Él me levantó y sin dejar de besarme me llevó hasta la cama…

Ya no me importó dónde estaba, quién era él, qué idioma hablaba, ni nada más… sus manos y las de su sombra hacían maravillas en mí. No sabía si había muerto he ido al cielo o el infierno, pero tampoco me importaba… solo me importaba lo que aquel mago de las sombras, MI mago, me estaba haciendo sentir.

De un momento a otro aquel beso dejó de ser dulce y comenzó a sentirse muy azul. La piel por donde pasaban aquellas cuatro manos se sentía picante y salada. El ambiente se volvió más caliente y esa sensación tan de tequila inundó todo mi cuerpo.

Me sentía en algún sitio entre el cielo y el infierno y definitivamente quería arder bajo ese perfume de pasión que empujaba mi razón hasta el más sordo rincón de aquel lapicero en mi interior.

Las prendas de ambos cuerpos se deshicieron en un vaporoso perfume a estrellas que inundó el lugar y comenzó a iluminarlo todo tenuemente, permitiéndonos ver cada detalle del cuerpo del otro.

Aquellos labios abandonaron los míos y comenzaron a descender perfumado mi piel de verde, un verde tan intenso que me hacía gritar estrellas y cometas. Esas manos tocaron mi intimidad de una forma tan amarilla, que mi cuerpo se desespero por sentir más.

Otra boca llegó a la mía y ese beso se sintió como el atardecer. Estaba enloqueciendo con todas esas sensaciones, pero quería más, más, más.

Acaricie esa dulce piel y sentí el perfume de la noche murmurar algo en mi oído. Las palabras sonaron como ron ardiendo y ese perfume a primavera estalló en mi interior para comenzar a derramarse por cada poro. Pude ver aquel perfume salvaje y apasionado que emanaba de esa piel rozando con la mía.

Nuestros cuerpos se unieron y fue un enorme vaivén de sensaciones, era como un arcoiris en movimiento que se retorcía cambiando la luz en una fragancia diferente junto a cada estocada… de repente todo desapareció y solo quedamos nosotros dos flotando en un mar de sonidos que olían a pasión. La voz no me alcanzaba, el aire no era suficiente y de pronto una explosión estampó de colores y magia todo mi ser…

El sonido del amanecer me despertó, era un canto ligero lleno de notas de colores, que entraba en la habitación por esa enorme ventana. La cama olía a calor… todo es extraño mucho más extraño de lo normal. Por la ventana puedo ver un hermoso jardín que parece estar rodeado por un espeso bosque.

Esa voz llegó a mis oídos, no sé qué está diciendo pero tiene un sonido celestial. El me mira apoyado en el marco de la puerta, sonríe y acerca un fruto azul a su boca, lo muerde y me arroja el resto de la fruta, que sorprendentemente cae en mis manos, algo increíble considerando mi habitual torpeza. Aquel fruto tenía tantos colores en su interior que parecía un arcoiris comprimido en una pequeña bola cubierta de azul. Dude un momento, pero finalmente mordí aquella fruta. Sabía a luz, realmente deliciosa. El mago se acercó lentamente y con una sonrisa susurró.

—Bienvenida a Greendoor.