Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

32

(Este capítulo contiene escenas de violencia verbal y física. Me van a odiar por esto, pero es parte fundamental para la trama de la historia. En este párrafo encontrarán un resumen del capítulo si es que no les gusta leer violencia).















El monstruo del mar.

Una patada en mis costillas que ya se encontraban rotas.

Escupo saliva y sangre.

El dolor era abrumador y siniestro, y parecía nunca querer alejarse de mi cuerpo, para perturbarme eternamente, como un alma que venía con un karma predispuesto. Al final, todo se reducía a esa insípida idea de que me lo merecía.

—¡No puedo creerlo! ¡Eres la única e inigualable Sirena! —Dijo con una voz irónica, pasando sus dedos suavemente por su bigote, como intentando recordar algo—. ¡Su cabello de fuego se divisa en la altamar, si la ves ten cuidado al navegar, tus cosas atrapará y con tu vida se quedará, ella es la sirena, la sirena de altamar!

Otra patada, más sangre, una risa en son de burla.

Silencio.

Intenté refugiarme en el silencio.

Mis pensamientos me nublaban, si es que aún podía pensar coherentemente con mi tórax fracturado y tal vez la cadera también. Evitaba el movimiento en lo posible, ya que intensificaba mi dolor físico. La lesión torácica no me permitía respirar bien, y en resumidas cuentas, me estaba muriendo.

—¡Tú, asquerosa puta del mar! ¡Vas a devolverme todo lo que me has robado, canalla embustera!

Otro golpe.

Al menos esta vez no fue adentrándose en mis costillas, si no en mi cola de sirena, en la parte lateral. Gemí de dolor, no podía hacer nada para defenderme y eso me provocaba una terrible impotencia.

—¡Contesta, sucia mujer! O debo decir... sirena. ¡Siempre lo supe! ¡Eras una sirena real! ¡Y con tus sucios juegos lujuriosos quitaste a Celine de mi lado!

El hombre que había perdido la razón, comenzó a llorar amargamente. Se alejó de mí solo un momento, donde intenté huir a través de la mar, pero no podía, el dolor me lo impedía. Sentía cómo una costilla había roto la integridad de la piel, y raspaba el suelo al moverme. Me retorcía, realmente no podía.

Finalmente, llegó a mi lado. Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, desquitándose de su aire elegante, y me dio una copa de lo que parecía ser ron.

El olor fuerte se adentró en mis fosas nasales.

—Tómalo, te aliviará el dolor.

Lo miré con desconfianza. Él no parecía querer ayudarme en lo absoluto. Pero mi garganta seca ansiaba el ron recorriendo mi cuerpo y entibiándolo, reduciendo el dolor y la inflamación local de las lesiones.

Él se burló.

—¡Tómalo, acepta mi gentileza! Si quisiera matarte, ¿no crees que sería más divertido enterrarte una espada por tu boca hasta tu garganta mientras te desangras y te retuerces de dolor, en vez de matarte solo con veneno? ¡Eso sería aburrido! —Rio a carcajadas.

Tomé la copa que me había ofrecido, mientras no dejaba de mirarlo. Luego, revuelvo el líquido dentro de ella, para finalmente consumirlo hasta la última gota.

—¡Oye, despacio! ¡Eres una mujerzuela!

Se rio otra vez, mientras daba un sorbo.

Me recosté sobre el suelo de su barco, agonizando. Estaba perdiendo mucha sangre, y respiraba con dificultad. En mi mente solo estaba Corinne, tal vez ya preocupada y un tanto enojada por mi desaparición. Una lágrima se resbaló de mis ojos, al saber que lo último que hice con ella fue mentirle. Ya que moriré aquí, o me tendrá cautiva y no volveré.

Perdóname.

Mar, dile que me perdone, por favor.

Cerré los párpados con fuerza.

—¡Hey, no estés triste!

Se acercó a mí y secó mis lágrimas con sus asquerosas manos. Me aparté bruscamente pero solo logré ocasionarme más dolor y que él se volviera a burlar de mí.

De su bolsillo saca un habano, y lo extiende hacia mí.

—Oh... De veras que eres secuelado de tuberculosis, doctor Ballart —comenzó a reírse con esa risa tan exasperante que me daban ganas de morir más rápido—. Ah, sí cierto. En eso también mentiste, porque eso es lo que eres, una mentirosa, ratera y manipuladora mujer que cree poder vencerme.

Le quité su habano y comencé a fumarlo. Tal vez era lo último que iba a hacer antes de morir a manos de este hombre.

