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Larga Historia

Sintiéndome mejor en mi cama un pensamiento comenzaba a incomodarme, me senté y miré a mi madre, que al ver mi expresión seria cambio la suya.

—¿Dónde está... —comencé, pero no sabía como llamarle—, Bobby?

Por supuesto que yo no iba a llamarlo padre, ya no más.

—Bueno, la cosa es que... —caminó hacia mí sentándose—. Elsa ¿puedes traerle un vaso de agua? Sé que tendría que ir yo cariño, pero... ¿me puedes hacer ese favor?

—Claro que si —nos dio una sonrisa suave y se retiró de la habitación.

—La cosa es que... —tomó mi mano y me miró—. Nosotros nos separamos —largué un suspiro de alivio—. Él me sigue mandando dinero para pagar todas las cuentas de la casa, pero ya no estamos más juntos, tú te fuiste por su culpa Jack, eso jamás se lo perdonaré... ¿Qué pasa si no volvías? —sus ojos comenzaban a derramar lágrimas.

—Yo te prometí que lo haría, y aquí estoy.

—Gracias a Dios —me abrazó—. ¿Pero dónde estuviste Jack? ¿Dónde conociste a Elsa? —me sonrió.

—Es una larga historia —me reí—, pero creo que hay tiempo para contarla.

Elsa entró despacio por la puerta, dejando el vaso con agua en el escritorio, nos miró y sonrió dirigiéndose otra vez a la puerta.

—¿A dónde vas? —le pregunté sonriendo.

—Afuera... ustedes están hablando, yo no quiero interrumpirlos.

—Cariño ven —la llamé—, ahora le contaremos toda la historia.

Caminó hacia mí y tomó mi mano.
Nos levantamos y salimos de mi habitación para bajar a la sala, nos sentamos en el sofá; Elsa a mi lado, y mamá en el sofá de enfrente, habían un par de galletas y jugo en la mesa de café... tal como comía de pequeño.

—Oh vamos mamá ¿esto es en serio? —le pregunté riendo mientras tomaba una galleta.

—Tú amas esas galletas Jack —me miró.

—Cuando era pequeño —un pequeño rubor apareció en mis mejillas.

—¡Mírate! —mi novia besó mi mejilla—. Deja salir al niño que hay dentro de ti.

Suspiré y tomé una galleta, llevándola rápidamente hacia mi boca... la verdad era que amaba estas galletas, eran tan deliciosas, siempre decía que mi mamá tenía una receta mágica y especial para hacerlas tan deliciosas.

—Mamá están justo como las hacías —le dije con la boca llena de galletas.
Rió fuertemente y se levantó.

—Iré a buscar servilletas —y cuando se fue, Elsa me habló:

—Pareces una ardillita llena de nueces en la boca —rió—, me dan ganas de comerte —me susurró en el oído.

—Ya nena —le dije cuando no tenía más galletas— ¿Quién no quiere comerme?

Sonrió y se acercó a darme un beso, pero unos pasos se escucharon en la habitación y tuvimos que separarnos.

—Lo siento, no quería interrumpir —dijo mi mamá sentándose en el sofá.

—No hay problema, en algún momento podré besarla tranquilamente —le guiñé un ojo.

—¡Jack! —dijo Elsa totalmente sonrojada y mamá largo una carcajada.

—Sólo bromeo —la abracé contra mí—. Ahora contémosle a mi mamá, toda la historia.

—Está bien —dijo en mi pecho y se fue sentando derecha poco a poco, mi mamá miraba la escena con una mirada tierna reconocida como: «Que adorables»

—Bueno —dije ya un poco más serio, Elsa tomó mi mano y me preparé para contarle—. Cuando yo me fui de aquí.. fuí a Londres, decidido de hacer mi nueva vida... pero al darme cuenta de que no tenía dinero, no tenía idea de lo que iba a hacer... estaba demasiado orgulloso en ese momento, para volver por dinero... estaba decidido a hacerlo solo, tenía el lema en mi mente «Con esfuerzo todo se logra» pero no fue tan fácil... —suspiré—. Con el tiempo no podía encontrar trabajo... urgentemente necesitaba dinero para poder quedarme en algún lugar... pero no sabía hacer nada, no sabía de qué carajos trabajar —tapé mi rostro—. Después comencé a dormir en la calle, despertándome temprano para buscar trabajo, pero tampoco olía bien... ya parecía uno de esos vagabundos de la calle, no tenía dinero, comida, ropa, ni siquiera una cama.. hasta que un día, la vi...

"Caminaba sin rumbo, esta vez buscando si podía encontrar algo de comida, hasta que siento que alguien choca conmigo, y yo caí hacia el suelo..

—Lo siento tanto —dijo una voz muy dulce—. ¿Estás bien?

—Si —tosí—, no hay problema... —traté de sonreír, viendo sus perfectos ojos.

—¿Seguro? —me preguntó dulce.

—Seguro —sonreí y me levanté—, muchas gracias —la miré por última vez y seguí caminando.

