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Capítulo 9 | La tristeza del pasado

He vivido en este castillo toda mi vida, conozco la mayor parte de este, pero es verdad que no lo he visto todo, hay zonas a las que nunca he ingresado por el simple hecho de ser una niña temerosa de los pasadizos llenos de telarañas y arañas de gran tamaño, desde entonces nunca quise entrar allí. Aunque siempre pase frente a tal pasillo al que jamás he ingresado, y es por eso por lo que siempre despierta mi curiosidad.

-¿Qué hay allí? -le pregunto a Ayris, quien se acostaba en mis hombros.

-"¿Huh? Creí que nunca preguntarías por ese pasillo, te daba miedo de pequeña" -comenta con nostalgia y un poco de diversión por recordarme como una niña tan temerosa.

-Lo sé... pero supongo que ya tengo edad para que no me den tanto miedo las arañas... pero por favor no dejes que se me suban -pedí.

-"Está bien, si te adentras por este castillo verás los restos de lo que fue hace tiempo."

Suspiré para tomar coraje y di un paso tras otro hacia la oscuridad de tal pasillo. Tengo suerte de poder ver en la oscuridad gracias a mi vínculo con Ayris. Me detuve en seco al ver una pintura, una muy grande de una mujer tan hermosa que no podría creer que no fuera una diosa o algo así.

-¿Quién es? -pregunté. Ayris salta de mi hombro para colocarse en frente y observar la pintura.

-"La Reina de Dracovia, hace seis mil años. Antes de la guerra."

-¿Dracovia había existido por tanto tiempo? Wau... -murmuré sorprendida de que este reino fuera tan viejo, pero se viera tan nuevo.

-"Sí, y la Reina Jaqueline fue la que unificó a los dragones y humanos en este reino."

Seguimos adelante hasta llegar a una puerta vieja, pero de gran tamaño. Ayris las abre para dejarnos pasar, enseguida sentí el polvo en el aire por no haber vuelto a circular algo de aire en esta habitación. Empecé a toser y cubrir mi rostro, Ayris se adelanta y se acerca a las cosas cubiertas por grandes telas viejas y polvosas. Al acabar mi ataque de tos, caminé junto a ella.

-"Esta era su habitación para estar, le encantaba pintar cuadros, leer y hacer todo tipo de cosas" -comenta mientras me muestra un caballete y varios lienzos con hermosas pinturas.

-Que hermosas -expresé con asombro-. ¿Y este dragón?

Levanté un cuadro un poco grande en donde estaba el retrato de ella misma acurrucada con un dragón de sombras, se veían felices, tranquilas. Esta pintura transmitía tantas emociones que me encantaba observarla.

-"Su nombre era Rexha" -responde ella, noté cierto atisbo de tristeza-. "Ella era mi madre."

-¿Tu madre? -observé el cuadro de nuevo-. Es muy bella. ¿Qué le pasó? Nunca me has hablado de ella o de la Reina Jaqueline.

-"No es un tema fácil de contar, aún me cuesta hablarlo..."

-Entiendo... No te preocupes -la abracé para demostrarle mi apoyo, siendo correspondida al instante.

-"Aunque... supongo que puedo contártelo" -menciona dejándome algo asombrada, la miré con la pregunta visiblemente en mi rostro: "¿segura?". Ella asiente acomodándose conmigo-. "La reina Jaqueline y mi madre tenían un vínculo, como tú y yo. Eran inseparables, mejores amigas que reinaban juntas... hasta que llegó al reino un cazador, Jaqueline lo recibió en el castillo, compartieron tiempo juntos, incluso lo invitó a pasear en el aire en el lomo de mi madre quien estaba de acuerdo."

>>"El tiempo pasó y Jaqueline se había enamorado tan perdida de él que aceptó acompañarlo a su pueblo natal, sin saber la tragedia que la acompañaría. Nada más llegar y tenerla desprevenida, el cazador mandó a su gente a atrapar a Jaqueline. Mi madre, que los había seguido sin que lo supieran, intentó protegerla, pero fue imposible entre tantos caballeros y cazadores. Las atraparon a ambas, querían el poder de reina de los dragones de Jaqueline para su propio beneficio... Mi madre quería impedirlo, pero el mismo cazador que enamoró a la reina... le cortó la cabeza."

No pude contenerme, cubrí mi boca con ambas manos sintiendo mis ojos cristalizarse. Podía sentir el dolor de Ayris al contar y recordar la escena que también se producía en mi mente, sabiendo que ella también los había seguido. Ahora entiendo cuál es el origen del odio de Ayris hacia los humanos, pues uno de ellos mató a su madre y después fueron ellos quienes iniciaron con la guerra de dos mil años.

-"Jaqueline no iba a permitir que la usaran a ella y a su poder en contra de los dragones, así que le arrebató su espada a un caballero y se apuñaló el corazón a sí misma para reunirse con mi madre en el otro lado. La reina o rey de los dragones solo puede elegirse de dos formas, por un heredero de sangre real o por elección de los dragones, como tú. Nadie más puede proclamarse ese título, aunque esclavizara a los dragones, si no lo aceptan, nadie ocupará ese puesto."

-Ayris... cuanto lo siento -volví a abrazarla dejando caer algunas lágrimas-. Sabía la historia de Dracovia desde la guerra, pero nunca supe la historia antes de ella, debió ser doloroso para ti.

-"Lo fue, pero de eso ya pasaron años y con el tiempo pude hacer que sea menos doloroso si no lo recuerdo."

Me aferré a ella sin saber qué más decir, pero pronto me di cuenta de que no hacían falta las palabras para expresar mi cariño hacia ella y mi apoyo incondicional. Decidimos salir de aquella habitación e ir a la biblioteca, nos acostamos en el sofá luego de escoger un libro que empecé a leer en voz alta para las dos, hasta darme cuenta de que Ayris se había quedado dormida. Le di una ligera caricia antes de levantarme, dejar el libro en la mesa y salir del castillo, pidiéndole a un centinela que nuevamente me lleve hasta la niebla.

-"Mi reina, no es por entrometerme, pero ¿la líder sabe sobre sus salidas al exterior?" -pregunta el centinela, dejándome una sensación amarga en la boca.

-No te preocupes por eso, es lo que debes saber -respondí con un tono de voz que indicaba mi desconforme con la pregunta y que ya no quería hablar sobre el tema.

Lo comprendió muy rápido, no dijo nada más y me dejó en la pared de niebla antes de irse nuevamente. Volví a mirar al castillo, pensando en lo mal que me sentía al hacer esto y reunirme con un humano, luego de que Ayris me haya contado lo que pasó cuando Jaqueline hizo lo mismo. Pero por otro lado... conocer a Reed ha sido una experiencia que no puedo ignorar, me ha hecho sentir diferente de tantos modos, buenos y malos, es tan distinto estar con él que con los dragones. Es alguien que de cierto modo me entiende un poco más, que comparte características conmigo... Además, quizás sea él quien pueda enseñarme más sobre las costumbres humanas en lugar de solo leerlas en los libros.

-Hoy te has tardado más que las otras veces -lo escuché apenas salí de la niebla-. ¿Qué te ha hecho demorar tanto, reina?

-¿"Reina"? -cuestioné el hecho de que él me llamara de tal forma.

-Pues eres una reina, ¿no? -asentí-. Entonces el apodo combina bien contigo.

Aún no comprendía bien en qué se basan los humanos para el tema de los apodos, pero supongo que no es algo tan relevante, de todos modos, los dragones me llaman "reina" todo el tiempo a excepción de Ayris.

-¿Qué ocurre? Estás más callada de lo normal, incluso puedo asegurar que se te nota algo triste -suelta de la nada-. ¿Sabes algo? Esa expresión no va contigo, prefiero verte sonreír como cuando estás con algún animal.

-Pues no estoy cerca de ningún animal, así que será por eso -pasé por su lado para evitar el tema-. No me pasa nada.

-Lo que usted diga, reina, aunque no le creo nada. Algo le ocurre y voy a descubrir qué es. Tal vez y pueda hacer que se sienta mejor.

Lo miré unos segundos, sorprendida por su afirmación. Miré el suelo por otros segundos antes de soltar un gran suspiro y volver a caminar hacia el bosque, seguida de él.

-Mejor cambiemos de tema. Háblame sobre las costumbres humanas.

-¿Ah? ¿Cómo qué?

-¿Es cierto que hacen fiestas grandes donde todos bailan y hay diferentes tipos de instrumentos?

-Sí, es verdad. Supongo que vivir toda tu vida en un castillo solo con dragones te hizo no saber nada sobre los bailes... Entonces hagamos, esto, dime todo lo que quieres saber y yo te lo diré con lujo de detalle.

Dejé escapar una pequeña sonrisa por ello y asentí estando de acuerdo. Tenía tantas preguntas y finalmente tengo quién las responda todas. Por fin pude saber el ritmo de algunas danzas porque Reed las interpretaba y no eran para nada lo que me había imaginado al leer aquellas novelas. Sin darme cuenta me vi fascinada, prestando atención a cada palabra o sonido que saliera de su boca, me hizo sentarme sobre una roca mientras él relataba sucesos que me dejaban impresionada, no solo por la música, sino también por todo, absolutamente todo. La moda, las joyas, las máquinas que pronto serán la sensación en todo el mundo, las tradiciones que se llevan a cabo con sus distintas festividades y celebraciones. Y los viajes... Me ha contado sobre que ha viajado por todo el mundo y ha conocido un montón, me describía los lugares que parecían sacados de una novela.

Para alguien como yo, que siempre estuvo encerrada en un mismo reino toda su vida, pensando que el exterior es tan peligroso como para salir siguiera un minuto, el estar escuchando sobre sus aventuras por el mundo me dejaba una sensación nueva. Quiero hacer todo eso y más, quiero bailar, cantar, tocar instrumentos además de la ocarina, viajar y conocer el mundo tan grande en el que existíamos.

-Suena magnífico... -susurré con un suspiro soñador.

-Lo es, te lo aseguro. Somos lo mismo, seres humanos, pero a la vez somos tan diferentes unos de otros y eso no es algo precisamente malo. Es emocionante.

Sin duda alguna, se escucha como la mejor experiencia que alguien pueda tener. Sí, se escucha emocionante.

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