Inesperados encuentros
Capítulo 2
—Eres hermosa mi princesita —le dije a mi pequeña hermana mientras la peinaba frente al espejo.
Una niña tan linda y talentosa en una familia tan pobre. Es algo que siempre me ha hecho sentir mal, sufría mucho por la vida que llevábamos, un día esperaba cumplir todas mis ambiciones y las de mi hermana. Ella lo merecía.
—Gracias Jay.
Justo al terminar de peinarla ambos nos quedamos unos segundos viéndonos en el espejo. Si ella fuera un poco más mayor pasaríamos por gemelos. Ambos con ojos y cabello color noche.
Esa tarde la llevaría a pasear un poco por un humilde parque de atracciones un poco lejos de casa. Necesitaba distraerla de la rutina para que no estuviera tanto tiempo en el hogar o el colegio. Al final sigue siendo una niña que le gustaba jugar.
Salimos de casa no sin antes despedirnos de nuestros padres y partimos rumbo al parque, aquellas atracciones tal vez no eran tan lujosas o elaboradas. Pero es mejor algo que nada. Iba de la mano con Elie al parque mientras observabamos el paisaje como de costumbre. Era abrumador ver tantas construcciones antiguas victorianas, era común que personas tan pobres como yo, nos sintieramos relativamente pequeños e inferiores en esa sociedad tan enorme en todos los sentidos.
La llevaba al parque porque cuidar de mi familia, en especial de esa pequeña niña, se había convertido en mi principal prioridad. A esas alturas lo principal era sobrevivir. Todo el camino lo pasamos observando el lugar en silencio.
Finalmente llegamos al parque, era algo pequeño con reducidos espacios para esos aparatos. Lo rústico y vacío del lugar, me recordaba que ahí no iban los niños hijos de familias pudientes, o millonarias como la gran mayoría en este país. Ver a Elie sola me causaba una revoltura en el estómago, ella se soltó de mi mano y con una fingida emoción fue directamente a un columpio algo roto y oxidado, se mecía solitaria mirando al vacío.
Para evitar su sufrimiento, me hacerco a ella y me siento en el columpio de al lado.
—¡A que me meso más rápido que tú! —hablé sonriendo.
Un atisbo de alegría se vió en su mirada y con sus cortos pies comenzó a acelerar la velocidad.
—No lo lograrás jamás, soy más rápida que tu —canturreó juguetona.
Su competitividad comenzaba a salir a la luz. Era una característica de su personalidad que había notado recientemente.
Ambos nos columpiabamos rápidamente y reíamos mucho. Hasta que un estruendoso golpe se oyó. La niña había caído.
—¡Elie!—grité asustado.
La vi en el piso y noté como mi corazon comenzó latir más rápido de lo normal. Me acerqué a ella y la levanté. Un terrible llanto inundó mis oídos y juro que estuve a punto de llorar junto a ella.
Tenía varios raspones en las rodillas y codos y un poco de sangre se asomaba sobre su ceja derecha.
—Oh no, ven mi niña no llores más, vamos a centrarnos ahi —intenté calmarla y la guié hasta un banco cercano.
—¿Pero como te has caído? —pregunté.
—Fue...fue que me resbalé —murmuró entre sollozos haciendo un puchero.
Oh Dios mío, me dolía verle esas heridas, era más doloroso que si las tubiera yo.
—Oh pequeña, ¿Puedo ayudarles? —una voz femenina entró en escena.
Era una mujer que aparentaba unos treinta y tantos años de edad.
—No, estamos bien —me negué.
Nada proveniente de personas así podía ser bueno. Ella vestía justo como esas personas que nos excluían y rechazaban.
Ante mi seria expresión pensé que la mujer desistiría, pero no lo hizo. Mientras, Elie seguía llorando sentada en el banco conmigo arrodillado gente a ella sobando sus rodillas.
—Debes llevarla al doctor —indicó la dama pelirroja mientras se hacercaba.
Comenzó a caminar hacia nosotros.
—Ni un paso mas —espeté con fastidio. —dije que estamos bien.
Ella, hizo caso omiso a mis palabras y se acercó a nosostros. Se arrodilló a mi lado, estaba a punto de echarla de nuevo cuando vi que sacó algodón y un pañuelo blanco de su pequeño bolso.
¿A caso planeaba curarla?
Y eso hizo, comenzó a limpiar las zonas heridas con suma delicadeza, como si de una profecional de tratara. Y como por arte de magia Elie dejó de llorar, supongo que siempre le atrajo ese amor materno que mamá no le daba.
