Capítulo 7.-Ira.
Los dos herejes habían pasado ya la frontera que dividía Francia y Alemania, ahora tenían que buscar uno de los pueblos para comenzar a cazar al siguiente nombre de la lista.
-Johann. –Dijo Lawrence para sí mismo.
- ¿Hum?, ¿Dijo algo, maestro?
-No, nada, solo sigamos avanzando.
La hierba del bosque estaba húmeda debido a que la noche anterior había llovido. La mañana era algo fría pero no por eso era mala.
- ¿Por dónde estamos ahora? –Pregunto Lucas
-Cerca de Múnich- Respondió Lawrence. –quizá ahí encontremos al siguiente de la lista.
-Puede que si maestro.
Mientras ambos jinetes cabalgaban en el bosque, Lawrence vio un pergamino clavado en un árbol.
- ¿Qué es esto? –Pensó Lawrence.
El pergamino decía "Rosenheim, una ciudad de Dios".
Lawrence y Lucas sabían a donde ir.
- ¿Sabe a cuánto tiempo esta Rosenheim, maestro?
-Por fortuna si, fui una vez cuando peleábamos con los paganos en esas tierras, es una linda ciudad.
- ¿A cuánto tiempo esta?
-Está a 60 Kilómetros más o menos.
-Eso es por lo menos a cuatro horas de Múnich. –agrego Lucas a la respuesta de Lawrence.
-Sí, así que parece ser que yo cabalgaremos mucho tiempo.
Los dos hombres habían estado cabalgando toda una semana desde que escaparon de Estrasburgo.
Pero Lucas aun no superaba a Camille.
- ¿Por esa cara larga Lucas?
- ¿Por qué cree, maestro?
-No lo sé, puede ser de hambre.
No habían desayunado debido a que la lluvia seguramente habíase llevado consigo a todo animal del bosque.
Así que tenían que esperar por lo menos 4 horas hasta poder llegar a Rosenheim para comer.
-No es eso maestro, de hecho, ni tengo hambre.
Lucas no podía dejar de hacer puchero por lo triste que estaba.
-Ponte el casco, no supero verte así...pareces una mujer desconsolada. –Se quejó Lawrence.
-No se burle maestro, la verdad es que si estoy triste. –Lucas hizo lo que Lawrence le pidió y se puso el casco.
-Debemos seguir avanzando sin descanso si queremos llegar a Rosenheim a comer. –Expreso su preocupación Lawrence.
-Lo malo que acabamos todas las provisiones... ¿o por qué no nos detenemos en Múnich a desayunar? –propuso Lucas.
-Puede ser, aún es temprano y es domingo, la gente apenas debe estar saliendo de la misa.
Ambos apresuraron a sus caballos y en cosa de 10 minutos llegaron a Múnich.
Pasaron por el control sin problema alguna ya que Lawrence hablaba alemán fluido. Lucas era el que tenía problemas para entender.
- ¿Puedo hacerle una pregunta? –Pregunto Lawrence en alemán.
-Claro, ¿Qué duda tiene? –Respondió el guardia también en alemán mientras Lucas los miraba sin entender nada.
- ¿Lugares para desayunar que sean baratos?
-Me parece que en el centro de la ciudad podrá encontrar todo lo que desee.
-Gracias, ¡uns wiedersehen!
- ¡uns wiedersehen! –Lawrence señalo a Lucas que era hora de marcharse.
Ambos cabalgaban en una calle muy congestionada, se podía sentir la vibra de una ciudad muy alegre a todo lo que daba.
De vez en cuando algún que otro borracho gritaba insultos en alemán a Lucas debido a que no sabía cabalgar muy bien, y llegaba a empujar a estos borrachos.
Pero como Lucas no entendía ni una sola palabra de alemán poco o nada le importaba lo que le gritaran.
Ambos, alumno y maestro, llegaron a una taberna que se veía de buen ambiente.
Cuando amarraron sus caballos y entraron fueron recibidos por una mujer con vestido.
-Guten Morgen. –Los recibió la chica.
Lawrence devolvió el saludo como era de esperarse y entablo una conversación con la camarera.
-Guten Morgen, ¿tendrá una mesa disponible? –Pregunto Lawrence en alemán.
-Sí, tenemos una para los dos caballeros, acompáñenme por favor. –Respondió la camarera.
Lawrence solo golpeo el hombro de Lucas para indicarle que lo siguiera.
