18 Las caderas de Agustín y el personajillo de Fermín
Me desperté por un ruido, algo vibraba en la mesita de noche, mi teléfono móvil.
Alargué el brazo y lo cogí, lo situé delante de mi rostro y miré quien diablos me había despertado a las seis de la mañana.
Como no, era Andrea.
Por si no lo sabíais, el día anterior me había dado su número de teléfono por si ocurría algo.
Abrí el mensaje.
"No desayunes, hoy a las 9 en el bar de enfrente de tu casa. Agustín nos invita a desayunar, y de paso nos explica varias cosas sobre don Julián."
Inmediato le respondí.
"Esta bien, nos vemos."
Me giré en el lecho y intenté conciliar el sueño de nuevo.
***
Me desperté, me duché, me vestí y bajé a la calle.
Esta estaba repleta de gente, si se viera desde un punto alto, las calles parecerían un gran hormiguero.
Crucé la acera y me adentré en el bar. Miré a ambos lados, buscando a Andrea y a Agustín. Los encontré sentados en una de las mesas del fondo del local. Agustín y Andrea charlaban tranquilamente mientras que una tranquila música sonaba de fondo.
Me acerqué a la mesa y automáticamente Agustín se levanto de su asiento, me estrechó la mano y me hizo un saludo militar. Reí por lo abajo y me acerqué a Andrea, le di dos besos en las mejillas y me senté junto a ella.
- ¿Y bien, que tal esta usted Agustín? - dije.
- Pues estoy como nuevo, con la tensión del día anterior fuera del cuerpo.
Estuvimos un rato charlando y riendo por las ocurrencias de el personaje que teníamos delante.
Una musica movidita de las que te hacen levantarte y ponerte a bailar comenzó a sonar en la sala y Agustín se levantó de su asiento. Se puso en medio del pasillo y comenzó a bailar como si fuera un cowboy de esas viejas películas de vaqueros y pistoleros.
- Agustín, ¿Qué está haciendo?- Pregunto Andrea.
- ¿Es que no se ve? Estoy meneando el trasero.
A continuación comenzó a mover sus posaderas como si de una pandereta se tratase y toda la sala dirigió sus miradas hacía él, en ellas se veía que lo miraban como si bailar fuera lo más raro del mundo.
- Está usted como una castaña. - dijo ella.
- ¿Qué nunca habéis visto a alguien bailar? ¿O es que los jóvenes de hoy en día no bailan?
- Agustín....
- Yo en mi juventud era el rey de la pista, y con tan solo un movimiento de caderas tenia a todas las polluelas del barrio a mis pies.
- Lo dicho, como un cencerro. - dije con certeza.
La canción acabó y a continuación empezó a sonar la canción "Carolina", de M-clan, y Agustín porfín se volvió a sentar en la silla.
Atrajo la atención de un camarero, el cual creo que se llamaba Rodrigo, o así es como lo llamó él.
- Rodrigo, venga usted aquí y pongame una copita de vino blanco, y aquí a los jóvenes unos bocatas de Jamón ibérico.
- Claro señor, en un momento vuelvo.
Rodrigo regresó detrás de la barra, atendió a un cliente y se adentró a las cocinas.
-¿Vino blanco para desayunar?- Pregunté.
- Yo sin mi copita de vino por las mañanas no soy nadie.
- Pero... ¿No era usted pobre?
-Así es pero para un capricho de estos hay que ahorrar y yo hago lo que puedo para conseguir dinero y comprarme una botellita.
- ¿Y cuánto le dura una botella?
- 3 meses.
Iba a contestar pero Rodrigo apareció y nos sirvió los bocadillos. Agustín se sirvió su copa de vino y, mientras la degustaba dije:
-¿Sabe usted Agustín? Me recuerda a un personajillo de un libro.
- ¿Y a quién tengo el honor de parecerme?
- ¿Sabe usted quién es Fermín Romero de Torres?
- ¿Como no voy a conocer a mi apreciado Fermín? ¡Es el santo Díos de los personajes!
-¡Ole su arte, así me gusta Agustín, que piense como yo!- dijo Andrea
- ¿Tu sabes quién es?
- ¡Pues claro, es uno de los personajes de mi libro favorito!
- ¡La sombra del viento también es mi libro favorito! - dije.
- ¡Y el mio! - dijo Agustín- Y miren que yo soy una biblioteca andante.
De golpe, cambié el chip y recordé a lo que habíamos venido.
-Agustín, explíquenos lo que tenía que decirnos de Julián Montalbano.
-Esta bien. - dijo- pues bien, mis pequeños investigadores....
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