Capítulo 2 | La llegada de Eliette
Narra Ayris
Buscar a Eliette no es tan complicado como parece en este castillo tan eterno y confuso, siempre la encuentro en el mismo lugar si no es en su habitación: la biblioteca. La puerta se abre con un leve chirrido por las bisagras viejas cuando la empujo suavemente, miro por los alrededores y extiendo mis alas para buscarla por los distintos niveles repletos de estantes polvorientos pero cargados hasta el lomo de libros antiguos, muy antiguos en verdad.
-"Eliette" -la llamo, justo antes de ver que se había quedado dormida en uno de los grandes sillones de piel, con un libro sobre el pecho.
Me acerco a ella con curiosidad de ver lo que estaba leyendo, aunque no entendiera la escritura humana, las imágenes me ayudan a saber de qué trataba, dibujos hechos a mano y con el tiempo se han desgastado, pero aún podía comprender la figura humana de un hombre y una mujer bailando un vals suave y lo sé por las expresiones y forma en la que están unidos. Además... también sé de qué trata porque lo conozco, desde hace muchos años atrás.
-"Ay Eliette... ¿Qué haré contigo?" -cuestioné suspirando y negando con la cabeza suavemente.
Volví a mirarla, sujeté el libro entre mis colmillos sin ejercer presión para no dañarlo y lo dejé sobre la mesa a un lado, con cuidado cargué a Eliette en mi lomo y la llevé hasta su habitación para dejarla descansar más cómodamente en su cama y no solo en un viejo sillón. Eliette se remueve entre sus mantas y sonríe como si estuviera soñando algo que la alegrara mucho, lo más probable es que fuera con uno de sus añorados bailes o un romance como el de sus historias. Verla así hizo que mi mente divagara y recordara el día en el que ella apareció en el reino. O mejor dicho... cuando la trajeron aquí...
Hace veintiséis años, cuando yo tenía diez mil años, gobernaba Dracovia por mi cuenta, los dragones de luz se habían ido, después de aquella guerra solo unos pocos dragones de cada reino habíamos podido sobrevivir, no quedaba nada, pero eso no nos ha impedido hacer una alianza para la restauración de nuestro dominio, pero estábamos en el peor momento para confiar en los humanos y cuando recibí el llamado de los dragones de la niebla, acudí de inmediato. No podría ni imaginarme ni en un millón de años lo que había pasado en ese momento al divisar a una mujer desesperada cargando con una bebé. Estaba huyendo, eso era claro, incluso podía escuchar los gritos de los hombres que buscaban a esa mujer, acusándola de brujería. Lo cual es absurdo pues las brujas no existen en este mundo, solo en sus libros y creencias, soy testigo de años de vida que jamás he conocido sobre alguna bruja, ni rumores, ni afirmaciones.
-Por favor... ayúdenme -ruega la mujer con el tono de voz aterrado y tembloroso mientras presiona a su hija contra el pecho-. Les suplico a ustedes, seres divinos, que me escuchen antes de decidir devorarme. Sé que pueden comprender lo que digo.
Eran pocos los humanos que verdaderamente no nos veían como seres sin cerebro que solo saben devorar por devorar y nada más que destrozar a sus tropas, y mucho menos que nos llamen "seres divinos" en lugar de monstruos.
-"¿Quién eres tú?" -pregunta Nébula, líder de los dragones de la niebla.
-Mi nombre no importa, de todas formas, moriré, aunque salga o no de aquí. Pero por eso les suplico, les ruego su comprensión. Quiero salvar a mi hija Eliette. Puede que yo muera hoy, pero si los otros humanos la encuentran, si no la matan, la criarán para ser sirvienta o cosas peores -habla con desespero, queriendo terminar con esto rápidamente, asegurando la supervivencia de su hija, quien se dejó ver estirando sus pequeñas manos hacia el rostro de su madre, intentando comprender el porqué de sus lágrimas.
-"¿Y nosotros por qué haríamos eso?" -pregunta Nébula, desconfiada y obstinada a no dejarla pasar con su hija.
Antes de que aquella mujer contestara con ruegos de rodillas contra el suelo, tuve suficiente. Extendí mis alas y volé hasta ellas consiguiendo que la niebla a su alrededor se dispersara gracias al batimiento de mis alas y el viento que creaba. Los dragones de niebla se inclinan ante mí al pasar entre ellos para acercarme un poco a la mujer, quien intenta calmar el llanto de la bebé.
-"Déjala en el suelo" -ordené con voz dura y demandante.
