Capítulo 9
COLE
Miro mi reflejo en el espejo y niego con la cabeza al ver las salpicaduras de sangre en la sudadera gris. Agacho la cabeza a la vez que giro las manos y cierro los puños, provocando que mis nudillos se estiren y las heridas, producidas con el rostro del cabrón al que casi mato esta noche, se abran y me escuezan.
«Eres un salvaje.»
Sus palabras resuenan dentro de mi cabeza en bucle y lo único de lo que tengo ganas es de destrozar el espejo para dejar de verme en él. Pero eso solo refuerza su idea.
Lo soy. Soy un jodido salvaje y un puto kamikaze impulsivo que no ha dudado en ir y destrozarle la cara al cabrón que se ha creído con el derecho de herirla, pero ¿en qué me convierte eso? ¿Acaso soy mejor que él? Al fin y al cabo, la violencia es violencia, independientemente de contra quien se ejerza. ¿No?
Chasqueo la lengua al mismo tiempo que busco en los armarios el botiquín con el que ella misma solía curarme antes de mi detención, después de cada pelea. Lo encuentro al fondo de un cajón; supongo que en todo este tiempo no lo han necesitado. No había nadie a quien hiciese falta curar.
Saco unas gasas y un poco de antiséptico, lo dejo sobre la encimera y abro el grifo para introducir las manos bajo el agua. Dibujo una mueca de dolor en cuanto me roza los nudillos.
La puerta se abre en ese momento a mi espalda. Mis ojos se encuentran con los suyos a través del espejo, pero dejo de mirarla porque siento una punzada de dolor en lo más hondo de mi corazón. Emily cierra tras ella y, sin decir una palabra, baja la llave del grifo y me empuja con suavidad para que me siente en el borde de la bañera.
Coge una toalla y apoya las rodillas en el suelo. La miro a los ojos mientras ella se concentra en quitarme los anillos, dejarlos en el suelo y pasar la áspera tela por mis manos tatuada, evitando tocar la parte más dañada. Entonces se gira para coger las gasas, me seca despacio los nudillos y después echa unas gotas de antiséptico. Alza la cabeza y sostiene mi mirada a la vez que da toques suaves con la gasa para esparcir todo el líquido.
El cansancio de sus ojos y los restos de lágrimas me parten en dos.
—Siento haberte llamado salvaje —musita antes de morderse las mejillas por dentro.
—Es lo que soy —contesto retirando la mirada.
Le quito la gasa para levantarme y ella permanece de rodillas unos segundos más. Entonces, se pone de pie y apoya la espalda en la pared, observando cómo vuelvo a guardarlo todo. Intento alargar el momento y cambio el botiquín de sitio tres veces, porque no me siento lo suficientemente valiente como para enfrentarme a ella, para tener esta conversación.
—Cole —llama cuando voy a abrir el cajón por cuarta vez.
Suspiro y giro el cuerpo hacia ella, pero no la miro. En su lugar, cojo los anillos que había dejado en la encimera y me los voy colocando en los dedos despacio.
—Gracias.
Frunzo el ceño y alzo la barbilla, Emily se encoge de hombros y, sin decir nada, se da la vuelta y sale del baño. Trago saliva, niego porque no debería darme las gracias por hacer lo que acabo de hacer; por haber dejado inconsciente a un tío y haberle reventado el tabique nasal. Joder, eso no es algo por lo que se den las gracias.
Salgo del servicio y, cuando voy a entrar en mi dormitorio, me doy cuenta de que no hemos hablado sobre cómo nos organizaremos ahora para dormir. Bajo a la sala y veo a Byron sentado en el sofá, pasando los canales de la televisión en silencio, le hago un gesto con la cabeza cuando entro y él me señala la cocina en silencio.
—Tu hermana le ha preparado una tila —informa en voz baja cuando me siento—. ¿Cómo ha ido? ¿Qué te ha dicho?
—Nada, me ha dado las gracias. —Clavo la vista en el partido de baloncesto que ha dejado y suspiro.
—Bueno, bien, ¿no?
—No, hermano, no está bien. —Lo miro y él alza las cejas con confusión—. Le acabo de dar una paliza a su exnovio, lo he dejado inconsciente y me he reventado los nudillos con su cara.
