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39 + extra ♡











La parte oscura e inhabitada del océano.

La mujer que amo a mí lado, la mar salada provocando sus dulces sonidos en el oleaje, y una brisa suave acompañando a la noche. Todo parecía una melodía en mi cabeza, tan sutil pero latente, que jamás quisiera que se apague.

Volvimos a acostarnos, de manera desenfrenada, perteneciéndonos la una a la otra, algo que nunca pensé en sentir.

Volvimos al barco por la mañana temprano. Corinne, agotada y somnolienta, se quedó dormida en segundos desde que la dejé en mi cama. La contemplé un momento. Era la mujer más hermosa que había conocido. Quité con cuidado de despertarla, su cabello que tapaba parte de su rostro, acariciándolo suavemente. Todo en ella parecía tan suave, que me gustaba la sensación de pasar mis dedos.

Luego me alejé de ella, para acercarme a la cubierta. Fumé un cigarrillo mientras veía al sol a lo lejos, otorgando un calor leve, que casi ni se sentía. Y en ese momento pensé en lo que la mar me había dicho esa última vez.

Oh, mar... tan misteriosa, por favor, es tiempo de que me recibas.

Es hora. Estoy lista.

Cerré los ojos mientras suspiraba. Apagué el cigarro en la regala y me sostuve en ella, mirando como chocaban las distintas corrientes marinas enlazándose entre sí, danzando, tomadas eternamente de la mano, chocando, vibrando. Así era nuestro amor con Corinne, como esas olas desordenadas. Pensé, con una sonrisa.

Y sin pensar más, me lancé a la mar, cayendo lentamente.

Tú me sostienes...

Eres mi fuente de poder.

Eres mi fuente de vida.

Sentí el impacto de mi cuerpo chocando contra el agua como una pluma, cuando un humano sentiría en su lugar pesado como acero.

Muchas vibraciones sensoriales se apoderaron de mi cuerpo. Una sensación de hormigueo chispeante por todo mi organismo, como si mis celulas fueran burbujas microscópicas.

Me dejé llevar por esa sensación por un tiempo, sin moverme. Solo ahí, existiendo, siendo una con la mar rebosante de vitalidad y energía abrazadora.

Hasta que siento unas manos en mis brazos. Abro los ojos, confundida. Era Corinne.

"Corinne, ¿qué haces aquí?"

Le hablé en su mente, como un pensamiento.

"¡¿Qué estás haciendo tú, Capitán?!"

Me respondió de vuelta, como un pensamiento.

Su voz en mis pensamientos era preocupada, angustiada y temerosa, al igual que su expresión facial. Y no podía verlas del todo, pero sabía que estaba mezclando la sal de sus lágrimas con la sal de la mar.

"Es algo que tengo que hacer. No te preocupes, ve a dormir, descansa".

"¡¿Tú no aprendes, verdad?! Zair, la última vez que te perdí fue de esta manera. No pienso dejarte otra vez".

Nuestros cuerpos respondieron a la física, elevándose hasta llegar a la superficie. Ya no se sentía el sonido sordo de las profundidades, si no, el de nuestras respiraciones, las olas, y una gaviota a lo lejos.

—Corinne, no me perderé. Volveré, ¿si? Lo prometo.

—¿Pero qué es lo que tienes qué hacer?

—Cuando tuve esa conversación con la mar, me dio una última misión. Tengo que encerrar al mal que habitó en el cuerpo de Edmundo para que no vuelva a ocupar otro cuerpo.

Ella me miró fijo unos segundos, para después abrazarme.

—¿Por qué tengo un mal presentimiento? Esto no me gusta. No vayas. No lo hagas. Quédate aquí conmigo.

—Tengo que hacerlo. La mar me otorgó este poder de controlar sus aguas, y sé qué hacer.

Me aparté de ella de manera un poco brusca para mi gusto. Y entonces, también tuve ese mal presentimiento. Fue como una conexión de advertencia que me dieron sus ojos fríos, buscando que entre en razón. Pero solo lo ignoré.

Me adentré a la mar nuevamente, y con rapidez comencé a acercarme a lo más profundo. Un lugar que jamás podría ser habitado por humanos, ni siquiera por sirenas.

Corinne intentó alcanzarme, pero con el dolor de mi alma, impulsé corrientes marinas que la llevaban nuevamente a la superficie.

Tenía que hacer esto.

¡Dijiste que la cuidarías!

Cumple tu promesa, o ya no seré tu guardiana nunca más.

Supe que Corinne no me hablaba a mí, si no a la mar, pero mi conciencia estaba conectada a ella por lo que pude escuchar su voz entrecortada como un leve murmullo suave de las aguas.

