, el escenario perfecto para llorar. Mi vida ha tomado un giro nuevo, a pesar de que de cierto modo ya no estoy sola, ya que hay más de 50 personas en esta casa. Me sigo sintiendo así por dentro, es inevitable sentirme triste y abandonada. Extraño mi casa en México, a mis papás y a mi amiga Gaby

—¡Hey!, ¿Qué haces aquí sola? —me dice un joven, que se acerca caminando del lado izquierdo de la casa.

Me limpio las lágrimas.

—Nada —respondo titubeante.

—No tengo el placer de conocerte, ¿Cómo te llamas?

—Mia, entre hoy a trabajar aquí.

—Tan mal te fue para que estés aquí sola llorando.

—No, no estoy llorando, es que hace mucho viento y está entrando tierra a mis ojos.

—Sí, claro, también me pasa —me dice sonriendo.

No tengo idea de quién sea, me imagino que alguien de seguridad. No tengo ganas de hablar con nadie.

—¿Ya cenaste? —me pregunta.

—No, aún no.

—¿Y eso por qué? ¿No te gusta lo que preparamos?

—No es eso, solo que no tengo ganas.

—No recomiendo que una chica tan linda como tú, vaya a la cama sin comer.

—¡Pero que les pasa a los italianos! Son muy confianzudos —exclamo.

Él se comienza a reír.

—¿Acaso no eres italiana?

—No

—¿De qué país eres?

No le respondo.

—Veo que no ha sido un buen día. ¿Quién te hizo enojar así?

—Lo siento, pero no me siento bien, preferiría estar sola.

—Sabes, yo vine a este lugar por lo mismo, pero te encontré a ti, supongo que deberíamos estar solos juntos.

Lo volteo a ver. Es delgado, aproximadamente de 19-20 años, ojos claros, rostro perfilado y nariz respingada; en conclusión, está muy guapo.

—La silla está libre —le respondo.

—¿Española? ¿Canadiense? ¿Colombiana?

—Ninguna.

—Déjame pensar... ¿Coreana?

Suelto una carcajada.

—Definitivamente, esa no es —responde riendo.

—Creo que es más que obvio.

—¡¡Arek!! —grita una chica a lo lejos.

Espera... ¿Ella dijo Arek? ¡¡Qué!!

Estoy muerta.

—¿Qué pasa? —le pregunta a la chica.

—Te busca mi mamá. ¡Y necesito que me ayudes! Abrah, se acaba de enterar de que estoy yendo a la universidad de la ciudad.

—¿Qué? ¿Cómo se enteró?

—Habló por teléfono con papá, y él le contó todo.

—Lo siento Arleth, se terminó tu aventura.

—¡Como dices eso! Necesito que me ayudes a que entre en razón.

—Sabes que él nunca estuvo de acuerdo, porque lo estaría ahora que lo hiciste a sus espaldas.

Ella se percata de mi presencia.

—¡Hola! —me saluda. —¿Es tu amiga? —le pregunta a Arek.

—No, bueno, supongo que sí —se ríe. —Ella es Mia, la nueva empleada.

—Es un placer —le digo ofreciéndole mi mano.

—¡Igualmente! Me llamo Arleth —me responde muy alegre. Cuando toma mi mano me jala hacia ella para darme un gran abrazo.

Ahora definitivamente estoy en problemas, le hablé a uno de los señores en un tono poco amigable, y aparte estoy escuchando su conversación. ¡Magda me va a matar! Después de que ellos lo hagan, si es que lo hacen, ya que se miran muy amables.

—Entonces, ¿qué hago? —le suplica Arleth a su hermano.

—Supongo que darte de baja en el colegio.

—¡No es justo! Él sí vive su vida como quiere y uno aquí encerrado, ¡está loco!

—Lo siento, no sé cómo ayudarte.

—¡Ya sé! —grita. —Mía, ¿puedo tomarme una foto contigo?

—¿Eh? ¿Una foto? —pregunto desorientada.

—¿Por qué quieres una foto con Mia? —le pregunta Arek.

—Si le escribo y le enseño fotos con mis "amigos", podrá cambiar de opinión.

—En serio crees que, por tener amigos, ¿te va a dejar en esa escuela?

—Él decía que nadie me aceptaría porque me tendrían miedo, pero si le enseñó mi foto con mi "amiga" Mia, dentro de la casa, creerá que ella me vino a visitar y que es seguido y sobre todo que me la llevó superbién con todos.

—Mia, es empleada, ¿no crees que se entere?

—¡Claro que no! Él no tiene ni idea de que la contrataron y menos como es su rostro, aquí a que él decida venir a la casa, ya habré terminado la escuela, o él ya se habrá olvidado del problema — nos dice muy emocionada.

—¿Estás de acuerdo? ¿Tú qué piensas? —me pregunta Arleth.

—Supongo que está bien —respondo.

—No lo sé, no parece un buen plan.

—Tú confía, Arek.

—Se molestará aún más si sabe que trataste de engañarlo.

—Te juro que no será así —me dice Arleth mientras le da su celular a su hermano para que nos tome la foto. —¡Sonríe! —me dice.

—¡Gracias Mia! Tienes que guardarnos este secreto, no le puedes decir a nadie de esto, ¿De acuerdo?

—Sí, está bien, no se preocupen —de hecho, es mejor para mí. No quiero que se enteren de que estuve escuchando sus conversaciones, no sé qué tipo de repercusiones puedan caer sobre mí.

—¡Desde hoy serás nuestra confidente! —exclama emocionada.

Arek me mira por un instante y me regala una gran sonrisa. ¿Será que es bueno ayudarlos con esto?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro