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Capítulo 28 | Deseo

Narra Eliette

Cada palabra que salía de la boca de Reed mientras me contaba sobre lo que esas dos mujeres querían de él me hacían enfadar aún más. Quería darles su merecido nuevamente porque no cabe en mi cabeza cómo es que hay personas que pueden hacer algo tan desagradable, tan indigno y deshonrado.

-Me dan náuseas -mencioné una vez había terminado-. No puedo creerlo, es horrible.

-Lo es, pero es más común de lo que crees, incluso algunos reyes tienen varios hijos con diferentes amates para elegir de entre ellos al más fuerte para ser su heredero. Los hacen luchar entre sí hasta la muerte -comentó haciéndome sorprender y espantar. No me puedo imaginar a alguien haciendo algo tan terrible. Negué con la cabeza para quitarme esos horribles pensamientos y apoyé la mano sobre la suya.

-Ya no importa. Al menos estás de vuelta, a salvo.

-Gracias a ti, mi reina -sonríe antes de besar mis labios.

-Pero me enfada, querían que te acostaras con ella -gruñí, no podía desenojarme tan fácil. Apenas lo recordaba y mi sangre comenzaba a hervir de la ira-. Que tuvieras hijos con ella.

-Pero jamás lo permitiría -asegura sonriendo aún, pero empieza a besar mis labios con intensidad-. Con la única mujer que tendría hijos sería contigo... Así que calma, reina mía, porque mis hijos llevarán tu sangre y con suerte, tu parecer. Nada me gustaría más que tuvieran ese bello color de ojos, o el cabello tan perfecto, o incluso esas leves pecas que tienes.

Sus labios acarician mi mejilla y baja hasta mi cuello, su aliento me hace cosquillas hasta erizar mi piel. Incluso tuve un pequeño flashback por este sentimiento.

-Mi reina... Debo admitir que cuando entraste al castillo llamándome "tu hombre" fue lo mejor que mis oídos pudieron escuchar -murmura subiendo sus labios hasta mi oreja-. Me encantaría oírlo de nuevo.

-¿Realmente te ha gustado? -cuestioné intentando regular mi agitada respiración.

-Más de lo que crees.

Sus manos en mi cintura me aprietan hasta hacerme soltar un ligero jadeo, mis manos suben por su cuerpo, acaricié sus brazos hasta su cuello y rocé mis labios con los suyos.

-Eres mi hombre, Reed, mi caballero y mi rey... eres el hombre que amo y que quiero a mi lado para toda mi vida.

-Joder, Eliette -suelta mientras me aprieta contra él-. Nunca una mujer me ha traído tan loco como tú me traes, realmente me encantas e igualmente puedo decir con certeza y gritando a los cuatro vientos que te amo.

Escucharlo decir esas palabras hizo emocionar a mi corazón, no pude contenerme y besé sus labios con pasión. Sentía una gran necesidad de tenerlos más cerca, de unirnos más e intimar solo nosotros dos... volvernos uno. Podía sentir como él tenía la misma necesidad que yo por la forma en que sus labios me besaban y sus manos me tocaban, y este tacto no me desagradaba en lo absoluto.

Volví a sentir un fuego ardiente en mi interior, aún más intenso que el de la primera vez que Reed entró a mi habitación, acusándome de haberle puesto bajo un embrujo. Él nos había detenido en ese entonces, pero ahora no queríamos hacerlo, ahora sabía lo que sucedería y estaba de acuerdo en que pasara. Mi cuerpo parecía pesar, me incliné hacia atrás atrayendo a Reed conmigo hasta que mi espalda tocó la suavidad del colchón, sus brazos sirvieron de soporte para colocarse sobre mí sin aplastarme y seguir besándome con la misma intensidad.

Sus labios bajan hasta mi cuello, me arqueé al sentir mi piel erizada en ese momento, dejándole más acceso a mi cuello. Besó y bajó hasta mi pecho, permaneciendo allí un momento, sus manos me levantan un poco hasta despegar mi espalda de la cama, me aferré a su cuello para sujetarme mientras nuestros labios se buscaban de nuevo, pero sus manos encontraban el cordón de mi vestido. Lo desató hasta hacerme sentir como se aflojaba el corpiño de mi vestido y empezaba a deslizarse hacia abajo, dejé de besarlo en ese momento, por esa acción se vio preocupado, quizás pensando que había llegado muy lejos y que lo detendría. Tanto así fue su preocupación que me dejó darnos vuelta hasta que repentinamente yo estaba encima de él.

-Al parecer recuerdas bien cuando no quería que me tocaras... -comenté por su reacción.

-¿Y cómo no recordarlo, mi reina? Tu rechazo duele mucho más que el ser atravesado por mil espadas.

-Me alegra que pienses eso, pero no ahora -mi vestido se desliza hasta liberar mis senos para que él los viera-. Ahora quiero que olvides cada sentimiento de rechazo que alguna vez pude darte... quiero que lo olvides y no temas en tomarme como desees. Porque yo también deseo que lo hagas.

Se vio sorprendido por unos segundos antes de aprovecharse de mis palabras, me giró de nuevo con una mano en mi cintura y se encargó de quitarme el vestido hasta dejarlo en el suelo. Traía una sonrisa mientras miraba mi cuerpo desnudo frente a él. Por supuesto que me sentía apenada, nunca nadie me había visto así, pero... el que sea Reed el primero me hacía restarle importancia a la vergüenza, lo suficiente como para seguir con esto.

-Tan perfecta... -murmura mientras su mano acaricia mi mejilla y baja por mi hombro hasta mi brazo. Cerré los ojos, disfrutando de su roce.

Sus labios volvieron a encontrar los míos mientras su mano se deslizaba por mi cuerpo, acarició mis piernas hasta deslizarse por la unión de mis muslos, solté un jadeo contra sus labios cuando deslizó sus dedos por aquella zona que palpitaba y dolía un poco, como si pidiera urgentemente algo que solo Reed podía darme y que me fuera a gustar.

-Reed... -solté cuando uno de sus dedos usó el lubricante natural que salía de mí para meterse entre mis pliegues y tocarme como nunca nadie lo ha hecho, literalmente nadie.

Me arqueé de nuevo, dejando mi cuello y pecho a su disposición como una invitación para que su boca disfrutara de aquellas partes de mi cuerpo. Sentí sus labios atrapar uno de mis pezones y chuparlo gentilmente, podía sentir como mis pezones se endurecían y yo también quería tocar su piel. Lo empujé levemente y con mis brazos temblando quise quitarle la camisa que llevaba, pero no tenía fuerzas para hacerlo. Él quitó sus dedos de mi interior para cumplir con mis súplicas, se apresuró a quitarse la ropa hasta estar completamente desnudo frente a mí. Tragué con dificultad mientras mis ojos detallaban cada rincón de su cuerpo, incluso aquella zona bajo el abdomen. Extendí mis brazos hacia él, llamándolo sin palabras.

-Mi reina... -volvió a mí besando mis labios-. Te deseo como no tienes idea, deseo sentirte, sentir tu calor...

-Mi rey, yo igual deseo que me guíes en esto tan nuevo para mí, deseo con locura que me enseñes a satisfacerte para que ambos podamos disfrutar -besé su cuello suavemente, pudiendo escuchar los suspiros que soltaba.

-Eso será después, esta vez quiero que tú disfrutes en todo momento, déjame complacer los deseos lujuriosos de mi reina -su voz ronca se hizo cada vez más profunda mientras iba descendiendo.

Deslizó sus labios por el valle de mis senos, por mi abdomen, y siguió bajando hasta que el calor de su aliento golpeaba mi intimidad. Cerré los ojos y dejé escapar un pequeño grito cuando sus labios tocaron aquel lugar y su lengua acarició mis pliegues, la usó con maestría que me hizo sentir tanto placer que me era imposible hablar. Me aferré a las almohadas mientras su lengua simulaba embestidas y sus labios succionaban. No pude aguantarlo mucho más, oleadas de placer cruzaron mi cuerpo cuando sentí mi cuerpo como si se hubiera liberado por completo, mi voz salió más fuerte de lo que esperaba, no pude controlar mi volumen.

Reed se levanta sobre mí, dejándome ver como lame sus labios con una sonrisa tan seductora que me hizo querer más de él. Me apoyé en un codo para levantarme y poder besar su cuello, bajé a su pecho, mi mano se deslizó por su abdomen, sintiendo lo trabajado de su cuerpo. Volví a encontrar sus labios con desespero, jadeé al sentir su miembro rozar mi abdomen por la cercanía de nuestros cuerpos.

Nos acomodamos, mi cuerpo se sentía tenso en cuanto la punta de su miembro se aprieta contra mi entrada, me besó de nuevo para distraerme y empujar levemente. La sensación de invasión es extraña e incómoda, pero gracias a mi lubricada intimidad pudo deslizarse más cada vez hasta que estuvo completamente dentro de mí. Hubo un ligero ardor que molestaba al comienzo, pero pronto quedó en el olvido. Reed empezó a moverse consiguiendo que la fricción entre nuestros cuerpos se sintiera deliciosa.

-¡Reed! -gemí contra sus labios y con cada estocada mi voz volvía a pronunciarse.

Sus jadeos y gemidos profundos conseguían hacerme sentir más placer, escucharlo es igual de excitante que la fricción entre ambos. Mis manos se aferraban a él mientras sus embestidas aceleraban y se hacían más duras, consiguiendo que me gustara cada vez más.

-Oh, joder... Ah...

Podía sentir como su miembro parecía palpitar dentro de mí al igual que mi intimidad, volví a temblar y a sentir esa sensación de algo que se aproximaba, algo que me volvería a hacer sentir bien y liberada. Quise retenerlo un poco más, pero al sentir mi interior llenarse de un líquido espeso y cálido, fue como perder totalmente la cabeza y dejarme llevar de igual manera. Él salió de mi interior, pero podía sentir como algo escurría por mis muslos, jadeé por la agitación de mi respiración. Reed se tumba a mi lado igual de agitado, pero con una sonrisa en sus labios que me consiguió pegar, me volteé hacia él y lo abracé para tenerlo cerca.

-Si nos sentimos así de bien cada vez que hacemos esto, no me molestaría hacerlo más seguido -comenté para su sorpresa-. Esta vez disfruté yo, pero en la siguiente tú lo harás.

-¿Qué se te ocurre para eso? Una reina no puede tener tales pensamientos impuros -se burla antes de besar mis labios haciéndome reír.

-Pues esta reina sí que los tiene, porque lo aprendió de su rey.

-Que mala influencia he sido.

Nuestros labios vuelven a encontrarse, pero usando mi sentido común me dejé llevar por mis impulsos primitivos al deslizar mi mano por su abdomen hasta su miembro. Lo acaricié y envolví suavemente en mi mano, comenzando a moverla de arriba-abajo mientras él jadeaba y soltaba gemidos, no tardó en volver a endurecerse y al mirarlo fue como si se me hiciera agua la boca que tuve dificultades para tragar.

-Primera lección -murmuró-. Usa tu boca, tus labios, tu lengua, tu saliva... pero evita los dientes.

Sonreí satisfecha por ese nuevo conocimiento, bajé hasta la altura de su miembro y luego de pensarlo unos segundos comencé a lamerlo y a meterlo en mi boca, fue difícil superar el sentimiento de estarme ahogando, tuve que sacarlo un par de veces, usaba mi lengua como había dicho y lo volvía a intentar hasta haber progresado.

-Joder... Eliette -mi cuerpo se eriza al escucharlo nombrarme de tal forma.

Me impulsó a ir más rápido en mis movimientos guiados por su mano que apoyó tras mi cabeza, hasta que empezó a salir de nuevo un líquido espeso y cálido que llenó mi garganta, fue forzado, pero lo tragué al no saber qué más hacer. No sabía mal exactamente. Incluso lamí el exceso que salía de la punta de su miembro.

-Nada mal para ser la primera vez -lo escuché.

Sonreí orgullosa de mí pero Reed me sujeta y me atrae hasta él para abrazarme, ambos dejamos escapar una pequeña risa cómplice, sin embargo, el sueño comenzaba a hacerse presente, y justo a tiempo, porque por la ventana podía ver el sol ocultándose en las colinas.

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