Salió del baño envuelta en una toalla. Volvió a darle una mirada a la habitación, sorprendentemente no estaba tan desordenada como esperaba. Se tiró un momento en la cama, estaba agotada y solo quería dormir, después de todo no todos los días se veía obligada a mudarse con su hermano. Soltó un suspiro, se levantó y abrió el armario para buscar algo que ponerse.

―Más le vale que traiga mi ropa ―murmuró poniéndose una remera negra con el logo de batman, la cual combinó con un boxer negro que le quedaba como un short y era cubierto por la enorme remera.

En la sala miró su celular, los mensajes y llamadas perdidas se seguían acumulando y ella simplemente decidió seguir ignorándolo. Se acercó a la ventana, siempre la había gustado la vista de ese departamento.

―En verdad extrañaba esta vista... ¿por qué rayos me fui a ese lugar?

Un sonido en la entrada hizo que Ania volteara, dio dos pasos y se detuvo, no había saludo, risas, ni ruido... algo no estaba bien, Marcos es una de las personas más ruidosas que conoce. Se acercó al sillón, pues desde allí tenía una mejor vista de la entrada y se quedó helada con lo que apareció frente a ella... una mujer de cabello rubio, alta de curvas bien marcadas y completamente expuestas, pues en ese momento no llevaba más ropa que un baby doll de tul negro, que era prácticamente transparente pues dejaba ver a la perfección esa tanga de encaje negro. La mujer mantenia los ojos cerrados mientras hacía una pose que Ania no podía decir si era sexy o simplemente estrambótica y complicada, sobre todo usando esos zapatos negro de tacón de 15cm.

―Hola amor... ¡Sorpresa! ―dijo en un tono sexy sin abrir los ojos.

―Mmmm... si tuviera que usar esos zapatos de seguro me rompo el cuello ―murmuró Ania y tuvo que contener la risa al ver que la rubia casi se cae al escucharla.

La rubia abrió los ojos de inmediato y clavó esos orbes dorados en el delgado cuerpo de esa castaña, que en ese momento parecía embolsada con aquella remera de Marcos. La expresión de la rubia paso de la sorpresa a la furia en el instante en que noto que esa desconocida usaba esa remera que ella tanto odiaba y que su novio amaba.

―¿QUIEN RAYOS ERES TÚ Y QUÉ HACES AQUÍ CON LA ROPA DE MI NOVIO? ―vociferó acercándose a grandes pasos.

―Oh, eres una de las novias novias de Marcos ―dijo como si nada Ania ignorando el aura asesina de esa mujer, que se detuvo y la miró aún más feo que antes―. Marcos no está, puedes esperarlo o volver más tarde...

―¡¿QUÉ?! ―gritó la rubia consiguiendo solo que Ania se tapara un momento los oídos― ¡Como que una de sus novias! Yo soy su prometida, él se casara conmigo ―agregó mostrandole la mano donde llevaba un anillo plateado con un diamante, el cual la castaña miró de reojo antes de sentarse en el sillón―... ahora vuelvo a preguntar ¿quién rayos eres y qué haces aquí? ―insistió la rubia cada vez más enojada pues era muy evidente que esa "mujerzuela" no la estaba tomando enserio.

―Que raro, Marcos no me dijo que se comprometió... y por lo visto tampoco te hablo de mí ―comentó la castaña antes de soltar un suspiro, mientras la rubia llevaba ambas manos a su cadera y comenzaba a golpear el piso con un pie, en espera de una respuesta―, debió decirte ya que voy a estar viviendo aquí...

―¡¿QUÉ?! ―volvió a vociferar la rubia y Ania sintió como comenzaba su dolor de cabeza mientras se preguntaba en qué pensaba su hermano al comprometerse con esa mujer...