Asentí rápidamente.

—Bien, veras... —explicó —Desde tan solo hace un par de semanas hay una nueva presencia en la ciudad. Una mujer muy  extraña anda por los alrededores, esperando como un depredador a su presa, y husmeando por todos lados. Pero lo extraño es que sólo sale de noche. Y siempre esta alerta. El otro día, estaba oscureciendo y yo volvía de dar una vuelta, y entonces la ví. Estaba escondida, en el tejado de una de las casas destrozadas de aquí al lado, y llevaba algo resplandeciente en la mano, lo único que pude distinguir de ella es que llevaba un velo y una capa, todo de color negro, que le tapaba el rostro y hacía resplandecer su silueta a la luz de la luna, yo la llamo la Dama de negro. Al verme bajó de un salto y se coló en el jardín de los García, en la esquina de delante de la panadería La Antonieta. Me da muy mala espina esa mujer, no se quien será, pero es como si me fuera familiar, como si fuera alguien que no he visto hace muchos años. No se Hugo, es una sensación extraña, pero necesito tu ayuda, la necesito para averiguar que trata esa mujer.

Me quede de piedra, no sabía que contestar.

Ella me miraba fijamente, con una expresión anhelante.

—Esta bien, no te conozco de nada, ni se porque hago esto, pero te ayudaré — Dije.

—Gracias —   Me dedicó una verdadera sonrisa.

Bajamos al salón, donde esperaba aquel hombre de cabellera blanca.

 —Hola, señorito Hugo, encantado de volver a verle —dijo.

—Vaya, parece que ya os conocéis — dijo Andrea.

—En realidad no tuvimos tiempo de presentarnos. Encantado, yo soy Alejandro, el padre de Andrea.

—Encantado, Alejandro.

Él me sonrió y se despidió de nosotros. Salimos al jardín.

—Tu padre es encantador.

—Si, es un galán, esta casa lo sigue encerrando en el pasado y dice que uno siempre debe ser amable.

—Parece que esta un poco débil, de salud, quiero decir.

—La verdad es que si, tiene varias enfermedades que le afectan mucho a su aspecto, y siempre parece cansado. No se lo tengas en cuenta.

—Esta bien, y tu madre?

—Mi madre murió en el parto, o eso es lo que me explicó mi padre.

—Oh, lo siento, no pretendía...

—Tranquilo, es normal que la gente pregunte por eso no?

—Puede que si.

***

Quedamos que al día siguiente volvería por la noche y empezaríamos ha investigas a esa tal Dama de negro.