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Capítulo Diez



Capítulo Diez.

18 de abril, 2015.

— ¿Qué sucede? —Es todo lo que puedo preguntar cuando abro la puerta de mi apartamento y encuentro a Dexter Jefferson frente a mí— ¿Alguna emergencia?

—No.

Puedo sentir mi ceño fruncirse sin entender muy bien esta situación. Ni siquiera sé cómo sabe cuál es el número de mi apartamento, entiendo que sepa donde vivo, pero no el piso y apartamento exacto. Además no estoy presentable.

Llevo una horrible camisa enorme que no sé cómo llegó a mi armario, un pantalón de algodón que tiene más huecos de los que debería y estaba a medio camino de cortarme yo misma las puntas de mi cabello por lo que llevo broches atando cada parte de mi cabello.

Me veo como un jodido desastre mendigo.

— ¿Entonces...?

Hace una seña con la mano para que me haga a un lado y parece que estoy demasiado desconcertada para ceder ante su petición porque se encoge de hombros y entra rozando su cuerpo con el mío al yo no moverme. Lo escucho tomar una respiración profunda.

—Creí que había sido seleccionado sin pasar ningún jodido casting para ser tu amigo, al menos eso me dijo Sky.

—Es una niña, estábamos jugando.

—Pero necesitas amigos.

—No necesito amigos.

—No hay nada más jodido que ignorar la soledad cuando nos sentimos solos.

— ¿Qué me quieres decir? — cierro la puerta y recargo mi espalda contra ella.

—Que es jodido estar solo cuando se odia estarlo.

—No odio estar sola.

—Bueno, entonces solo róbate mi frase— se encoge de hombros mientras observa alrededor—. Bonito lugar.

—Pequeño pero acogedor. Mi hogar.

Que no se siente definitivamente como mi hogar, pero al que me obligo a adaptarme.

—Tu hogar—me observa y ríe—. Estás tan jodidamente incómoda que me siento Doug.

—Estás en mi apartamento.

—Lo estoy.

—Y no te invité.

—No, no soy el BG.5 que se cabrea por cosas como esas, deberás intentarlo más fuerte si quieres deshacerte de mí.

—Dexter, debes irte. No es...

— ¿Correcto? Creo que te gusta romper las reglas, no luches contra ello, además tu jefa no se enterará.

—Mi jefa es mi hermana.

—Detalles. Entonces ¿Qué es lo que hacías?

—Iba a cortarme el cabello.

—Habilidosa. Nosotros teníamos a alguien que lo hacía por nosotros...

— ¿Tenían?

—Fue despedida y desde entonces nadie ha quedado fijo, ya no somos tan confiados. Pero seguramente encontraremos a alguien.

—Seguramente. Mira, realmente quiero cortarme las puntas de mi cabello así que voy a hacerlo.

—Adelante.

Camino hasta el único baño y no me sorprende que me siga. Me paro frente al lavamanos para observarme en el espejo, peino los mechones de cabello que había dejado sueltos y tomo la tijera.

» ¿Cómo se supone que tu mano llegará al cabello de atrás? Parece como que obtendrás un corte jodido de cabello.

— ¿Cómo es que nunca pienso en esos detalles?

Apoyo mis manos en el lavamanos y miro hacia la blanca porcelana de la que está hecho. Estoy a instantes de tener una seria conversación conmigo misma sobre por qué debo pensar bien las cosas que hago o que planeo hacer. Siempre olvido detalles que terminan siendo importantes.

—Dame la jodida tijera.

— ¿Qué?

—Te ayudaré, si eso no nos hace amigos, nada va a hacerlo.

Mis ojos se encuentran con los suyos en el espejo, despliega una sonrisa en su rostro y extiende la mano tomando la tijera de mi mano.

—No estoy segura sobre esto.

—No puede ser tan difícil.

— ¿Qué pasa si queda horrible?

—Corremos a un lugar donde alguien solucione el jodido desastre que no haré.

