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28 Culpable o no culpable, esa es la cuestión

Mojé la punta del churro en el espeso chocolate, lo manché entero y al sacarlo caía un hilo marrón de este. Me lo metí rápidamente en la boca y disfruté del exquisito gusto de mi comida favorita. Porque, dime, ¿Qué hay más bueno en el mundo que los churros con chocolate caliente? Nada.

Después de haber devorado a mi víctima y haber hecho lo mismo con su hermano gemelo me decidí a coger uno más, porque mi amor por los churros es tan vivaz que una vez que me como uno no puedo parar.

Andrea me miraba expectante, conteniendo una de sus sonrisas ladeadas.

  — Y... bueno...  — Hablé entrecortado mientras masticaba — ¿Para qué... querías que viniera?

  — Emm... Álvaro quería disculparse — Miró a Álvaro que se chupaba los dedos ajeno a la conversación, le dió un codazo en las costillas y le susurró un "Venga, cabeza-hueca, es tu momento" no muy discreto. 

 —  ¡Oh, sí! ... Ejem... — Se rascó la nuca avergonzado y se aclaró la garganta  — Hugo, creo que empezamos con mal pie, por eso propongo que comencemos de nuevo, espero que podamos ser buenos amigos. ¿Qué me dices? — Me extendió su mano para que la estrechara. Dudé un poco. Aquel chico no me daba buena espina, tenía algo que no me gustaba. A veces tenía carácter de niño pequeño algo exagerado y otras veces te hablaba seco, frió y como un desquiciado. Aún así preferí tenerlo como amigo y no como enemigo. La estreché fuertemente. Él sonrió de oreja a oreja, aliviado —  Oh, y lo siento, creo que aquella noche me pasé. Y lo más importante es que tu no eras el problema, quizá era yo, que no cuadraba allí — Movió la cabeza de lado a lado rápidamente, despejando las ideas— Bueno, es igual. Me alegro de que me hayas perdonado.

  — Medio perdonado  — Corregí. Él me miró confuso — Aún no me fío del todo.

  — Y  — Exclamó Andrea alargando la "Y"— No quiero que vuelvas a hacer lo que has hecho nunca más, te he echado de menos idiota.

Andrea se lanzó sobre mi y me dió un abrazo de oso. Yo lo acepté gustoso y aprisioné mi cabeza en su cuello, olisqueé su aroma, olía a bollos de canela. El corazón se me había acelerado sin que yo le diera permiso, y es que no entendía la razón por la que mi corazón palpitaba más rápidamente cuando ella andaba cerca.

Se separó de mi y con timidez y una sonrisa extraordinaria se colocó un mechón de su cabello castaño tras la oreja. 

Álvaro miraba la escena con fingida ternura. Comenzó a aplaudir y a mover las manos entre nosotros rápidamente para que dejáramos de mirarnos.

 —  ¡Si, si, muy bien! ¡Pero ya está bien de tanto amor! Yo quiero saber algo — Yo rodé los ojos al descubrir el sarcasmo en su voz, pero Andrea y yo giramos a verlo al pronunciar las últimas palabras— ¿Qué vamos hacer ahora?

  — ¿A qué te refieres?  — Me crucé de brazos y me acomodé bien en los cojines donde estaba sentado.

  — Miriam dice que no ha matado a nadie, pero está muriendo gente inesperadamente, y depués se la ve por los tejados con un cuchillo y Javier os dice que se volvió loca y que mataba personas por placer. ¿A quién hay que creer ahora?

 — Se que es mi madre, pero me da la impresión de que es ella la asesina, todas las pruebas apuntan a ella, yo la he visto con mis propios ojos entrar en casa de alguien con un cuchillo en la mano — Expresó Andrea. Se tapó la cara con las manos y bufó.

  — Estoy de acuerdo contigo.

 — Pues yo no. Me da la impresión de que dice la verdad. Lo siento aquí— Me puse la mano en el corazón — La mirada que me lanzó era sincera. Quizá haya alguien que esté intentando inculparla de todo.

  — Pero si mató ha su novio y encontrasteis todas las notas vengativas en su diario. ¿Qué más necesitas para que te parezca culpable?  — Exclamó Álvaro.

  — Justamente, la letra era demasiado brusca, era algo diferente a la otra. No se, me parece extraño. No logro comprenderlo. Quiero pensar que es ella, pero algo me dice que no es.

 — Es exactamente lo que me ocurre a mi, hay algo que me dice que esto está mal, que no cuadra.

  Al escuchar las palabras que salieron de la boca de Andrea mi espirilto se reforzó y la idea de que Miriam no era la asesina se reforzó. Aunque todas las pruebas indicaran que era ella, no sabía que pensar. quizá alguien había mentido.

Anduve un rato dialogando con Andrea mientras que Álvaro se mantenía callado. 

Se había levantado y estaba en una postura rara, pensativo. 

—¡Déjate de posturitas y ponte a hacer algo productivo! Nunca serás modelo— Exclamé divertido.

Él me miró un momento y abrió la boca para decir algo, levantando el dedo índice, pero entonces la cerró y hizo un gesto con la mando, indicando que le era igual.

Andrea rió por lo bajo. Al menos la tarde no estaba yendo tan mal como yo pensaba.

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