-....Debéis saber que Julián tiene toda la casa vigilada, no hay un rincón donde no hayan cámaras, además hay algo muy importante que os tengo que decir. El señor Montalbano es el líder de una gran mafia, tiene a sus pies a decenas de criminales dispuestos a hacer lo que sea. Me han explicado que el señor esta volviéndose un poco paranoico y que se ha reunido varias veces con un tal Salvador, si... eso es.. Armando Salvador me parece. También se que llama muchas veces al día a su fiel amigo y "guardaespaldas" Salgado.

-Y... ¿Como sabe todo esto si se supone que lo echaron a la calle hace tiempo, Agustín?- Pregunté.

- Digamos... que tengo contactos...- dijo con una sonrisa.

- ¿Y se puede saber quién son?- Pregunto ella.

- Si tanto os interesa...- dijo- Conozco a la Merceditas, criada de mis años mozos en la casa de don Julián, ella era y sigue siendo mi mano derecha. Salí con ella a principios de empezar a trabajar en la casa, pero cortamos ya que estaba prohibido en la casa salir entre criados, regla dictada por Julián, y años después volvimos pero lo mantuvimos en secreto hasta que me echaron, pero eso no me ha impedido seguir viendola. Es la vecina de don Julián, y actualmente vivo con ella.

- Ooo que bonito es el amor -dijo Andrea.

- Pero que pillo es usted, Agustín - dije- Yo que me lo imaginaba el típico pajarillo solterón de cuarenta y tantos que vivía la vida al limite.

-Pues va usted mal, en mis años de gloria si que era un casanova, pero ahora ya no soy más que huesos, pellejo y recuerdos.

- Agustín se nos pone filosófico -Dije.

- Ay niños que me distraeis... por donde iba... ¡Ah si! - dijo - Otra de las personas es la señorita esperanza, hice buenas migas con ella y a veces me la encuentro por la calle, que vuelve con la compra del señor. Ese es el momento de los cuchicheos entre los dos, me explica todo lo que pasa en la casa, ella es mis ojos allí dentro. Es una jovencita muy lista, para tener sólo 21 años. Ella llego a la casa un año antes de que me echaran, con tan solo 19 años, durante ese año nos hicimos muy amigos, y parece ser que no importa la edad que tenga porque os caigo bien a TODOS los jóvenes.

-Vaya ego que tiene usted, Agustín. Como si fuera el dios de la juventud. - dijo Andrea.

- Hay que darle vidilla a la vida. -se limitó a contestar.

Después prosiguió con su relato.

- Y por ultimo Doña Encarna, una mujer de mi edad, vieja amiga mía de la infancia. Esa mujer se entera de todo. Es una de las vecinas de don Julián y al echarme a la calle ella fue quien me acogió, ya que yo vivía en la casa de Julián, pero al final me marché con la Merceditas.

-¿Entonces todos sus contactos son mujeres? Si que son aburridos los hombres en este pueblo... -exclamé.

-La verdad es que aparte de usted, ninguno más tiene nada interesante que contar, me llevo bien con Los hermanos de la relojería, Cecilio y Rafael, ¡pero hasta la mujer de Rafael, Doña Cayetana, es más interesante!

Solté una carcajada.

- Cuando salisteis de allí aquella noche y me explicasteis lo que había pasado, me quedé con mis dudas. ¿En qué estáis trabajando chicos?

- Esta bien, se lo explicaremos. - Dijo Andrea, bastante segura.

Durante una hora y media estuvimos explicando nuestro relato, tramo a tramo y sin dejar ningún detalle, a fin de cuentas, Agustín se había hecho amigo nuestro y podía ser un buen aliado.
Al acabar el relato esperamos a que Agustín dijera algo, expectantes.

- Santa virgen.... - dijo.

- ¿Y bien, nos ayudará?- dijimos al unísono.

- Claro que si, no os puedo dejar solos en esto.

- ¡Bien!- Celebramos los dos.

Tras media hora más de charla y de risas decidimos irnos a casa, yo acompañaba a Andrea a la suya cuando alguien la llamo de la nada.

-¿Andrea, eres tu?

La morena se volteó para encontrarse con un chico.

- ¿Álvaro?