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Capítulo 5.-Pereza.

La hierba estaba húmeda por que durante últimos días había estado lloviendo.

Lawrence medio abrió los ojos porque sentía humedad en su cara.

- ¿Será que es otro lobo lamiéndome para comprobar que estoy vivo? –se cuestionó.

Cuando abrió por completo los ojos se dio cuenta que eran gotas de agua que caían del árbol donde había dormido.

Cuando se levantó se estiro tronándose los huesos de la espalda.

Pero escucho una cabalgata en el camino donde él había decidió descansar.

Podían ser bandidos o paganos. Ninguna de las dos cosas era buena para Lawrence ya que lo matarían sin pensarlo dos veces así que escondió detrás de un arbusto esperando que pasaran.

Pero escucho que el caballo se detenía y alguien bajaba...las pisadas eran profundas.

Primero escucho pisadas en la tierra del camino, luego se hicieron más silenciosas ya que ahora pisaban la tierra húmeda.

Lawrence desenvaino su espada de madera para atacar a quien estuviera buscándolo.

-Una poderosa voz dijo: "Debe estar cerca".

Cuando Lawrence vio quien era su perseguidor se dio cuenta que era un templario. Días atrás Lawrence se había percatado que Decimus había mandado una caballería enorme para matarlo, ese soldado debía ser el que los dirigía.

El templario revisaba el campamento de Lawrence, revisando el caballo y la fogata que había hecho la noche anterior.

-Debe estar buscando algo de comer...lo esperare aquí.

La voz de ese hombre provoco un escalofrió en la columna vertebral de Lawrence, y ya sin más dilatación Lawrence golpeo la rodilla del templario para dejarlo en el suelo.

- ¡Agh!

Lawrence goleo el casco del templario para aturdirlo, luego golpeo el cuerpo para dejarlo dolido.

- ¡¿Quién te envía?! –Pregunto Lawrence.

- ¡Nadie, nadie me envía! –Respondió el templario.

- ¡Mientes!, ¡¿Quién te envía?!

- ¡Ya te dije que Nadie!, más bien, ¿Por qué me estas atacando si somos aliados?, ¿no serás el hereje cuya cabeza fue pedida por el Papa?

-Exacto, y tú debes ser uno de los 50 hombres que vienen detrás de mí.

- ¡No, no, no, estas mal, todo lo contrario, déjame explicarte!

Lawrence confiaba de que, si ese templario con poderosa voz trataba de matarlo en una pelea a espadas, él se levantaría con la victoria.

10 años de matar paganos y rebeldes en antiguas batallas lo aseguraban.

- ¿Te quieres explicar?, hazlo, te dejo hacerlo. –Exigió Lawrence.

- ¿Entonces si eres el famoso "hereje"?

-No lo dices muy convencido, la parte de hereje.

-Bueno es que da la casualidad que al igual que ese sujeto, quiero unirme a su causa.

- ¿Unirte a mi causa?, ¿Por qué un templario haría algo así?

-Mi familia fue asesinada por la iglesia cuando yo tenía 7...eso fue hace 11 años.

- ¿De dónde eres?

-Soy de Conques, al sur de Francia.

- ¿Conques?, nunca había escuchado de ella.

-Es porque es una "comuna" poco conocida, pero antes era muy famosa...hasta que fue arrasada por la iglesia.

-Ya veo, una comuna no puede estar en pie según las leyes de la iglesia.

-Y por eso mismo nos mataron a todos, yo fui el único que salió con vida, no perdonaron a nadie...mujeres, niños, ancianos...acabaron con todos y cada uno de ellos.

-Y luego la iglesia quedo con lo que quedaba de la ciudad.

-Tu qué crees...quiero que ellos paguen por lo que le hicieron a mi gente. Por eso, cuando escuche de ti no dude dos veces en buscarte hasta dar contigo para pedirte... ¡por acompañarte en tu cruzada! –Dijo el templario mientras inclinaba.

- ¿Cómo puedo dar fe de lo que dices?

-Tu espada...no es normal, desde que la vi me di cuenta de ello.

-Es porque es de madera.

-No me refiero a esa, a la espada que tienes en el cinturón.

- ¿Qué quieres con ella?

-Déjame blandirla, por favor.

Cualquiera pensaría que es una trampa, pero esa espada solo mataría a aquellos cuyos nombres estuvieran en la lista que tenía impresa la espada.

-Adelante, levántala.

Lawrence estaba seguro de que ese templario no podría levantar la espada, ya que solo la voluntad de Dios permitía a Lawrence levantarla. Nadie más que Lawrence podía levantar la espada...o quizá.

Cuando el chico la desenvaino perdió el equilibrio y la espada se enterró en la tierra y con toda la fuerza que tenía el chico y con sus dos manos la levanto solo un poco.

Sin duda ese chico decía la verdad, aunque no la termino de levantar del todo porque la espada era de Lawrence y solo su portador podía levantar la espada de Dios.

-Dices la verdad, pero, una vez que entras ya no hay vuelta de hoja, te buscaran, te van a encontrar...y te mataran.

-No importa, quiero ser su aprendiz, yo quiero seguir su camino, ¿puedo ayudarlo?

Lawrence se lo pensó, si tenía compañía al llegar el invierno su cruzada sería más sencilla.

Pero tendría que compartir su comida y su agua con ese chico, además ahora sería más fácil rastrearlos ya que ahora eran dos herejes y no solo uno.

Era un riesgo muy grande, pero mientras más grande el riesgo más grande la recompensa.

-Es-está bien, ¿quieres venganza?, ayúdame y la conseguirás.

- ¡gracias señor, de verdad no sabe cuánto se lo agradezco! –El soldado estaba muy emocionado.

-Ahora en marcha, tenemos comida que buscar.

- ¡Si maestro!

El templario le devolvió la espada a Lawrence que podía levantarla como su fuera un pedazo de tela.

Al final Lawrence ya no estaba inseguro de su decisión, los templarios estaban forzados a buscar un sucesor cuando fueran a terminar su servicio.

Y Lawrence estaba seguro que su tiempo en la tierra no sería mucho después de acabar con Decimus.

-Ahora chico, dime un poco más de ti, ¿Cuál es tu nombre?

-Me llamo Lucas, me dicen Lucas "El hermoso".

- ¿Lucas el Hermoso?, ¿pues que eres muy apuesto?

-Bueno es algo que me provoca mucha vergüenza, pero, ¿quiere saber por qué?

-Claro, seremos aprendiz y maestro, no tendría nada de malo en eso.

-Está bien, si usted me lo pide, maestro.

Cuando el templario se quitó el casco, a Lawrence se le abrieron los ojos de golpe. La razón del por qué era simple.

Debajo de ese casco había un rostro de barbilla y cejas finas y delgadas, una nariz pequeña, las pestañas y los ojos eran muy grades, sus orejas eran redondas y pequeñas por ultimo unos labios gruesos.

En resumen, Lucas tenia rostro de mujer.

- ¿Ahora ya sabe por qué me dicen así?

La voz era la cereza sobre el pastel, la voz también parecía de mujer. Era increíble como esa gruesa y poderosa voz que se escuchaba amenazante se convirtiera en la voz de una hija de la nobleza cuando Lucas se quitara el casco.

- ¡¿Quiere dejar de verme?!, ¡es incómodo!

Lawrence no podía dejar de ver a Lucas impresionado y a la vez incrédulo.

-Lucas...seguro que no eres.

- ¡si, parezco mujer, pero soy un hombre!

-Joder...pues, *suspira* ¿qué puedo decir?, eres todo un caso.

-Solo no se burle de mi por favor, me hacían bastante con el simple hecho de decirme "Hermoso".

-Pues la verdad lo eres, no tienes por qué apenarte de ello.

- ¡No me uní a su causa para recibir halagos! –grito Lucas muy enfurecido.

-Ponte el casco si quieres, eso lo soluciona todo.

-Está bien maestro.

Lawrence se puso a perseguir conejos para desayunar.

Lucas recolectaba unas manzanas para el pos-desayuno.

-Tengo un poco de pan, maestro, ¿quiere un poco?

-No gracias, yo creo que el conejo solo me sentara bien. –Dijo Lawrence mientras asaba el conejo ya despellejado.

-También tengo queso, prepare algunas provisiones antes de desertar.

-Eres precavido, ese es el tipo de soldado que me gusta, ¡ponte recto!

Lucas estaba encorvado hacia delante e inmediatamente se enderezo.

- ¿Quieres ser mi aprendiz?, pues déjame decirte que desearas lo contrario cuando cabalguemos al siguiente pueblo.

- ¿Por qué señor?

- ¡Yo soy quien hace las preguntas!

-Pero maestro, no pregunte nada.

- ¡¿me estas contradiciendo?!

- ¡No maestro!

-Bien, eso es lo que quería oír.

Cuando Lawrence se dio la vuelta Lucas se volvió a encorvar.

Cuando Lawrence se dio cuenta ni siquiera se tomó la molestia de decir y golpeo con una varita la espalda de Lucas.

- ¡Recto!, yo solo entreno a los mejores soldados, a ver, ¿Cuánto tiempo estuviste en la orden?

-10 meses maestro.

-Hum, 10 meses, 10 meses, eres un niñato, yo estuve 10 años en la orden, ¡10 años jodiendome la madre en matar paganos, aguantando el frio y el calor!, así que me imagino que tienes mucho que aprender.

-Si usted lo dice maestro.

-Eso supuse, mañana comienza tu entrenamiento, por ahora tenemos que darnos prisa en llegar a la ciudad de Troyes.

-Eso está un poco lejos maestro...llegaremos en dos días quizá.

- ¡Y tardaremos más si sigues quejándote!, ahora come para partir de inmediato...o de lo contrario nos alcanzaran los verdaderos templarios.

Cuando ambos: alumno y maestro. Terminaron de desayunar partieron de inmediato a la ciudad de Troyes.

La ciudad tenía una enorme catedral, así que sería bastante obvio buscar ahí al siguiente cura que debía ser excomulgado.

Se dice que mientras más grande el domo de una iglesia más cerca se está de Dios, mientras más oro tiene la silla, más cerca se está sentado al lado del señor.

O esos eran los pretextos que ponían los apostólicos para cobrar mayores impuestos a los ciudadanos.

Y eso mismo es lo que Lawrence quería eliminar.

Los caballos de ambos ex templarios caminaban por el verde-amarillo valle que se dirigía a la enorme ciudad.

-Maestro, ¿Por qué decidió hacer esto? –Pregunto Lucas.

- ¿Lo de matar eclesiásticos? Porque Dios me lo pidió.

- ¿Cómo fue que se lo pidió?

-Cuando tuve una audiencia con Decimus, deserte como era obvio, pero no tenía planeado revelarme contra la iglesia, lo que causo eso fue que me encontré con nuestro señor en forma de esclavo, me pidió que lo liberara de las cadenas que la iglesia usa para apresarlo. Y solo lo podré conseguir cuando estos 7 nombres sean tachados de su espada.

- ¿Entonces esa es la espada de nuestro señor?

-Se puede decir que sí.

Lucas ya tenía puesto el casco y por eso es que Lawrence se lo dijo con tanta seriedad.

Porque de lo contrario sería imposible no sonreírle o soltar una risa pequeña.

La verdad es que Lawrence no confiaba del todo en Lucas todavía, tenía que ponerlo a prueba. Pero su plan seguramente haría que Lucas enfureciera.

-Entonces Lucas. –Dijo Lawrence. –Tengo una idea para que puedas ganarte mi confianza, pero necesito que estés completamente dispuesto a hacerlo.

-Por supuesto que sí, Maestro. -Dijo Lucas muy decidido.

-Excelente.

Una vez que pasaron el control de la ciudad, Lawrence y Lucas se separaron.

-Nos vemos en la plaza central. –Le Dijo Lawrence a su discípulo.

-Sí, maestro.

Lawrence fue a una tienda de ropa y compro un vestido de dama. Cuando los vendedores preguntaron por qué a Lawrence, el respondió inteligentemente: "Es para mi madre".

Ya cuando Lawrence estuvo esperando sobre su caballo a Lucas, el finalmente llego a todo galope.

- ¿Y entonces que encontraste? –Pregunto Lawrence.

-Está en la catedral de la ciudad. Respondió Lucas.

-Excelente, demos inicio al plan.

Lawrence y Lucas se dirigieron a una posada para hospedarse y pasar tal vez la noche ahí, al fin y al cabo, quien sabe cuánto tiempo duraría la misión.

Pero había un enorme problema que ninguno de ellos previó.

Los 50 templarios llegaron en sus caballos con tanta desesperación que solo mostraron una orden firmada por el sumo pontífice para no ser revisados en el control y pasar lo más rápido posible.

Ahora ellos estarían buscando a Lawrence por la ciudad. Alguien les había informado que vieron a un templario con una cruz azul y con el rostro parecido al que vio en un letrero de "Se busca".

Y ellos no se marcharían de ahí hasta encontrar a Lawrence y asesinarlo.

-Repasemos el plan, Lucas. –Dijo Lawrence mientras ambos caminaban de regreso a la posada, ya que ambos habían ido al establo a dejar sus caballos.

-La primera fase es ir a la posada a cambiarnos, la segunda fase es ir a la iglesia y después de darle muerte al cura Julieth.

-Así es Lucas, esta vez no la tendremos muy difícil, solo es matarlo e irnos de inmediato de la ciudad.

-Suena fácil, pero quien sabe cómo sea.

Una vez que entraron a la posada se cambiaron. Lawrence solamente se quitó la armadura y Lucas...pues Lucas se puso el vestido que Lawrence había comprado y de hecho le quedaba a la perfección.

Parecía toda una señorita que era rematada con su voz delicada.

Cuando salieron a la calle todos los aldeanos veían al desafortunado Lucas, que en verdad parecía una mujer.

-Fiu, fiu. Qué envidia te tengo hermano, tu mujer es toda una joyita. –Dijo un aldeano que paso al lado de ellos.

-Gracias hermano, todo es obra de Dios. Respondió Lawrence.

Lucas estaba más que molesto, lo único que quería era ahorcar a Lawrence con sus propias manos.

Pero tenía que mantener la calma si quería seguir con el plan. Estaba contra la pared y no podía hacer nada.

-Maestro, todos tienen los ojos clavados en mí. –Exclamo Lucas muy nervioso.

-No te preocupes, es porque te tienen envidia, al fin y al cabo, eres el "hermoso". –Dijo Lawrence tratando de calmar a su discípulo.

Ambos siguieron caminando sintiendo las miradas de toda la ciudad sobre ellos dos hasta que se encontraron con algo no muy bueno.

Los 50 templarios estaban marchando a un lado de la calle que ellos iban a recorrer.

-Que Dios nos proteja. –Dijo Lawrence como si le faltara el aire.

-Maestro, crucemos a otra calle.

Ambos salieron muy despreocupadamente a otra calle para no toparse con los templarios. No querían levantar sospechas o llamar la atención.

El problema era que Julieth estaba del lado de la ciudad donde estaban los templarios, Lawrence estaba casi seguro que lo estarían protegiendo ya que Julieth tenia rango en Francia.

Y si un maniático adorador de diablo estaba asesinando curas de renombre era claro que Julieth estaba en su lista.

- ¿Y Ahora qué haremos maestro?

-Déjame pensar. –Lawrence estaba buscando una solución para esto.

-Creo que podemos esperar hasta mañana para que se vayan y así poder terminar con la misión.

-Sí, creo que lo mejor sería no precipitarnos por nuestro bien.