Una chica verdaderamente hermosa, y a pesar de ser una señorita rica, fue muy dulce conmigo, espero volver a encontrarla otra vez, pero no creo que exista una posibilidad, ella es una chica rica, llena de dinero... y yo soy sólo un vagabundo, que a nadie le importa."

Miré a mi lado, para encontrarme a Elsa con su mirada baja y mi mamá comenzando a derramar lágrimas.

—Tú me sorprendiste Elsa —comencé a hablar—, fuiste tan dulce conmigo, yo no puedo explicar lo que sentí al ver tus preciosos ojos —la miré—, y nunca me canso de verlos —me sonrió y yo le di un pequeño beso, para luego seguir contando mi historia—. Luego de esa noche, no la había vuelto a ver... cuando un día caminando por la calle, escuché..:

"Caminaba por las calles buscando trabajo, hoy en la mañana lo había decidido, buscaré trabajo hasta encontrarlo, necesito dinero... caminaba y caminaba por las calles aburridas de Londres, cuando me detuve en una casa enorme, muy hermosa, cuando fijé mi vista en la puerta de la casa, una señora de mediana edad y un señor, discutían... quién sabe de qué podrían a ver estado hablando, hasta que escuché:

—Necesito un sirviente, no puedo encontrar aún —gritó el hombre enojado.

—Busca y encontrarás —dijo esta vez la señora... Luego de eso, el señor bufó y caminó hasta la calle, subió a su auto y partió... ¿Había escuchado mal? Estaban buscando un sirviente, y yo podría ser perfecto para eso... ¡Esta es mi oportunidad! Rápido me dirigí hasta la señora que seguía en la puerta..

—Hola —me atreví a decirle.

—Joven —me miró—. ¿Qué necesita? —dijo dulce.

—He oído, que el señor busca sirviente, y yo estoy buscando trabajo —tragué en seco.

—¿De verdad te ofrecerías? Sería mucho mejor, el señor busca hace días y no logra encontrar...

—Desde luego, busco trabajo, necesito dinero y comida —le comenté.

—Mira hablaré con él y le diré que ya tiene una opción —me sonrió—. Por cierto, te ves un poco cansado y hambriento ¿quisieras algo para comer? —me sonrió.

—No gracias —dije—, sería una molestia.

—No es problema, necesitas comer algo y si quieres puedes bañarte, así cuando el señor vuelva, le gustarás más —pausó—. Ven pasa...

Así fue como acepté y entré a la hermosa casa... tenía una sala preciosa llena de lujos y muebles hermosos.
La gentil señora me hizo una seña de que la siguiera, y terminé dirigiéndome hacia la cocina, sacó un pollo del refrigerador y lo calentó.

—Esto es lo mejor que te puedo dar —sonrió—. ¿Lo quieres?

—Por supuesto que si —miré el pollo hambriento. Rió.

—Disfrútalo.

Llevé un pedazo de pollo a mi boca, y estaba delicioso, hace cuánto no comía algo tan delicioso, se sintió tan bien, que me lo acabe rápido... ella me paso una servilleta y con eso limpié mi boca, cuando se escuchó el ruido de la puerta principal.

—El señor está aquí —me susurró. Me levanté y sacudí lo más que pude mi ropa.

Allí me di vuelta, para encontrarme a un hombre grande, con ropa cara y reluciente, mirándome atreves de sus gafas, el pánico llegó a mí...

—Señor —dijo la señora junto a mí—. Él es... Mmh —volteó a verme— ¿Cómo era tu nombre? —me susurró.

—Jackson, pero pueden decirme Jack —le susurré. Ella me sonrió y volvió a mirar al señor enfrente de nosotros.

—Él es Jack.. y podría decirse que está aquí buscando un trabajo...

—Ajá... —dijo como en un tono en el que decía que continuara. Ella me movió para que yo hablara.

—Si, es que estoy buscando trabajo en verdad lo necesito —dije nervioso—. Escuché que buscan un sirviente y yo puedo serlo.

—Si —dijo el hombre—, pero no tan sólo un sirviente, sino algo así como un sirviente completo, que repare cosas —tocó su barbilla—. ¿Me entiendes?

—Si entiendo —dije—. Es más, todavía me ofrezco, puedo hacerlo —dije confiado.

—Me gusta tu confianza niño —me miró—. ¿Cuántos años tienes?

—18 —dije.

—Joven —dijo—. ¿Estás seguro de que puedes hacerlo?

—Si —dije valiente.

—Me gusta esa actitud —me miró y luego miró a la señora—. Has que se dé un baño, enséñale la casa y dale sus primeras labores —volvió a mirarme—. Veremos qué tal lo haces —sonrió y se retiró de ahí."

Estaba emocionado, porque había encontrado un trabajo —suspiré—. En todo lo que pensaba era en volver a buscarte mamá... Nunca imaginé que iba a encontrar al amor de mi vida —sonreí mirando hacia Elsa—, pero todavía no llego a esa parte, así que sólo escucha...

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