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Seiya esperaba muchas cosas la noche que fue a hacer de guardia, tener que lidiar con ladrones u otro tipo de amenazas ( rezaba a los dioses que no fueran langostas o sapos de nuevo...).
Definitivamente no esperaba morir porque un...¿angel?( si recordaba bien de cuando hablaba con algunos hebreos, estos eran enviados de su Dios), lo matará y trajera a un más allá totalmente distinto a lo que habia pensado que sería, y para el colmo dijera que estaba a su cargo.
Desearía solo estar soñando, pero ya se había pellizcado y dolió bastante, así que definitivamente estaba consciente, despierto...y muerto.
La confusión y sorpresa debió estar totalmente plasmada en su rostro, si la sonrisa compasiva otorgada por el ángel pelinegro era algo que tomar en cuenta.
- Entiendo que debes estar muy confundido, te explicaré las cosas con calma, ¿gustas acompañarme a un paseo?
Seiya no sabia como funcionaba todo el asunto de ángeles, Dios y el cielo, pero prefería no ponerse demasiado a la defensiva con alguien que hasta ahora parecía ser importante y bueno...literalmente lo había matado con un simple.......
¿Había sido un beso?
Em...no iba a preguntar nada al respecto, no entendía a los angeles y sería algo problemático si se hacía una idea equivocada, mejor simplemente lo seguía.
- hum..claro
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El cielo era...un lugar completamente hermoso.
El sol brillaba por lo que parecía ser un infinito campo verde, pero no hacia sudar ni cansaba por el calor. Una brisa fresca constante regaba el campo y a quienes caminaban por él.
Habían árboles, flores, casas de una arquitectura que Seiya no conocía, incluso senderos, de hecho, actualmente estaban usando uno mientras Shiryu le hablaba del lugar.
Jamás había visto un sitio tan lleno de vegetación y vida en sus
Durante su paseo, seiya puyo ver a otras almas y angeles...todos se veían tan felices...excepto algunos niños pequeños, que lloraban por no encontrar a sus madres.
- la tristeza en el paraíso es momentánea, dentro de poco lo olvidarán y jugarán felices
Le menciono el ángel que lo acompañaba al notar como se quedó observando a un niño pequeño, que estaba refugiado debajo de un árbol mientras pedía ver a su madre.
- ¿olvidarán?
- Si las almas permanecieran con sus preocupaciones de su primera vida, entonces jamás alcanzarían la paz que el paraíso les ofrece, con el tiempo olvidan sus preocupaciones y tristezas y disfrutan de la segunda vida, incluso si ese malestar incluye a familiares o amigos dejados atrás..
Un pequeño malestar se instaló en el estómago de seiya..él también era un alma...¿olvidar su malestar significaba que olvidaría a su hermana y amigos? Ellos ciertamente no vendrían al cielo por lo que entendió de la explicación que el ángel le dio...
No quería olvidar a su hermana, a sus padres.. tampoco a los amigos que había hecho en Egipto....
Un pequeño pánico se apoderó de él, aunque el ángel no pareció darse cuenta, pues siguió hablando y mostrándole el lugar.
Seiya escuchaba vagamente la explicación, captando los puntos más importantes, pero su mente divagaba mientras miraba a las almas de aquellos de buen corazón que disfrutaban del paraíso...
¿Cuantos de ellos habían olvidado ya a sus seres queridos? Ese pequeña niña que trepaba un árbol.. ¿Tendría una familia que aún la lloraba? Ese hombre que miraba el campo con una sonrisa sin preocupaciones..¿Había olvidado ya a quienes amaba en la vida terrenal?
- Oh, debo irme un momento Seiya, espero no te moleste...¿conoces el camino regreso a la casa que te mostré?
Shiryu interrumpió la caminata informátiva en un punto de regreso, cuando un ángel de largos cabellos verdes lo llamó con una mano, invitándolo a ir con él a quien sabe donde.
- No te preocupes, ¡no me perderé!
Tras decir eso, el ángel de cabellos negros lo dejó solo, dirigiéndose a acompañar al otro, que viéndolo bien, se veía un poco mayor y.....¿Esas alas no eran algo enormes?...tendría que preguntarle a shiryu que signifiba el tamaño de las alas cuando regresara.
Dejado solo, tomó el camino que recordaba era de regreso. No iba precisamente apurado, caminando a paso moderado con su vista en el sendero.
A pesar de que la suave brisa seguía acariciando su piel, y el dulce brillo del sol del paraíso iluminaba el camino, ya no le provocaba la misma sensación de paz y seguridad.
Después de esa revelación, el paraíso no se sintió tan cálido como antes.
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