Capítulo 22 | Perdón
Narra Reed
Miraba al cielo y veía como mi reina volaba sobre Ayris con tanta habilidad y gracia mientras se encargaba de acabar con la mayoría de los caballeros posibles. Una oleada de orgullo llena mi cuerpo, con tan solo verla me parece la reina más majestuosa que vi en toda mi vida. Servirle era todo un honor para mí.
Me hice a un lado justo a tiempo para esquivar la espada de un caballero, sin embargo, había conseguido cortar un poco de mi ropa por el brazo. Sonreí levemente y luego de clavar mi espada en su cuello, me arranqué la manga de la ropa para dejar al descubierto la marca del reino al que sirvo.
-¡Carguen! -escuché.
Noté entonces la cantidad de catapultas que habían preparado, las mismas que usaron para derribar a los dragones anteriormente. Corrí hacia ellos mientras disparaban a mi reina, pero Ayris, a pesar de su gran tamaño, podía esquivarlas. Antes de que pudieran lanzar otra, corté el cuello de los que la manejaban, pero son muchas otras las que seguían disparando. Me apresuré en correr hacia ellos y evitar que sigan cargando las catapultas.
-"Jadiel, ven."
Al instante él estaba a mi lado, me subí a su lomo y me ayudó a derribar las catapultas. Pidió a más dragones que nos ayudaran y gracias a eso pudimos destruir gran parte de su armamento. El plan estaba yendo de maravilla, podía ver como los caballeros empezaban a ser cada vez menos y los pocos que quedaban comenzaban a retirarse. Habíamos ganado... Pero mi sonrisa desaparece cuando la última catapulta dispara antes de poder destruirla, esta golpea en el ala a Ayris quien es derribada contra el castillo, los escombros de piedra caen sobre ellas, consiguiendo que sintiera mi corazón detenido en un instante.
-¡Eliette! -vociferé con preocupación.
Jadiel me lleva hasta allí y salté de su lomo para empezar a buscarla, quitando piedras y llamándola, rogando porque su voz llegara hasta mis oídos.
-¡Eliette, por favor! ¡Responde! ¡¿Dónde estás?!
Los dragones encontraron a Ayris, pero Eliette aún estaba perdida entre esta montaña de piedras. Ayris se levanta dolorida y mira hacia los escombros en donde yo seguía rebuscando.
-..ed..
Me detuve en un instante, creyendo haber escuchado algo. Todo permaneció en silencio y pude escuchar de nuevo una tos dolorosa.
-Reed...
-Eliette -corrí de inmediato hacia donde se escuchaba esa tos.
Empecé a escarbar con ayuda de los dragones y finalmente pude verla atrapada bajo unas cuantas piedras más, no la habían aplastado por completo gracias a que algunas sirvieron como paredes a su alrededor. Salté donde ella y la sujeté con tanta suavidad por creer que, con la más mínima fuerza, ella se rompería.
-Eliette... te he encontrado -suspiré abrazándola sin moverla demasiado para no lastimarla-. Estarás bien, ¿sí?
-Reed... Quiero ver a Ayris y a los demás -pidió con un hilo de voz al que no pude oponerme.
La cargué en brazos y la llevé hasta la superficie, bajamos de la montaña de escombros hasta el suelo y yo la dejé recostada, rodeada de los dragones, líderes de cada sector en el reino.
-Ayris... Blazekherr, Oceana, Nébula, Escorion... -nombra a todos y cada uno de ellos quienes al escuchar sus nombres bajan la cabeza-. Perdónenme... no fui la reina que ustedes querían que fuera, ni tan valiente como Jaqueline para cortar mi cuello y evitar que me usen en su contra. Lo siento... Ahora sé que he cometido muchos errores y los he puesto en peligro, me honra que me hayan aceptado como su reina en todos estos años, pero... sinceramente no me creo merecedora de ese puesto.
Ella vuelve a toser y se retuerce del dolor mientras lo hace, si bien las piedras no le han aplastado del todo, le han provocado un gran daño, uno que me aterra pensar que es mortal. La sangre que escapa de sus labios nos alerta a todos, ella cayó al suelo, aunque pude sujetarla a tiempo.
-Perdónenme... -solloza una vez más con la voz quebrada y una última lágrima cayendo por su mejilla-. Reed...
-Mi reina, aquí sigo -hablé sintiendo un nudo en la garganta.
Ella quería decir algo más, extiende su mano hacia mi mejilla, pero apenas la roza suavemente cuando pierde fuerzas y cae sobre su pecho, sus ojos pierden esa luz de vida que tanto me encantaba ver en esa mirada verdosa, tan necia y terca, pero tan dulce y hermosa. Sujeté su mano y la llevé hasta mis labios, no quería aceptar que esto ha sido todo, que Eliette... se había ido.
Noté algo rodar por mi mejilla hasta caer sobre la suya. Jamás había llorado, al menos no recuerdo la última vez que lo hice, pero ahora estaba seguro de que recordaría este momento. Permanecería grabado en mi corazón y en mi mente hasta el resto de mis días, porque es en este momento que lo perdí todo.
-Wau.. -escuché una voz y unos aplausos sarcásticos-. Eso fue... conmovedor. Realmente digno de una novela épica. La trágica muerte de la reina de los dragones. Todos hablarán sobre esto.
Cargué a Eliette y la acerqué hasta Ayris y los demás líderes que no paraban de lanzar gruñidos a Lester tras de mí. Dejé a Eliette en el suelo, viendo como poco a poco su piel perdía el color vivo de la sangre que dejó de fluir por su cuerpo.
-Me encargaré de esto -susurré seguro.
Me alejé de ella con pesar y tomé mi espada tirada en el suelo, aparté la lágrima que rodaba de mi mejilla y volví a acercarme a Lester quien estaba preparado para una pelea junto a mí, pero al voltear la mirada de reojo hacia un lado, noté un par de brillosos ojos escondidos entre los arbustos en el bosque a un lado. Aparté la mirada, podía sentir una gran seguridad recorrer mi cuerpo de punta a punta.
-"Enciérranos a ambos." -le pedí a Jadiel.
Él dispara y nos encierra a ambos en un círculo de fuego del que Lester se espantó. Miró a su alrededor preocupado en cómo iba a salir, pero trató de disimularlo con una sonrisa arrogante.
-¿Qué, no quieres que me escape? -cuestiona con burla.
-Así es.
Empuñé mi espada con fuerza y corría hacia él, apenas pudo bloquearme, pero no le di tiempo de reaccionar. Realmente no lo estaba atacando para matarlo, he prometido que su muerte no sería rápida.
Le hice cortadas profundas en sus piernas y brazos, soltó su espada y aproveché su descuido para cortar su pecho y que la sangre salpicara hasta mí, era un asco. Lester cayó al suelo adolorido, pero esto no había terminado.
-No creas que no sé que has sido tú el que nos ha seguido y la ha capturado, el mismo quien se ha atrevido a castigar a los dragones esclavos con azotes a su reina si no aumentaban la producción de gemas -me acerqué a él mientras se arrastraba intentando huir, le clavé mi espada en la pantorrilla, escuché su grito de dolor, pero simplemente no me causaba nada-. También sé que fuiste tú quien derribó a Ayris con la catapulta, y siendo tú el único culpable de que mi reina...
Apreté los puños hasta que mis nadillos se vieran blancos, ni siquiera podía decirlo. Cerré los ojos y arranqué la espada de su pantorrilla para amenazar su cuello.
-Mereces el peor de los castigos, ser quemado no es suficiente, mucho menos cortarte la cabeza. Quiero que supliques que te mate para dejar de sufrir. Lester.
Un rugido diferente se hace escuchar, Lester observa a un lado, pero no pudo pelear contra el tigre que arremetió en su contra, empezando a morder sus extremidades y sacudirse para arrancarlas. Uno por uno, iba quedándose sin partes del cuerpo, sus gritos de dolor no eran suficientes para apaciguar mi furia. Pero es un castigo cruel después de todo, aún está vivo mientras ve como su propia carne es desgarrada, como sus miembros son tragados y cómo sus huesos despedazados. Hasta que finalmente no pudo resistir y pasó a ser un simple cadáver, o lo que queda de él.
-Adiós, hermano. Ojalá, nuestros padres se enteren de lo que has hecho.
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