De regreso a la posada se encontraron con los templarios nuevamente. Se habían divido en grupos de 10 que estaban haciendo rondines por la ciudad.

- ¡Maldición! –Exclamo Lawrence. -Tenemos un problema.

-Maestro, puede que no lo reconozcan, además, me tiene a mí, se supone que un templario no tiene familia o esposa.

-Lo se...lo aprendí por las malas.

Lawrence estaba ya preocupado por lo que fuera a pasar.

- ¡Oye tú! –Les grito uno de los templarios a lo lejos.

Lawrence estaba pensado en escapar de inmediato, pero el templario a caballo lo alcanzaría muy rápido seguramente.

-S-sí, caballero. –Lawrence se puso a sudar de las manos, estaba desarmado y seria rodeado.

- ¿A dónde vas con tal mujer?

-Vamos a casarnos con el padre Julieth. –Dijo Lucas con su femenina voz.

- ¡Ah, me alegra! Pero tenemos un problema por ahora.

- ¿Cuál es ese problema? -Pregunto Lucas.

-Estamos buscando a un hereje llamado Lawrence, viste una cruz azul en vez de rojo, y tenemos sospechas de que quiere matar a Julieth.

-Por Dios eso es terrible. Exclamo Lawrence como si estuviera sorprendido.

-Lo sé, así que por ahora con ustedes dos no habrá boda con Julieth.

-Ni modo, ¿Qué le podemos hacer? –dijo Lucas.

-Así que, si llegan a ver al hereje, no duden en avisarnos, felicidades por su boda. –Dijo el templario para después irse a todo galope.

Lawrence soltó un suspiro de alivio mientras el templario se alejaba cada vez más.

- ¿Entonces es terrible que un hereje este tratando de matar a Julieth? –Menciono Lucas de forma bromista.

-Cierra la boca, tenemos que pensar en un plan B.

-La cosa se pone difícil, ¿tiene alguna idea ya?

-No Lucas, no la tengo...tengo que pensar en algo a como dé lugar.

-Calma maestro, lo conseguiremos en cosa de nada.

El plan B de Lawrence era entrar partiendo madres a diestra y siniestra, pero claro, era un plan muy imprudente.

-Supongo que entonces tienes un mejor plan, Lucas. Dijo Lawrence mientras ambos se cambiaban ya en la posada.

-No maestro, pero lo tendré pronto, mientras se me ocurre algo iré por un poco de vino.

-Está bien Lucas, no me haría mal un poco.

Lawrence ya había entrado en la desesperación de no tener un plan para acabar con Julieth.

Ya era la misa de las 4 de la tarde, pero Julieth estaba dormido.

- ¡Padre Julieth! –Grito un acolito de la catedral. Pero Julieth seguía durmiendo.

- ¿Qué es lo que quieres?, déjame descansar. –Respondió Julieth mientras se ponía la almohada en la cara.

-Padre Julieth ya es hora de la misa, tiene a media ciudad esperando ahí sentada.

-Que esperen un poco más, tengo mucho sueño.

-Padre Julieth, por el amor de Dios, si durmió toda la noche de ayer y descanso en la mañana.

-No importa, ya me levanto, ¿Qué esta gente no tiene nada que hacer?

-Padre, son las 4 de la tarde y usted lleva durmiendo desde la una.

- ¿De verdad?, el tiempo se pasa volando cuando descansas.

-Padre Julieth, ¿de verdad que no le da vergüenza?

- ¿Por qué me debería dar vergüenza?, anda, vete a servir las hostias de la eucaristía.

- ¿Le sirvo el vino de una vez, Padre Julieth?

-De favor, de favor, ya vete hombre que me mareas dando vueltas por ahí.

El acolito salió del cuarto de Julieth bastante molesto, para él era una falta de respeto tener que acarrear al padre para dar la misa.

Sin embargo, Julieth se levantó de su cama y fue hasta el baño donde se hecho agua en la cara.

-Que empiece el sermón de los domingos, pues. –Dijo Julieth mientras preparaba su ropa para la misa.