Suspiré. Tal vez así debía ser. Al fin y al cabo, lo que él decía no era mentira. Soy una mala mujer, una mala persona, dispuesta a hacer daño por beneficio propio. Es la manera que me tocaba morir de forma kármica. Todo estaba escrito.

Me lo merecía.

Le di una calada al habano.

De pronto, una gota cayó sobre mi frente. Luego otra, y otra. Y así comenzaron a caer muchas lágrimas del cielo, como si este, en un acto solemne, se compadeciera de la triste capitán pirata sufriendo por la pérdida de su vida.

Cerré los ojos, aceptando mi destino porque no tenía otra opción. Resignada.

La última imagen en mi cabeza fue Corinne mirándome con una sonrisa genuina y algo coqueta en su rostro, tan característica de ella. Me dejé llevar por la sensación falsa e inventada por mi mente, de ser abrazada por ella, tocada por sus dedos, y acariciada por sus manos, como una fantasía fugaz y significativa, que reducía mi dolor y ansiedad, y me permitía soñar.

Pero entonces, comienzo a sentir un calor inexplicable por todo mi cuerpo. Un calor inhumano, sobrenatural, que me quitaba todo el dolor corporal, curándome las costillas rotas.

¿Eres tú?

Luego, al abrir los ojos, me doy cuenta de que a veces el mundo no es cómo queremos, y lamentablemente, eso ocurre la mayor parte del tiempo. No era ella. Era él. Su poder me estaba curando, pero tenía un mal presentimiento.

Él nunca me ayudaría.

—Muy bien, Sirena, me harás ganar mucho dinero en una exhibición.

Lo miro directamente a los ojos, él sostiene mi mirada con fuerza y sin miedo. Me quita el habano y le da una calada larga.

—¿A qué te refieres? —Pregunto lo obvio.

Antes de que él respondiera, miro mi cola de sirena. Un magnífico color escarlata que brilla como sangre arterial. Soy una sirena. Soy un auténtico fenómeno del mar. Era obvio que todos se impresionarían y pagarían una buena suma de dinero para verme. Y recordé a la Zair del pasado no tan lejano, que tuvo la misma vil idea de Edmundo, pero con Corinne. Cuando no tuve piedad con ella y la capturé para que pueda exhibirla y ganar mucho dinero con ella.

Y ahora eso es lo que ocurriría conmigo.

—Y si te resistes a darnos un espectáculo, te venderé a los caballeros. No veo que tengas genitales, pero sí tienes boca.

Lo miré con repugnancia, y en cuánto comenzó a reírse le escupí en el rostro.

Dejó de reírse.

Comencé a reírme yo.

Pero entonces, me dio una cachetada con suma fuerza que me hizo voltear el rostro.

—¡Mierda! ¡Esto es lo que logras, carajo! —Tomó mi cabello con sus manos y lo jaló para regresar mi rostro hacia él. Cerró el puño y me golpeó en el ojo.

Volvió a golpearme, una y otra vez.

Y cuando desquitó toda su ira y mi cuerpo yacía en el suelo, volvió a repararme con su magia, y solo quedaba mi charco de sangre, una cantidad reciente y otra no tan reciente, acumulándose en el suelo.

—Escúchame, pedazo de zorra —tomó mi barbilla para que lo mirara—. Si te luces en la exhibición, no serás vendida a hombres, si no, a mujeres. Sé que las prefieres a ellas. ¿Qué dices, tenemos un trato?

Guiñó uno de sus ojos, mirándome con picardía.

—Haré de tu exhibición el mejor espectáculo, solo si no me vendes a nadie.

Lo miré seria y decidida, esperando poder escaparme cuánto antes y pedirle ayuda a la mar. Si quería huir, tenía que reducir mis nervios, y en este momento, eso era imposible. Solo demostraba estar calmada, más, no lo estaba.

—¡Oh, qué ternura! Le quieres ser fiel a una ramera.

—No la vuelvas a llamar así —escupí mis palabras con odio.

Él rio.

—Me recuerdas a mí cuando era más joven.

Solo lo quedé mirando incrédula, realmente no entendía esa extraña comparación. Y con una voz de nostalgia, comenzó a contar su relato:

—Verás, cuando era un joven ingenuo y novato marinero, estaba navegando en una de mis primeras veces. Usaba el barco de mi padre, era uno más de los que estaban allí. Aquellos eran hombres fuertes, valientes y decididos. Yo en cambio, era bien portado y temeroso... Eso me hacía sujeto de sus burlas, pero no me importaba, resistía ante sus humillaciones porque lo único que quería realmente era navegar en el mar... —miró hacia la mar con ojos esperanzados y brillantes, expresando notoriamente su admiración—. Navegar es... Libertad, amor, resiliencia. Sé que conoces ese sentimiento y que también lo amas, capitán.

—Eso es en lo único que estamos de acuerdo —dije con pesar.

»Y en una de esas estrelladas noches, me dejaron en el puesto de vigilancia, con el inminente frío en mis huesos, y el dolor en mis pies por horas sin sentarme. Comencé a fumar mis primeros cigarrillos, solo por el frío. Contemplaba el mar y la luna con honesta admiración y amor. Pensé que nada podía ser más bello que eso... Hasta que la ví. Celine, o cómo tu la conoces, Corinne. Estábamos llegando al puerto, cuando su hermosa figura desnuda se hizo presente en mi campo de visión. Allí yacía ella, sentada en una roca, deleitándose con la noche. Debo ser sincero, no dejaba de mirar sus enormes senos mojados y su hermoso rostro angelical. Estaba tan embobado con su belleza sobrenatural hasta que finalmente bajé mi mirada y miré sus exquisitas piernas cruzadas y tuve una erección de inmediato...

Cortó su relato un momento, quedándose pensando en esa imagen. Yo estaba totalmente confundida, esta versión era completamente distinta a la que Corinne me había contado. Tal vez había omitido este detalle, pero... ¿Por qué?

»Quise acercarme a ella y hacerla mi esposa. Cuando bajé del barco en un bote, me acerqué a ella. Me puse totalmente nervioso en cuánto supe que esa mujer me estaba mirando, y estaba tan inquieto y excitado, que no se me ocurrió pensar en la extraña idea de porqué había una mujer desnuda en un puerto, en una noche tan fría. En cuánto llegué hasta ella, la saludé y la besé. Le hice el amor como no tienes idea y fue mi primera vez. Se sentó encima de mí, hundiendo mi miembro dentro de ella, comenzando a mover sus caderas con tanta...

—¿Por qué no vas al jodido punto de todo esto? —Lo interrumpí con fuerza y frustración. No entendía nada de lo que decía.

El rio.

»El punto es... Que toda su hermosura se transformó en monstruosidad. Su aspecto siniestro de criatura marina me hizo gritar de terror como un loco. Intenté alejarme de ella pero comenzó a rasguñarme con sus garras, quitándome la piel. Gritaba tan fuerte, que los marineros acudieron a mí, y me salvaron, haciendo que la criatura se alejara por el mar... Pasaron meses, años, y aún no la podía sacar de mi cabeza. Durante ese tiempo estudié la magia, para poder acercarme a ella y hechizarla para que se enamore de mí. Y así fue cómo en una de esas noches, la llamé. Acudió a mí, y volvimos a hacer el amor en mi barco, esta vez como capitán marino. La llevé a mi castillo y la hice mi esposa. Sabía que no era amor real, estaba hechizada. Pero siempre la estudié de cerca, y ella era una criatura malévola que asesinaba hombres. Sé que yo también soy malo al haberla hechizado, pero al fin y al cabo, le hice un bien a la sociedad marinera, ¿no? Les quité a un monstruo, y la transformé en mi esposa. Pero quiero que sepas, Sirena, que Celine es mala. Está en su instinto. Cuando era mi esposa, mató a todas las mujeres que se acercaban a mí. Solo eran ciudadanas fanáticas de mí que era su futuro rey. Incluso mató a mi hermano por intentar ayudarme. Torturaba a todos nuestros sirvientes y se comía a los animales vivos solo por diversión.

—¡Mientes y ya no quiero escucharte!

»Y estoy enamorada de ella, pero ella no se enamora de nadie, ni siquiera de ti, aún que se mete en tu cabeza y altera tus pensamientos para manipularte y hacer que entres en un estado persistente de alucinación en la cual ella se disfraza de buena. Ella no te quiere, Sirena. Nada de lo que haz vivido con ella es real, solo está en tu cabeza. Lo que quería era apoderarse de ti porque quería obtener tu puesto de pirata. Eras su única competencia al ser una mujer, y no caer a sus hechizos tan fácilmente como nosotros. Pero ahora que se deshizo de ti, ya no te volverá a buscar nunca más. Si no me crees, solo espera... El tiempo me dará la razón.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro