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Razón

Narra Elsa.

Abrí mis ojos y al instante llevé mis manos a mi cabeza. Me dolía, me dolía muchísimo.
Largué un gruñido y me senté.
Me encontraba en la sala, pero no había nadie... sólo estaba yo. ¿Pero qué pasó?

—¿Jack? —lo llamé y luego de unos segundos apareció por la cocina.

—Cariño —se sentó junto a mí—. ¿Estás bien?

—Sí, me duele la cabeza, pero... —suspiré—. ¿Qué pasó?

—Bueno... —se rascó la parte trasera de su cabeza—. Digamos que... te desmayaste.

—¿Qué? —abrí mis ojos con sorpresa.

—Eso mismo... quizás te sentías demasiado mal con lo que tu padre te dijo —noté que al nombrar a mi padre, se tensó.

Miré al frente. ¿Realmente me había desmayado?

«Estaba en shock... ¿Él realmente me está haciendo esto?
Me había dejado sin palabras, sin habla, sin respiración, sin nada.
De repente dejé de oír... Lo miraba y él me hablaba con su ceño fruncido, pero yo no lo oía; sentía como si el oído se me tapara.
Vi a Mady y a los demás hablar con mi padre, él me señalaba. Pero no sé lo que decía...

De un momento a otro, todo comenzó a dar vueltas; parecía un carrusel, me sentía mareada, descompuesta. Simplemente me sentía extremadamente mal.
Hasta que mis piernas ya no resistieron más y todo fue negro al momento en que sentí que caí al suelo.»

—¡Oh Dios! —dije—. Ya lo recuerdo... Joder, me sentía tan asustada Jack —tapé mi rostro—. ¿Dónde está él?

—Se fué...

—¿Se fué? ¿Cómo? ¿Qué pasó? —pregunté confunda.

—Luego de que te desmayaras yo entré a la sala —abrí mi boca con asombro.

—Pero...

—Déjame terminar... —me sonrió y asentí—. Yo entré y empecé a discutir con él, le pedí a Mady que te trajera agua y viera cómo estabas, pero él no me lo permitía, le mandó a Mady que llamara a la policía, pero ella no lo hizo... —suspiró—. Le dijo: No voy a llamar a la policía porque él es mi amigo y ella; te señaló a ti, ya debe dejar de vivir este infierno, maldito desgraciado.

Abrí mucho más mis ojos. ¿Realmente Mady le había dicho eso?

—Tu padre se enfureció... y en eso apareció Mérida, defendiendo a Mady, aproveché que tu padre se distrajo y fuí por tí, te tomé en brazos e intenté sacarte de ahí...
Cuando Cristina por fin habló: ¡Ya basta! Pareces un niño Agnarr andas con ese ceño en tu cara por todo el día, mira lo que le has hecho a la pobre Elsa, eres un monstruo, lo único que quieres es hacerle sufrir, siempre te ocupas de ello, podrías dejarla en paz e irte con tu esposa ¿Verdad?
Estoy cansada de ver a esa niña llorar por tu culpa, estoy cansada de verla deprimida por tu culpa ¡Deja que sea feliz! ¿Por qué no quieres? ¿Por qué la alejas de todo? ¿Por qué Agnarr? ¿Te das cuenta que eres un viejo gruñón?
Y lo mejor era que tú papá sólo la escuchaba. Hasta que dijo: ¿Por qué simplemente no dejas vivir feliz a tu hija? Su madre habría querido eso... Pareció como si eso le llegara al corazón, porque tomó sus llaves y salió de ahí —me dijo todo eso Jack, pero para ya ese tiempo, yo ya tenía lágrimas en mis ojos—. Los chicos comenzaron a aplaudirle a Cristina —sonrió—, porque ella le dijo lo que nosotros siempre quisimos.

—¿Ella... ella en verdad le dijo eso? —sollocé. Jack asintió.

—No llores, preciosa.

Pero fue inútil; lloré, lloré todo lo que quise, pero no fueron lágrimas de tristeza, sino de felicidad, Cristina, mi Nana, la que siempre me consoló, la que siempre estuvo para mí... Ella le dijo a mi padre, lo que no sólo ellos siempre le quisieron decir, sino que le dijo lo que yo siempre quise: Hablarle de verdad, decirle cuánto sufría. ¿Podría mi padre entrar en razón?

Abracé a Jack.

—Ya no llores —acarició mi cabello—. Todo está bien.