- ¿Ya tienes un plan Lucas? –Pregunto Lawrence mientras Lucas servía el vino en unos vasos de madera.

-En realidad si, maestro, ya tengo un plan maravilloso.

-Date prisa y cuéntamelo, no esperare hasta que se te dé la gana decirlo. –Lawrence estaba ya muy impaciente debido a que esta vez tenía muchos contra tiempos.

-Muy bien. –Menciono Lucas mientras estaba poniendo un papel en la mesa donde tenía "el famoso plan". –Muy bien maestro, como imaginara podríamos atacar en la noche, pero eso es muy estúpido ya que habrá guardias por doquier.

-Exacto, pero, ¿entonces ese no es el plan que tienes?

- ¡Claro que no maestro!, me ofende si piensa que soy tan tonto, el chiste, mi plan es que matemos a Julieth en plena misa.

Lawrence que estaba tomando vino solo lo trago y luego dejo caer su mano con el vaso a la mesa.

-Esa es la idea más estúpida que he escuchado. –Opino Lawrence recalcando "estúpida". –Los templarios nos mataran de inmediato.

-No lo crea así, maestro, no lo crea así. –Se burló Lucas.

- ¿Por qué estás tan seguro Lucas?

-Simple, ¿dígame quien en su sano juicio mataría a algún padre en plena misa? –pregunto Lucas.

-Pues es claro que solo tú, tarado. –Respondió Lawrence.

- ¿Y que acaso no es ese momento en el que menos templarios estarían vigilando a Julieth? –Respondió preguntando Lucas.

Lawrence se lo pensó por un momento, era verdad lo que Lucas estaba diciendo. Nadie sería tan estúpido como para matar a uno de los curas más importantes de Francia en plena misa y frente a ojos de todos.

-Está bien, haremos lo que tú dices. –Gruño Lawrence mientras se levantaba de su silla.

- ¡Excelente, maestro!, este es un plan infalible. –Exclamo Lucas lleno de felicidad.

-Pero, ¿has pensando en cómo saldremos de la iglesia?

-Bueno...esto...eso no lo pensé, la verdad. –Murmuro Lucas.

-Eres el peor aprendiz de Francia. –Regaño Lawrence.

-Pero se me ocurrirá algo en el camino, ¡téngalo por seguro maestro!

-Sera mejor que lo pienses rápido niño, porque de lo contrario estaremos muertos. –Expreso Lawrence mientras guardaba la espada de Dios en su funda y la envolvía como un bebe...un bebe grande y delgado.

-Está bien, maestro... ¿A dónde iremos después de excomulgar a Julieth? –Pregunto Lucas

-Pues aún no lo sé, recuerda que Dios es el que me da la señal a donde ir. –Le respondió Lawrence.

-No lo sabía maestro, creo que nunca me lo comento.

-Como sea, debemos irnos ya. –Expreso Lawrence mientras se dirigía a la puerta. –Anda, en marcha Lucas.

- ¡S-Si maestro!

Ambos salieron de la posada vestidos como marido y mujer y se dirigieron a la enorme iglesia donde estaba a punto de comenzar la misa.

Sería un acto casi suicida, pero Lucas tenía razón, casi no había guardias en la zona.

Solo había 5 templarios en la entrada de la iglesia mientras los otros 45 estaban buscando a Lawrence por el resto de la ciudad.

-Y llegamos al fin, después de mucho caminar. –Dijo Lawrence.

-Y después de muchas miradas penetrantes. -Se quejó Lucas.

-Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. –Leyó Julieth que estaba en plena misa.

Lawrence y Lucas caminaban lentamente hacia Julieth, haciendo a un lado cuidadosamente a la gente que les estorbaba.

Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. –Continuo Julieth.

Pero entonces Lawrence se decidió a actuar.

-Y Pilato les preguntó: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡¡Sea crucificado!! –Grito Lawrence mientras desenfundaba la espada de Dios y subía por las escaleras.

La gente gritaba y corría ya que "el demonio" estaba en la iglesia.

Lawrence derribo con su mano a Julieth mientras Lucas que se había arrancado el vestido peleaba con los 5 templarios que habían entrado a la iglesia con la intención de salvar a Julieth.

-Y el gobernador les pregunto: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: !!Sea crucificado!! –Dijo Lawrence mientras apuntaba con la espada a Julieth.

- Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. –Respondió Julieth.

-Yo ya me lavé las manos de la suciedad de la iglesia...y hare lo mismo contigo.

- ¿Qué pecado cometí yo para ser condenado? –pregunto Julieth.

-Lawrence tomo aire y dijo: "Pereza".

Lawrence finalmente atravesó el corazón de Julieth con su espada, ya había terminado la tarea que Dios le encomendó y tenía que salir de ahí lo más rápido posible.

- ¡Listo maestro, acabe con ellos, ¿Qué hacemos ahora?!

- ¡No tenías un plan! –Grito Lawrence.

-La verdad, maestro...no pensé que llegaríamos tan lejos.

- ¡Eres peor que Judas! –Sentencio Lawrence para salir corriendo de la iglesia junto con Lucas.

Ambos corrieron por las calles mientras eran perseguidos por un templario armado con una lanza que iba a caballo.

Pero cuando Lawrence ya daba las cosas por perdidas, Lucas sorpresivamente se detuvo en seco y lanzó su espada para que esta atravesara el pecho del templario que los perseguía, cayendo con todo y lanza del caballo.

Lucas solo corrió, tomo su espada y la lanza que el otro templario tenía.

Y de inmediato volvió a correr para tomar del hombro a Lawrence y también encaminarlo a la posada.

- ¡Tu ve por los caballos, yo voy por el equipo a la posada! –Exclamo Lawrence.

- ¡Si maestro, lo espero afuera!

Ambos tomaron caminos separados mientras que la caballería estaba buscando por toda la ciudad a esos dos herejes.

Lawrence entro como si nada a la posada, tomo sus cosas y pago por el alojamiento ya que mientras estuviera ahí no tendría de que preocuparse.

Una vez que salió vio a Lucas que estaba montado en su caballo y tenía amarrado al de Lawrence.

- ¡Suba rápido, maestro! –Exclamo Lucas.

Sin pensarlo dos veces Lawrence subió a su caballo y ambos se pusieron en marcha para salir de la ciudad lo más rápido posible.

Muchos de los aldeanos pensaron que eran de la caballería de los verdaderos templarios y por eso no tuvieron retrasos.

El problema fue que, al llegar a la salida, esta estaba bloqueada por unos 15 templarios.

- ¡Alto ahí Lawrence! –Grito el capitán. –¡Entrégate de una vez!

- ¡Primero tendrán que matarme! –Respondió Lawrence.

- ¡Como tú digas! ¡Muchachos, a por él! –Ordeno el capitán a los demás hombres.

- ¡A por él! –Respondieron los hombres.

Los templarios fueron corriendo con sus lanzas para tratar de matar a Lawrence, Lucas no les importaba ya que de él no sabían nada.

Pero Lawrence usando la espada de Dios corto las lanzas de acero.

Lucas, por su parte, uso la lanza que robo para quitarse las puntas de su camino.

Pero los Templarios aún no se daban por vencidos. Un grupo de 10 templarios más bloquearon el camino de la entrada y usaron sus lanzas para evitar que Lawrence y Lucas escaparan de la ciudad.

Pero ambos caballos saltaron sobre los soldados para poder escapar.

Y ya como último recurso los Templarios cerraron el portón de la entrada, pero mientras este se cerraba. Ambos jinetes saltaron del enorme madero del portón y lograron escapar.

- ¡No puede ser! –Dijo el capitán mientras maldecía a los dos herejes.

- ¡Sigamos cabalgando! –Exclamo Lawrence.

-Si maestro, debemos irnos lo más lejos posible. –Respondió Lucas mientras ambos, maestro y alumno, escapaban de la ciudad de Troyes.

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