—Sí, porque él ha intentado violarla —suelta con determinación—. Se te ha olvidado eso, ¿o qué? No le has dado una paliza porque te haya salido de los huevos. Se la has dado porque alguien tenía que hacerlo.
Niego con la cabeza y desvío la mirada hacia la cocina cuando apagan la luz y las dos salen con una taza humeante entre las manos. Mi hermana me observa con preocupación y puedo ver cómo sus pupilas bajan un instante a mis manos antes de volver a mis ojos.
—¿Estás bien? —me pregunta entonces.
—Sí. —Dejo escapar una bocanada de aire y fijo la vista en Emily, que se ha sentado a mi lado, en el medio de los tres—. Escucha, quédate en mi habitación. Yo dormiré en el sofá.
—No digas tonterías. No voy a sacarte de tu cuarto, Cole.
—Llevo dos años durmiendo en una celda. Te aseguro que estaré bien en el sofá.
—Emily va a dormir conmigo —interviene Abi—. Si cuando vivía aquí, la mitad de los días nos tumbábamos a ver la tele en la cama y nos quedábamos dormidas, ¿verdad? —Ambas se dedican una sonrisa cómplice y mi hermana acerca la cara para depositar un beso tierno en su mejilla.
—Sí, en serio, quédate con la habitación —insiste Emily, volviendo a mirarme—. Debes estar deseando dormir en tu cama.
«Lo que estoy deseando es dormir contigo».
—Como quieras. —Asiento y miro el reloj de la pared cuando escuchamos las campanas de la única iglesia que hay en el barrio—. Son las siete, deberíais cenar algo.
—No hay nada en la nevera... —Mi hermana intercambia una mirada seria conmigo y yo maldigo internamente por haberme olvidado de eso.
—Dejad que pida algo —ofrece Emily, levantándose para ir a por su bolso.
Tenso la mandíbula por no ser capaz ni de pagar una puta cena. Mi mejor amigo se chupa los labios y me hace una señal con la cabeza para que lo siga, así que voy tras él hacia el patio trasero y cierro la puerta cuando ya estamos fuera.
—Necesitas pasta, ¿verdad? —pregunta al mismo tiempo que saca un cigarro del paquete y me ofrece otro.
Me limito a asentir en silencio y esperar a que me haga el ofrecimiento que sé que me hará. Acerco la boca a su mano cuando enciende el mechero y los dos nos refugiamos en el saliente del tejado para no mojarnos más de lo que ya lo estamos.
—La tobillera te lo va a complicar un poco, hermano —dice después de darle un par de caladas al cigarro—. Solo podrás participar en las de Monroe.
—Me da igual, méteme en todas las que puedas.
—De acuerdo. —Me da un golpe en el pecho con el dorso de la mano y se coloca delante de mí, lleva la mano hasta su bolsillo trasero y saca la cartera.
—Ni de coña. —Hago un gesto con la mano y niego con la cabeza.
—Cógelo, ya me lo devolverás —dice abriendo mi mano para colocar un fajo de billetes en ella—. Cole, no voy a dejar que mi mejor amigo no pueda ni llenar la jodida nevera.
—Te lo devolveré —prometo al mismo tiempo que doblo los billetes y me los guardo en el bolsillo—. Gracias.
Pego mi frente a la suya y le doy un par de palmadas en el cuello antes de separarme para fumar.
—Me voy a pirar ya —comenta al mismo tiempo que apaga el cigarro en los ladrillos desgastados de la pared.
—¿No te quedas a cenar?
—No puedo, le prometí a Hailey que recogería a la niña a las seis y media.
—¿Cómo van las cosas con ella? ¿Y cómo está Charlotte? —Chasqueo la lengua y me disculpo con la mirada por haber sido tan egocéntrico—. Perdona, tío. No te he preguntado nada, solo pienso en mi mierda.
—Ey, tranquilo —sonríe y le quita importancia con un gesto de la cara—. Acabas de salir y no han parado de pasarte cosas, ya nos pondremos al día. Char está bien, es una preciosa princesita de casi cinco años, le encanta bailar y ahora le ha dado por decir que de mayor quiere ser paleontóloga. —Los dos rompemos a reír—. Así que me paso el día comprándole dinosaurios en todas las tiendas de juguetes que me cruzo.