Cuando llegaron a la mesa los sentaron y les dieron un pergamino.
- ¿Qué vas querer? –Pregunto Lawrence.
-Bueno maestro, yo no sé hablar alemán...y tampoco se leerlo.
-Pues básicamente hay cerveza, también whisky y algunos tipos de carne, por ejemplo, la Sauerbraten, que es carne marinada en vino y vinagre.
-Creo que eso suena bien. –Respondió Lucas.
-Muy bien, serán dos platos de Sauerbraten y dos tarros bien fríos de cerveza. –Pidió Lawrence en alemán.
La camarera solo dio un gesto de afirmación y se retiró de inmediato.
-Siento que estos alemanes me van a comer vivo. –Expreso Lucas abiertamente.
-Al menos no vienes solo. Me tienes a mi como interprete. –Tranquilizo Lawrence.
-Pues entonces no me separe de usted no un centímetro.
Después de unos minutos esperando, finalmente llegaron las cervezas.
-Danke. –Agradeció Lawrence.
Las cervezas tenían por lo menos un cuarto de su contenido de pura espuma, eso indicaba que había sido recién sacada de un barril, lo cual era excelente noticia.
-Hace mucho tiempo que no bebo una sola cerveza. –Se burló Lucas.
-También yo, la verdad es que en la orden no nos dejaban beber ni vino, eso era una tortura para los que bebían mucho antes de unirse a la orden.
Luego de seguir platicando y de seguir bebiendo llegaron los platos de carne que habían pedido.
-Danke. -Volvió a agradecer Lawrence.
-¿Qué quiere decir eso? Maestro. –Pregunto Lucas después de empinarse su último trago de cerveza.
-Es "Gracias" en alemán, no es muy difícil. –Respondió Lawrence.
Ambos se pusieron a comer y al terminar sus platos tomaron otra cerveza y partieron de inmediato a Rosenheim.
Los caballos ya habían comido y bebido, así que todos están listos para continuar con el viaje que les esperaba.
Aun les quedaban 10 horas de camino a Rosenheim, así que antes de partir se preguntaron si continuaban el viaje toda la noche o dormirían bajo un árbol.
-Creo que debemos cabalgar toda la noche, así cuando llegamos a Rosenheim dormiremos en el día y estaremos activos en la noche. –Propuso Lawrence.
-No lo sé maestro, ¿cree aguantar toda la noche? –Pregunto Lucas.
-Cuando vi el reloj del bar eran por lo menos las 3 de la tarde...así que llegaremos como en la madrugada.
- ¿Y qué posada estará abierta a esa hora? –Cuestiono Lucas.
-De hecho, seguramente no habrá ya acceso a la ciudad, así que nos tocará acampar afuera de ella. –Expreso Lawrence.
-Bueno, da lo mismo si dormimos temprano a si dormimos tarde, que sea lo que Dios quiera.
Estaba decidido. Cabalgarían las 10 horas hasta llegar a Rosenheim y acamparían afuera de la ciudad.
El calor de la tarde era bastante soportable, el sol era tenue y no pegaba tan fuerte como otros días.
Era un buen tiempo para cabalgar.
Cuando estaban por llegar a Rosenheim se detuvieron en el puente y decidieron acampar debajo de él.
Como los dos estaban muy cansados no dudaron ni un minuto más y se durmieron apenas bajaron de sus caballos.
Al día siguiente fueron despertados por unos pescadores de las afueras de la ciudad que los habían confundido con forajidos.
- Hey, was machst du hier? –Pregunto uno de los pescadores a Lucas.
-Yo...yo no hablo alemán... -Lucas estaba tratando de recordar cómo decir que no hablaba alemán para cuando estas cosas sucedieran. - Ich spreche kein Deutsch.
-Was ist los? –Pregunto Lawrence mientras se despertaba.
- ¿Qué se supone que hacen aquí? –Replico el pescador en alemán.
-Pasamos la noche aquí, llegamos en la madrugada y ya no nos permitieron la entrada a la ciudad. –Respondió Lawrence en alemán.
-Está bien, pero ya amaneció, es hora de que se vayan. –Gruño el pescador.
-Está bien, está bien. Uns wiedersehen-Se despidió Lawrence.
-Uns wiedersehen, Ahora largo de aquí. Sentencio el pescador.
-Maestro eso fue raro. –Se quejó Lucas.
