8. Epílogo
La danza de las lechuzas
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8
Epílogo
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Sísifo regresó al Santuario tras una ausencia de varios días representando a Sasha en los pueblos vecinos sintiéndose mal por haberse perdido la ceremonia de sucesión que marcaba el retiro de su mejor amigo. Tras reportar su regreso con la joven diosa, fue en búsqueda de Rasgado quien aún estaba establecido en una habitación apartada del Santuario.
Al llamar a la puerta, fue recibido por este quien le miró sonriente y sorprendido ya que pensaba que el arquero aún estaría de viaje. Le invito a entrar ofreciendo el mejor vino de la casa.
—Me alegra que vinieras, amigo —comentó Rasgado sonriente sirviendo dos vasos generosos para ambos—. Creí que volverías pasados unos días más.
—De hecho debía volver antes de la ceremonia de sucesión, te pido me perdones por no haber estado presente.
—¡Bah! Olvidalo, lo importante es que estás de vuelta —dijo tomando asiento despreocupadamente frente a él.
—Bien, siendo así, brindemos por tu retiro y porque el más aventajado de tus estudiantes heredó tu armadura exitosamente.
—¡Brindemos!
Chocaron sus copas bebiendo un poco en medio de sano buen humor mientras continuaban charlando un poco más. Rasgado ya no vivía dentro de los límites del Santuario desde hacía tiempo; no obstante se mantenía en contacto con Teneo quien le notificó algo que le dejó pensando.
—Maestro. Celinthya y Saro me han expresado su deseo de vivir bajo tu techo —comentó solemne aquel día por la tarde—, ¿qué opinas de su decisión?
—Pensé que se quedarían bajo tu cuidado —indicó Rasgado con los ojos muy abiertos—. Me tomó por sorpresa esta noticia ya que tendrían que salir del territorio del Santuario si es que es realmente su deseo vivir conmigo.
—Lo mismo repliqué al respeto sin embargo, como bien sabes, ellos no aspiran a ninguna armadura. Se han dedicado al apoyo en la reconstrucción del Santuario y ayuda a las comunidades cercanas, tarea que pueden realizar desde cualquier sitio de acuerdo con la señorita Sasha.
—Bien, siendo así, y si ella no tiene objeciones al respecto, me gustaría que vivieran conmigo. Debo supervisarlos, sabes —respondió sonriente guiñando un ojo.
Teneo rio un poco pues, si bien podía con esa responsabilidad, deseaba que sus hermanos tuvieran un hogar estable ahora que él ocuparía el segundo recinto de forma permanente no deseando dejarlos a la deriva.
Sísifo escuchó aquella noticia sin mucha sorpresa ya que, se imaginaba que algo así sucedería, pues conocía de sobra a su amigo quien jamás abandonaría a sus protegidos. Sabía que ambos chicos estarían bien bajo el cuidado de Teneo, pero Rasgado deseaba que este se enfocara totalmente en sus nuevas responsabilidades mientras que él, por su lado, podría continuar supervisando la educación de ambos chicos.
—¿Cuándo se mudarán contigo? —preguntó el arquero bebiendo un poco más tras sacarse la chaqueta.
—En cuanto consiga un lugar más grande. Esta habitación es muy pequeña para más de tres personas y bien... también debo pensar en mis planes a futuro.
—Entiendo, entiendo. Imagino que, a estas alturas, tu trato con la señorita Partita se ha formalizado —comentó Sísifo en tono pícaro haciendo ruborizar a Rasgado sin que este pudiera evitarlo.
—Si, así es. Aún es muy pronto pues ambos tenemos varios asuntos pendientes, pero una vez que todo este listo haremos un anuncio formal.
—Me alegro mucho por ti amigo. Creo que mereces una vida ordinaria, feliz y próspera luego de que dedicaras tanto tiempo a servir al Santuario.
—Te agradezco.
Sísifo lo acompañó el resto de la tarde escuchando con detalle la ceremonia de sucesión así como otros eventos acontecidos durante su retiro en la montaña aledaña a Star Hill.
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La noche que Rasgado compartió al lado de Partita en su casa fue suficiente para saber cuánta ayuda realmente necesitaba. La mujer trató de disimularlo, pero al entrar en la residencia de madera y piedra con techo a dos aguas y cuatro grandes habitaciones noto la ausencia de muchos muebles, había habitaciones vacías y el ambiente se sentía poco hogareño.
El hombre se contuvo de hacer comentarios inapropiados pues, pese a la confianza que ya reinaba entre ambos, lo que menos deseaba era incomodarla aunque él tuviera una vaga idea en cómo apoyarla a darle un toque más hogareño a su casa.
—Te pido perdón por el vacío y desorden que hay en mi hogar —dijo ella avergonzada cerrando puertas tras de sí—, solo vivo con Tenma así que no hay mucha necesidad de redecorar.
—Entiendo.
De igual forma, la habitación principal era demasiado grande para una sola persona estando seguro de que en el invierno se sentía fría y desolada. Al ver a la diosa de cabellos negros recostada a su lado, Rasgado sabía cómo deseaba invertir los años venideros; construir un hogar para ambos se le antojaba prometedor y viable. No deseaba pasar sus días en medio de una pieza fría y solitaria sino al lado de su hermosa mujer sintiendo el calor de una habitación compartida por una pareja que se amaba.
—Llegado el momento quisiera que viviéramos juntos —dijo ella una tarde varias semanas después mientras ambos daban un pequeño paseo por la plaza del mercado—. La casa que la diosa me permite ocupar es demasiado grande para Tenma y yo solos. Lo he considerado mucho y hay suficiente espacio para más personas.
—Eso sería maravilloso... —respondió Rasgado sumiéndose en sus pensamientos por un largo rato mientras la sonrisa de Partita se desvanecía poco a poco.
—¿Qué te lo impide?
—Sería descortés de mi parte abusar de tu hospitalidad de esa forma y, aunque te lo agradezco, no creo que sea lo más apropiado.
—¿Por qué no? —preguntó la joven triste— Has visto mi hogar, es grande y casi vacio. ¿Qué sucede Rasgado? Dime la verdad.
—Celinthya y Saro vivirán conmigo de aquí en adelante pues Teneo debe enfocarse en sus actividades como nuevo santo de Tauro. No tendría problemas en vivir bajo tu techo si se tratase de mi, pero ahora cuento por tres personas y jamás podría abusar de tu buena voluntad. Además tu hogar se encuentra dentro de los límites del Santuario. No tengo permitido habitar más allá de la frontera.
Partita dibujó una sonrisa en sus labios. Su futuro prometido era demasiado correcto y observador de las reglas temiendo que fuese a ser demasiado complicado convencerle de lo contrario.
—Escucha —dijo ella con suavidad posando su mano en el musculoso hombro de su pareja—, pediré un permiso especial a la diosa si eso te tranquiliza.
—Oh no, eso no es...
—Es absolutamente necesario, Rasgado. No tengo inconvenientes en que tus dos discípulos vivan bajo mi techo. Es un hogar prestado en realidad, una vez que mis servicios con la señorita Sasha lleguen a su final, podremos buscarnos un lugar propio en la ciudad o en otro sitio —indicó la mujer con calma.
—¿Has hablado con Sasha sobre todo esto?
—Por supuesto, nuestra diosa sabe a la perfección lo que ocurre entre tú y yo y es feliz por nosotros. Me ha dicho que entiende que deseemos dar un siguiente paso y asegurarnos un futuro prometedor.
—Yo también lo creo así —respondió el hombre observando el hermoso horizonte frente a él.
—Bien pues, está decidido, en cuanto tus alumnos estén listos, ven a mi casa y los recibiremos con los brazos abiertos. Se que Tenma tampoco tendrá inconvenientes mientras encuentra un sitio donde vivir dentro de los templos del Santuario.
—¿Ha decidido vivir en otro lado?
—Debe hacerlo pues, como sabes, él aún está al completo servicio del Santuario. De hecho, la señorita Sasha desea procurarle una de las mejores habitaciones del templo de Atena.
—Eso me alegra mucho.
Rasgado tomó la mano de su diosa dejando un beso en ella. Estaba cerrado el asunto: él y sus dos chicos vivirán bajo el mismo techo que su pareja y el héroe nacional de ahí en adelante agradeciendo a ella ese gesto pues, ya lo había comentado previamente, no era adecuado que Celinthya viviera sola con un chico pequeño pues ambos aún necesitaban supervisión, no fuera que algún pobre diablo de mala muerte se acercara a ella con negras intenciones.
Estando firmes y seguros de sus siguientes pasos, hicieron un anuncio formal a la señorita Sasha en los siguientes días fijando su compromiso de ahí en adelante esperando celebrarlo por todo lo alto en seis meses más o menos; no obstante Rasgado sabía cuán devota era Partita a la señorita Sasha solicitando en persona que no la relevara de sus servicios hasta que fuera inevitable. Hasta que las circunstancias le impidieran a la mujer cumplir con su deber.