—Oye, no, toma. —Llevo la mano al bolsillo y saco el fajo de billetes, sintiéndome la mierda fracasada más grande del mundo—. Tienes una hija, no puedo aceptar tu pasta, tío.
—Guárdate eso, no lo necesito. —Alza las cejas y me dedica una sonrisa cómplice—. Me va bien, ya te contaré. Todo va a mejorar, te lo prometo —dice a la vez que me guiña un ojo y se dirige a la puerta.
Asiento y se lo agradezco con la mirada.
No sé en qué estará metido, pero le confiaría mi vida, así que, sea lo que sea, quiero entrar.
Después de que Byron se marche, no habrán pasado más de cinco minutos cuando entro en casa y les digo que voy a salir un momento. Abro la bolsa que dejé en un rincón de la sala y saco una sudadera negra; la gris que traía, con salpicaduras de sangre, va a ir derecha a la basura.
—¿Dónde vas? —pregunta mi hermana.
—Al supermercado. ¿Queréis algo en especial?
—¿De dónde piensas sacar el dinero?
—¿Queréis algo o no, Abi? —insisto al mismo tiempo que alzo las cejas, sabe que no quiero que me lo vuelva a preguntar.
Nunca me he avergonzado de ser pobre. No soy de esas personas que reniega de sus raíces; Monroe es mi pueblo y, para bien o para mal, es mi hogar. En él nací y en él nos crie a mí y a mi hermana, y hablo en primera persona porque nadie se ha ocupado nunca de nosotros. Perdimos a mi madre tan pequeños que apenas podemos recordarla, y nuestro padre solo se acercaba a nosotros para levantarnos la mano. De modo que me siento muy orgulloso de que, lo poco que tenemos, lo hayamos conseguido solos.
Si me avergüenzo de que mi mejor amigo me tenga que dejar dinero es porque siento que, de alguna forma, he fracasado. Sí, he conseguido que mi hermana se convierta en una mujer increíble. Es fuerte, independiente y perfectamente capaz de cuidar de sí misma; lo ha demostrado los últimos dos años. Pero ¿qué hay de mí? ¿Qué he conseguido en la vida? No tengo trabajo, no tengo coche, acabo de salir de la puta cárcel y ni siquiera puedo llenar la nevera para alimentar a mi familia.
Eso es lo que me da vergüenza.
¡Holaaa! ¿Qué tal ha ido vuestra Semana Santa? ¿Qué habéis hecho?
En este capítulo hemos conocido un poco más de Cole, de cómo se siente y de dónde viene. Vamos con las preguntas, que en este capítulo hay mucho para comentar.
• Cole se siente muy mal, Emily lo ha llamado "salvaje" y no puede parar de recordarlo... Además, dice que tiene razón😔 ¿Consideráis que es un salvaje por lo que le ha hecho a Trey?
• Mientras se curaba, ella ha entrado y ha comenzado a curarle en silencio. Ese momento, por favor, decidme que se ha sentido todo lo que se decían en silencio❤️🩹
• Le ha pedido perdón por lo que le ha dicho, pero él ya está jodido...
• Y después le ha dado las gracias, aunque Cole considera que lo que ha hecho no es algo por lo que se tenga que dar las gracias. ¿Vosotras se las habríais dado? ¿Entendéis que se sienta así?
• La conversación con Byron y cómo su amigo intenta que no se sienta mal. No puedo adorar más esta relación😍
• La frase de: "Llevo dos años durmiendo en una celda, te aseguro que estaré bien en el sofá." 💔 ¿Había alguna duda de que Cole le dejaría la habitación a ella?
• Y bueno, el momento de Byron dejándole dinero... pff. Y TIENE UNA HIJA!!!
• Vale, habéis leído bien, ¿no? Cole le ha pedido que le meta en todas las peleas que pueda... ¿Entendéis que lo haga? ¿Cómo creéis que se lo tomará Emily?
🥺Me rompe el corazón que Cole se sienta así, que crea que es un fracasado y que no haya tenido la oportunidad de poder hacer mejor las cosas. Por favor, mandadle todas un fuerte abraza y palabras bonitas.
Hasta aquí el capítulo y las preguntas de hoy, espero que lo hayáis disfrutado.
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