La señora, terminó de curarla y me miro fijamente y dijo.
—Entiendo que tengas prejuicios, pero no todos somos iguales —pronunció eso y se levantó para irse pero la detuve.
—Le agradezco mucho lo que ha hecho por mi hermana, y respecto a lo ha dicho, las malas experiencias nos hacen dudar. —respondí calmado.
Mire a Elie, llena de vendas y me calme un poco. La señora lo notó.
—Estará bien sólo son heridas leves
—No puedo evitar preguntas ¿Es usted doctora? —indagué.
—Eso quisiera. —se limitó a responder.
Claro, como olvidarlo en ese lugar las mujeres sólo son amas de casas. Todavía no me acostumbraba.
—Cuanto lo siento, pero tiene un gran talento con eso, espero que en un futuro las cosas cambien.
—Espero lo mismo —respondió.
—¡Y yo! —chilló Elie desde su asiento.
Por detrás de la mujer noté que se hacercaba un robusto hombre con aspecto de millonario. Inspeccionó el lugar con la mirada hasta que se detuvo en la mujer.
—Así que aquí estás —habló con autoridad.
Ella ni siquiera miro hacia atrás, pero automáticamente comenzó a temblar y soltar balbuceos raros para si misma. Hasta que reaccionó y me miró a mi con una expresión que no comprendí.
—¿No vas a voltearte Blanche? —preguntó en un grito.
Elie se asustó mucho y cojeó parándose detrás de mí.
Blanche se volteó y miro al hombre sin hablar.
—Veamos, primero te veo con tu amante el indigente y una niña que tal vez sea producto de sus asquerosas acciones. Wao Blanche, en serio estas enferma —dijo con sarcasmo mientras aplaudía caminando hacia nosotros.
La mujer se arrodilló. No podía creer lo que veía ¡¿En serio acababa de arrodillarse?!
Al parecer se trataba de su marido.
—Es un malentendido Thomas, ni siquiera los conozco. Sólo me acerque a curar a la niña. Es todo —explicó Blanche temblando.
Yo solo analizaba la situación, sin perder de vista a la pequeña. Acto seguido el hombre nos escaneó con la mirada a mi y a Elie.
—Así que también te crees doctora, ¿Qué hemos hablado de esto Blanche? ¡Tu trabajo consiste en limpiar, cocinar y lavar!
Seguía en shock hasta que reaccioné y hablé:
—Vallase de aquí antes de que avise a la guardia local —chantajeé
—Jaja ¿En serio? Como se nota que no me conoces. Soy de los hombres más poderoso de este lugar. ¿Te atraves a retarme? Vete de aquí antes de que sea tarde.
Estaba apunto de responder una grosería cuando Elie tiró de mi camisa y recordé su presencia.
—No eres más que un vagabundo disfrazado de rey —ofendí con inteligencia.
Se enojó, y lo sabía porque no había nada peor para ese tipo de gente que, le dijeran pobre. Ese era el peor insulto en ese lugar.
Con rapidez el corrió hacia mi y logré escabullirme entre la mujer arrodillada y él. No sin antes susurrarle que era momento de escapar. Ese era el plan, ser una distracción para el hombre y ese sería el momento de escapar para la mujer. ¿El problema? Que debía correr con una pequeña niña en brazos. ¿Mi ventaja? El atletismo siempre fue mi pasión.
Thomas corría detrás de mi y noté por el rabillo del ojo que Blanche salió en dirección contraria. ¿En que momento mi aburrida vida terminó en esto?
Corrí y corrí varias manzanas hasta que perdí al hombre. Una gran resistencia y rapidez me caracterizaban desde niño. Un don del que estoy orgulloso. Cuando bajé a Elie, ella hizo un gesto de dolor en su rodilla y me preguntaba si estaba bien.
—¿Te duele mucho?
—No tanto Jay, no te preocupes.
Tal vez si le dolía pero no quería preocuparme, pero a mi me dolía más que a ella.
Y luego caminamos camino a casa mientras pensaba en la buena acción que hizo Blanche por nosostros y en la que hicimos nosostros por ella. A pesar de eso, las palabras de ese hombre hacia mi seguían en mi mente. ¿Amante? ¿Indigente? Cuantos insultos de una sola boca. De algo si estaba seguro, no quería toparme con el nunca más en mi vida.
Pero, mi mayor preocupación sería la reacción de mis padres cuando vieran a Elie.
N/A
Holis, espero que te haya gustado el capítulo, te dejo a Jayled en multimedia 😘 gracias por leerme.
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