La dama de rojo
En sus ojos azules eran como ver el mismo cielo, sus labios rojos como si hubiese comido cerezas y su rubio cabello como si le hubiera robado un rayo del sol.
Ella ni siquiera volteó a mirarme, me ignoró por completo como si fuera un ser invisible. Llevaba un largo vestido rojo entreabierto entre la rodilla hasta llegar al suelo.
Era tan hermosa, la más hermosa de todas las que había visto pasar por aquí en casi toda la noche.
Por supuesto no le hable, tenía miedo de que si llegara a hablarle empezaría a tartamudear como un imbécil.
Así que solo la ví. Me sorprendió ver que se acercaba a mí con pasos sensuales.
"Estaba soñando" Pensé.
Tomó mi mano y con algo de fuerza empujó de mi para levantarme. Me llevó con ella a la pista de baile.
Tome su cintura y con la otra mano tome la suya y muy pegaditos empezamos a bailar al compás de la música lenta ideal para estar cerca. Para nosotros no había gente alrededor, éramos ella y yo solamente.
Un beso fue el inicio de un romance y de conocer a la dama de rojo.
—Nunca olvidaré la manera en que luces esta noche mi dama de rojo.
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