Las tres mujeres estaban en una oficina acompañadas por un oficial que solo observaba como Juana y Gris intentaban calmar a Selva, de repente la puerta se abrió y entró el comisario acompañado por Daniel y Juan Pedro.

Juana inmediatamente se puso de pie y abrazó a su esposo Daniel, pero antes de que pudiera decir algo, la atención de todos cayó en el aterrado y ahora pálido rostro de Selva.

La mujer ahogo un grito con sus manos y sus ojos se humedecieron mientras retrocedía poniendo más distancia con los presentes.

-Señora Aguiar ¿Está bien? -preguntó el comisario antes de intentar seguir la mirada de la aterrada mujer.

-¡Es él! -exclamó Selva señalando a los recién llegados, más específicamente al pelirrojo abogado Juan Pedro Otaola.

La expresión del hombre se tornó seria y algo tétrica, pero antes de que pudiera decir algo, Selva gritó...

-¡ES EL COLO!