Avancé hacia ese lugar recóndito con una velocidad inhumana, convirtiéndome en parte del agua salada. Atrayendo a esa energía oscura hacia mí, sabiendo los riesgos que eso implicaba.

La mar me dio esta visión. Tenía que encerrar a esa energía en lo más profundo de este lado que jamás ha sido habitado. Y esa energía permanecerá aquí por siempre, solitaria, donde no pueda hacer daño, porque ningún cuerpo humano puede llegar aquí.

Y cuando sentí a esa presencia, sentí mi propia muerte.

Fría, solitaria, fugaz.

Comencé a encarcelarlo en aguas mágicas, y comenzó a absorverse como con intensidad. No podía ver nada, solo sentirlo. Sentir su densidad. Temí. Temí por todo lo que estaba ocurriendo, pero no me dejé llevar por esa sensación humana.

Hasta que...

Esa energía me demostró que en realidad era humana.

Puso en mi mente recuerdos de mi infancia. Esa niña frágil, pobre y con sueños rotos. Sintiendo hambre, frío, vergüenza, ira, tristeza. Finalmente la tristeza era lo único que la consumía. A mi mente vinieron aquellos tiempos donde esa pobre chica era brutalmente golpeada por robar un trozo de pan. Si tenía suerte, podía robar mantequilla también. Luego, con un contraste fulminante, apareció en mi cabeza esa mujer valiente y audaz, capitán de un barco pirata, que mataba a otros hombres por defender lo suyo. Ella era codiciosa, vengativa y vil. No temía nada, y ansiaba todo con vehemencia.

Acepta esa parte de ti.

Escuchaba como una voz en mi memoria.

Acepta la maldad que vive en ti.

Esa maldad que te protege, y a los que quieres.

Intenté callar esa voz, pero retumbaba fuertemente en mi interior. Luego pensé que no lo sentía en mi interior, porque no tenía interior. No tenía cuerpo, era algo mucho más fuerte y significativo. Es como si proveniera de todas partes, y al mismo tiempo, de ninguna.

Y comenzó a encerrarme en mi propia prisión mágica. Comencé a abrazar esa oscuridad, pensando en que realmente me había protegido en mis peores momentos de mi vida.

Y estaba perdiendo las fuerzas.

La oscuridad es buena, me ha protegido de todos.

Estaba por caer eternamente en esa prisión, dejándome llevar como las corrientes marinas que bailan desordenadas.

Hasta que abrí un poco más mi conciencia hacia esa idea. La maldad de mi corazón iba a ser capaz de dañar a Corinne para mi beneficio propio.

No.

No podía aceptarlo.

Esto no era yo.

Siento fuerzas de la nada, convirtiéndose en un todo, y finalmente atrapo a esa energía maligna para siempre. La encierro en ese lugar oscuro que jamás podrá ser habitado, para que esté en su soledad eternamente. Y me alejo de ahí, lo más rápido posible.

Vuelvo a mi barco con la misma velocidad en la que me había ido.

Corinne venía hacia mí en su forma de sirena. Aún seguía luchando contra las corrientes marinas que la impulsaban hacia la superficie. Iba rápido hacia ella, pero noté que ella no podía verme. Y cuando estaba por abrazarla, ella me traspasó.

Sentí una corriente extraña, y luego lo supe. Yo era agua.

El temor y la tristeza de que iba a ser agua para siempre me invadieron profundamente. Hice que las corrientes que impulsaran a Corinne hacia mí.

¡Corinne, soy yo! ¡¿Puedes sentirme?!

Vi su reacción. Si pudo escucharme.

Me alegré por un momento, pensando en que al menos, sí podría comunicarme con ella.

¿Zair?

Quise abrazarla, sentirla, tenerla en mis brazos desesperadamente, pero solo era el agua que rodeaba su cuerpo. Aún así, ella parecía sentirme.

Hasta que finalmente, y entre mi desesperación, pude sentirla físicamente. Y amé ser una vida humana.

Ella me sostuvo entre sus brazos, en una mezcla de impresionada, asustada y feliz. Y dimos vueltas en el agua, hasta que me empezó a faltar el oxígeno.

Ella se percató de ese detalle y me elevó hacia la superficie.

Nunca agradecí tanto estar viva.

Comencé a respirar agitadamente, sonriendo en su dirección. Sus hermosos ojos celestes me miraban con fascinación y alegría. Y de repente, me besó, mientras me sujetaba de la cintura, y sentí que se me acababa el aire otra vez.

—Corinne... Necesito... Respirar primero —le dije entre besos, a lo cual, ella rio.

