Capítulo 1 | El Reino de Dracovia
-"Eliette, hay un herido" -al escuchar el aviso de Ayris, quien se asoma por mi ventana, rápidamente me pongo en pie de un brinco y corro hasta ella.
Salto por la ventana para caer en su escamoso lomo draconiano y sujetarme de las espinas negras que asoman por todo el largo de su cuello hasta su alargada cola. Ella no pierde más el tiempo y sale volando hacia el lugar en dónde estaba aquel herido del que me había avisado con preocupación sincera.
-"¿Tienes alguna idea de lo que le ha sucedido? que le pasó?" -pregunté sin la necesidad de abrir los labios, pues al ser Ayris mi compañera y haber formado un vínculo que solo ambas compartíamos, podía hablar con ella usando nuestros pensamientos.
-"Lo ha atacado un cruel cazador, por suerte ha podido entrar en la niebla a tiempo y escapar" -responde Ayris con un leve suspiro de alivio, pero sin olvidarse de hacer notar el enfado por nombrar a aquel cazador.
Permanecí en silencio, comprendía la situación e igualmente sentía un gran alivio porque ese dragón haya podido perder al cazador. Cuando estuve cerca pude sentirlo, sentir el dolor y el miedo del dragón adolorido. Había aterrizado en las tierras de Escorion, el peor lugar para un dragón de agua como lo es él, ya que todo aquí es puro desierto árido y seco. Los dragones de tierra se amontonaban a su alrededor, hablando entre ellos y preguntándose qué deberían hacer hasta verme llegar. Pude sentir el alivio de todos al posar su mirada en Ayris y en mí.
Bajamos hasta ellos quienes nos dieron paso hasta el joven dragón herido, de un salto toqué la arena del desierto y caminé hacia él, no podía apartar la mirada de su escamosa piel azulada bañada en rojo por la sangre. Las heridas son profundas y sangraban bastante por distintos lugares y siendo de distintos tamaños. Él joven dragón me ve, parecía suplicar por mi ayuda para sentirse mejor, dejando escapar ligeros gruñidos de dolor.
-Tranquilo... Estarás bien -hablé con una voz dulce para calmarlo mientras acariciaba suavemente su hocico alargado y lo juntaba con mi frente.
Pronto su respiración empezó a regularse hasta haberse calmado, cierra sus ojos, disfrutando de mi compañía y cercanía. Fue cuando estuvo tranquilo que empecé a sentir en mi interior como iba fluyendo la energía vital de mi ser. La concentré, manejándola con maestría hasta separarla de mi cuerpo y que rodeara con unas pequeñas tiras de luz, el cuerpo del joven dragón. Al separarnos y abrir los ojos, él se sacude como si se estuviera estirando para destensarse, se mira a sí mismo, comprobando que todas sus heridas habían desaparecido en su totalidad. Vuelve a mí frotando su cabeza contra mi cuerpo, tuve que equilibrarme dando un paso hacia atrás para no caer por el impulso mientras reía levemente.
-"Gracias, muchas gracias, mi reina" -decía con sinceridad y alegría.
-No fue nada, me alegra ver que te sientas mejor -respondí acariciando su piel que, a pesar de ser escamosa, es realmente suave y húmeda-. Ahora ve a casa y descansa, has de haber pasado un buen susto y tu familia también.
Asintió dándome la razón y obedeciéndome, abrió sus magníficas alas y se alejó volando apresurado antes de que la sequedad del desierto le hiciera efecto y lo debilitara. Lo vi alejarse mientras me provocaba una sonrisa, di media vuelta y volví hasta Ayris, subiendo en su lomo rápidamente.
-Vamos -dije apenas me había acomodado.
Ella da media vuelta, los dragones de tierra se agachan para despedirnos al despegar. Volamos por encima de los reinos hasta el centro, en donde coincidían con un castillo, de muchas habitaciones y jardines llenos de flores, era enorme y estaba tan bien cuidado gracias a los dragones, pero... siempre me ha parecido que tanto espacio es innecesario cuando solo hay una única persona que lo habita. Y esa soy solo yo, pues no tengo ni familia o conocidos, es más, jamás eh visto a ningún otro ser humano en mi vida.
Solo he podido leer historias de romance épico que tienen los libros viejos de la enorme biblioteca en el castillo, además de encontrar libros de medicina y demás, que me han ayudado a conocer sobre las tradiciones humanas y sus culturas. Quiero saber lo que es estar en un baile, la música que tocan, ¿qué se sentirá bailar? ¿Cómo se hace? Solo conozco el sonido de la ocarina y eso me da una alegre sensación que me hace moverme levemente, pero por como describen los bailes en esos libros, es más dinámico, incluso lo hacen en parejas. ¡Qué intrigante! Quiero saber más.
-"¿En qué tanto estás pensando, Eliette?" -la pregunta de Ayris me saca de mis pensamientos. Ni siquiera me he dado cuenta cuando había bajado de su lomo y ya me estaba encaminando hacia la biblioteca de nuevo, y ella que me ha seguido, volviendo su forma más pequeña para poder acompañarme y escalar por mi espalda hasta mi hombro.
Dudo antes de responder, pero preferí ser sincera con mi mejor amiga y compañera.
-Me gustaría presenciar uno de esos bailes, ya sabes, como de esos que leo en los libros. Quiero saber cómo es la música que detallan en ellos, ¿qué es una guitarra, o un arpa, o qué es un violín? ¿Tú sabes, Ayris? -me dejé llevar por mi emoción al hablar de la música que no me di cuenta, hasta voltear a ver a mi compañera, que mis pensamientos no son de su agrado.
-Eliette, ya hemos hablado sobre eso. Mantén tu curiosidad baja, no quiero que te emociones tanto y vayas fuera de la niebla. Es peligroso, más para ti.
Bajé la mirada junto a mis ánimos que ahora los sentía hasta el piso. Ayris frota su, ahora pequeña cabeza contra mi mejilla, consiguiendo que sonriera de nuevo y acariciara su largo cuello.
-Lo entiendo, lo siento. Es que hace poco he leído un libro que menciona esos instrumentos, pero está bien. No tienes que preocuparte, no saldré de la niebla, ni siquiera tengo una razón para hacerlo. Todo lo que necesito está en el reino.
Era mejor así, Ayris vivió más años que yo y sabe lo que hay tras la gran muralla de niebla que crearon los dragones de dicho elemento. Con esta niebla es imposible que otros humanos puedan encontrarnos, apenas se adentran en esta, su sentido de la orientación se ve afectado y, o vuelven a salir por donde vinieron, o los dragones deciden que tendrán un bocado. Conozco la naturaleza de los dragones y no me es ninguna sorpresa que coman humanos como otros seres vivos, de todas formas, no tengo conocimiento sobre quienes son esas personas y si son buenas o malas. Así son las cosas en el reino de Dracovia, mi hogar desde que tengo memoria y el de los dragones de distintas especies.
Necesitaba tomar aire fresco, Ayris bajó de mi hombro para ir a por un bocadillo, aproveché ese momento para cruzar una puerta que llevaba a unas escaleras de caracol. Subí los eternos peldaños hasta finalmente poder ver la luz que se asomaba en el final. Aceleré mis pasos y me asomé por el borde del balcón al haber llegado, el viento frío azota mi cuerpo hasta hacer revolotear mi cabello y las telas de mi vestido. Desde aquí arriba, en la cima de la torre más alta del castillo, podía ver todo, incluso un poco más allá afuera de la niebla. El sol se estaba escondiendo casi frente a mí, observé el hábitat de fuego que parecía recibir al sol en su descenso, lleno de lava y fuego, pues les encantaban los baños en estos. A su izquierda estaba el desierto, hogar de los dragones de tierra, capaces de sobrevivir sin agua por mucho tiempo; seguidos a ellos está la zona de naturaleza, un bosque hermoso y lleno de vida gracias a sus dragones que tienen el poder de hacer crecer la vegetación donde quiera que vayan, siempre y cuando no sea un desierto árido o un helado invierno.
Luego está la cascada que conecta, con ríos y un gran lago, a todo en el reino, incluido el castillo, hogar de los dragones de agua, capaces de soportar el cambio de temperatura de helado a templado, y de dulce a salado. Son ellos quienes nos abastecen de agua para beber y para hacer crecer el verde en el reino, manejan el agua como si fuera una extremidad más en su cuerpo. A su lado empieza el pantano, donde sus protectores dragones descansan; siguientes a ellos, la helada nevada de los dragones de hielo, quienes gracias a su percepción del calor corporal pueden ver a través de las fuertes nevadas. Y, por último, las cavernas que en realidad se esparcen por todo el reino, incluso en la isla del castillo, sus dragones, cubiertos por algún tipo de mineral precioso, fueron quienes cavaron todo el terreno de este lugar, creando pasadizos para el castillo y encontrando piedras preciosas para adornarlo.
Cada dragón tiene su misión, y aunque no he dado todos los detalles, uno puede hacerse la idea de qué tan majestuosas son estas criaturas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro