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TEMA 12. CHRISTOPHER MARLOWE: ESPÍA Y MIEMBRO DE LA ESCUELA DE LA NOCHE.

Los artistas interpretaron mímica y obras desde la antigüedad, pero los isabelinos fueron más allá porque profesionalizaron esta actividad. A principios del reinado de Elizabeth I se ofrecían estas representaciones en las casas de campo de los ricos y en los patios de las tabernas públicas. Las mascaradas —en las que los artistas y los bailarines enmascarados representaban historias basadas en la mitología, con guiños a la política de la época— fueron muy populares. Los intérpretes llevaban vestuarios extravagantes y a menudo terminaban la mascarada mezclándose y bailando con los espectadores. No obstante, el arte dramático prosperó cuando se creó en 1567 el famoso teatro Red Lyon, del cual hace un par de años se desenterraron restos en unos terrenos para la construcción de viviendas en el barrio del East End de Londres. Lo construyó el «tendero y ciudadano» John Brayne, quien cofundó otro teatro junto con James Burbage, The Theatre, en el distrito Shoreditch del East End en 1576.

     El proyecto, sin embargo, no funcionó. El Red Lion  no ofrecía nada que las posadas —que eran los sitios donde hasta esas fechas se realizaban las funciones— no tuvieran. Además, estaba muy alejado del centro de la ciudad y en invierno era difícil cruzar los campos de cultivo que lo rodeaban. La única obra teatral conocida que se presentó allí fue La historia de Sansón. Si bien permaneció abierto hasta 1578, no pudo competir con The Theatre, mucho mejor situado y pensado para acoger a compañías teatrales durante largos períodos.

     Se conserva documentación relativa a varios pleitos en los que se menciona al Red Lion. En uno de 1567 se alegaba que Brayne había usado varios trucos para hipotecar seis acres de terreno para construir «la casa llamada Red Lion». Otra demanda, de 1569, se refiere a una acción que Brayne interpuso contra sus carpinteros, alegando que los andamios de madera —quizá los asientos con galerías—, estaban mal hechos.

     Los actores profesionales que formaban parte de compañías itinerantes ahora tenían un hogar permanente. Otros teatros autorizados nacieron rápido en Londres y en otras ciudades y los espectáculos se multiplicaron. Las obras podían verse varias veces al día, todos los días, con excepción de los domingos. También se ampliaron los temas laicos cuyo objetivo era el entretenimiento. Las obras trataban sobre historia, política contemporánea, romance, asesinato y comedia.

     ¿Por qué al público le resultaban tan atractivas? Porque le gustaba el lenguaje utilizado, que a menudo era en verso, los gestos exagerados y las pronunciaciones dramáticas. También porque muchas obras de la época isabelina se referían a Dios y a la venganza.

     Los teatros eran edificios circulares con un techo abierto en el centro. Los espectadores miraban desde los distintos niveles de las galerías o desde el espacio central plano frente al escenario elevado. Así, disfrutaban de las interpretaciones con doce o más actores permanentes principales y algunos actores secundarios, quienes actuaban frente a la escenografía móvil pintada de forma elaborada. Estaban acompañados, además, de una orquesta animada.

     Los teatros se volvieron tan populares que generaron la desaprobación de los puritanos, cada vez más prominentes en la sociedad isabelina a partir de la década de 1590. Estos se oponían al entretenimiento frívolo y creían que los temas no eran adecuados para los plebeyos porque podían corromper sus mentes. También decían que los teatros eran lugares indeseables en donde solo se reunían los miembros ociosos, inmorales y criminales de la sociedad. Algunos empresarios, inclusive, odiaban los teatros porque sus empleados iban a ver las obras durante el día, en horario laboral. Si bien estas protestas lograron cerrar los teatros por un tiempo, no causaron un daño duradero y hoy en día sigue siendo un entretenimiento popular.

Teatro Swan.


En línea con lo que te comenté en otro tip sobre la mentalidad barroca en relación a la rebeldía, se dijo de Christopher Marlowe que era espía doble, ateo hereje, conspirador católico, homosexual promiscuo, pederasta incorregible. Encima, fue el dramaturgo de referencia de la corte isabelina y murió en 1593 en extrañas circunstancias.

     La única imagen que ha llegado hasta nosotros de Marlowe es un óleo descubierto en 1952 en el Colegio de Corpus Christi de la Universidad de Cambridge, su alma máter. Retrata a un hombre joven, elegante, con melena y ancha frente, mirada desafiante y el esbozo de una sonrisa seductora. La pintura incluye fechas que coinciden con su edad y con el año en el que se graduó en dicha universidad. En el extremo superior izquierdo figura en latín la siguiente inscripción: «Quod me nutrit me destruit». O sea, aquello que me nutre me destruye. ¿A qué se refería? Quizá a su actividad como espía o al desenfreno sensual en el que vivía o a algún otro secreto que escondía.

     Se sabe que nació en 1564 —igual que Shakespeare—, pero a diferencia de él recibió una educación universitaria. Faltaba mucho a clase y Cambridge pretendió negarle el título. Siempre vivía al filo de la muerte. Era amigo íntimo de Thomas Watson, un estudiante de Oxford que había abandonado los estudios para viajar y estudiar en el continente. Y para aprender «a pronunciar palabras de sonido diverso». Watson regresó a Londres a estudiar derecho y se dedicaba a actividades de alto riesgo, en las que se mezclaban el espionaje y la extorsión. También, al igual que Christopher, se lanzó al mundillo literario. Escribió dramas en inglés para los escenarios populares, pero en la actualidad no se conserva ninguno. Se sabe que medió en una pelea callejera entre Marlowe y el hijo de un tabernero de nombre William Bradley, en un sitio llamado Hog Lane, cercano a de The Theater y a de The Curtain. El conflicto terminó mal, con la espada de Watson clavada a una profundidad de 15 centímetros en el pecho de Bradley. Thomas Watson y Christopher Marlowe fueron detenidos por ser sospechosos de asesinato, pero los liberaron tras considerar las autoridades que habían actuado en defensa propia.

     ¿Fue así o se trataba de una recompensa por los trabajos prestados? Porque reclutaron a Marlowe como espía cuando todavía era un estudiante. Ingresó en el servicio de inteligencia dirigido por el superespía de Elizabeth, sir Francis Walsingham. Al parecer lo enviaron a Reims, donde contactó con los católicos ingleses residentes en Francia. La información que reunió o les sonsacó acerca de las conjuras que planeaban para organizar una invasión extranjera o para asesinar a la reina hereje se la habría pasado a sus superiores. Debió de ser muy efectivo en esta labor tan peligrosa, pues el Consejo Privado escribió a las autoridades de Cambridge ordenándoles premiar a Marlowe con el título de maestro de artes, a pesar de su ausencia injustificada a clase durante el curso. La documentación se conserva en el presente. El consejo solicitó que se le otorgara el diploma por sus «buenos servicios» a la corona en «asuntos que benefician a su país», una recomendación que parece corroborar que fue espía de los servicios de inteligencia.

     Más adelante se dedicó al mundo del teatro, un ambiente plagado de individuos de reputación turbia y en el que las actividades ilícitas o cuestionables se hallaban a la orden del día. Fue uno de los primeros autores ingleses en escribir en los populares versos libres y muchos se referían a sus versos como los «poderosos renglones de Marlowe».

     Sus obras más famosas son Tamerlán el Grande, El Judío de Malta y el Doctor Fausto, escritas entre 1587 y 1589. Abordaba temas y personajes extravagantes y divertidos, pero también polémicos. Por ejemplo, en la obra del género histórico Eduardo II, hacía referencia a la abierta homosexualidad del rey. En una época de estricta censura, a Marlowe le gustaba llegar lo más lejos posible con sus escritos y manifestar ideas que rozaban lo prohibido acerca de la sociedad, de la política y de la religión.

     Algunos estudiosos sostienen la teoría de que Marlowe fingió su muerte en 1593 y asumió la personalidad de William Shakespeare para seguir escribiendo o que se trasladó a Venecia y que desde allí le enviaba los escritos a este. Esta creencia queda desmentida con la edición de la obra de Shakespeare de la Oxford University Press, que le otorga por primera vez la coautoría a Marlowe de Enrique VI, Partes 1, 2 y 3, después de un análisis exhaustivo con Big Data. El reconocimiento de este segundo autor en parte de la obra shakesperiana pondría fin a la idea de que Marlowe y Shakespeare fueron la misma persona y a otras teorías que cuestionan la autoría de este último.

     También desmiente la afirmación de que Shakespeare escribió solo. En el teatro isabelino se producían libretos a varias manos. Shakespeare, Marlowe, Thomas Kyd, John Fletcher, Ben Jonson pudieron haber escrito sus obras, pero también colaboraron entre ellos en otras. Porque la competencia y la necesidad de producir libretos de manera rápida determinaba que existiese una distribución eficiente de las tareas entre los dramaturgos. Había quienes se especializaban en soliloquios, algunos en escenas trágicas, varios escribían mejor los versos cómicos y otros las escenas de acción o las románticas. De este modo, se repartían el trabajo.

     Por otro lado, nunca existía un libreto definitivo, sino que se modificaba según las circunstancias, el límite de tiempo que hubiera, de acuerdo con los actores disponibles, al público para el que se representaba o si había algún evento especial, en cuyo caso se incluía un monólogo adicional alusivo a este. Y, por último, solo existía una única copia para evitar la piratería.

«La Escuela de la Noche» es un nombre que se le dio en el siglo XX a un grupo de hombres liderado por sir Walter Raleigh. Se dice que se hallaba integrado por los poetas y científicos Christopher Marlowe, George Chapman, Matthew Roydon y Thomas Harriot.

     Raleigh fue mencionado como el cabecilla de la «Escuela del ateísmo» por el sacerdote jesuita Robert Persons en 1592. Este alegaba que cada uno de los miembros del grupo estudiaba ciencias, filosofía, religión y que todos eran sospechosos de ateísmo.

     El ateísmo en el período de referencia era un cargo que casi equivalía a la traición, pues la reina era la cabeza de la Iglesia de Inglaterra y estar en contra significaba hallarse en contra de la soberana. Richard Baines —espía anticatólico del Consejo Privado de Su Majestad— acusó a sir Walter en una declaración no jurada de que había escuchado de alguien que Marlowe le había «leído la conferencia atea». No incluía pruebas, pero prometía proporcionarlas a posteriori. Solía afirmar, según quien lo espió, que Jesús era un bastardo y su madre una puta. Que Moisés era un «prestidigitador», es decir, un tramposo que había engañado a los judíos, a los que catalogaba como una pandilla de ignorantes. Que la existencia de las Indias Occidentales desmentía la cronología del Antiguo Testamento. Que el Nuevo Testamento estaba «asquerosamente escrito» y que él podía escribir mejor. Que Jesús y San Juan eran una pareja de homosexuales y mucho más. Si Christopher Marlowe hubiese llegado a decir un pequeño porcentaje de lo que se le atribuía solo habría podido sobrevivir —por poco tiempo— en una esfera social y profesional que hiciera la vista gorda a opiniones que en otros ambientes habrían sido castigadas de inmediato y de una manera atroz.

     Recuerda que Marlowe ejercía de espía para los servicios secretos a cargo de sir Francis Walsingham y por eso faltaba a la Universidad de Cambridge. Se reunía muy seguido con un pariente de sir Francis, Thomas Walsingham, quien también trabajaba de agente secreto y en cuya mansión de Kent solían reunirse para intercambiar información.

     Se efectuó un registro en la habitación que compartían Marlowe y su amigo —probablemente también su amante— Thomas Kyd. Encontraron panfletos en los que se negaba la divinidad de Jesús y donde se cuestionaba la autoridad de la iglesia. Lo torturaron y confesó que Marlowe era el autor de los textos. Además de acusarlo de herejía, lo culpó de sodomía, de traidor y de blasfemo. Liberaron a Kyd, pero su reputación después de la delación estaba arruinada. Murió en 1594 —a los 35 años— a consecuencia del tormento padecido.

     A causa de la conducta inapropiada de Christopher Marlowe y en base a las declaraciones que le sacaron bajo tortura a Thomas Kyd, lo citaron ante el Consejo de la Reina acusado de Alta Traición... Y antes de que hubiera resolución murió asesinado. Aquí es donde empieza la leyenda: algunos historiadores sostienen que, ante la posibilidad de que Marlowe prestara declaración, sir Walter Raleigh o alguna otra persona relevante podría haberlo mandado asesinar y otros que sir Francis Walsingham fingió la muerte de Marlowe, con la complicidad de Ingram Frizer, y lo envió a vivir fuera de Inglaterra.

     Una teoría deja constancia de que Marlowe estaba alojado en la casa de Thomas Walsingham en Scadbury, Kent —muy próxima al lugar donde murió— y que como el escritor se convertía en una carga para todos le encargó a Frizer que lo matara. Otra hipótesis dice que Marlowe, como supuesto miembro de «La Escuela de la Noche», se percató de los numerosos complots de Essex contra sir Walter Raleigh y que Nicholas Skeres fue enviado para advertirle que se mantuviera en silencio. Así, Marlowe desoyó la advertencia y lo silenciaron para siempre.

     La versión oficial —consignada por el juez de la causa y de la que existe documentación hoy en día— establece que Marlowe, Ingram Frizer, Nicholas Skeres y Robert Poley se reunieron en la casa de huéspedes de Eleanor Bullen en Deptford Strand, en la que también se servían comidas. La dueña era una mujer muy bien relacionada e incluso hay versiones de que este sitio era una especie de piso franco para los espías.

     Al parecer, Marlowe y sus amigos pasearon por el jardín y a las 18:00 horas regresaron para la cena. Discutieron por una factura y Marlowe cogió la daga de Ingram Frizer, sentado delante de él, y se la clavó dos veces en la cabeza. En defensa propia este se la arrebató y le acertó encima del ojo derecho, con lo que murió en el acto. Solo en el siglo XX la investigación detectivesca realizada por los especialistas sacó a la luz que la casa de la viuda Bull no era una taberna normal, sino un lugar relacionado con la red de espías del gobierno. Y, también, que Frizer, Skeres y Poley tenían vínculos con esa red, al igual que Marlowe... Vínculos que no se reflejaron en el sumario. La muerte de Christopher Marlowe es probable que fuera un asesinato, aunque los motivos concretos no han llegado hasta nosotros.

     Las dudas se originan en que ninguno de los testigos que firmaron el acta estuvo presente durante los acontecimientos ni conocían a Marlowe. Además, Frizer fue declarado por el jurado de investigación inocente de asesinato por motivos de defensa propia el 1º de junio de 1593 y el 28 de junio la reina le concedió el indulto. Una de las características de Elizabeth I era retrasar lo más posible las decisiones, así que resulta sospechoso que actuase tan rápido y más en estas circunstancias. Además, poco después Frizer volvió a estar al servicio de Thomas Walsingham.

     Independientemente de cuál opción te resulte más creíble, sí da la impresión de que había algo que se quería encubrir. Para que te hagas una idea, si bien el consejo actuaba al servicio de la soberana, existían rivalidades entre los consejeros y una competencia que en muchas ocasiones llevaban a que uno u otro se hicieran zancadillas.

     Hay que recordar, también, que sir Walter Raleigh no estaba en buenas relaciones con la reina durante este período. Siendo su favorito se hizo amante de Elizabeth Throckmorton —dama de cámara de Gloriana— y después se casó con ella en 1591 a escondidas y sin el permiso real porque estaba embarazada. Esto les valió a ambos el arresto domiciliario, primero, y luego en la Torre de Londres.

     La soberana lo perdonó cuando volvió de Guayana en 1596, lo suficiente como para incluirlo en la misión contra Cádiz comandada por Essex y por Howard, este último pariente de Raleigh. Todavía en 1597, cuando se organizaba una incursión similar a la de Cádiz en el norte de España, la relación entre Gloriana y sir Walter era fría por parte de ella, pues cuando William Cecil propició una comida de acercamiento en lo de Essex —a la que asistió su hijo Robert y sir Walter— se comprometieron a conseguir que la soberana lo recibiera. Gracias a esta acción conjunta, la reina devolvió a Raleigh a su puesto de capitán de la guardia.

     Para algunos todo lo consignado aquí son especulaciones. No obstante, una verdad incuestionable es que Marlowe murió tres días después de que Richard Baines presentase su informe. Y que Deptford se trata de un lugar de jurisdicción directa de la Corona. Se hallaba a orillas del Támesis y cualquiera podía aparecer y desaparecer...

     Mencionamos a Marlowe y a Thomas Watson en su condición de escritores y asesinos, pero no fueron los únicos. La relación entre los distintos autores e intérpretes era estrecha y muchas veces chocaban unos con otros y a esto se sumaba que fueran consumados espadachines.

     En septiembre de 1599, Ben Jonson —que en 1623 escribiría una dedicatoria para William Shakespeare en el First Folio, la primera recopilación de sus obras— riñó con Gabriel Spencer, autor y accionista de The Admiral's Men, y lo mató en el duelo. La detención de Jonson no duró mucho tiempo porque se libró de la horca al leer su «neck verse», una escapatoria legal aplicable desde la Edad Media y por la que se perdonaba a los hombres instruidos si podían leer la Biblia en latín. Sí tuvo que sufrir que le marcaran la letra T —de Tyburn, el sitio de ejecución de la ciudad— en el pulgar con un hierro al rojo vivo y la amenaza de que si volvía a cometer un crimen sería ahorcado allí mismo. No era la primera vez que mataba, pues en 1597 había apuñalado y asesinado a James Feake, quien se le había echado encima con un candelero.

     Si deseas saber más puedes leer:

📚El espejo de un hombre. Vida, obra y época de William Shakespeare, de Stephen Greenblatt. Penguin Random House Grupo Editorial, Barcelona, 2020.

📚1599. Un año en la vida de William Shakespeare, de James Shapiro. Ediciones Siruela, S. A, Madrid, 2007.

📚Deportes, juegos y entretenimiento en la época isabelina, artículo de World History Encyclopedia escrito por Mark Cartwright y traducido por María Eugenia Sus, publicado el 10 julio de 2020.

📚Encuentran el teatro más antiguo de Londres, artículo de Carme Mayans publicado en National Geographic Historia, actualizado a 22 de junio de 2020.

📚Christopher Marlowe, el misterioso escritor a quien acaban de identificar como coautor de tres obras de Shakespeare, artículo de la Redacción BBC Mundo de fecha 24 de octubre de 2016.

📚Shakespeare, el rey de los teatros londinenses, escrito por Michael Alpert para National Geographic Historia, actualizado a 19 de abril de 2022.

📚El "big data" muestra que Marlowe coescribió tres obras de Shakespeare, artículo para Reuters de Estelle Shirbon, de fecha 29 de octubre de 2016.

📚Punta Norte: La vida desconocida de Christopher Marlowe, audio de Javier Cancho en su programa La Brújula de Onda Cero.

📚Thomas Kyd: el autor al que Shakespeare copió y acusó a Marlowe de herejía, artículo de Lecturalia escrito por Alfredo Álamo, de fecha 19 de mayo de 2017.


Christopher Marlowe (1564-1593): «Quod me nutrit me destruit».

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