La mujer hace caso inmediato, se puo de rodillas y dejó en el pasto verde y húmedo a la bebé que lloraba. Se alejó para dejarme acercarme, podía ver el temblor en sus manos, las cuales agarró y entrelazó los dedos, rezando en susurros. Me acerqué a la bebé y bajé mi cabeza hasta ella, dejé escapar un poco de mi respiración que hizo revolotear su corto cabello y llamó su atención. Ella me mira, dejando de llorar al instante, algo en sus ojos llama mi atención, un brillo que se vio reflejado en los míos con igual intensidad.
De repente la bebé comenzó a sonreír y reír con ánimos, extendió sus manos hacia mí y acarició mi hocico. Me sentía fascinada, jamás había visto que una bebé sonriera conmigo cerca, suelen ser más aterradores que yo. Reaccioné decidida. Me senté en el suelo, rodeando a la bebé con mis patas y cola, viendo como ella quería tocarme y jugar, notaba el parecido con su madre, con ese cabello castaño y los ojos verdes brillando como dos esmeraldas.
-"Está bien. Se quedará aquí. Pero solo puedo hacer una excepción, los demás dragones no aceptarán a nadie más. Después de todo lo que nos han hecho." -afirmé, pero la mujer solo niega con la cabeza, manteniendo una sonrisa entre lágrimas.
-Cuídala...
Fueron sus últimas palabras antes de desaparecer entre la niebla espesa. Pronto escuchamos los sonidos metálicos de las armaduras y armas, además del galope de los caballos y los gritos de los hombres. Volví la mirada a la bebé que se había quedado dormida, con una de mis patas la cargué, notando que ni siquiera era tan grande como la mitad de mi dedo meñique, ni siquiera alcanzaba a ser más grande que mis garras y por eso debí tener más cuidado.
-"A partir de hoy, Eliette Wingsflame es parte del reino de Dracovia. Tienen prohibido tocarla o pensar siquiera en ella como un bocadillo. Me pertenece ahora, yo cuidaré de ella. Corran la voz y digan que quien se meta con Eliette, se meterá conmigo" -sentencié con firmeza. Todos los dragones de niebla levantan la cabeza que la mantenían baja en una corta reverencia y se disipan con la niebla.
Volé de regreso al castillo abandonado, hasta el salón del trono. Incluso a este le faltaba una parte grande en una esquina. La dejé allí y me alejé unos pasos, los dragones se reunieron ante nosotras y presenciaron el momento mágico en cuanto el pequeño cuerpo de Eliette empezó a brillar. Esa luz se expande por el trono y de este hacia arriba, a unos cristales, de lo último que nos han dejado los dragones de luz antes de marcharse. Esos cristales apuntaban a todos los reinos de las distintas especies, más específicamente, a los corazones de los líderes de cada sector. Y cuando esa luz llegó a mi corazón, sentí mi cuerpo rebosante de nueva energía y vitalidad, una más fuerte y que no había sentido en tanto tiempo. Todo el castillo comenzó a brillar regresándole la gloria y la majestuosidad de antes. Las grietas desaparecieron y al mirar por los grandes ventanales, los reinos volvieron a como fueron en su apogeo, brillantes y llenos de vida.
Entonces escuché rugidos por parte de los centinelas, salí rápidamente para presenciar un rayo de luz que se alejaba entre las nubes, pero... que pronto empezó a acercarse. Era Efsun, junto a los dragones de luz, han regresado.
-"Creí que nunca más iban a volver" -mencioné cuando la tuve en frente.
-"Yo igual, pero al parecer no siempre es como uno lo planea... Vine a hacer las paces y a devolver al reino su luz" -responde tendiendo un ala hacia mí.
-"Este siempre ha sido su hogar, y siempre lo será" -golpee mi ala con la suya antes de mirar al cielo y al mismo tiempo disparar ella su rayo de luz y yo mi fuego magenta, declarando la resurrección del reino Dracovia.
Volvimos adentro, donde todos los dragones de luz hicieron una reverencia ante Eliette, aceptándola como monarca del reino. Enseguida llegaron los líderes de cada sector a mostrar tributo hacia Eliette y a mí, dejaron ofrendas, diferentes unas de las otras. Si antes yo había asumido el cargo como líder suprema, con la llegada de Eliette y la formación de nuestro vínculo como compañeras, cuando ella cumpla la edad suficiente, será la primera líder y yo pasaré a segunda. No me importa, después de todo, confío en que ella será una gran monarca para nosotros, más amable y comprensiva que cualquier ser humano que jamás hayamos visto. Y así fue... gracias a los dragones de luz, quienes son capaces de enetender la lengua, escritura y símbolos humanos, Eliette ha podido aprender a leer y escribir como ellos, y así a leer todo lo que hay en la biblioteca que jamás hemos vuelto a abrir hasta el día en el que ella descubrió su amor por la lectura y novelas románticas.
Lo cual... es un problema para la seguridad del reino, solo espero que no se salga de las garras.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro