Fidelidad y deber
Estimado príncipe Prodotis, la honorable corte real de Varilia le extiende la cordial invitación para tomar el té en los jardines del palacio real, esperamos su confirmación.
Todos estaban atentos a lo que decía mi breve invitación, por las caras que tenían era fácil intuir que no estaban conformes con el resultado de la misma.
-Mi señora, esta carta es demasiado seca como para dirigirse a un príncipe.
Añadió una de las damas de la corte.
-Debería ser mas dulce, mas femenina.
Sugirió uno de mis consejeros.
-Parece que ustedes quieren que monte un teatro donde le confieso mi amor por carta a un traidor, no puedo desvivirme por alguien así.
-Su majestad, sin ofender. Estamos hablando de quien puede ser nuestro futuro rey, el reino ocupa de su presencia.
-¿El reino lo ocupa? estamos así por culpa suya.- la rabia en las palabras de la joven eran palpable- Su majestad, entiendo que para salir de este problema sea necesaria la cooperación de él, pero no escuche a estos insensatos. Yo no tendría que ocuparme de un ducado si no hubiera perdido a mi familia por culpa del príncipe de la calamidad, por favor, le ruego no le entregue el trono.
Todas estas reuniones eran agotadoras, tras tanto tiempo donde cada día era una batalla por la nueva carta que presentaba y los diferentes postulados entre si debería o no buscar un rey, mi paciencia al fin se había agotado.
-Hagan silencio, no habrá un futuro rey que no sea el príncipe Dereck, ya habíamos hablado de ello.
-Pero, su majestad...
No deje continuar al anciano que insistía en que fuera indulgente con Víctor.
-Sin peros, se enviara esa carta y punto. Llevamos dos meses tratando de enviar una invitación porque todos tienen peros en lo que escribo, no voy a tratar con laureles al príncipe Prodotis.
Luego de que los ánimos se calmaran, por fin pude tener una junta mucho mas civilizada, ya cuando esta estaba a punto de culminar, una de las damas de la corte hizo un llamado para prestar atención al ultimo punto.
-La señorita Catarina solicita la presencia de su majestad en el baile de mascaras organizado por su rey, indica que si no se encuentra junto a la delegación de nuestro reino, ella misma vendrá a escoltar a su majestad.
Susurros sobre lo insolente que les parecía dicho comportamiento no tardaron en aparecer, era repugnante que actuaran así, pues parecían olvidar que fue uno de los reinos que mas ayuda nos brindo, dicha ayuda impulsada principalmente por la señorita Catarina.
-Por favor, que alguien mande decir a la señorita Catarina que tratare de liberar mi agenda para esa fecha, pero que por desgracia no podre quedarme demasiado tiempo.
Adamaris escribía mi mensaje a toda velocidad, antes de entregarme el sello real para la carta.
Habría mucho revuelo en los siguientes días, definitivamente mi conducta no seria aprobada por aquellos que pensaban en atraer a Víctor ofreciéndole una esposa. Pero todo eso me dio igual, de todas maneras el mundo arderá sea cual sea mi decisión, así que ¿Porque no ser fiel a mi misma?
-Adamaris, tomate un descanso. Hoy iré a ver a la reina.
Parecía extrañada por un instante, pero al ver el rumbo que tomaba era fácil intuir que iba con la reina Irene.
-¿No gusta que la acompañe?
Pregunto un poco antes de llegar.
-Estaré bien, no voy por asuntos oficiales.
Una de las damas encargadas de atenderla anuncio mi llegada. Su majestad Irene era de las pocas reinas que seguía residiendo en el palacio principal una vez que dejo su puesto, aun así, la mayor parte del día la pasaba casi sola entre libros.
Me entristece verla así, ella fue una de las reinas mas prominentes de la nación y como tal, siempre se le veía con compañía. Ahora solo conservaba tres de sus fieles damas de compañía, aunque mas por mi firmeza y la terquedad de esas tres admirables mujeres, que aun así, no se cruzaban entre si.
-Es un placer poder ver que la antigua generación seguimos siendo relevante.
-Usted nunca dejara de serlo, mi reina.
Me reverencie justo como su majestad me había enseñado a hacerlo cuando a penas era una niña.
-Ya no soy la reina, cariño.
-La madre del príncipe heredero sigue siendo reina aun después de retirarse.
-Ni siquiera se si seguiré viva para cuando mi amado Dereck despierte.
-¿Ha ido a verlo?
-A decir verdad, tengo un tiempo que no. Los nobles últimamente están muy insolentes y hay muchas discusiones, me retire para ya no saber nada de eso.
Preocupada tome su mano.
-Dígame quien ha osado molestarla, me encargare de ello.
-Estoy bien, linda. Tienes otros asuntos de que ocuparte, como por ejemplo ¿Que harás con el príncipe Prodotis?
-¿Usted lo sabe?
Cuestione sorprendida.
-Pocas cosas se escapan de mi vista.
-Perdón, su majestad.
Estaba tan avergonzada, seguramente la presencia de él la incomodaría, aun designado uno de los jardines del palacio para la invitación.
-¿Porque te disculpas? lo has hecho por el bien de tu nación y he sabido que no te has dejado doblegar aun con su insistencia. Lo estas haciendo bien, niña.
-La corte esta proponiendo arreglar un matrimonio ahora que el príncipe muestra interés.
¿Que tan lejos debía llegar por el bien del reino? de nueva cuenta, todo parecía indicar que mi negación a casarme con él era mas un capricho.
Probablemente si a mis diecisiete años me hubieran dicho "en un futuro Víctor te pedirá como esposa y eso resolverá muchos problemas" me hubiese emocionado en secreto para luego cuestionarme que clase de problemas pudiera resolver una boda entre nosotros.
-Eso no es precisamente necesario, claro, a menos que quieras hacerlo.
-Para nada, quien quisiera a alguien tan vil y despreciable como él.
Sonrió agraciadamente ante mi expresión, por la expresión de su dama de compañía en turno, parecía que eso no era muy común hoy en día.
-Probablemente soy la persona que mas le costara decir esto, pero hay muchas versiones de una misma historia, nosotras no sabemos la suya aunque dudo que saberla afecte en algo a nuestra opinión. Lo que quiero decir es que no te sientas obligada a rechazarlo o aceptarlo por lo que los demás te digan, eso es cosa de ustedes.
-Gracias, su majestad.
-No nada que agradecer, querida.
-Su majestad, quería informarle que pronto sera el baile de mascaras ¿Ha pensado si quiere ir?
Con su característica gracia bebió algo de su té, mientras me analizaba.
-¿Iras al baile?
-La señorita Catarina insiste en que asista, por lo que no hay mas remedio.
-Es bueno que atiendas al llamado de aquellos que te han tendido la mano.
-¿Quiere decir que me acompañara?
-Quiero decir que me quedare al pendiente del palacio en lo que tu atiendes a los aliados de la nación.
-Es triste saber que no viajare con usted, pero al menos es reconfortante saber que retomara su cargo aunque sea temporalmente.
De nueva cuenta tenia la sensación de estar descuidando a una persona importante para mi, la reina aun no salia de su duelo por perder a su esposo e hijo, a decir verdad era algo que ni siquiera podía asimilar como se puede superar ¿A caso se trataba de aprender a vivir con ese dolor?
Sea como fuere, era evidente que la compañía le sentaba bien.
-Me recuerdas a mi cuando era mas joven, si mi querido Sariel y yo hubiéramos tenido una hija, me hubiera encantado que se pareciera a ti.
-Me alaga. -tras quedarme viendo mi taza un instante por fin dije lo que estaba pensando- Antes de partir al baile, pasare con Dereck a liberar toda la magia que he ahorrado en los últimos tres meses ¿Le gustaría acompañarme?
-Me encantaría, querida.
***
El viaje se me había hecho eterno a pesar de que la demora fue mucho menor comparada al primer viaje diplomático de mi vida. Probablemente por el hecho de que evitamos hacer paradas y que la caravana era mucho mas pequeña comparando a los tiempos de gloria de Varilia.
Con delicadeza el capitán Misael me ayudo a bajar.
Catarina, Sir Gambira y el rey nos recibieron a penas bajar, era raro no ver al antiguo rey.
-Reina Carolina, es un encanto recibirla en nuestro país.
Ella tomaba mis manos de la emoción, aunque aun seguía siendo muy energética, ahora era mucho mas moderado.
-¿Como estuvo su viaje?
-Bien, aunque se me hizo eterno, pero gracias por preguntar sir Gambira.
La llegada al palacio no tuvo mayor trascendencia mas que haber sido recibida por los tres lasos divinos.
No había llegado el primer día, por lo que los chismes generados ya estaban rondando. A mi todo eso me dio igual, por lo que simplemente me desplome en mi habitación.
Me había sobre esforzado para poder tener cinco días libres solo para esta ocasión, que para bien o mal debería servir para bajar un poco el estrés de los últimos año.
Al amanecer el palacio de los invitados se encontraba muy animado, un viejo duque de otra nació había sido descubierto en un amorío durante la noche y aunque el tema era como pan caliente, yo decidí ignorar todo aquello y relajarme entre burbujas antes de empezar el evento.
Un sublime vestido tinto y encaje negro aguardaba por mi. A las cinco y cuarto Misael paso para escoltarme al salón donde se llevaba acabo el evento.
-¿Esta nerviosa su majestad?
-Lo estaría si fuera quien ofrece un evento tan grande.
Sonrío satisfecho de mi respuesta antes de entrar.
La música era envolvente y las máscaras de fábula, comparada a la extravagancia de la mayoría, mi antifaz de plumas negras y aplicaciones doradas era mas bien sencillo.
-Algunos aquí parecen salidos de un carnaval.
Pronunció mas para si mismo.
Después de caminar un poco, fuimos alcanzados por una dama.
-¿Misa, eres tu?
No podía identificar de quien se trataba, aunque tampoco es como si conociera a todos aquellos que pertenecen a la vida de Misael.
-¿En serio no me reconoces?
-¿Elena? Estas muy cambiada. La ultima vez que te vi eras mucho mas pequeña.
-Y tu estas casi idéntico. ¡Por Saragon!, tenemos tanto en que ponernos al día.
-Cielos, si. ¿Como están tus padres?
La joven volteo a verme, analizando todo de mi.
-Bien, bien. El país nos ha recibido con los brazos abiertos. Dime, querido primo ¿Tienes pareja?
Dijo a la vez que me señalaba descaradamente con su copa.
-Para nada, estoy muy comprometido con mi trabajo.
-En dado caso, necesito que conozcas a unas amigas.
Volteo a verme, la duda se reflejaba en su rostro.
Para mi el asunto era sencillo, él me había acompañado para asegurar mi integridad durante el camino, si bien me había escoltado en la fiesta, no era algo esencialmente necesario. Yo no era ni de cercas el mejo mejor blanco en este lugar y aunque así fuese, daría una pésima imagen al país.
-Diviértase capitán, la noche es joven.
-Su majestad, con todo respeto, esta tomando la situación a la ligera.
-Dígame ¿Que es lo peor que me puede pasar? el rey se ha esforzado en asegurar la integridad de sus invitados.
-Tratare de estar al pendiente desde lejos.
Su reverencia fue pequeña pero cortes, causando el asombro de la joven dama.
-Trate de relajarse que yo tratare de mantener un perfil bajo.
Tenia tanto sin asistir a un evento fuera del país que me sentía totalmente fuera de contexto, aun así era agradable salir de la rutina: disfrutar de un buen vino rosado, amar la armonía de la música y el ambiente, inclusive apreciar el compás de las parejas de baile.
