Miaguela
Realizar una poesía como si fuéramos niños, integrando los sonidos dados.
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Hacía ya un rato que aquella joven buscaba entre esas cajas. Aquella foto tenía que estar allí. Hasta ese momento no se había percatado de la cantidad de cosas que guardaba, pero si algo sabía con certeza era que no podía deshacerse de ninguno de los objetos y papeles que ocupaban aquella habitación.
Encontró otra caja cubierta de polvo en el último estante de esa biblioteca, ubicada a un lado de la ventada. Dentro de la caja había más papeles y fotos. La castaña miró a su alrededor y volvió a sentarse en aquel polvoriento sillón de estampado descolorido. A medida que revisaba el contenido de aquella caja iba haciendo una pila de papeles sobre la mesita que había a la derecha des sillón. De repente se detuvo al desdoblar una hoja completamente amarilla por el tiempo.
Una sonrisa apareció en el rostro de la castaña al ver esa desprolija y garabateada letra, y aquel recuerdo volvió a su mente...
"La sala estaba completamente iluminada. La luz y calidez del sol primaveral se filtraban por aquellas enormes ventanas.
La pequeña de cinco años escribía, tirada sobre la alfombra a un lado del sillón donde su abuela tejía.
—Aguela ¿Qué tas haciendo? —preguntó la pequeña castaña poniéndose de pie y acercándose más a la mujer.
—Tejo.
—¿Tas Tejiendo? —la mujer asintió con una sonrisa. La niña la examinó con la mirada y luego de un momento— ¿Tas tejiendo?
—Sí, estoy tejiendo, ¿y tú que haces Laila?
—Escribo posia como las que leímos.
—Que bien, ¿y cómo está quedando? —la pequeña tomo la hoja donde estaba escribiendo y con una sonrisa se la ofreció a su abuela, quien dejo su tejido a un lado, sentó a la niña en su regazo y se acomodó los lentes antes de tomar la hoja.
—¿Aguela me ayudas a teminarla?
—Claro mi preciosa, te digo algo me encanta como va.
—¿Te encanta?
—Si me encanta —dijo la mujer con una sonrisa antes de depositar un sonoro beso en la mejilla de la niña."
Un suspiro se escapó de sus labios mientras sus ojos comenzaban a humedecerse.
—¿Laila estas bien? —la suave y dulce voz llamó su atención, y al mirar hacia la puerta de la habitación se encontró con esa hermosa mujer que acompañaba sus días.
—Hola Lucy, no te escuche entrar —respondió con una sonrisa mientras la mujer se acercaba a ella
—¿Pasa algo amor? —preguntó la mujer antes de depositar un suave y corto beso sobre los labios de la castaña— ¿encontraste la foto que buscabas?
—No, pero encontré algo que me trajo un buen recuerdo.
—¡Qué bien! ¿Puedo? —preguntó desviando la mirada al trozo amarillento de papel que su amada Laila sostenía.
—Claro, es la primer poesía que escribí —dijo entregándole el papel—, mi abuela me ayudo a hacerla y por lo visto la guardo.
—Así como tú guardas todo lo que fue de ella —comentó con una sonrisa Lucy antes de comenzar a leer en voz alta aquel papel...
"Tsssssssh hace el viento en el jardín
Se escucha bajito
Junto a un crass tic tic tic
Que suena, suena y suena siempre en el jardín.
Uii tuc, uii tuc
Hace la silla al moverse
Uii tuc, uii tuc
El ruido me gusta y me adormese
Añueña añueña eeaeea
Canta mi aguela sin parar
Añueña añueña eea eea
Y el sueño me llega al escuchar
Todos esos ruidos
De la casa de miáguela."
—¿Cuántos años tenías al escribir esto? —preguntó Lucy ampliando su sonrisa—. Es muy lindo.
—Cinco, mi abuela me ayudo a acomodar algunas palabras y quedo así, ella era la razón por la que comencé a escribir poesía.
—Lo sé amor, yo edito tu libro y va a estar dedicado a ella —comentó Lucy antes de volver a besar a la castaña—. ¡¿Sabes qué?! Deberíamos agregar esta poesía también.
Laila asintió y con una enorme sonrisa se lanzó a los brazos de Lucy.
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