-Y eso que tienes un intérprete, si vinieras solo estarías peor.
- ¡Nein, nein, nein, nein! –Gritaba un párroco fuera de una iglesia. ¡lo están haciendo todo, todo mal!
- ¿Qué es lo quiere que hagamos, padre Johann?
- ¡Hagan bien esa cruz, debe estar bien hecha para que pueda ser usada! –Grito Johann.
Desafortunadamente esa cruz no sería usada para fines religiosos, todo lo contrario, seria usada para acabar con la vida de un judío.
- ¡Traigan a Dorian! –Gruño Johann.
- ¡Por favor, esto es un disparate, yo le pago el diezmo a la iglesia! –Exclamo Dorian.
- ¡Nein, este es pueblo de Dios, no de judíos, así que tú y tu familia sean expulsados de aquí!
-Pero vivimos aquí desde hace muchos años, por favor, padre Johann, use la razón.
Johann no vacilo ni un segundo y le dio un golpe a Dorian en el rostro.
-Ustedes no deberían estar aquí, ¡no son dignos de!
-La cruz esta lista, padre Johann.
-Bien, mañana al alba será crucificado, no debe quedar ni uno solo de ellos.
Johann se retiró a la iglesia y dejo que los soldados se llevaran a Dorian a los calabozos.
-Pues henos aquí maestro...finalmente en Rosenheim.
Lucas y Lawrence desfilaban por las calles sobre sus caballos, era muy raro ver templarios por la zona.
Por fortuna Lucas tenía su casco puesto...de lo contrario habría llamado aún más la atención de la gente.
Ya fuera de las mujeres que envidiarían su rostro tan fino, los hombres que caerían presas de la confusión de ver a una hermosa "dama" como templario y los que simplemente lo verían como una hermosa mujer.
-Busquemos información de Johann. –Exclamo Lawrence.
-Si maestro, vayamos a alguna iglesia, deben estar cerca. –Propuso Lucas.
-Bien. –Lawrence se detuvo de inmediato y pregunto en alemán al primer hombre que vio. –Disculpe, ¿alguna iglesia que este cerca de aquí?
-Hmm...me parece que hay una como a 3 minutos a caballo, es una no muy grande, pero se distingue por un campanario pequeño.
-Gracias señor.
Lawrence continuo su camino sobre las calles de la ciudad seguido por Lucas, el cual lo seguía temeroso de perderse entre la gente.
Pero se despreocupo al ver un campanario.
Toda iglesia fuera grande o pequeña se distinguía por tener un campanario.
Cuando estaban por llegar sonó la campana dando la noticia de que era medio día.
-Increíblemente no hemos desayunado. –Se quejó Lawrence.
-Primero pidamos información de donde puede estar Johann y luego compremos algo. –Expreso Lucas.
-Está bien. –Gruño Lawrence porque de verdad estaba hambriento.
-Cuando llegaron a la iglesia preguntaron por el párroco, pero como no estaba fueron atendidos por un clérigo.
- ¿Qué se les ofrece? –Pregunto el clérigo.
- ¿Usted habla inglés? –Pregunto Lucas.
-Claro, estudie en Inglaterra así que hablo de manera fluida.
-Eso me alivia. –Exclamo Lucas dejando escapar un suspiro.
Lucas hablaba inglés y francés.
Por otra parte, Lawrence hablaba inglés, francés, alemán e italiano.
-Ahora sí, ¿a qué se debe la visita de dos templarios? –Cuestiono el clérigo.
-Buscamos al padre Johann, tenemos entendido que es de fama aquí en la ciudad de Rosenheim.
-Ja, y no de la mejor fama. –Se rio el clérigo.
- ¿Por qué lo dice? –Pregunto Lawrence.
-De que tiene fama, la tiene...pero esa fama se debe a su "especial" temperamento.
- ¿Es muy gruñón? –Pregunto Lucas.
-Si. Mando a ejecutar a 10 hombres solo porque interrumpieron su caminata matutina por la ciudad.
-Estoy seguro que es la persona a quien buscamos. Dijo Lawrence.
-Pues su parroquia no queda muy lejos de aquí, debe estar por lo menos a una media hora, pero no creo que vinieran caminando.
-Acertado. Vinimos en caballos. –Menciono Lawrence.
-Entonces les tomara la mitad del tiempo, ¿tienen algo más que decir?
-No, eso era todo.
-Bien, que Dios este con ustedes y que nos volvamos a ver.
Los dos caballeros se retiraron de la iglesia y fueron a la parroquia a buscar a Johann.
Sería más que sencillo de identificar gracias al temperamento del que se rumoreaba.
A caballo no les tomo más de 10 minutos llegar hasta la parroquia del cura, estaba a las afueras de la ciudad así que era una zona bastante apartada de todo.
Cuando llegaron escucharon unos gritos.
Pero no eran gritos de auxilio o algo así.
- ¡¿Por qué no pueden hacer nada bien?! –Johann estaba gritoneando a sus monjes ya que no podían terminar de hacer la cruz.
-Padre, por favor sea paciente, el trabajo tiene que estar bien hecho.
- ¡Nein!, ¡ustedes son unos malditos imbéciles!
-Padre, Johann, ¿es usted el padre Johann? –Pregunto Lawrence mientras se acercaba a Johann.
- ¿Y ahora que quieren estos? –Murmullo Johann lleno de desesperación. - ¡Si, soy yo, pero ahora largo que estoy ocupado!
-Tenemos cosas que decirle, padre Johann. –Replico Lawrence.
-Sea lo que sea puede esperar, de verdad estoy ocupado el día de hoy.
-Son ordenes de muy arriba, esas no pueden esperar.
-Está bien. -Gruño Johann. - ¿Qué son esas "cosas" que me tienen que decir?
-Bueno, más que nada es una carta.
Lawrence le entrego una carta a Johann, la cual decía que tenía prohibido meterse con los ciudadanos, que toda falta seria castigada por la ley y no por la iglesia.
- ¿Quién se supone que escribió esto? –Pregunto Johann conteniendo su ira.
-Pues quien más, el representante de Dios en la tierra: Decimus.
- ¡Esta bien!, ¡traigan a ese judío! –Exigió Johann lleno de ira.
Dos monjes sacaron de la iglesia a Dorian, y se lo entregaron a Lawrence y a Lucas.
-Llévenselo de aquí antes de que me arrepiente de soltarlo.
En cuanto los monjes soltaron a Dorian, él salió corriendo sin mayor espera.
-Nos vemos, Padre Johann.
Lawrence jalo las riendas del caballo haciendo que este cabalgara rápido. Quería alcanzar a Dorian.
Y cuando lo hizo, Dorian pensó que acabarían con su vida.
- ¡Por favor no, yo pago los impuestos a Johann!
-No venimos a matarte, todo lo contrario...venimos a libertarte a ti y a tu familia.
Lawrence sabía lo que Johann estaba haciendo ya que había escuchado que algunos curas hacían eso a los judíos de la zona como venganza a la derrota que sufrieron en Jerusalén. Pero los genocidios que la iglesia cometió durante las primeras cruzadas fueron un precio a pagar demasiado alto en victoria de los judíos y musulmanes.
- ¿Liberarnos?, ¿De quién?
- ¿De quién crees tú?
Dorian no dudo dos veces y llevo a los dos templarios a su casa, los cuales no fueron muy bien recibidos en la comarca donde vivía Dorian.
Miradas, era el único idioma que se hablaba mientras Lucas y Lawrence cruzaban la calle de la comarca.
-Esta es mi casa, pasen por favor.
Ambos bajaron de sus caballos y entraron a la casa de Dorian que sería recibido por su mujer y por sus hijos.
-Linda casa, sin duda. –Expreso Lucas sin querer.
-Gracias, gracias, caballero. –Dijo Dorian. –Tomen asiento, ¿les ofrezco algo de comer?
- ¿Tu que dices Lucas?, no desayunamos nada en realidad. –Pregunto Lawrence.
-Si no es mucha molestia para el caballero.
-No para nada, Noemí, sírveles algo de comer a los caballeros.
Noemí, esposa de Dorian llevo en una bandeja una jarra de vino y unos trozos de salchichas que habían quedado del desayuno.
La bandeja estaba moviéndose estrepitosamente, en señal de que Noemí estaba más que apanicada de que dos soldados del bando que había masacrado a su pueblo años atrás ahora estuviera comiendo es su mesa.
-Estos dos hombres me salvaron la vida, gracias a ellos Johann me libero. –Explico Dorian a su mujer.
-Ya veo...pero no era razón para invitarlos a la casa.
-No seas ingrata mujer, de no ser por ellos yo no estaría aquí.
Mientras comían se escuchaban 5 caballos a todo galope por la pradera, venían a cobrar el impuesto de la semana.
Lawrence no dudo ni un segundo en salir a hacerles frente.
-Lucas, protege a la familia de Dorian mientras no estoy. –Lawrence salió por la puerta y vio que los cobradores eran templarios.
Los 5 caballos rodearon a un grupo de campesinos que estaban cultivando su tierra.
-Buenas tardes caballeros, venimos por lo de la semana.
-Vera...lo que pasa es que.
- ¿Lo que pasa es que?, ¿No me digan que no tienen? –Interrumpió el templario.
-Si. –Murmuro el campesino.
-Bien, dennos lo que maldita sea tengan y el resto... ¿Cómo quieren pagarlo?
En caso de no tener para pagar los impuestos los hombres serian esclavizados y las mujeres serian vendidas a los burdeles de la ciudad.
- ¿Aceptarían pan? –Pregunto el campesino atemorizado.
- ¿Pan, ¡¿Pan?!, ¡¿acaso crees tú que a Johann le hace falta pan?!, ¡¿no tiene algo mejor?
-Verduras tal vez.
-Ni con 5 sacos de verduras lograrían pagar el impuesto.
- ¿Hay algún problema? –Pregunto Lawrence mientras acariciaba el pomo de la espada.
-Sí, hermano, ¿ya supiste que no tienen para pagar el impuesto de la semana?
-Lo sé, pero no lo pagaran.
- ¡¿Qué?!, ¡¿Qué carajo estas diciendo?! –Exclamo el templario.
- ¿Por qué pagamos impuestos a la iglesia si Jesús le dijo al pueblo "¿Den al hombre lo que es del hombre, y a Dios, lo que es de Dios"?
-¿Si sabes que los impuestos son para pagar los salarios de los curas y del mantenimiento de la iglesia?
-Pues que ellos se ganen el sueldo por sí mismos, que generen su propio dinero como la orden templaría, o, ¿acaso nosotros cobramos impuestos?
Los soldados se quedaron en silencio ante tal afirmación.
-Que los curas ganen su propio dinero, que no vivan de los impuestos que cobran a los pueblerinos, ¿o acaso eso es lo que Dios quiere?, ¿Qué el cura viva a costa del pueblo?, ¿Jesús vivió gracias a los esfuerzos del pueblo de Judea?
-¿Y cómo sabes que Dios quiere eso para sus representantes en la tierra?, ¿Acaso tú eres la voluntad de Dios? –Reto uno de los templarios.
-Hermano, aquellos que escuchan la voluntad de Dios, escuchan mi voz
Los soldados se quedaron nuevamente en silencio por aquello que Lawrence presumía.
-Si de verdad eres la voluntad de Dios en persona, demuéstralo. –Exigió el capitán.
-Bien, ¿alguien tiene un saco de piedras que me preste?
Uno de los campesinos lleno un saco de piedras como pidió Lawrence.
Lawrence levanto el saco con un gran esfuerzo, después de soltarlo se tallo la cintura.
-Ahora levántalo tú. –Le pidió al capitán.
El capitán hizo lo que Lawrence le pidió, y al igual que él, se tallo la cintura del dolor que le provoco.
-Ahora toca con esta.
Lawrence saco la espada de Dios, la levantaba con tanta facilidad que parecía ser una pluma de lo ligera que Lawrence la parecía ver.
-Esta es la espada de Dios, y solo por su voluntad podrá ser levantada. En otras palabras, solo el hombre la puede levantar si Dios lo quiere así.
Lawrence enterró la espada en la tierra.
-Ahora levántala tú. –Pidió Lawrence al capitán.
Cuando el capitán trato de levantarla se quedó paralizado al darse cuenta de que, aunque usara todas sus fuerzas la podía levantar, ni aunque fuera un poco.
Otro de los templarios lo intento, pero igual fallo.
Lawrence pidió al capitán que levantara el saco de piedras para que se diera cuenta que Lawrence y el tenían una fuerza parecida, y que la espada no era solo posible de levantar por la fuerza.
Los 5 templarios fallaron en el intento de sacar la espada de la tierra.
Incluso los dos campesinos que estaban ahí trataron de levantarla, pero también fallaron.
- ¿Lo ves ahora? –Dijo Lawrence mientras sacaba la espada de la tierra con una facilidad increíble.
Los templarios se hicieron varios pasos hacia atrás al ver semejante hazaña.
-Ya dejen en paz a los judíos, ellos al igual que tú y yo son hijos de nuestro señor que deja salir su sol, caer su lluvia y permite ver sus hermosos paisajes a creyentes y paganos por igual.
-Perdónanos, por favor. –El capitán se arrodillo ante Lawrence para disculparse por su comportamiento.
-Levántate, si vas a pedir perdón que sea ante Dios, no ante mí. Ahora váyanse.
En ese momento Lawrence guardo la espada y se dirigió a la casa de Dorian, donde Lucas estaba esperando con la espada lista.
-Guarda eso Lucas, no hace falta.
Lucas hizo lo que Lawrence le pidió y guardo la espada.
Lawrence se sentó de nuevo a comer como si nada hubiera pasado.
Se rellenó el vaso de vino y solo dijo.
-Tengan por seguro de que no volverán a molestar con los impuestos.
En realidad, solo a la comarca judía le cobraban impuestos mientras que a los demás habitantes de Rosenheim no se les cobraba ni un solo marco de plata.
- ¿Qué les dijo? –Pregunto Dorian-
-En realidad nada, no los amenace o los atemorice, solo les pedí que se fueran. –Respondió Lawrence.
Cuando los dos caballeros terminaron de comer estaban listos para ir a excomulgar a Johann.
- ¿Sabe si el padre Johann tiene guardia? –Pregunto Lawrence.
-No, no tiene ninguna guardia, en realidad...no veo algún por qué. –Explico Dorian.
-Solo es curiosidad, debemos volver a vernos con él.
-Bueno, que Dios este con ustedes...gracias por la ayuda.
-De gracias a Dios que por su gracia nos encontramos.
Lawrence y Dorian se dieron la mano, pero luego Lawrence se acercó al oído de Dorian y le dijo.
-Perdón por lo que mis hermanos le han hecho a su pueblo. –Susurro Lawrence.
Dorian abrió los ojos de la sorpresa que eso le causo y solamente pudo sentarse en ese momento mientras se carcajeaba.
Dorian estaba tan contento de lo que Lawrence le había pedido que no se lo podía ni creer.
- "Un templario pidiendo perdón al pueblo judío", eso es lo más descabellado que he escuchado en toda mi vida. –Pensó Dorian.
Lawrence y Lucas se subieron en sus caballos y se marcharon para buscar a Johann.
Como era costumbre, Johann estaba gritoneando por que las cosas no salían como él quería.
- ¡Eso no va ahí! –Grito Johann a uno de sus trabajadores. - ¡Les dije que la cruz debería ir afuera de la puerta de la iglesia, no detrás de ella!
-Perdón padre. –rogó uno de los monjes.
Pero realmente Johann estaba tan enojado que tomo un fuete y golpeo al monje con él.
- ¡Esperemos que así aprendas por lo menos! –Dijo Johann mientras se retiraba dejando en el suelo al monje que golpeo.
Lawrence y Lucas llegaron a la iglesia donde era párroco Johann, bajaron de sus caballos y sin preguntar que, hacia una cruz en el piso, fueron a buscar a Johann.
- ¡Nein, Nein, Nein, Nein, Nein, ¿Por qué ustedes no pueden hacer nada bien?! –Gritaba Johann mientras golpeaba a otro monje con el fuete en la cara hasta dejarlo sangrando de la cabeza.
- ¿Y tú por que no puedes mantener la calma?, ¿Sabías que la ira es un pecado capital? –Pregunto Lawrence.
- ¡¿Qué hacen ustedes aquí?!, primero se llevan a uno de mis presos, ¿y ahora esto?
-Los curas no tienen permitido tener prisioneros, ¿o me equivoco, padre? –Reto Lucas.
- ¡Maldito perro! –Johann trato de golpear a Lucas con el fuete, pero la armadura lo cubría.
-¡Lárguense de aquí! –Exigió Johann.
-Llévate al monje, yo tengo que platicar con el padre. –Ordeno Lawrence a Lucas.
-¡¿Cómo que se lo va a llevar?!, ¡él trabaja para mí!
-Padre Johann, de eso mismo quería hablar con usted...lo que pasa es que ahora usted queda excomulgado de su cargo.
- ¡¿Acaso estas demente?!, ¡ustedes no tienen autorización de hacer eso!
Mientras Lawrence y Johann discutían Lucas se llevó al golpeado monje que yacía en el suelo.
-Claro que tengo autorización, Dios me la dio. –Lawrence desenvaino la espada y amenazo con ella a Johann.
- ¡Eso que dices es una enorme calumnia, ¿Por qué Dios te mandaría a matarme?! –Cuestiono Johann.
-Por qué has pecado de ira, y eso no le gusta a Dios.
Johann solo se quedó estático unos segundos y luego de que Lawrence se preparara para atacarlo el esquivo la espada y salió corriendo para escapar a la azotea de la iglesia.
-Este nomas no aprende. –Gruño Lawrence.
Johann se había encerrado en la azotea de la iglesia, pero la trampilla de madera fue destruida fácilmente por la espada de Lawrence.
- ¡Lárgate de aquí, tú no puedes tener la razón! –Exclamo Johann.
- ¿Y desobedecer al señor?, no gracias.
Lawrence se acercaba paso a paso haciendo retroceder a Johann.
-Pecaste mucho Johann, tus insultos lastimaron a la gente que te seguía, tus golpes dañaron a las personas que te tenían confianza, por eso Dios te excomulgo.
- ¡Eso que dices es una herejía!
- ¿Herejía?, herejía es no obedecer a Dios en la tarea que me encomendado, así que es hora de que mueras.
- ¡Dios no le encargaría una tarea así a un amigo de judíos!
-Pero sigues sin aprender, ¿Por qué pelear con los judíos?, ¿Por qué no los invitamos a formar parte de nuestra religión, y si se niegan, rezar por ellos?
- ¡Tú al igual que ellos eres una re- ¡
Johann se había hecho tanto para atrás que tropezó con el balcón de la azotea y cayó al abismo, aterrizando en la cruz que iba a ser utilizada para crucificar a Dorian.
-La única rata eras tú, Johann.
Lawrence bajo de la azotea y se reunió con Lucas.
-Gr-gracias por liberarnos de ese mal hombre. –Dijo uno de los monjes.
-Solo hacia el trabajo que Dios me encargo, excomulgar a los que usan su nombre para causas terribles.
Lawrence subió a su caballo y se marchó de Rosenheim, ahora faltaba un nombre más en la lista antes de ir por Decimus.
Pero tenía cosas que hacer.
Ya era el atardecer y Lawrence y Lucas estaban ya en la pradera en busca de su siguiente destino.
Pero de la nada Lawrence se frenó en seco.
- ¿Maestro? –Pregunto Lucas.
-Mi discípulo, mi alumno, mi aprendiz...mi amigo. –Dijo Lawrence.
- ¿Qué pasa maestro? –Lucas estaba muy desconcertado de que Lawrence le hablara de esa manera.
-Es hora de que nuestros caminos se separen.
Lucas solo soltó una pequeña risa y dijo, "¿Por qué?, ¿acaso hice algo malo?".
-No Lucas, te tengo una misión muy especial, una que solo tu podrás lograr.
- ¿De qué misión habla, maestro?
-Debo enfrentar a Decimus yo solo...así que por eso te encargo a Ernst, debes excomulgarlo por mí.
-Pero maestro.
Lawrence solo hizo un gesto para que Lucas guardara silencio.
-Ir por Decimus es una tarea muy arriesgada, por eso mismo me encargare yo de ella, si llego a fallar en mi tarea quiero que tú la termines, si nos atrapan a ambos la cruzada fracasara y ambos habremos fallado a Dios.
Lucas entendía a la perfección la explicación de Lawrence...pero él no quería separarse de su maestro.
- ¿No hay algo que yo pueda hacer para ayudarlo? –Pregunto Lucas mientras se quitaba su casco.
-Ya me has ayudado demasiado Lucas, ahora ve y excomulga a Ernst, es lo único que te pido.
-Es-está bien maestro...por qué me lo pide.
Lawrence bajo de su caballo y Lucas hizo lo mismo.
-Por favor cuídese. –Exigió Lucas.
-Nos veremos Roma dentro de una semana, hasta entonces.
Lucas solo le dio la mano a Lawrence, pero él respondió con un abrazo.
-Si Dios quiere nos volveremos a ver. –Dijo Lawrence al separarse de Lucas.
-Nos volveremos a ver...tengo fe en ello. –Expreso Lucas mientras secaba sus lágrimas.
Ambos hombres subieron a sus caballos y después de cruzar miradas ambos se marcharon por caminos diferentes.
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