—Sí, lo siento —murmuró con una sonrisa—. Vamos al barco, la mar me contó todo. Debes estar exhausta, y con frío ahora que ya no eres sirena.

Esas últimas palabras perduraron en mi cabeza, con un aire de tristeza.

Cuando llegué a mi barco, me encontraba en mi cabina junto a Corinne. Estaba muy enferma, con una dolorosa fiebre intensa. Me dolía todo mi cuerpo, me había resfriado y maldije ser una vida humana.

Este resfrío y debilidad corporal era en parte por el cambio de temperatura, y por haber renunciado a mis poderes otorgados por la mar. Era mi cuerpo acostumbrándose a ser un cuerpo.

Joseph me había hecho una sopa con mucho pescado porque la proteína me iba a ayudar con este resfrío, y Corinne me cuidaba. Pasé así una semana, en donde solo estuve ahí, indefensa y débil en mi cama, pero con la compañía de la mujer que amo, y que me ha demostrado su lealtad y apoyo en todo momento.

Y en la última noche de mi resfriado, tuve un sueño. Soñé con un mensaje de la mar. Me decía que ya no podría controlar las aguas otra vez, pero que mis poderes de sirena volverían con el tiempo.

La mar estaba orgullosa de mí, y eternamente agradecida. Ella no quería perderme como sirena, y yo tampoco.

Así que estaba muy feliz. Al fin me sentía bien de salud, y Joseph decía orgullosamente que habían sido las sopas de pescado lo que me habían restaurado la salud. Yo le agradecí enormemente, a él y a todos los piratas, que juntos celebrábamos mi buen estado de salud, empeorándolo con ron.

Más felices quedaron cuando Corinne y yo anunciamos que nos casaríamos.

Y entre risas y cánticos, comenzamos a bailar, celebrando con la luz de la luna en nuestro alrededor. Porque eso es lo que hacíamos nosotros los piratas cuando hallábamos un gran tesoro.

Y ese gran tesoro, era el amor.











🏴‍☠️

Nos encontramos en el penúltimo capítulo, y como lo prometí, venía con una sorpresita:

Curiosidades de La Dama del Mar 🧜🏼‍♀️

1. Esta historia, como nombré en el inicio, fue inspirada en la canción "La Dama del Mar" de Mägo de Oz, y además, con el mismo título. Pero no solo eso, si no que a medida que iba formando los capítulos, también extraía pequeños párrafos de otras canciones de la banda, como "Al abordaje", "Piratas" entre otras.

2. Con respecto a Zair, nuestra capitán testaruda, fue inspirada en el personaje "Lady Oscar"  del anime "La Rosa de Versalles". Principalmente en su carácter valiente, aventurero y fuerte. Además de el hecho de que se debía vestir con ropa masculina, Zair para esconder su identidad, Lady Oscar porque fue obligada a "ser un hombre". (No es un anime yuri, pero también recomiendo verlo ya que tiene algunas partes del género, y además, la trama es increíble).

3. He soñado mucho con Corinne, incluso desde antes de escribir esta historia. La he visto casi vívidamente en mis sueños, y es una sirena sumamente hermosa. De hecho, para los que vienen de mi otro libro (Conexión Galáctica) hablé sobre mi habilidad en el campo onírico, o mundo de los sueños. Básicamente escribo lo que sueño, sueño lo que escribo. Y le dije a Corinne en el sueño que iba a darle vida en un libro. (Lo sé, creo que enloquecí, pero es parte de jugar a ser escritor, creo).

4. En mi mente, Zair era más mala. Pero siempre me pasa que los personajes toman vida propia y a veces se "salen" de lo que tenía planeado. Un ejemplo de esto, es que yo no tenía planeado de que Zair permita ser libre a Corinne en ese momento, iba a ser mucho más adelante. Supongo que no era tan mala después de todo.

5. La mar. Tengo muchas cosas qué decir de ella. Para empezar, siento que plasmé mi relación con Dios en este enigmático personaje crucial en la historia. Por eso solía actuar de manera misteriosa, a veces sentía que no estaba, o estaba muy distante y casi ni ayudaba a las protagonistas, y a veces era crucial para su supervivencia. Y punto dos, desde siempre consideré a la mar como un "ella" como una energía femenina. Además, que se afecte con los ciclos lunares, que nosotras las mujeres tengamos un ciclo también que es el menstrual, todo lo encuentro conectando e íntimamente femenino. De ahí la importancia de llamarla como la mar en esta historia, considerándola como una diosa.

Gracias por leer.
Aquí están Zair y Corinne en sus distintas fases. ♡ ¿Cuál es tu favorita?


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