Caminó hasta la sala y se detuvo en la entrada al escuchar la voz del conductor del noticiero, el tema seguía siendo la muerte del presidente, al parecer la investigación seguía, pero había muchas quejas de fallos...

—Esto suena muy familiar, ¿no te parece amor? —dijo Ernesto mirando a su esposa que estaba parada frente a la enorme ventana mirando hacia el cielo—... Sandra... ¿todo está bien?

—Tienes que ver esto —murmuró la mujer sin voltear, sus ojos seguían centrados en el cielo.

Ernesto se acercó a ella y al mirar hacia el cielo la sorpresa se plantó en su rostro.

El cielo nocturno se veía inundado de luces, era como la aurora boreal, algo extraño en este lado del planeta. Las personas en la calle se habían detenido a observar aquel maravilloso espectáculo... pero de repente la sorpresa fue reemplazada por miedo... el cielo pareció abrirse justo en medio donde las luces convergían y entonces apareció, flotando en el cielo, lo que parecía ser una enorme embarcación. Los gritos comenzaron a escucharse a lo lejos, muchas personas en la calle comenzaron a correr aterradas mientas muchas otras solo seguían allí de pie observando aquella nava de la que comenzaban a salir otras naves más pequeñas, parecidas a submarinos.

Al bullicio de afuera se le sumaron sirenas y bocinas.

—Ernesto, ¿qué rayos es esto? —murmuró Sandra apretando fuere la mano de su esposo.

—No lo sé, pero creo que será mejor que nos alejemos —dijo el hombre comenzando a retroceder, mientras pensaba que debía hacer... nada en su vida lo había preparado para algo así.

Los gritos en el exterior se hicieron más fuertes y comenzaron a escucharse explosiones, se sintieron varios temblores y al volver a asomarse apenas por la ventana, pudieron ver aquellas naves como submarinos disparando en todas direcciones, también se veía el resplandor del fuego a varias calles y la nube de humo y polvo que se elevaba hacia el cielo. Los autos andaban como locos intentando escapar, chocando unos con otros e incluso andando sobre las veredas, todo