Cárceles mundanas repletas de almas...

-Alma... Alma, Alma -otra vez esa voz que me sacude y me devuelve a esta prisión. La miró y la oscuridad de la habitación apenas iluminada, por la luz de la luna que entra por la pequeña ventana, remarca sus oscuras ojeras.

-Alma, Alma -insiste-... Él está aquí... Quiere que entre en la habitación -dijo con los ojos brillantes por las lágrimas.

-No lo dejes o volverán a encerrarte Camí -dije apresurada sentándose en mi cama y viendo preocupada a mi compañera de cuarto.

-Alma ayúdame -murmuró aterrada.

-Cami, Camí no lo escuches quédate conmigo -rogue acercándome y sujetando sus mejillas.

-Claro que me quedaré -dijo sujetando con fuerza mi cintura-, recuerda que estoy aquí solo por ti mi amada y lacerante Alma.

-¿Camila? -pregunté con cuidado temiendo lo peor, e intente alejarme un poco. Su rostro ahora estaba entre las sombras, solo podía ver el brillo de sus ojos y eso me estremeció.

-Oh no vida... ¡¿A caso no me reconoces?! ¡¿Tanto tiempo pasamos lejos que no reconoces a tu amor verdadero?! -su voz había cambiado.

Mi cuerpo tembló al sentir tan cerca su cuerpo. Sus labios en mi piel marcaron mi cuello. Intentó escapar y grito con desespero.

-¡Adam suéltame! -pedí mientras rogaba para que alguien...