Básicamente, hasta que un nuevo miembro de la familia estuviera en camino.
—Muy bien Rasgado —indicó Sasha sonriente aquel día en que el santo retirado solicitó una audiencia formal—, te agradezco por permitir que Partita continúe a mi servicio. Sé que dentro de poco será tu esposa, pero te garantizo que se desocupará con tiempo suficiente para que esté a tu lado.
—Le agradezco.
—Y Rasgado... espero no te moleste que estemos planeando una gran celebración cuando se realice el enlace entre ambos —dijo la chica muy sonriente juntando ambas manos mientras el hombre la observaba abriendo mucho los ojos—. Todo el pueblo les tiene en gran estima y desean unirse a la dicha de ambos ese glorioso día.
—Vaya... pues, le agradezco —respondió sonrojado sin saber qué decir al respecto ante tantas molestías.
Definitivamente, Sasha era una joven alegre quien podía planear celebraciones a sus anchas dejando gran parte de la organización a cargo de Shion quien solo accedió ya que se trataba de Rasgado.
Fue así que, en la fecha fijada, por todo el Santuario se celebró el enlace matrimonial entre el antiguo santo de Tauro con la asistente principal de la diosa y madre del héroe nacional teniendo como invitados a los sus tres chicos y sus grandes amigos así como muchísimos asistentes, además de la diosa y el Patriarca, quienes les desearon todo lo mejor de ahí en adelante aquella hermosa mañana de verano acompañados por un clima estupendo y cientos de personas más.
Rasgado no pudo quitar la vista de la hermosa mujer a su lado, quien vestía ropas típicas de acuerdo a la ocasión, llevando su cabello recogido y adornado con flores mientras Tenma los observaba conmovido tratando de contener un par de lágrimas de felicidad. El chico, quien se había mostrado escéptico ante esa relación ahora los observaba orgulloso de ambos; de su madre y su nuevo "padre".
—Toma esto —Regulus le extendió un pañuelo discretamente mientras Sasha los observaba seriamente indicando que no hicieran ruido, pues ella no deseaba perderse ni un instante de aquel suceso ya esperado por toda Atenas prácticamente.
En cuanto salieron del templo de Atena, Tenma se aproximó a ambos observandoles sonriente.
—Cuidala mucho, maestro —le dijo serio.
—No te preocupes muchacho, lo haré —en ese instante, Tenma los estrechó fuertemente por unos momentos.
El evento concluyó con un baile que duró toda la noche. Partita no le permitió a su ahora marido sentarse en ningún momento durante la velada notando conmovida que aquella flor que cayera de su sombrero tanto tiempo atrás, aún ocupaba un lugar importante en las chaquetas del hombre a su lado.
—Veo que todavía la conservas —dijo sonriente señalando la solapa de su chaqueta—, no la había visto en todo este tiempo.
—La tengo resguardada en un sitio muy importante del armario —respondió el hombre con suavidad.
—¿Puedo añadir una más? —Partita tomó una de las tantas flores de su cabello colocándola en la solapa justo al lado de la otra mientras el hombre dejaba un beso en sus labios.
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Varios meses más tarde
Por la plaza del mercado iba una familia de cuatro personas llevando diferentes suministros y alimentos. Celinthya y Saro ayudaban con entusiasmo con las compras ahora que "mamá" Partita no estaba en condiciones de cargar nada, de hecho se ocupaban de varias tareas en casa a fin de evitar que ella moviera un solo dedo hasta que el gran día llegara.
Rasgado iba a su lado cargando un saco de papas sobre su hombro sin descuidar a su diosa ni un solo instante y ayudándole a bajar o subir las escaleras cuando era necesario. El estado de su mujer le llenaba de regocijo no así de preocupación ya que deseaba que el hijo de ambos naciera saludable y sin complicaciones pese a que aún faltaban alrededor de cuatro meses más o menos.
—Deja de preocuparte tanto —dijo Partita llevando una canasta con pan y queso—, todo saldrá bien.
—Lo sé, solo no puedo evitarlo —le ofreció su brazo y ella se sujetó a él sabiendo que nada de lo que dijera le quitaría la preocupación los siguientes meses.
—Tranquilo, todo saldrá bien. Ya verás —respondió la joven con suavidad mientras los cuatro volvían a casa por ese día.
FIN
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Es la primera vez, y espero no sea la última, que escribo sobre esta pareja. Espero les haya gustado este relato. 🙂
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