Sabia que tenia que socializar, pero esta era una extraña calma que no se experimentaba todos los días, me hacia añorar aquellos tiempos donde todo era mas sencillo, a la vez me sentía culpable de estar aquí y no metida en la oficina resolviendo alguna de las tareas que parecían nunca tener final.
-Es lindo tu atuendo. Me gusta, es muy sobrio.
Comento aquella dama sacándome de mi mundo.
-Gracias señorita...
-Roxanne, un gusto conocerla.
Dijo a la vez que me extendía la mano. Con delicadeza correspondí su saludo.
-Carolina, el gusto es mio.
-Son muy extravagantes estos eventos.
-Yo diría que son liberadores, te quita el peso de un titulo al conocer a alguien y poder actuar con mayor naturalidad.
-Eso es cierto, pero no todos hablan con nuevas personas tan libremente como nosotras, algunos se vuelven incluso mas arrogantes y pretenciosos.
-Bueno, eso te habla de como son esas personas cuando le das algo de poder o se escudan en el anonimato.
-No lo había visto así.
Le sonreí antes de darle un trago a mi copa.
-¿De que país eres?
-La nación que esta al sur de aquí ¿Y tu?
-Yo soy de aquí, pero vine mas por obligación de mis padres que por voluntad propia.
Luego de eso fuimos interrumpidas por una dama que llegaba radiante y risueña.
-Eso fue completamente encantador. Deberías ir a bailar tu también, Roxanne.
-Paso, no quiero que el importuno de Joel arme un escándalo en plena fiesta.
-Tu te lo pierdes.- luego de un tiempo en que mi vista se había desviado a la pista principal siento el peso de su mirada- Que grosera soy, un justo conocerla, puede decirme Judith y de antemano le pido disculpas si mi hermana le causo algún problema.
-El gusto es mio y para nada, estábamos disfrutando de una charla ligera.
Tras un rato de conversaciones sin mucha profundidad, Catarina se acerco saludándonos a las tres, era sorprendente y a la vez era de esperar con su actitud tan refrescante.
-Es un deleite ver que convives con nuevas personas,Carolina.
-Ciertamente es agradable, pero no se si sea la magia del momento.
-¿Y tu lindo guardián? creí que te escoltaba.
-Conviviendo con una prima, aun así, dudo que a Saimon le agrade escuchar que le dices lindo al capitán.
Dije en forma juguetona.
-No te preocupes, mi pastelito ya sabe que así me expreso.
Pareció que hablar de él lo invoco, pues esos inconfundibles ojos verdes tras el antifaz venían hacia nosotras.
-Hablando del rey de roma...
Catarina se dejo caer sobre los brazos de sir Gambira, plantando un beso en sus labios.
-Saimon, bebe. Justo estábamos hablando de ti.
El fuego en sus mejillas era evidente, lo que no era evidente fue la causa de ello: No sabia si era por la forma en que lo recibió, aquella voz seductora que solo había escuchado que usara con él, las palabras que le había dedicado o una combinación de todo aquello.
Había terminado enfocándome en mi copa por el bochorno.
-Aquí no, cariño
Pronuncio con una voz intensa y profunda.
-Un gusto en saludarla, lady Carolina.
-Igualmente, Sir Gambira.
-Señoritas, disculpen la actitud de mi esposa.
Luego de una ronda de bromas, ambas hermanas fueron invitadas a bailar. Roxanne fue casi arrastrada por su hermana.
-Pobres chicas, su padre casi las esta forzando a encontrar marido en este tipo de eventos.
-Definitivamente debe de frustrar que te insistan tanto en el matrimonio.
Añadí.
Entre las platicas y la música resalto una voz con son de coqueteo, a mi espalda se encontraba un principie vestido de azul y negro.
-¿Me permite esta pieza, señorita?
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