Capítulo diecinueve (Parte II).

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Dexter detiene su auto frente al edificio donde vivo y honestamente tengo miedo de que alguien aparezca de pronto y robe su auto, no es que viva en la peor zona, pero tampoco vivo en la mejor.

Pero entonces caigo en cuenta que además del peligro de que roben su auto, siempre está la posibilidad de ser fotografiados y que todo se arruine incluso antes de que tenga oportunidad de enmendar todo el lío en el que he contribuido. Eso sería terrible y honestamente si sucediera no me extrañaría porque al parecer arrastro conmigo un horrible karma, tal vez yo solo fui Hitler o algún horrible señor feudal en mi vida pasada.

Volteo a ver a Dexter que golpea sus dedos, al ritmo de alguna canción contra el volante, luce totalmente perdido en sus pensamientos y me gustaría saber qué pasa por su cabeza tan peculiar. Detallo cuidadosamente su perfil dándome cuenta que nunca tuve oportunidad de no desarrollar atracción por él.

¿Cómo vas y pasas tiempo con alguien tan encantador, atractivo y lleno de vida como Dexter sin involucrarte con él? El hombre está soltero, es un experto siendo dulce y coqueteando, no tenía oportunidad de darme la vuelta e ignorarlo. Nunca la tuve.

Permanecemos en silencio. Siento que me cae un balde agua fría sobre toda la situación de esta noche. El beso, la manera en la que compartí con sus amigos. Es momento de sincerarme y hacer lo correcto. No voy arruinar las cosas para ellos ni para mí. Puedo ser madura.

—Entonces...

—No debemos vernos...

— ¿Qué?

—Oye, sé lo que hago. Lo prometo—volteo a verlo— ¿Puedes tener fe y creer en mí?

—Sí, jodidamente sí—él ni siquiera lo duda y eso me toma por sorpresa, las personas no suelen creer de esa manera tan rápida en mí.

— ¿De verdad?

— ¿Por qué no lo haría? Has resultado ser digna de confianza y una genial persona.

—Vaya...—trago, pero sacudo mi cabeza—Yo te llamaré o ya verás tú si quieres llamarme cuando todo esté en orden. Necesito hacer algo primero.

—Bien, no me hace jodidamente feliz, pero confío en ti.

—Ahora voy a bajar del auto y vas a irte derechito a tu apartamento, evita cualquier inconveniente.

—Me portaré bien. Confío en ti, Copo de azúcar, pero...

— ¿Pero?

—Promete que no es como una despedida para que desaparezcas. Ser abandonado no es bonito, puedo asegurarte eso.

Por un breve momento siento que hace referencia algo de su vida, pero sacudo mi cabeza. Sé que fue adoptado, pero no tengo ninguna referencia real de lo que fue todo ese proceso.

—Yo no quiero desaparecer.

—Entonces no lo hagas. Sé que puede cagar hasta la médula sentir tanto en tan poco tiempo, que asusta sentir que no haces lo correcto y que todo podría salir mal. Pero cuando sientas que la vida te pasa por encima y que no das, solo recuerda que hay un puto tipo que cree que eres grandiosa y tiene fe en ti.

Siento repentinas ganas de llorar por sus palabras, por su voto de confianza cuando no sé cómo tomará lo que pasa por mi cabeza. Lo que se supone voy a hacer.

»Y le digo esto a Elanese la mujer, no la trabajadora social. Has hecho mucho por Lucecita y por mí, nosotros necesitábamos una trabajadora social, pero tú a ella le has dado una amiga, confianza y sonrisas. Y a mí...—ríe—A mí me has dado esperanza y esa es una puta cosa que nadie va a cambiar.

—No siempre soy buena.

—Y eso es porque los humanos no podemos ser solo simplemente perfectos. No podías ser perfecta, Elanese y eso está bien. Está jodidamente bien ser humano y tener defectos.

—Dime un defecto de ti.

Parece que se lo piensa, luego sus cejas se enarcan como si algo maravilloso hubiese pasado por su mente.

—Para mí no es un defecto, pero para un juez podría serlo. Uno de mis defectos es sentir, de manera rápida y equivocada, cosas del tipo cursi y apasionadas hacia mi trabajadora social.

—De acuerdo—digo luchando contra todos los instintos que quieren que me arroje sobre él—. Es un defecto, vale.

Él ríe y su mirada se encuentra con la mía. Ahí están esos hoyuelos, ahí está esa sonrisa. Y ahí está el hombre que cuando lo necesité, estuvo para mí y no me dio la espalda.

—Gracias, Dexter.

—No tienes que...

—No lo entiendes, quizá no lo recuerdes ahora, pero tú hiciste tanto por mí y nunca pude darte las gracias de la manera adecuada. Yo...Quisiera que nunca recordarás, pero sé que podría suceder y quiero agradecerte por lo que hiciste por mí.

»Sé que tienes un gran corazón y que mereces cosas geniales...

—Esto suena como si te estuvieras despidiendo y es una mierda que no me gusta.

—Solo quise darte las gracias. Ten cuidado al conducir ¿De acuerdo? Avísame cuando llegues.

—Está bien.

En un gesto que me sorprende, toma mi mano y besa mis nudillos. Todo lo que hago es observarlo. Dexter da la impresión de ser un hombre despreocupado, pero de hecho he descubierto que es muy dulce, consciente y responsable en los aspectos de su vida que se necesitan.

—Gracias por haber venido hoy.

—Gracias por invitarme.

Un poco renuente retiro mi mano y bajo del auto, a paso apresurado camino hasta estar dentro de mi edificio. Mientras subo las escaleras pienso en el hecho de que cuando llegamos, Dexter recibió alguna noticia que lo mantuvo extraño durante los primeros momentos de la fiesta, luego él se relajó, pero algo estuvo pasando y él decidió no decírmelo. Entiendo que quizá no hay ese grado de confianza o que prefiriera guardárselo, pero eso no impide que esté dándole vueltas en mi cabeza intentando entender qué noticia recibió de Juliet e incluso su representante antes de que éste fuera embriagado por Andrew.

Sonrío recordando como el representante de BG.5 logró hacerse sentir en la fiesta, creo que amanecerá con un montón de notificaciones de etiquetaciones, incluso podría ganarme a mí con las etiquetas en Facebook luego de mi fiesta de cumpleaños. Me hago una nota mental de contarle a Leslie otra de las cualidades de Andrew: convertir a un hombre tranquilo, en un alcoholizado hombre fiestero.

Cuando llego a mi apartamento enciendo las luces y tomo mi celular, ha sido una noche muy buena, la he pasado bien, pero no olvido la promesa de decisión que me he hecho a mí misma. Así que no le doy más vueltas y redacto rápidamente un mensaje que envío antes de poderme arrepentir.

«Hola, Evie. Sé que es de madrugada y posiblemente leas este mensaje al despertar, solo quiero decirte que me gustaría que habláramos mañana con respecto al trabajo.

Te amo»

—Bueno, reconoce tus errores, lo intentaste y ya es hora de buscar respuesta a tu vida—me consuelo y camino hasta mi habitación.

Fue una noche fuera de lo normal y creo que lo que me terminó de hacer ver la realidad es el hecho de que él tomara mi mano frente a su exnovia. No podemos fingir que no pasó.

***

15 de mayo, 2015.

Tomo lentamente un sorbo de mi chocolate caliente en la oficina de Eva, ella me observa golpeando sus uñas, perfectamente recortadas, de su escritorio.

Está impaciente y yo estoy asustada. No porque temo de mi hermana, se trata de que temo admitir en voz alta lo que ya reconocí mentalmente.

—Ela ¿Estás bien? Luces preocupada.

—Nunca he querido decepcionarte. Tú y Leslie siempre han sido mis heroínas, mis grandes ejemplos a seguir y quizá fue eso lo que me llevó a tomar la decisión de estudiar esta carrera—siento mis ojos humedecerse ante la presión de lo que voy a decirle—. Tengo mucho miedo de decirlo en voz alta, pero no puedo mentirme. Y no puedo solo seguir mintiéndote.

»Eva, yo amo la idea de ayudar a las personas, pero no está en mí guiarme por reglas que evitan mi contacto real con ellos, no sé desligar mis emociones ¿Sabes lo que hice cuando supe que niños arrojaban piedras a Skylie? Lloré. Lloré ahí frente a ella y el señor Carter, sabía que estaba mal y aun así no detuve las lágrimas. ¿Sabes que hice cuando descubrí que estaba aprendiendo a leer? Fui y le compré un libro y se lo regalé. Le dije que éramos amigas, le prometí que estaría bien ¿Quién soy yo para hacer esas promesas? ¿Qué trabajadora social hace eso?

Ella permanece en silencio, pero puedo ver la sorpresa, resignación y amor en su mirada mientras me deja hablar. Creo que en parte todos sabíamos que este día llegaría. La forcé a darme una oportunidad que sabía no me haría cambiar, porque yo soy así. Soy la mujer empática que extiende la mano cuando la necesitan, que llora ante las injusticias y que comete errores cuando quiere hacer las cosas bien.

—Hace unos años yo conocí a Dexter...Él me ayudó y sé que es una buena persona, por lo que inevitablemente iba a intentar ayudarlo.

—Oh, Ela.

—No es su culpa, te prometo que es la mía totalmente. Él nunca me pidió nada, yo sola lo hacía. Pero él es genial, Eva, él la ama y al verlos juntos, no veo cómo podrían separarlos—dejo la taza de chocolate caliente sobre su escritorio y cierro mis ojos—. Él me gusta, no supe cómo evitarlo y no sé cómo evitarlo, pero no es nuevo. Él dejó una impresión en mí desde la primera vez que nos vimos. No es solo físico, o sea si está que arde, pero es algo que va más allá de su apariencia física.

»No quiero arruinar las cosas para él y no es justo que rompa tu confianza. Soy joven, tengo veinticuatro años y aún no sé quién soy. Amo ayudar a estas personas, pero no puedo regirme bajo las reglas y no es quien imagino que soy cuando me veo trabajando. Yo...No puedo continuar trabajando, yo necesito descubrir cuál es mi vocación y necesito que las cosas salgan bien para Skylie. No arruinaré las cosas para ellos porque si el juez ve lo ligada que estoy, simplemente va a descartar a Dexter y no le haré esto. No les haré eso a ellos y no me lo haré a mí misma.

— ¿Estás renunciando al caso?

—Estoy renunciando a la agencia, Eva.

Holaaaa agradezco a todos los ángeles que me acabo de dar unos minutos libres para traer esta otra parte del capítulo anterior. Ahora, se viene lo explosivo, vamos a sentarnos para una de las primeras fases de esta historia.

El hada señala a @Crisfiver27 me hace feliz contar con lectores como tú, eres valiosa y espero siempre sepas lo especial que eres.

Espero les guste.

Un beso.