—No puedo creer que te dejaré cortarme el cabello.

—No puedo creer que no pensaras cómo mierda ibas a llegar atrás.

Enderezo mi espalda y sonrío fingiendo la confianza que no tengo en este momento.

—Muy bien, déjame ver tus dedos.

— ¿Eh? Eso es jodidamente raro, pero aquí están mis dedos.

—Vas a cortar dos dedos de cabello, porque lo tengo bastante largo. Lo tomarás de este modo—le muestro— y cortas, no intentes hacer la cosa de "no se ve parejo" porque entonces mandarás todo a la mierda y mi cabello será un desastre épico de la palabra con J.

— ¿Palabra con J?

—Sí, un cabello jodido en alguien que se verá jodida.

Ríe y mi respuesta es sonreírle antes de enderezar mi espalda y tomar un profundo respiro.

— ¿Preparada?

—No me siento preparada para que mi cabello sea desfigurado, pero adelante.

—No puede ser tan difícil— siento movimiento y luego cabello está cayendo, y yo estoy gritando lo que ocasiona que él salte— ¿Qué carajos sucede? ¿Por qué gritas?

—No lo sé, quizá los nervios.

—No está mal, quizá debería...

—No, no, no repases. Si repasas dos dedos se convertirán en cinco. Avanza, avanza.

—Avanzo— respiro hondo sintiendo, a mis pies, más cabello caer—. Siento como que deberíamos hacer alguna mierda de chisme fresco, o eso es lo que pienso que hacen las chicas cuando les cortan el cabello.

—Cliché, pero un poco cierto ¿No tenías nada qué hacer?

—No.

— ¿Quién está con Skylie?

—No es tu momento de trabajo.

—Solo quiero saber.

—Está con mis padres.

— ¿Puedo hacerte preguntas para distraerme del hecho de que estás cortando mi cabello?

— ¿Vas a usarlas luego?

—No.

—Entonces, puedes.

— ¿Qué estarías haciendo si no estuvieras aquí?

—Podría estar con mis padres y Sky, antes de Skylie podría estar solo buscando algún lugar en el cual jodidamente divertirme, pero la verdad es que quizá no porque cuando entré en una relación dejé toda esa mierda de fiestas sin sentido porque estaba con quien deseaba estar.

— ¿Cómo va eso?

— ¿Qué cosa?

—Lo de tu exnovia siendo solo tu amiga.

—Tan bien como podría ir, me acostumbro a ello. Ya te dije, yo lancé la mierda y ahora me revuelco en ella. La respeto y ya no quiero lucir como un jodido loco. Y creo que me ha hecho bien todo este tiempo.

—Quizá ella decida intentarlo de nuevo.

—Prefiero ver la realidad y no engañarme, Copo de azúcar. ¿Qué hay de ti?

— ¿Qué pasa conmigo? — suelta uno de mis broches y lo cepilla, observo su expresión en el espejo y luce concentrado con sus labios apretados, su piercing brillando en un sencillo aro de metal en el labio inferior justo del lado izquierdo.

— ¿Por qué no tienes novio?

—Porque tengo un ex.

—Esa respuesta es mierda— se queja y me muevo—. No hagas eso o terminaré dándote realmente un corte jodido. Responde honestamente mi pregunta.

—Precisamente por eso, porque tengo un ex—río—. Fui de esas chicas que terminan una relación y luego se deja convencer de intentarlo de nuevo, mi error. Me dediqué años a ello y luego lo terminé en serio, desde entonces no salgo con nadie.

— ¿Y si vuelve, lo intentarás de nuevo?

—No.

—Cuanta seguridad ¿Qué sería lo diferente?

—Que ya lo ha intentado y mi respuesta sigue siendo «no»; y no pienso cambiar de opinión.

» ¿Cuánto tiempo llevas soltero?

—Seis jodidos meses. ¿Tú?

—Siete meses, parece que somos vecinos de soltería.

— ¿Eso fue un jodido chiste? Porque es uno de mierda, muy malo.

—Perdóname por no ser la reina de los chistes—eso lo hace reír.

— ¿Por qué te decidiste por el trabajo que ejerces?

Pienso en todas las respuestas que he aprendido a dar desde que comencé a estudiar trabajo social, me he vuelto muy buena en alternarlas, pero en última instancia suspiro y me encuentro con sus ojos verdes en el espejo.

— ¿Quieres la verdad?

—Es todo lo que pediré.

—Porque creí que era lo que debía hacer. Eva y Leslie se dedicaban a ello y en su momento mamá fue voluntaria, ya sabes, una persona que estaba durante las visitas supervisadas sin ninguna remuneración económica.

»Solo supuse que la corriente me arrastraba y seguía con la familia, pero durante mi estudio aprendí a quererlo y decidí que quería ayudar a niños a tener una familia. La primera vez que visité una casa hogar lloré y mi profesor me retó, dijo que no podía ir y deprimir a niños que ya se encontraban tristes de no tener un hogar, que debía ser firme y no ablandarme, pensé que estaba loco por pedirme amarrarme el corazón y él dijo que me acostumbraría.

— ¿Y lo hiciste? —se detiene de cortar.

—Cada vez que pienso en un niño o adolescente en una casa hogar, mi corazón duele. Mi corazón nunca se endureció y eso me mete en problemas, y me hace pensar que, quizá, no soy buena en esto, sin embargo, no dejo de intentarlo.

—Creo que el que tu corazón sea un blandengue te hace perfecta para el trabajo.

— ¿Eso crees? —encuentra mis ojos a través del espejo.

—Eso creo.

—Yo espero que sea así, no quiero arruinarlo de nuevo, estoy cansada de decepcionar a las personas—quita otro broche y parece que ya domina el trabajo—, de no haberme dejado llevar por la corriente me hubiese gustado ser fotógrafa.

— ¿Eres buena con las fotos?

—Nunca pude descubrirlo. Pero si soy buena con la historia, me gusta, es extraño porque no parece ir con mi personalidad, pero soy buena en historia. ¿Siempre quisiste ser músico?

—Es la clase de pregunta que encuentras en muchas entrevistas de internet—ríe—, pero está bien, creo que se siente bien responder de nuevo porque no sabes más de mi vida que yo.

»Soy bueno con los números, hubiese sido ingeniero aeroespacial, me gusta creer que hubiera llegado a la NASA.

—No estaba esperando esa respuesta. Podrías estar planeando llegar a la luna.

—Lo hago, llego a la luna y a cualquier puto planeta cuando piso un escenario y hago música.

—Me gusta esa respuesta.

— ¿No eres fiver?

De inmediato es como si en mi cabeza tuviera la voz de Arthur recitándome como un diccionario el significado de ser Fiver, él me daría una amplia explicación y yo la resumiría en: ser fanático apasionado de BG.5.

—Suena un poco como una afirmación.

—Lo estoy suponiendo.

—Depende. Mi sobrino me hizo aprender cada canción, podría cantarte la mayoría de ellas y me encantan, hablamos mucho sobre qué hacía cada canción especial, pero no podría decirte qué cosas les gusta o disgusta a cada uno de ustedes. Qué hacen fuera del escenario, banda favorita o todas esas cosas que una fan dedicada sabe. Supongo que soy una Fiver solo de música.

—Puedo conformarme con eso. Gírate.

Lo hago y mi vista se encuentra con su cuello mientras mi cabeza llega a la altura de sus labios. Suelta los broches restantes de la parte delantera de mi cabello y lo peina con sus dedos, lucho contra un estremecimiento.

Dobla sus rodillas y sus ojos están en contacto con los míos durante largos segundos antes de que agarre un lado de mi cabello y tome medidas antes de cortar. Mi vista cae en sus labios, está mordisqueando su piercing y eso es infinitamente ardiente.

— ¿Nunca pensaste en esa noche? —vuelve a hablar

— ¿Cuál noche?

—No hay necesidad de fingir no saber de lo que hablo.

Permanezco en silencio mientras toma el cabello del lado restante y corta. Sus dedos alzan mi barbilla y sus ojos escrutan los resultados de sus manos y la tijera. Parece tomarse el tiempo de ver cada rasgo en mi rostro.

—No entiendo cómo no te reconocí desde la primera vez que te vi, esos ojos ¡Esos ojos! Parecen algo tan difícil de olvidar y tú...

— ¿Qué?

—Fue la primera vez en un jodido tiempo en la que alguien hablo conmigo sin impresionarse por mi nombre. Yo necesitaba ese jodido respiro y tú me ayudaste a tenerlo.

De nuevo su mirada se pasea por todo mi rostro y todo lo que puedo hacer es permanecer de pie con sus dedos sosteniendo mi barbilla.

Muchas veces deseé y temí algún día encontrarme al hombre que estuvo conmigo en una de mis peores noches. Temí que simplemente me viera, sacudiera su cabeza y decidiera que seguía siendo una estúpida de decisiones cuestionables y tristeza infinita; y ansié simplemente ser recordada como alguien que aprendería de sus errores y enfrentaría sus consecuencias.

No sucedió lo uno ni lo otro porque en primer lugar al principio Dexter no me recordaba y ahora que lo hace, muchas partes son lagunas en su mente y no estoy interesada en traerlo a colación.

—Lo hago—digo finalmente.

— ¿Qué cosa? —parece que él mismo ha olvidado su pregunta.

—Pensar en esa noche. Lo pienso a veces—muchas veces.

— ¿Me contarías las cosas que no recuerdo?

—No.

—Lo supuse, pero ¿Sabes?

— ¿Qué?

—Recuerdo las partes buenas y las muy buenas; son las partes que supongo que son malas las que me gustaría que me dijeras.

—Y son esas partes las que no te repetiría.

—Es decir ¿Qué recordarías conmigo las buenas y muy buenas? —dibuja en su rostro una sonrisa que desborda picardía y río retirando sus dedos de mi barbilla.

—Yo no he dicho eso.

—Pero es lo que mi mente jodida entendió. Cómo sea, mi memoria me ayudará a recordar.

—Espero y no.

—Disfruta de tu corte de cabello.

Me giro y me observo en el espejo, mi cabello está ahora debajo de mis pechos y luce recto no como un desastre disparejo de puntas dañadas. Hay un sonido de foto y luego él está enseñándome como luce mi cabello en la parte de atrás y no puedo evitar notar que el pantalón holgado que llevo tiene un hueco no tan grande, pero si visible, debajo de mi nalga derecha. Fuera de eso, parece que él puede ser estilista.

—Felicidades, no me dañaste el cabello. Ahora solo espero que tu mano sea buena y mi cabello crezca.

—Oh, Copo de azúcar, créeme, tengo muy buena mano.

Hay una implicación explicita en su mensaje y presencio el suave rosa en mis mejillas, él me guiña un ojo y yo me giro.

— ¿Y ahora qué?

—Te refieres ¿A qué hacemos? —asiento con mi cabeza y de nuevo la sonrisa pícara aparece—No sé si debamos dejar esa decisión en mis inocentes y buenas manos.




Holaaaa creo que finalmente ya puedo estar al día con esta historia y subir con regularidad (al menos una vez a la semana) así que me parece que es una noticia genial haha al menos mientras el internet deja.

Yo quiero que Dexter me corte el cabello con esa intensidad *-*

Está vez el hada señala a @GoldenWhitegirl espero haber escrito bien tu usuario porque esta medio largo haha, belleza gracias por tanto amor y apoyo, te devuelvo todo ese cariño.

Espero les guste.

Un beso.

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