3 El caserón
Me encaminé por las calles por donde empezaban a salir rayos de sol. Nunca había ido por aquella zona de la ciudad, así que tuve que preguntarle a varias personas por donde estaba esta supuesta dirección.
Finalmente llegue a una zona próxima a la casa y contemplé el desolador paisaje. Miles de casas destruidas por una guerra de hace más de 50 años se alzaban ante mi. La Barcelona antigua. Empecé a pensar en como sería vivir en aquellos tiempos, pero una brisa matutina me devolvió a la realidad y continué mi camino.
Llegué hasta un viejo caserón a las afueras de la ciudad.
De golpe, una encantadora musica me hipnotizó y no tuve más remedio que descubrir de dónde provenía aquella bella música.
La música me llevó hasta el interior del caserón y descubrí que provenía de un viejo tocadiscos. Frente a él había una figura con un aire espectral sentada en una butaca verde de terciopelo. Tenia una mirada ida y rota, y aquellos ojos azul transparente entristecían el rostro. Una corta melena de cabellos blancos le caía en la frente.
Al verme, me sonrió y me dijo:
-te estábamos esperando, Hugo.
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