16 Asfixia
Nos separamos y seguimos mirando las paginas hasta que llegamos a la ultima.
"Hoy a las 19:30 acabaré con la vida de Amaya, la hija de Montalbano, lo estoy deseando."
Nos miramos entre nosotros y por acto reflejo miramos al reloj que había colgado en la habitación. Eran las 21:12. Hacía más de una hora y media que había escrito eso en el diario.
Salimos corriendo de allí, nos dirigimos al parque Vallparadís, que quedaba a unas manzanas de allí.
Llegamos jadeando por la carrera. Una señora que pasaba por allí junto con un niño pequeño y una adolescente se nos quedó mirando, mientras que su hija,que tendría unos 14 años me miraba fijamente mientras que hacía pompas de chicle. Nos acercamos allí.
-Señora, es una urgencia, ¿sabe donde vive Julián Montalbano?
- ¿Julián? Déjenme pensar... - dijo.
- ¡Rápido! - dijo Andrea .
- ¡A sí! A dos manzanas de aquí si quieren mi hija les puede acom... - pero no la dejamos acabar ya que salimos pitando.
- ¡Adiós guapo! - Escuché mientras corriamos, sabía que había sido su hija, la que me miraba tanto.
Corrimos hasta llegar a una mansión, se ve que el tal Julián llevaba una buena vida.
- Tengan cuidado, pequeños- dijo una voz a nuestra espalda- Don Julián es el lider de una banda criminal y es el gran maestro de la mafia...
Nos giramos a observar a la misteriosa voz.
Delante nuestro había un hombrecillo de pantalones caquis, pelo corto negro y ojos marrones.
- ¿Y usted es...? -dijo Andrea.
- Yo soy Agustín del Castillo, viejo criado de don Julián Montalbano. Era su fiel compañero, hasta que me echó a la calle por un nuevo sirviente aún más joven, según él hay que ir renovando al personal. Aquí como veis, soy un desgarbado vagabundo, pero yo se mucho sobre don Julián, y solo os advierto que tengais cuidado mis pequeños pajaritos. Porqué don Julián es tan listo que puede matar más de dos pájaros de un tiro.
- ¿Pajaritos? - Andrea lo miro raro.
- Gracias señor, pero es un tema de vital importancia, igualmente haremos caso de sus advertencias. - dije.
- Estoy aquí para servirles. - hizo una pequeña reverencia y desapareció.
- Que personaje más peculiar. - dijo Andrea.
- Lo he oidooo... - se escuchó en la lejanía.
Andrea soltó una pequeña carcajada.
- Venga vamos- dije.
Entramos al recinto y llamamos al timbre.
-¿Si? -dijo una voz femenina.
- Hola, ¿es usted la mujer de Julián Montalbano?- dije.
- Sí, soy Alicia Vara. ¿Que desean?
- Señorita Alicia ¿ a ido a ver a su hija Amaya después de acostarla?
- La verdad es que no, se encontraba mal y la llevé a su cuarto a las 20:30 desde entonces no he vuelto a subir a verla. ¿ Por qué quieren saberlo?
- Señora, de verdad, su hija corre peligro, hay alguien que amenaza con matarla, por favor suba ahora mismo. - dijo Andrea.
-¿Qué? ¿De que están hablando? ¿Amaya?¡¿Amaya?! - Subió corriendo a la habitación, y nosotros la seguimos.
Entramos y allí estaba un hombre mayor y robusto, arrodillado delante de una pequeña de 7 años. Esta tenía una pierna rasgada y en el cuello tenía marcas de asfixia. Alguien la había estrangulado. Y nosotros sabíamos quién era ese alguien.
Alicia al verla se tiro al suelo, empezó a llorar y de golpe se desmayó. El hombre, asustado, se giró de inmediato, le tomo el pulso a su mujer y se deshizo en un mar de lágrimas, Alicia había muerto del susto y de angustia. Al final la que había matado dos pájaros de un tiro había sido Miriam.
Don Julián se giró y con voz dictadora nos dijo:
- Gracias por vuestra advertencia pero, como digáis algo de lo que habéis visto aquí os corto el cuello, ¿capisci?
- Espera ¿Qué?
- ¿Capisci?- repitió de forma amenazante.
Asentimos varias veces.
- ¡FUERA!
Salimos corriendo de allí lo más rápido que pudimos, al final Miriam había cumplido su objetivo. Al salir a la calle nos encontramos con Agustín, esperando anhelante a que le relataramos lo ocurrido.
- ¿Y bien?
- Han asesinado a Amaya.... - dijo Andrea.
- ...Y Alicia a muerto del susto - acabé.
-¡¿Qué?!
Le explicamos todo lo que había pasado allí dentro.
-Oh dios mio... las dos únicas inocentes en la casa muertas....
Nos despedimos de Agustín y cada uno volvió a su casa.
Todos superados por la gravedad de la situación.
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