- Pues... verás... — Comenzó dubitativo — sabía que algún día tendrá que explicártelo, así que allá voy...- suspiró, nos miró directamente a los ojos y comenzó- Verás, tu madre no murió en el parto, la verdad es que no ha muerto en ningún momento... bueno nose.. hace mucho que no la veo...

-Papá, por favor..... ves al grano.

Miró a su hija en busca de apoyo, se notaba en los ojos que le costaba mucho hablar de eso — Pues  veréis- se giró hacia ella y le dijo-cuando naciste, tenias varios problemas cardíacos, eso ya lo sabías. Lo que no sabías es que tu madre, aquel día se puso histérica, al ver que tal vez moriría la pequeña criatura que había traído al mundo se puso de los nervios. Ese día en el hospital se empezó a volver, literalmente, loca.  Cuando me acercaba a la cama se alejaba, poniendo cara de perro rabioso. Intentaba escalar las paredes, con el suero aún puesto, y no para de soltar virguerias como, "nuestra hija morirá por mi culpa", " debo morir para devolverle el favor" o "Alejandro, ¿Que pasa si entro ahí y mato a todo el mundo?  Así calmaría mi sufrimiento". Todo esto tan solo unas horas de que te llevaran con ellos. Cuando los médicos entraban a la habitación se comportaba de manera ejemplar para que no la tocaran, pero yo les expliqué lo que ocurría. Ellos me dijeron que seguramente era ansiedad y pánico postparto y que la tendrían vigilada todo el tiempo. Activaron las cámaras y entonces me sentí más seguro.

-Pero...- interrumpí.  Alejandro me lanzó una mirada severa, acababa de interrumpir su concentración- Perdón.... continúe.

-Bien... Pues ese día, a altas horas de la noche, me puse a mirar por la ventana, pero mientras tanto, tu madre había cogido un jarrón que había en la mesilla y se estaba intentando hacer cortes en los brazos. En cuanto la vi fui corriendo y le arranqué el jarrón de las manos. Empezamos a discutir y discutir, pero ella no comprendía nada, ni tan solo prestaba atención. Seguía con sus disparatadas ideas. Los médicos entraron y quitaro todos los objetos punzantes de la habitación. Más tarde, salí para ir al baño, y cuando volví tu madre ya no estaba, solo había una pista de como había escapado. La ventana estaba abierta. Miramos las grabaciones de las cámaras y todas mostraban a Miriam saltando por la ventana. La buscamos durante días, pero no la encontramos.

Una pequeña lágrima cayo por su mejilla, se la secó rápidamente y se puso firme.

Andrea corrío y salto a sus brazos, dándole un fuerte abrazo. En ese momento me di cuenta de que ella estaba llorando, sonreí viendo aquella escena tan familiar. Pero en aquel momento vi que, aunque no sabía la razón, yo también estaba llorando. Me caía una pequeña lágrima rebelde por el rabillo del ojo.

Se separaron y Andrea dijo:
-Entonces.... ¿No la has vuelto a ver?

-No... el único que la a visto después de que yo la perdiera de vista es Javier.

-¿Javier?

-Si, es un viejo amigo de la infancia, o mas bien dicho el mejor amigo de tu madre.

-Ah... - Andrea dirigió la vista al techo, estuvo unos segundos maquinando en su pequeña cabeza y al momento dijo- Vale, muchas gracias papá, eres el mejor.

Le dió un pequeño beso en la mejilla y salió con rapidez de la sala, claro esta, llevandome con ella.

Salimos al jardín, se sento en el suelo al lado de la pared, me miró varios segundos, en silencio. Pero de golpe se levantó, y como un torpedo, empezó a correr.

- ¿A donde vas?- grité.

-Querras decir vamos- dijo- Vamos a averiguar quien es ese tal Javier.

Y así, salimos corriendo por las húmedas calles de Barcelona.