—Es que... me siento bien —le miré y sonreí—. ¡Al fin alguien le dijo la verdad! —me paré—. ¿Entiendes Jack? —grité emocionada—. ¡Al fin alguien le dijo la verdad! —repetí contenta mientras reía y saltaba.

Jack me miraba con una sonrisa.

Quizás me veía un poco patética, pero en verdad estaba eufórica.
Sólo esperaba que esto haga que mi padre entre en razón.

(...)

Respiraba tranquila mientras todos estábamos en el sofá, hablando de la nueva casa de verano de Mérida... al parecer con todo lo que había recaudado, había podido comprar la casa de sus sueños.

—¡Eso es increíble Mer! —le sonreí—. ¡Estoy tan feliz por tí!

—Gracias Elsa, yo también estoy muy feliz —largó una risa.

—¿Vas a invitarnos, verdad? —preguntó Jack.

—¡Claro que sí! —dijo y todos reímos.

—¿Eso significa que dejarás el trabajo? —asintió con un poco de tristeza.

—Sabes que vamos a extrañarte —le dijo Mady.

—También los extrañaré... Ustedes son como mi familia —dijo con una bella sonrisa.

Seguíamos hablando de eso, me echaría a llorar, Mérida era mi amiga desde que trabaja aquí... ¡Hace 5 años!
¿Qué voy a hacer sin ella?
Como ella misma lo dijo: Cada uno de ellos son como mi familia.

Me levanté y la abracé, en pocos segundos noté como todos nos abrazábamos.
Estábamos riéndonos mucho hasta que la puerta principal se escuchó.
Nos separamos y me di la vuelta para ver quién estaba allí.

—¡Es él! —dijo mi padre apuntando hacia Jack.

Dos policías entraron y caminaron en dirección hacia Jack. Estaba por intervenir cuando Nana interrumpió.

—¡Aguarden, oficiales!

—No le hagan caso —gritó mi padre.

—¡Ya basta, Agnarr! —le dijo—. Oficiales, aquí hay un malentendido... ¿Por qué vienen a buscar al joven?

—Recibimos una demanda de parte del señor; de que este chico —señaló a Jack—, entró a su casa sin autorización y de que días atrás secuestro a su hija. ¿Esto es verdad, señora? —le preguntó el oficial.

—¡Claro que es verdad! —dijo mi padre.

—¡No! —le dijo Nana a los oficiales—. ¡Eso no es verdad, oficial!

Tomé la mano de Jack.

—Él no me secuestró... —hablé—. Yo me fuí... no fué por obligación o algo por el estilo... fué por voluntad propia.

—¿Qué edad tiene usted, señorita? —me preguntó.

—Tiene diecisiete, es menor de edad —dijo mi padre.

—No oficial, tengo dieciocho años —tragué en seco.

El oficial suspiró.

—El martes próximo los espero en la oficina de policía —habló—, se resolverá esto... pero mientras tanto, aquí no ha pasado nada de acuerdo a la señora y a la supuesta "víctima del secuestro" —hizo comillas—. Espero que el martes se sepa la verdad. Hasta entonces, nos retiramos —dijo el oficial. Los dos caminaron hasta la puerta y salieron.

Nos quedamos allí en silencio...

—Agnarr... ¿Me harías el favor de hablar conmigo? —le dijo Nana—. Ve a tu oficina, ahora, estaré en un minuto.

Sin más mi padre caminó hasta las escaleras y subió hasta su oficina.
Nana tomó mi mano y suspiró. Nos miró a cada uno, pero en especial a mí y a Jack.

—El martes arreglaremos esto de una vez por todas, no se preocupen. Yo ahora hablaré con tu padre, Elsa —suspiró—. Haré que entre en razón —soltó mi mano y caminó hacia las escaleras.

—Gracias —murmuré—. Gracias por solucionar esto, Nana.

Me dio una sonrisa y subió por las escaleras, dejándonos a nosotros solos.

—Vaya —dijo Punzie—. Qué fuerte.

—Lo sé —dije—. Espero que el martes acabe todo esto.

—Ya verás que se terminará. Nos tienes a nosotros para declarar, si quieres defender a Jack —me sonrió Mady.

Asentí en forma de agradecimiento y me acerqué a Jack.

—Ya verás, que todo esto acabará —susurró en mi oído.

—Claro que sí —lo abracé y apoyé mi cabeza en su hombro—. Siempre estaremos juntos, Jack.

—Siempre...

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