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Capítulo 13 | Bajo un hechizo

Para evitar las sospechas de Ayris mientras no supiera como decirle sobre Reed, he estado quedándome en el castillo a acompañarla y hacer nuestras labores juntas. Jadiel tuvo que ir a encontrarse con Reed para explicarle. Aunque, al mismo tiempo sé que solo es una excusa mía para evitar a Reed, puesto que realmente me sentía confundida con respecto a él. He buscado en todos los libros de medicina sobre el que mi rostro se pusiera rojo de ese modo, incluso arde cuando pienso en la cercanía con Reed. También he preguntado a los dragones, pero nadie sabe nada y cuando me piden el contexto de cuándo me ocurre eso... no puedo decirles la verdad. Así que es más difícil.

-"¿Qué ocurre, Eliette?" -Ayris pasa su cabeza bajo el libro que estaba leyendo para colocarse frente a mi rostro.

-No me pasa nada, ¿por qué lo dices? -pregunté.

-"Es que tienes el libro al revés."

Ella se coloca a mi lado, noté que era verdad y con una sonrisa algo avergonzada, le di vuelta al libro. Me reí nerviosa, pero dejé de hacerlo y suspiré profundo. No quería decirle que realmente me estaba sintiendo mal... desmotivada más bien. No sé lo que sea, pero estos días que he pasado en el castillo me parecieron... aburridos. Además, tengo una sensación extraña en el pecho y no puedo dejar de sentirla mientras mi mente crea la imagen de Reed en mi cabeza.

-Solo necesito descansar, últimamente los dragones han tenido muchos problemas de convivencia y tuve que solucionarlos -respondí dejando el libro.

-"Sí, han sido un poco difíciles de tratar, tienes razón. Descansa tranquila, yo iré a revisar los problemas que hayan hoy." -se ofrece decidida.

-Gracias, Ayris. Eres la mejor -sonreí caminando hacia mi habitación mientras que ella sale por la ventana.

Resoplé sentándome sobre la cama sin ganas siquiera de acomodarme en esta, pero me obligué a hacerlo al final. Me acosté y cubrí mis ojos con un brazo, intenté conciliar el sueño, pero me era imposible, en realidad no tenía sueño. Escuché un aleteo fuerte junto a la ventana, lo ignoré pensando que son los centinelas dando sus vueltas comunes; el aleteo se hace más fuerte y una sombra cruza la habitación.

-Has vuelto temprano -mencioné sin mirar.

-Pues es la primera vez que estoy aquí, en realidad.

Me senté de un salto sobre la cama al escuchar esa voz conocida y menos esperada en este lugar. Reed salta por la ventana hacia el interior de mi habitación y Jadiel se encoge para acompañarlo subiéndose por su espalda hasta acomodarse en un hombro.

-¡¿R..Reed?! -exclamé estupefacta.

Una sombra se asoma, me levanté de inmediato y los empujé hasta el baño, cerré la puerta justo cuando un centinela se para en el borde de la ventana para observar.

-"Mi reina, ¿todo está bien? Me pareció ver a alguien no autorizado entrando a su habitación" -menciona el centinela olfateando en busca del rastro del desconocido, yo agarré el perfume de mi tocador y me lo puse mientras fingía arreglarme.

-Oh no, no ha entrado nadie. Solo soy yo y nadie más -reí nerviosa-. Pero estoy a punto de irme a dormir, así que...

El dragón entiende y se va luego de hacer una reverencia, suspiré aliviada de haberlo podido alejar mientras me derretía sobre mi cama. Escuché la puerta abrirse y al mirar de nuevo allí, Reed sale del baño con una sonrisa en el rostro.

-Esto me recuerda a una historia famosa entre los niños -menciona acercándose-. La dama más hermosa, durmiendo a causa de un hechizo cruel en la torre de un castillo que custodia un dragón, en este caso un reino entero de dragones.

Iba a levantarme, pero Reed no me da la oportunidad cuando se coloca sobre mí en la cama, haciéndome sentir atrapada e intimidada de cierta forma. Su gran figura se sostenía por sus manos a ambos lados de mi cabeza, para evitar aplastarme. Quería hundirme más en el colchón de plumas de mi cama con la esperanza de traspasarlo y escapar de esta sensación que hace agitar a mi corazón. De nuevo mi rostro arde.

-A la espera del caballero que la despierte y la salve.

Él actúa rápidamente al apartar levemente su cabeza cuando la punta afilada de una daga amenaza su cuello. Siempre la tuve bajo mi almohada por si los humanos llegasen a irrumpir creyendo en ese cuento tan tonto.

-Bueno, que suerte que yo no necesite un rescate entonces -respondí apartando la daga y haciéndolo reír roncamente.

-Ya lo creo. Solo hay que ver el reino que tienes a tus pies.

Él se levanta de encima finalmente, dejándome el espacio suficiente para respirar, tomé aire antes de sentarme y mirar a Jadiel en busca de explicaciones de esto tan peligroso y repentino. Él baja la cabeza como una disculpa mientras se explica.

-"Disculpe, mi reina. Reed insistió en venir a verla, prometió no llamar la atención ni causar problemas." -responde. Pude escuchar el bufido del cazador a mi lado.

-Chismoso.

-Es inevitable ser honesto con su reina. Deberías aprender -enarqué una ceja-. Gracias Jadiel, yo me haré cargo desde ahora.

Él asiente y sale de la habitación para ir con Ayris, pues desde que vino aquí se han vuelto algo cercanos y creo que le parecerá raro a ella el no encontrarlo por ningún lado ahora.

-Soy honesto, nunca te he mentido -escuché a Reed.

-Seguro, no tengo como probarlo -respondí rodando los ojos. Volví a intentar levantarme, pero él me toma del brazo y me acerca a él, inmediatamente volví a colocar la punta de la daga contra la parte de debajo de su barbilla-. ¿Qué haces aquí, Reed?

-¿No es obvio? -cuestiona intentando mirarme mejor, pero la daga no le dejaba bajar la mirada.

-Lo obvio para mí es que has venido para hacer un reconocimiento de terreno, entender como funciona el movimiento aquí y comprobar como entrar sin ser visto.

-Después de tanto, ¿no confías en mí, reina? Eso duele.

Abrí los ojos de par en par cuando toma mi muñeca y presionando un punto en ella hace que mi mano se debilitara y así desarmarme de mi daga, la cual, patea lejos de mí. Observé mi daga en el suelo de una manera asombrada por su rapidez y agilidad, pero entonces su brazo rodea mi cintura y me empuja hasta que nuestros cuerpos se sintieron pegados y mis manos se apoyaran contra su pecho en un inútil intento de mantener algo de distancia.

-No vine a eso, créeme.

-¿Entonces? ¿A qué has venido? -enarqué una ceja con duda.

-Vine porque... siento que me has hechizado, bruja, y quiero que me liberes del embrujo.

-Creí que habíamos superado la etapa de llamarme "bruja" -me quejé hastiada. Reed sonríe con diversión-. ¿De qué embrujo hablas?

-Uno fuerte, muy fuerte -toma una de mis manos sin soltar mi cintura con la otra-. Un hechizo que me hace sentir la necesidad de meterme a la boca del lobo, en este caso al nido de dragones, por ir a buscarte. Un hechizo que me hace sentir como un loco cuando no te veo por más de una semana, uno que me quita completamente mi propia voluntad, que me hace querer estar a tu lado sin importar las consecuencias.

Sus labios acarician suavemente mis dedos y sube por el dorso de mi mano, dejando una sensación ardiente que no llegaba a comprender, era placentero.

-Me has puesto bajo un hechizo que me hace querer arrodillarme ante ti y llamarte mi reina como todos los dragones en este reino.

Jaló de mi mano a la vez que me obligaba a inclinarme sobre mi espalda, no caía, estaba segura de que él no me permitiría caer. Sus labios besan mi muñeca, podía sentir como mis dedos rozaban su cabellera negra y sedosa.

-Pero también quiero llamarte por tu nombre, Eliette, porque me encanta casi tanto como la que lo porta con orgullo -cerré los ojos un segundo solamente por la sensación hormigueantemente placentera de escuchar como acariciaba hasta mi nombre con su voz y labios, sin embargo, los abrí de golpe por la sensación húmeda y suave de esos labios contra la piel de mi cuello-. Tan fuerte es ese hechizo que ni siquiera puedo contenerme y ser racional cuando se trata de ti, debería alejarme y recordar todas esas veces que rechazaste mi tacto para poder sujetarme a algo doloroso como eso para mantener mi distancia.

Su mano suelta mi brazo que instintivamente se sujeta de su hombro, no porque fuera a caer o creer que me soltaría... realmente quería que no lo hiciera. El solo pensar que él se alejaría de mí ahora, me molesta y me hace querer retenerlo.

-Pero ¿cómo hacerlo si ninguno quiere que lo haga? ¿O es lo que quieres, mi reina? -a su voz lo acompaña el viento de su respiración contra mi cuello, haciéndome cosquillas-. ¿Quieres que me aleje de ti ahora?

Cerré la boca para no responder, porque sentía que iba a ser demasiado sincera y que eso iba a avergonzarme. Aferré el agarre de mis manos en su ropa cuando volvió a tocar mi cuello con sus labios, solo rozaba y eso era todo lo que necesitaba para hacerme perder la cabeza.

-¿No quieres responder? -se ríe levemente-. Está bien, no hace falta... Tu cuerpo ya es lo suficientemente honesto.

Desliza los roces más hacia mi pecho descubierto antes del borde de mi vestido. Mi respiración estaba tan agitada que podía sentir como a causa de eso sus labios se despegaban y se pegaban repetidamente.

-Así que, sí, estoy tan seguro de que me has puesto bajo un hechizo, pero ahora... ya no estoy seguro de querer que me lo quites. No, estoy bien así.

-¿Crees que te puse bajo un hechizo? -finalmente tuve la fuerza para mirarlo, tragué con dificultad. Podía sentir mi rostro y todo mi cuerpo ardiendo, intenté cubrirme con el dorso de una mano sobre mis labios-. Pero yo me siento bajo el mismo hechizo.

Él se ve sorprendido que incluso no fue capaz de reaccionar cuando sujeté su cabeza con ambas manos y me acerqué a él hasta tocar sus labios con los míos. Había leído en algunas novelas que este sentimiento de querer besar a alguien se asemejaba al del imán y un trozo de metal atrayéndose. Bueno pues yo podía sentir como había estado evitando esa fuerza tan pesada... hasta ahora...

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