Estaba esperándola. Pasaba de la medianoche cuando al fin hizo su aparición la misteriosa Dama de la Noche y se subió a su Harley, como tantas otras veces. Él no perdió el tiempo y salió a la calle justo cuando la Harley se alejaba, subió a su Yamaha SR250, y empezó la persecución estirando al máximo la velocidad para poder alcanzar a la rápida y potente Harley.

Ella iba a toda velocidad, rompiendo el límite, atravesando la noche como un meteoro, el viento azotándole la cara. Esa sensación de libertad, de que puedes ir a donde quieras, nada te ata, huyes del mundo, ni el viento te para. Era como escapar de todo, la oscuridad se hacía eterna, el tiempo se paraba, solo existía ella, la moto, y la carretera hacia lo salvaje, en medio de la noche.

Él mantenía la vista fija en la oscuridad esperando divisar la Harley. La Yamaha iba al máximo de velocidad, dándolo todo, estaba enfilando la carretera que salía de la ciudad. Solo se oía el motor en medio de la noche y el frío viento corriendo a su lado. Entonces la vio, iba delante suya a bastante distancia, y al igual que él llevaba las luces apagadas. Aminoró la marcha para que no le viese y se mantuvo a una distancia prudencial.